domingo, 29 de septiembre de 2013

Las brujas de Zugarramurdi


Título original: Las brujas de Zugarramurdi
Año: 2013
País: España & Francia

Dirección: Álex de la Iglesia
Guión: Álex de la Iglesia & Jorge Guerricaechevarría
Producción: Enrique Cerezo  
Fotografía: Kiko de la Rica
Música: Joan Valent
Montaje: Pablo Blanco 
Diseño de producción: José Luis Arrizabalaga & Biaffra 
Vestuario: Paco Delgado
Reparto: Javier Botet, Carmen Marua, Mario Casas, Carolina Bang, Santiago Segura, Hugo Silva, Carlos Areces, Macarena Gómez, Terele Pávez, Pepón Nieto, Enrique Villén, María Barroso, Jaime Ordóñez, Secun de la Rosa, Gabriel Delgado, Julián Valcárcel-Carbonell, Itziar Castro, Beatriz Urzáiz, Manuel Tallafé… 

la fiesta del akelarre

Hay cineastas que siempre se necesitan justificarse ante el público, mientras que otros sólo tienen que hacer lo que siempre han hecho para convencer sin dar mayores explicaciones. Buen ejemplo de ello son Pedro Almodóvar y Álex de la Iglesia. Mientras el primero necesitaba darle una y mil vueltas a Los amantes pasajeros, explicando que se trataba de una alegoría de la respuesta de España a la crisis económica, el segundo sólo tiene que proyectar Las brujas de Zugarramurdi y todos podremos disfrutar de un espectáculo tan grotesco, aberrante y disparatado como la propia sociedad española (podría decir en la actualidad, pero hemos cambiado tan poco en el último siglo...). 

La última película dirigida por Álex de la Iglesia es una comedia desbocada y desenfrenada que te arrastra igual que los protagonistas arrasan con todo a su paso. Al contrario que en otros títulos previos del director de La comunidad (2000), en los que comenzaba en un tono dramático que poco a poco se tornaba en un disparate, aquí se instala desde el primer momento en una tesitura cómica, grotesca y absurda, como si de una especie de slapstick ibérico cargado de adrenalina se tratara. De esta manera no importa que lo que sucede en la pantalla no se corresponda con una situación real, ni para que podamos digerir algunas situaciones ni para captar su sentido crítico. Por si fuera poco, en la que es su primera película rodada en el País Vasco, consigue darle la vuelta a muchas de las tradiciones vascas, haciendo gala de un extraordinario sentido del humor.

Es posible que en el momento en que comienza el akelarre, perjudique en gran medida el ritmo de la película, más porque por un momento se centra en el lado fantástico por encima del cómico, pero cuando hemos llegando a ese punto ya nos tiene completamente ganados, no sólo con el humor, sino con esa variopinta colección de personajes, interpretados por un fabuloso reparto que sabe captar con la misma precisión y soltura su punto irónico. Sin desmerecer en absoluto a Carmen Maura y Terele Pávez, habituales de su cine, o incluso a Carolina Bang, mucho mejor en esta tesitura que en Balada de trompeta (2010), quien sobresale del reparto es el infatigable Mario Casas, muy superior a su compañero, Hugo Silva. Si los personajes de ambos parten con las mismas características y particularidades, sólo es Casas quien sabe imprimirle un prodigioso sentido del humor, tanto en los juegos de palabras, como en los gags visuales. Lástima que la Academia del cine español no tenga el mismo sentido del humor como para recompensarle con una nominación al mejor actor secundario, porque lo merece. En la misma línea, es una pena que no haya menciones para cameos, porque lo de Santiago Segura y Carlos Areces es absolutamente descomunal, sin desmerecer las prodigiosas aportaciones de María Barranco y Javier Botet.

Podría dedicar alguna líneas en contra del guión, quizás demasiado simple, o de la dirección, relativamente superficial, pero la verdad es que Las brujas de Zugarrarmurdi no pretende engañar en ningún momento, proponiendo un ejercicio destinado única y exclusivamente para la acción y la diversión. Objetivos que cumplen en todo momento y sin mayores problemas, ya desde la secuencia de créditos, que no tiene desperdicio alguno.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Kon-Tiki


Título original: Kon-Tiki
Año: 2012
País: Noruega, Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Alemania

