sábado, 21 de agosto de 2010

Zombis Nazis


Título original: Dod sno
Año: 2009
Nacionalidad: Noruega

Dirección: Tommy Wirkola
Guión: Stig Frode Henriksen & Tommy Wirkola
Producción: Tomas Evjen & Terje Stroemstad
Fotografía: Matthew Weston
Música: Christin Wibe
Montaje: Martin Stoltz
Diseño de Producción: Liv Ask
Decorados: Morten Jakobsen
Vestuario: Linn Hennriksen
Reparto: Vegar Hoel, Stig Frode Henriksen, Charlotte Frogner, Lasse Valdal, Evy Kasseth Rosten, Jeppe Laursen, Jenny Skavlan, Ane Dahl Torp, Bjorn Sundquist, Orjan Gamst…

no es la casa de muñecas

El cine nórdico nos sorprende con la producción noruega Zobies Nazis, como se la denomina en España, que resulta un curioso híbrido de cine gore a la europea que acaba socarrándose igual que las suecas en las playas de Torremolinos.

La verdad es que el prólogo de la película, con la melodía de Peer Gynt que tarareaba Peter Lorre en M, el vampiro de Düsseldorf (M, 1931, Fritz Lang), ligado a la imagen corrupta y sucia de unos nazis persiguiendo a una linda noruega por la nieve, nos predispone para una interesante película que utiliza los zombies como metáfora de algún tipo de alienación, tal y como Fritz Lang hiciera en su obra maestra sobre la alienación del pueblo alemán con los postulados del hombrecito del bigotito, pero sólo hace falta pasar los títulos de crédito y avanzar un poco en el relato para darnos cuenta de que tan sólo se trata de otra estúpida muestra de cine que recicla las películas favoritas de su director y guionista para ofrecer un producto hueco, vacío, sin estilo y, lo peor de todo, carente de sentido del humor.

Una pandilla de jóvenes van a pasar el fin de semana (o lo que sea) en una cabaña perdida en la montaña para lo que deben dejar los coches en cualquier sitio, para subir después a la cabaña, en la que encontrarán una vieja caja, que no despertará las fuerzas del mal, pero que sí parece ser lo que codician unos nazis zombies que se dedicaran durante la Segunda guerra Mundial a hacer cosas de nazis entre los oriundos de la zona, mientras les quitaban sus joyas y objetos de valor… y ahora los zombies nazis quieren lo que es suyo.

Sí que es verdad que la fotografía es espléndida, la verdad, no sólo por el espectacular paisaje de las montañas nevadas, sino porque Matthew Weston, parece seguir al dedillo las instrucciones sobre le manejo de la luz que utilizara Tak Fujimoto en El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991, Jonathan Demme), particularmente en las secuencias de interiores.

Si bien es cierto que en un principio las aburridas citas, característica ya del más aburrido cine contemporáneo, resultan simpáticas y son reveladas por los propios personajes, como las que hacen a Posesión infernal (The Evil Dead, 1981, Sam Raimi), Viernes 13 (Friday the 13th, 1980, Sean S. Cunningham) o Tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992, Peter Jackson), evidenciando el gusto de los autores por el cine gore, pueden resultar simpáticas o la alusión a El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein, 1974, Mel Brooks) en uno de los mejores momentos de la película aludida, que no de la que se comenta, puede resultar hilarante.

Pero llega un punto en que la repetida evocación de títulos molones a través de frases pronunciadas por sus personajes como las que utilizan de filmes como Indiana Jones y el templo maldito (Inidana Jones and the Temple of Doom, 1984, Steven Spielberg), La jungla de cristal (Die Hard, 1988, John MacTiernan), Terminator II (Terminator II: Judgment Day, 1991, James Cameron), etc., la apropiación indebida de los mejores momentos de Ola de crímenes, ola de risas (Evil Dead II, 1987, Sam Raimi) cuando se quedan sin ideas, y la llegada de un gore excesivo cuando ya es demasiado tarde, hacen imposible el disfrute de la película incluso desde un punto de vista irónico o divertido, cayendo en el tedio, el absurdo y el ridículo.

La verdad, no sé ni porqué llegaron a estrenarla en los cines, cuando los nazis ya llevan tiempo sueltos por ahí.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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