Dirección: Joachim Rønning & Espen Sandberg
Guión: Petter Skavlan, con el asesoramiento de Allan Scott
Producción: Aage Aaberge & Jeremy Thomas  
Fotografía: Geir Hartly Andreassen
Música: Johan Söderqvist
Montaje: Per-Erik Eriksen & Martin Stoltz 
Diseño de producción: Karl Júlíusson 
Dirección artística: Lek Chaiyan Chunsuttiwat
Decorados: Louise Drake af Hagelsrum
Vestuario: Stine Gudmundsen-Holmgreen & Louize Nissen
Reparto: Pal Sverre Hagen, Anders Baasmo Christiansen, Tobias Santelmann, Gustaf Skarsgard, Odd Magnus Williamson, Jakob Oftebro, Agns Kittelsen, Peter Wight, Amund Helllum Noraker, Eilif Hellum Noraker, Elisabeth Matheson, Kasper Arneberg Johnsen, Edward Kling, Jo Adrian Haavind, Jonas Heier Straumsheim, Søren Pilmark, Trevor Martin, Johnny Myers, Robert Rowe, Perdita Avery, Ian Bonar, Sam Chapman, Eleanor Burke, Mikhail Basmadjian, Katina Egres, Richard Trinder, Tarang, Manuel cauchi, La-Oug, Todd Boyce, Ea Johanna Sandberg, Jo Hannah Emblem Rønning, Jonatan Meyer, Jakob Sander Ronne, Halvor Aasen, Thor Andreas Heyerdahl… 

aventuras 

A simple vista el argumento de Kon-Tiki puede parecer una historia ya vista. De hecho, guarda muchas similitudes con La vida de Pi (Life of Pi, 2010, Ang Lee), máxima ganadora de la edición de los premios Oscar en la que la película dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg competía en la categoría de mejor película en lengua extranjera. Sin embargo, igual que el periplo que cuentan no partía con el apoyo de todos, aunque acabara convenciéndoles finalmente, también la película consigue atraparnos a medida que se desarrollan los verdaderos conflictos de los personajes que, como siempre, son más interiores que exteriores.

Estamos ante un relato de superación personal que sabe mantener un equilibrio preciso entre un tono épico adecuado para la aventura que narra, y el intimísimo justo que requiere el conflicto personal de su protagonista, que para cumplir su sueño debe hacer un gran sacrificio personal. Siguiendo esa misma dicotomía, la película también consigue un asombroso equilibrio visual entre el realismo de la prueba de supervivencia que sufren los protagonistas y el toque onírico que proporciona el uso de efectos visuales para algunas de sus espectaculares secuencias, como no podría ser de otra manera al tratarse de una expedición a través del océano Pacífico, que partió desde Perú hasta la Polinesia con el objetivo de demostrar que los nativos de las islas eran de procedencia americana en lugar de asiática, como se creía en la época.

Uno de los aciertos del relato es la triple lectura que se puede hacer de esta aventura. El propio líder de la expedición, Thor Heyerdahl, ganaría un Oscar a la mejor película documental en 1950 en la que mostraba su gesta. Si aquella película, sin duda, se centraba en el viaje, sus inconvenientes y la satisfacción de ver cumplido su objetivo, en Kon-Tiki no sólo somos testigos de su fortuito proceso de grabación, sino de lo que no se mostró en su momento, de las verdaderas relaciones que se establecieron entre los tripulantes de tan pintoresco navío. La triple lectura es la que hay detrás de cualquier aventura, ya sea un viaje como este o el mismo rodaje de una película, porque aunque ciertamente ganó mucho, Heyerdahl perdió muchas cosas por el camino. 

Si bien en un principio su esposa parece quererle tal y como es, participando junto a él en sus peligrosas aventuras, en el momento en que la familia se amplia con la llegada de los descendientes, ella cambia, negando el apoyo que habría echo de su triunfo el de ambos, no sólo el suyo… Aunque esto ya es una interpretación muy personal. Lo que no se puede discutir es que Agnes Kittelsen es una de las presencias más poderosas de la película, con una interpretación completamente diferente de aquella mujer más liviana y voluble que ofrecía en Siempre feliz (Sykt lykkelig, 2010, Anne Sewitsky).

miércoles, 25 de septiembre de 2013

2 guns


Título original: 2 guns
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Baltasar Kormákur
Guión: Blake Masters, basado en una novela gráfica de Stven Grant
Producción: Andrew Cosby, Randall Emmett, George Furla, Norton Herrick, Marc Platt, Ross Richie & Adam Siegel  
Fotografía: Oliver Wood
Música: Clinton Shoter
Montaje: Michael Tronick 
Diseño de producción: Beth Mickle 
Dirección artística: Kevin Hardison
Decorados: Leonard R. Spears
Vestuario: Laura Jean Shannon
Reparto: Denzel Washignton, Mark Wahlberg, Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Mardsen, Edward James Olmos, Robert John Burke, Greg Sproles, Patrick Fischer, Edgar Arreola, Derek Solorsano, Kyle Russell Clements, Chrsitopher Matthew Cook, Tim Bell, Tait Fletcher, Jesus Jr., Azure Parsons, John McConnell, Jack Landry, Ritchie Montgomery, Ambyr Childers, Robert Larriviere, Lucy Faust, George Wilson, Yohance Myles, Evie Thompson, Samuel Baca-Garcia, Michael Beasley, Chrsitopher Dempsey, Bill Stinchcomb, Mark Adam, David Kency, Gilbert Rosales, Peter Gabb, Jason Kirkpatrick, Tony Sanford, Lucky Johnson, Lindsey G. Smith, Lindsey Gort, Hillel M. Sharman, Aaron Zell, Henry Penzi… 

el artesano que vino de islandia

No se está hasta qué punto es positivo afirmar que Baltasar Kormákur se ha integrado como un camaleón en la industria estadounidense, porque nadie diría que estamos hablando de un cineasta islandés que iniciara su trayectoria hace poco más de una década con 101 Reikiavik (2010). Después de alternar producciones europeas y americanas, tras el remake de Contraband (2012), afianza sus lazos con el cine estadounidense con 2 guns, un thriller de acción, adaptación de una novela gráfica. Una clásica buddy movie articulada en clave ligeramente cómica que funciona bastante bien, en parte gracias a las interpretaciones de su protagonistas, Denzel Washington y Mark Wahberg —colaborador habitual del director—, fortalecidos por la presencia de secundarios de lujo entre los que se cuelan Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Mardsen y Edward James Olmos.

En este caso no podemos echar en falta la profundidad dramática, pero porque la película tampoco la propone ni la requiere. Lo que sí proporciona es la suficiente verosimilitud para que el suspense generado en los diferentes conflictos se sostenga sin problemas, reafirmado en las secuencias de acción dispersas a lo largo de la película. Virtudes que si bien vienen establecidas desde el guión de Blake Masters —primerizo en tierras cinematográficas pero no en las televisivas don de se ha prodigado en series como Brotherhood o Los Ángeles: Distrito criminal—, el director no consigue imprimir al relato su sello personal, aunque quizás porque no lo tenga.

Y ese es quizás el mayor (y único) problema de 2 Guns, que siendo una película entretenida, adolece de alguna característica que la diferencie entre las muchas películas que abundan en su mismo género, algo que trasluce desde su mismo título, que no podía ser más obvio. Como ya le pasaba en sus titulos anteriores, Kormákur no consigue llevarse la película a su terreno, limitándose a poner el guión en imágenes sin aportar nada más. Un ejercicio de artesano que desluce, en parte, el trabajo en conjunto y te obliga a digerir la película como quien come cualquier tipo de fast food. Te puede gustar y saciar en el momento, pero en un rato tendrás la necesidad de volver a comer otra vez.

sábado, 21 de septiembre de 2013

La gran familia española


Título original: La gran familia española
Año: 2013
País: Español

Dirección: Daniel Sánchez Arévalo
Guión: Daniel Sánchez Arévalo
Producción: Fernando Bovaira, José Antonio Félez, Mercedes Gamero & Mikel Lejarza  
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Música: Josh Rouse
Montaje: Nacho Ruiz Capillas 
Vestuario: Tatiana Hernández
Reparto: Verónica Echegui, Antonio de la Torre, Quin Gutiérrez, Raúl Arévalo, Patrick Criado, Alicia Rubio, Pilar Castro, Sandra Martín, Héctor Colomé, Miquel Fernández, Roberto álamo, Arantxa Martí, Carmen Arévalo, Teresa Lozano, Rodrigo Poisón, Celine Peña, Teo Planell, Sandy Gilberte, Lucía Fuentes… 

bodas y partidos de fútbol que te alegran la vida

La trayectoria de Daniel Sánchez Arévalo se ha desarrollado sin prisa pero sin pausa. Con su cuarta película se consagra definitivamente uno de esos cineastas que haciendo un cine que podríamos considerar de autor, consigue conectar igualmente con un gran sector de la sociedad. Desde AzulOscuroCasiNegro hasta La gran familia española, ha mantenido sus propias señas de identidad que le llevan a explorar las relaciones emocionales entre familiares, que sirven tanto para meterte en una depresión y causarte los males más grandes del mundo, como para sacarte de ellos. En el caso de su última película, utiliza además uno de esos eventos que se instalan la memoria colectiva de una generación, como para bien o para mal fue el triunfo de la selección española en el Mundial de Sudáfrica. 

El contraste entre la alegría por el evento y la crisis familiar, sirve como metonimia perfecta de la situación de España en aquel mismo momento (y en la actualidad). Aunque el gran acierto de La gran familia española no está sólo está en aprovechar el evento, sino en los pequeños detalles desperdigados en su espléndido guión y en la capacidad de Sánchez Arévalo para hacer una película más visual que literaria.

Si Pedro Almodóvar sorprendió tanto con su cine de los años ochenta fue porque, entre otras muchas cosas, supo plasmar lo que sucedía realmente en la calle. Cómo hablaba y cómo se relacionaba la gente en aquellos tiempos (lo que ya no sabe hacer hoy). En este sentido, podríamos decir que Sánchez Arévalo coge el relevo, presentándonos a unos personajes que podemos reconocer perfectamente y se mueven y hablan tal y como lo hace la sociedad actual. Si a esto añadimos que todos y cada uno de los integrantes del reparto saca adelante a la perfección sus respectivos personajes, tendremos ganada ya dos terceras partes de la película. 

Pero es que hay más. Sánchez Arévalo no se limita a dejar que su reparto plasme tan bien su texto, es que sabe conferir a su planificación una identidad visual personal y tan original como muchos de los gags diseminados por toda la película, como, por ejemplo, la manera en la que se resuelve la cancelación de la boda, en la que consigue aunar posturas opuestas intercalando diálogos y personajes de una y otra familia. Sencillamente espectacular. Sin necesidad de exageraciones ni consigue transmitir a la perfección esa condición tragicómica tan característica de la sociedad española.

Aunque en realidad, lo mejor de todo es la extraordinaria sensación de vitalidad que consigue transmitir al espectador. Unas ganas de vivir y de hablar y de abrazarse y de sincerarse con sus seres queridos, la misma influencia que Siete novias para siete hermanos (Seven brides for seven brothers, 1954, Stanley Donen) ejerce en sus personajes, haciendo además justicia a la antonomasia irónica de su título, haciendo de su obra una gran película española, que espero realmente sea escogida para representar a España en los premios Oscar y allá donde quiera que vaya.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Afterparty


Título original: Afterparty
Año: 2013
País: España

Dirección: Miguel Larraya
Guión: Miguel Larraya & Fernando Sancristóbal Zurita
Producción: Álvaro Augustín & Tomás Cimadevilla  
Fotografía: Pablo Rosso
Música: Lucas Vidal
Montaje: Jordi López 
Reparto: Lucho Fernández, Alicia Sanz, Rocía León, Ana Caldas, Juan Blanco, Andrea Dueso, Úrsula Corberó, David Seijo, Coté Soler, Fernando Lueches, Eva Ugarte… 

una postfiesta patética

Podría tomarme el mismo tiempo en escribir esta crítica que el que se han tomado Miguel Larraya y Fernando Sancristóbal Zurita en escribir el guión de Afterparty, pero sería muy injusto para los que la lean. Y es que no es lo mismo debutar en el cine con una propuesta sencilla que sólo pretenda entretener, que hacerlo con una historia improvisada y previsible que ni entretiene ni divierte. 

Parece mentira que Tomás Cimadevilla y Álvaro Augustín —productor el primero de películas tan divertidas como El otro lado de la cama (2002, Emilio Martínez Lázaro), Torremolinos 73 (2003, Pablo Berger) o El calentito (2005, Chus Gutiérrez); y de un cine de altos vuelos el segundo con títulos en su trayectoria como El laberinto del fauno (2006, Guillermo del Toro), El orfanato (2007, J.A. Bayona),  Celda 211 (2009, Daniel Monzón), No habrá paz para los malvados (2011, Enrique Urbizu) o Lo imposible (The imposible, 2012, J.A. Bayona)— se hayan dejado engañar por un par de principiantes que quizás le vendieron un concepto interesante y muy internacional, pero que no han sabido aprovecharlo en absoluto.

Si los personajes son tan planos como la mayoría de los personajes del papel couché cuyo estereotipo explotan, los giros de guión son más previsibles que el rey al lado de una escalón. Si ninguno de los integrantes del reparto merece la pena, tampoco merece mención el equipo artístico, que ni ha conseguido  explorar en toda su magnitud los recovecos de la maravillosa casa que les han dejado para rodar. Casi lo más probable es que improvisaran el guión cuando entraron en la casa. 

No es que la fiesta sea aburrida y que las supuesta atracción sexual entre los personajes tan absurda como un posado de Ana Obregón, es que ni pega la música ni la fotografía, ni el vestuario ni nada de nada. Lo único bueno que se puede decir es que al menos es corta. Pero aún sí, demasiado larga para lo que quieren contar. Es que ni los montajes televisivos son aceptables y eso que estamos hablando de una producción de Telecinco Cinema. Muchos podrán pensar que me he explayado… pero estoy convencido de que me he quedado corto.

Futbolín


Título original: Metegol
Año: 2013
País: Argentina & España

Dirección: Juan José Campanella
Guión: Juan José Campanella, Gastón Gorali & Eduardo Sacheri, basado en un relato de Roberto Fontanarrosa
Producción: Juan José Campanella, Mercedes Gamero, Gastón Gorali, Mikel Lejarza, Jorge Estrada Mora & Manuel Polanco  
Fotografía: Félix Monti
Música: Emilio Kauderer
Montaje: Juan José Campanella & Abel Goldfarb 
Dirección artística: Mariano Epelbaum & Nelson Noel Luty
Decorados: xxx
Vestuario: Wendy
Reparto: Juan José Campanella, Diego Ramos, Pablo Rago, Axel Kuschevatzky, David Masajnik, Lucía Maciel, Diego Mesaglío, Miguel Ángel Rodríguez, Mariana Otero, Fabián Gianola, Luciana Falcón, Ernesto Claudio, Horacio Fontova, Sebastián Mogordoy, Coco Sily, Gabriel Almirón, Roberto Kim, Federico Cecere, Alejandro Pilar, Diego Gatto, Ezequiel Cipols, Igor Samoilov, Lucila Gómez, Natalia Rosminati… 

una partida perdida

No sé si el problema es que a Juan José Campanella no le gusta nada el fútbol, como él mismo asegura, o que muy poco cine de animación debe haber visto en su vida. Si bien la primera afirmación no me preocupa en absoluto, ni me parece imprescindible para hacer una película sobre el tema, encuentro la segunda ciertamente alarmante, pero sólo en el momento en que asegura que su película «demuestra que las grandes películas de animación no se hacen sólo en Hollywod». Lo que queda claro es que no sabe quienes son cineastas como Hayao Miyazaki, Mamoru Oshii, Katsuhiro Otomo, no debe haber visto ninguna de las películas del Studio Ghibli, o tampoco conoce a maestros europeos como Michel Ocelot y Sylvain Chomet o artesanos británicos como Steve Box y Nick Park

A pesar de que Futbolín comienza con bastante buen pie, gracias a una animación verdaderamente espectacular,  haciendo deliciosos guiños cinematográficos y deslumbrando con esa primera secuencia en el futbolín que parece nos va a proporcionar un espectaculo visual a lo largo de toda la película... toda la ilusión se desmorona en un momento determinado —concretamente cuando cobran vida las jugadores—, precipitándose irremediablemente a la aventura disparatada, el sentimentalismo insoportable y la ausencia total y absoluta de algo por lo que recomendar una película aburrida y tediosa en todo momento. Hasta una serie como Campeones: Oliver y Benji (Captain Tsubasa, 1983-1986), transmitía muchas más emociones en sus largas secuencias futboleras que cualquiera de las supuestos grandes momentos de Futbolín.

Es además uno de los pocos casos en los que la culpa del desaguisado es única exclusivamente de su director, que es también guionista, productor, montador y que hasta pone voz a uno de sus personajes. Sobre dosis de Campanella.No  Esta sopa no hay quien se la trague, ni fría ni caliente. No entiendo esta moda que les da a algunos cineastas de probar en harinas de otro costal. Más le valdría haber producido a algún otro animador que tuviera realmente algo que contar porque, aparte de que un servidor no consiga conectar con sus personajes, tampoco consigo captar en absoluto lo que pretendía contar con su película. ¿Es posible que la haya hecho ex professo para el festival de San Sebastián, como venganza porque el año que se presentó con El secreto de sus ojos no se llevó ningún premio? El caso es que yo creo que hicieron muy bien en aquel entonces, y se han equivocado por completo abriéndole los brazos con esto. Sí, ya se que el trailer engaña...

jueves, 19 de septiembre de 2013

Rush


Título original: Rush
Año: 2013
País: Estados Unidos, Alemania & Reino Unido

Dirección: Ron Howard
Guión: Peter Morgan
Producción: Andrew Eaton, eric Fellner, Brian Grazer, Ron Howard, Peter Morgan & Brian Oliver  
Fotografía: Anthony Dod Mantle
Música: Hans Zimmer
Montaje: Daniel P. Hanley & Mike Hill 
Diseño de producción: Mark Digby 
Dirección artística: Daniel Bhour, Katrina Dunn, Patrick Rolfe, Ivan Weightman & Chrsitopher Wyatt
Decorados: Michelle Day, Petra Klimek & Thorsten Sabel
Vestuario: Julian Day
Reparto: Chris Hemsworth, Olivia Wilde, Natalie Dormer, Daniel Brühl, Alexandra Maria Lara, Tom Wlaschiha, Pierfrancesco Favino, Joséphine de La Baume, Jaime Sives, Julian Seager, Lee Nicholas Harris, Jay Simpson, Christian McKay, Patrick Baladi, Lee Asquith-Coe, Hannah Britland, Kristofer Dayne, Lisa McAllister, Alistair Petrie, Cristian Solimeno, Chris Cowlin, Colin Stinton, Vanessa Zachos, John Duggan, James Norton, Raffaello Degruttola, Graham Curry, Brooke Johnston, Lee Craven, Val Jobara, Luca Zizzari, Erich Redman, Alessandro De Marco, Guy W J Mayfield, Trent Owers, Lukas DiSparrow, Xavier Koieyama, Antti Hakala, Richard Herdman, Jensen Freeman, masashi Fujimoto, Aaron Ly, James Michael Rankin, Nathanjohn Carter, Hans-Eckart Eckhardt, Julien Vialon, Jamie de Courcey, Santi Scinelli, Robert Chrsitopher Austin, Filippo Delaunay, Morris Minelli, Simon Taylor, Marcello Walton, Ilario Calvo, Alexander Bracq, Shaun Lucas, Polly Furnival, Nigel Genis, Gerald Tomkinson, Andy Joy, Martyn Moore, Robert Finlay, Eddie Ruben, Sid Man John Heartstone, Zack Eisaku Niizato, Pete Meads, Jon L. Morris, Alan Low, Roddy Button, Butchy Davy, Siong Loong Choong, Cris Penfold, Ricardo Freitas, Ross McKinnon, Jeremy Oliver, Jonathan Whittaker, Carl Robinson, Sami Tesfay, Rob Cavazos, Stuart Mulcaster, Tom Whelehan, Klaus D. Mund, Harry Dave McLaren, Dirk Schilling, Ignacio Guirado, Roland Watson, Max Manganello, Jason Ebelthite, Max Hastings, Fabio Vollono, Daniel Chapple, Christopher Wolert, Luca Naddeo, Marios Nicolaides, Marco Canadea, Paolo Barone, steve Parker, Raymond Glen, Kyriakos Georgiou… 

el encanto de la insensatez

Muchos no dábamos un duro por Ron Howard después de bodrios descomunales como Una mente maravillosa (A beautiful mind, 2001), El código Da Vinci (The Da Vinci code, 2006) o su secuela. Y teníamos toda la razón del mundo, porque estamos ante uno de los cineastas más insoportablemente sobre valorados del cine contemporáneo. Qué sería de él si no se cruzasen en su camino profesionales extraordinarios como el guionista Peter Morgan, que fuera uno de los responsables de El último rey de Escocia (The last king of Scotland, 2006, Kevin Macdonald) y autor absoluto de La reina (The queen, 2006, Stephen Frears) y El desafío - Frost contra Nixon (Frost/Nixon, 2008, Ron Howard), que vuelve a conseguir un extraordinario guión apoyado única y exclusivamente en la relación que se estableció entre los dos protagonistas que, más que de tratarse de una enemistad, es el perfecto ejemplo de cómo la influencia indirecta del otro puede servir para forjar la personalidad de uno mismo.

De entrada agradecer a Ron Howard (o a los productores de la película) que haya optado por la verosimilitud lingüística, permitiendo que cada uno de los personajes hable en su propio idioma, o en función del lugar en el que se encuentran. Una elección que juega en favor de la autenticidad del conflicto de los personajes, confiriendo una mayor autenticidad a su historia. Asimismo, y como suelo decir en producciones de este tipo, el trabajo de fotografía, dirección artística y vestuario, también juega muy en favor de la película, haciéndonos creer que estamos realmente en los años setenta y no en una fiesta de disfraces.

Resulta realmente gratificante comprobar la simbiosis entre actor y personaje que se produce, principalmente, en el caso de Chris Hemsworth y James Hunt. Igual que Niki Lauda termina por apreciar los valores humanos de su contrincante en los circuitos de Fórmula 1, se agradece descubrir detrás de la coraza física del actor que ha sido Thor (2011, Kenneth Branagh) y del leñador en Blancanieves y la leyenda del cazador (Sonw White and the huntsman, 2012, Rupert Sanders), haya un actor capaz de comunicar, transmitir sentimientos y emociones y crear hasta un gran personaje. Todo un descubrimiento porque estamos ante un personaje que bien podría haber caído fatal. Sin embargo, Hemsworth consigue interpretarlo con sobrada convicción, dejando traslucir las contradicciones del personaje y su voluble personalidad, pero sin dejar de lado su carisma y encanto.

Lástima que Daniel Brühl no consiga lo mismo con su interpretación de Niki Lauda. No sé si es tanto por la peluca y la dentadura o porque de donde no hay no se puede sacar, pero es el único integrante del reparto que parece estar en la función de fin de curso de su colegio, sin conseguir otra cosa que una caricatura muy lejana de lo que se intuye era su personaje. Una década después de Good bye, Lenin! (2003, Wolfgang Becker) me da la impresión de que todo le ha venido demasiado grande al actor catalán, igual que a Ron Howard, que pasa totalmente desapercibido en una película pequeña, pero intensa y contundente, sobre todo gracias a la profesionalidad y buen hacer de sus colaboradores.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

R.I.P.D. (Departamento de policía mortal)


Título original: R.I.P.D.
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Robert Schwentke
Guión: Phil Hay & Matt Manfredi, según argumento de David Dobkin, Phil Hay & Matt Manfredi, basado en la novela gráfica de Peter M. Lenkov
Producción: Michael Fottrell, Neal H. Moritz & Mike Richardson  
Fotografía: Alwin H. Küchler
Música: Christopher Beck
Montaje: Mark Helfrich 
Diseño de producción: Alec Hammond 
Dirección artística: Bruton Jones & David Scott
Decorados: Kathy Lucas
Vestuario: Susan Lyall
Reparto: Jeff Bridges, Ryan Reynolds, Kevin Bacon, Mary-Louise Parker, Stephanie Szostak, James Hong, Marisa Miller, Robert Knepper, Mike O'Malley, Devin Ratray, Larry Joe Campbell, Michael Coons, Chrsitna Everett, Micahel Tow, Lonnie Farmer, Piper Mackenzie Harris, Ben Sloane, Duncan Putney, Bill Mootos, Kortney Adams, Michael Yebba, David J. Curtis, Kachina Dechert, Cheryl McMahon, Georgia Lyman, Matt McColm, Catherine Kresge, John Burke, Joe Stapleton, Michael Steven Costello, Naheem Garcia, Lance Greene, Tobias Segal, Toby Huss, Mike Judge, Jon Olson… 

cadáveres que apestan antes de muertos

Cuando uno está viendo una película basada en un cómic que le recuerda a otra película, a su vez basada en otro cómic ¿a quien se le tienen que pedir explicaciones, al director, a los guionistas o al autor del cómic? Seria disyuntiva que, en cualquier caso, no nos lleva a ninguna parte porque a pesar de todo, R.I.P.D. tenía todos los ingredientes para triunfar, pero fracasa estrepitosamente. Por una lado está dirigida por Robert Schwentke, quien ya en RED demostró que podía adaptar un cómic a la gran pantalla, dotándolo de estimulantes secuencias de acción cargadas de sentido del humor, a las que aquí se habría sumado una sobre dosis de efectos especiales. Contaba además con un reparto encabezado por Jeff Bridges, secundado por una Mary Louis Parker absolutamente entregada a la comicidad hiperbólica de su personaje —sin duda lo mejor (lo único bueno) de la película—, pero que carecen del material primordial para hacer que un relato funcione: un guión coherente.

Basta con echar un vistazo a los trabajos previos de Phil Hay y Matt Manfredi (Furia de titanes, Æon Flux, El esmoquin) para entender porque estamos ante un desaguisado que no hay por donde coger. De entrada está el excesivo parecido con el planteamiento de Men in Black, tanto por la caracterización de esos cadáveres que se resisten a abandonar la que antes era su vida para evitar el castigo eterno, como por un sentido del humor que nunca llega a ser ni negro ni blanco ni de ningún color. A medida que avanza la trama resulta incomprensible una concepción tan cristiana de la muerte, con un cielo y un infierno, en la que en ningún momento intervienen ni Dios ni demonio ni ninguna fuerza que no sea realmente estúpida. 

Si sólo fuera esto, quizás un servidor podría haberse entretenido igualmente, pero es que se equivocan en todo. El flashforward con el que comienza la película no sirve para nada, ni engancha ni motiva ni tiene función narrativa. La broma de las identidades ocultas de los protagonistas en un chino y una rubia despampanante es delirante, pero completamente desaprovechada en el momento en que prefieren seguir adelante con los caretos que venden realmente. Y si a todo esto sumamos al insoportable Kevin Bacon, más la capacidad de Ryan Reynolds para enlazar un bodrio detrás de otro, habríamos tenido motivos suficientes para no haber comprado la entrada de cine. Lástima que tuve que verla para darme cuenta. Tú estás a tiempo, vete a ver una película checoslovaca sin subtítulos. Seguro que, al menos visualmente, es mucho más original y auténtica.

domingo, 15 de septiembre de 2013

jOBS


Título original: jOBS
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Joshua Michael Stern
Guión: Matt Whiteley
Producción: Mark Hulme  
Fotografía: Russell Carpenter
Música: John Debney
Montaje: Robert Komatsu 
Diseño de producción: Freddy Waff 
Dirección artística: Bruce Robert Hill
Decorados: Linda Lee Sutton
Vestuario: Lisa Jensen
Reparto: Ashton Kutcher, Dermot Mulroney, Josh Gad, Lukas Haas, Matthew Modine, J.J. Simmons, Lesley Ann Warren, Ron Eldard, Ahna O'Reilly, Victor Rasuk, John Getz, Kevin Dunn, James Woods, Nelson Franklin, Eddie Hassell, Elden Henson, Lenny Jacobson, Brett Gelman, Brad William Henke, Giles Matthey, Robert Pine, Clint Jung, David Denman, Masi Oka, Abby Brammell, Annika Bertea, Paul Baretto, Amanda Crew, Samm Levine, Cody Chappel, Joel Murray, William Mapother, Scott Krinsky, Evan Helmuth, Laura Niemi, Jim Turner, Clayton Rihner, Rachel Rosenstein, Christopher Curry, Mark Kassen, Dan Shaked, Duncan Bravo, Kent Shocknek, Aaron Kuban, Olivia Johnson… 

iJobs

Amado y odiado a partes iguales, comienzan a llegar las primeras películas en torno a una personalidad tan influyente y controvertida como la de Steve Jobs. No cabe duda que habrá tres tipos de espectadores para esta película. Por un lado estarán los fanboys, o admiradores en mayor o menor medida de Apple, en el extremo opuesto se colocarán los haters, o más adeptos a Microsoft, y en un punto intermedio estarán aquellos que, simplemente, sienten curiosidad por descubrir lo que hay detrás de quien es ya un auténtico mito contemporáneo. Si los primeros estarán encantados con lo que se muestra, sabiendo de antemano los más y menos de la historia, los segundos quedarán decepcionados por la total ausencia de alusiones a su (anti)héroe —con la excepción de una que con toda probabilidad sólo aprobarán los fanboys del primero—, pero que si bien puede resultar razonablemente entretenida para los terceros, termina por defraudar en cierta medida, al no ser más una película que pretende quedar bien, que arrojar luz sobre el conflicto en el que se centra. 

De entrada, jOBS comienza muy bien. Queda clara la posición de la película  al comenzar con un flashforward de la presentación del iPod, para situarse después en los tiempos de Universidad de Steve Jobs, cuando ni siquiera tenía todavía clara su vocación. La ambientación de la película consigue realmente situarnos en la época, gracias tanto al de fotografía de Russell Carpenter, como al  adecuado diseño de producción de Freddy Waff, reforzado por el vestuario diseñado por Lisa Jensen, que evita la exageración en favor de la sencilla verosimilitud. Tampoco elementos más emocionales, como la banda sonora, abusan para convertir la película en un revival en clave tecnológica de la época. Al contrario, la sensación en todo momento es la de asistir a un momento histórico, arrojando las mismas luces que sombras sobre el protagonista, permitiendo que sea el espectador quien le juzgue, pero nunca la película. El problema es que partimos del guión de un principiante, Matt Whiteley, que dirige un cineasta como Joshua Michael Stern, más acostumbrado a producciones ligeramente edulcoradas y melodramáticas, que terminan por demostrar su incapacidad para articular un discurso serio y coherente sobre conflicto y personaje. 

Si es posible que sea muy favorable su falta de implicación con respecto al personaje, no resulta igual de positivo que, en lo que parece un intento de emular el tono de La red social (The social network, 2010, David Fincher), terminen por intentar elaborar lo que sería un thriller en clave empresarial que el biopic que nos habían vendido. Cierto es que la mayoría conocemos el conflicto entre Jobs y Bill Gates gracias a una película como Piratas de Silicon Valley (Pirates of Silicon Valley, 1999, Martyn Burke), pero omitir cualquier tipo de alusión al creador de Microsoft sólo sirve para hacer incomprensible la conversación telefónica que mantiene en el único momento que se alude a Gates, pero sin nombrarle. Asimismo, sorprende que eludan toda vinculación con Pixar, cuando quedaría perfectamente justificado dentro de la trama, debido al período en el que se centran, y que serviría para reforzar y entender la personalidad primordialmente positiva y emprendedora del protagonista. 


Lagunas que hacen que, una vez pasada la mitad de la película, el interés decaiga considerablemente, no teniendo demasiado sentido que se centren, no ya en cómo levantó una empresa como Apple —que habría justificado la película, sino en cómo sus ejecutivos terminaron por echarle de su propia compañía, de la que se vengaría volviendo posteriormente con mucho más poder. Una etapa que queda algo farragosa al querer insinuar demasiadas cosas, pero sin explicar ninguna. Por otro lado, no puedo más que alabar el trabajo de Ashton Kutcher, que aparte de su razonable parecido real con el personaje que interpreta, no parecía ofrecer muchas garantías de tener la capacidad de interpretarle sin que pareciera una caricatura. Sin embargo, consigue una interpretación verdaderamente convincente, tanto en la construcción física de su personaje, como en la proyección emocional de su compleja personalidad, consiguiendo eclipsar a compañeros de reparto como Dermot Mulroney o Matthew Modine.

A pesar de las incoherencias y las lagunas, lo cierto es que la película permite el acercamiento a una figura imprescindible de la cultura contemporánea que, como avanzaba aquel mítico primer spot publicitario dirigido por Ridley Scott, que aludiendo a la novela 1984, aseguraba que a partir del 24 de enero, 1984 no sería como George Orwell lo había imaginado. Quizás aquella predicción se volvería en su contra en los años noventa, pero el tiempo le daría la razón posteriormente. Le pese a quien le pese.