miércoles, 29 de septiembre de 2010

Astro Boy


Título original: Astro Boy
Año: 2009
País: Hong Kong, EE.UU. & Japón

Dirección: David Bowers


Guión: Timote Harris & David Bowers, basado en un cómic de Osamu Tezuka

Producción: Maryann Garger
Fotografía: Pepe Valencia
Música: John Ottman
Montaje: Robert Anich Cole
Dirección artística: Jake Rowell
Vestuario: Jane Poole
Reparto: Kristen Bell, Nicolas cage, Samuel L. Jackson, Charlize Theron, Bil Nighty, Elle Fanning, Alan Tudyk, Freddie Highmore, Donald sutherland, Madeline Carroll, Eugene Levy, Nathan Lane, Ryan Stiles, Matt Lucas, Dee Bradley Baker, David Alan Grier, Sterling Beaumont, David Bowers, Newell Alexander, Victor Bonavida, Tony Matthews, Bob Logan...

un manga en tonos pastel


Producida entre Hong Kong, Japón y los Estados Unidos, la adaptación de la que fuera la primera serie anime de un manga, Astro Boy, le queda un poco grande a David Bowers, quien por otro lado, hiciera un digno debut en el largometraje de animación con Ratónpolis (Flushed Away, 2006).

Aunque Astro Boy pueda ser visualmente muy interesante y aportar sugerentes planteamientos éticos y filosóficos como el enfrentamiento entre una deshumanización sociedad instalada en la cultura del bienestar absoluto y un ejército de robots que, precisamente, resultan más humanos que los seres vivos; la relación padre e hijo similar a la que mantuviera Geppetto con Pinocchio, aunque invirtiendo en este caso la fórmula, pues si el zapatero tenía la capacidad de querer a su muñeco como si fuera su propio hijo, el Dr. Tenma, no puede hacer lo mismo con un robot que él mismo ha creado a partir del ADN de su hijo fallecido (indirectamente) por su culpa; o unas simpáticas referencias a títulos de ciencia ficción como Metropolis (1927, Fritz Lang), Frankenstein (1931, James whale) o La guerra de las galaxias (Star Wars, 1077, George Lucas); el equipo de la película no consigue paliar otras carencias, principalmente de forma y significado.

La primera de estas faltas es un malogrado uso del tiempo, pues tendremos que prestar mucha atención para percatarnos si la acción transcurre en dos días o en dos meses. Una vez se produce el accidente en el que fallece el hijo del doctor Tenma, cualquiera pensaría que construye el robot en la misma noche, hasta que un personaje especifica que llevan varios días en la (re)construcción de su hijo. Una especificación que no vuelve a producirse durante el resto de la película, confundiendo al espectador a lo largo del relato.

Otro recurso tan característico del cine de animación, como es la prosopopeya, no llega a confundir, pero sí deja un regusto extraño, pues podrían haberse esforzado un poquito más y desarrollar una manera específica para la comunicación de Astro Boy con los otros robots, más que nada porque los humanos no se comunican de la misma manera que lo hace él con los robots, generando una rara sensación de irrealidad cuando robots hablan y humanos no les entienden y viceversa, salvo cuando es para recibir órdenes, cosa para lo que sí están programados. Quizás se habría resuelto copiando el recurso por el que se relacionan C-3PO y R2-D2, ya puestos. Además, el uso, excesivamente cómico, que se hace de los engendros mecánicos en general, más parecido a Jar Jar Binks que a C-3PO, no favorece su simpatía, sino todo lo contrario.

Qué decir del anacrónico uso de la canción de Supergrass, entiendo que a David Bowers, como británico que es, le encante la traviesa banda de Oxford, y aunque a mi mismo me volviera loco en su momento uno de sus mayores éxitos, Alright, no entiendo muy bien lo que hace dentro de la banda sonora de Astro Boy.

Hay cosas interesantes como la toma de conciencia de Astro Boy de su nueva realidad, o la mutación del robot con la energía roja y su apropiación de la energía que encuentra a su paso —-momento que se intuye bastante cercano a su original—-, pero estos aspectos de la película quedan soterrados en un desesperado deseo deliberado porque la película llegue tanto al público infantil como al adulto —-de la misma manera que puedan haberlo hecho películas recientes como Cómo entrenar a tu dragón (How to Train Your Dragon, 2010, Dean DeBlois & Chris Sanders) o la memorable Toy story 3 (2010, Lee Unkrich)—-, volviendo a fracasar al no saber encontrar un equilibrio adecuado entre ambos sectores, o por la falta de recursos para hacerlo tan bien como los mencionados.

Publicado originalmente en EXTRACINE

lunes, 27 de septiembre de 2010

La trampa del mal


Título original: Devil
Año: 2010
País: EE.UU.

Dirección: John Erick Dowdle
Guión: Brian Nelson, basado en una idea de M. Night Shyamalan
Producción: Sam Mercer & M. Night Shyamalan
Fotografía: Tak Fujimoto
Música: Fernando Velázquez
Montaje: Elliot Greenberg
Vestuario: Erin Benach
Reparto: Chris Messina, Logan Marshall-Green, Jenny O'Hara, Bojana Novakovic, Bokeem Woodbine, Geoffrey Arend, Jacob Vargas, Matt Craven, Caroline Dhavernas, Joe Cobden, Zoie Palmer, Vincent Laresca, Rudy Webb, Craig Eldridge, Robert Lee, Genadijs Dolganovs, Joe Pingue, Michael Rhoades, Kelly Jones, Lee Oliveira, Jonathan Potts, Alice Poon, Stacy Chbosky, Jay Hunter...

el mundo al revés

Últimamente se está hablando mucho de que el mejor cine se hace en la actualidad para la pequeña pantalla, en forma de series de televisión. Debe ser verdad porque parece que ahora se han decidido a hacer televisión para cine, o al menos es lo que me parece Devil, un episodio de una serie estrenado en cine. No en vano, parece que constituye el primer episodio de una serie, perdón trilogía, que han denominado The Night Chronicles trilogy y que ya tiene secuela.
Las expectativas que pudiera haber creado el tráiler se diluyen en la secuencia de inicio, que ya constituye todo un jarro de agua fría pues los planos invertidos de Nueva York, articulados con una simple función estética, pues no llegan a crear inquietud ni desasosiego, con una música impresionista en línea con la que se utiliza en filmes magistrales como El exorcista (The Exorcist, 1973, William Friedkin) o El resplandor (The Shining, 1980, Stanley Kubrick), no bastan para que se nos pongan los pelos de punta. Tan sólo para que sepamos que debe(ría)mos tener miedo. Cosa que no.
La presentación de la situación y los personajes se parece demasiado a cualquier episodio de The Twilight Zone como para infundir miedo o temor, por lo que es difícil entrar en una realidad en la que van a suceder cosas inexplicables, con lo que ya, de entrada, el espectador se espera cualquier giro espectacular para captar su atención. Cosa que no sucede. Lo que no me esperaba es que encima pretendieran que hicieran gracia los, supuestos, gags y diálogos previsibles y estereotipados de cualquier película de serie B.
Encima estamos en una de esas películas que atentan contra la inteligencia del espectador incluyendo un narrador que nos explica todo lo que va a ir sucediendo, desde la A a la Z, por lo que ni siquiera puedo criticar la película de predecible, porque realmente Brian Nelson ---guionista demagogo donde los haya como demostrara con Hard Candy (2005, David Slade)---, quería que fuera así. Quizás podría criticarle por destriparnos la película antes de que sucedan los hechos, porque no estamos hablando ni de flashforward, ni de ironía dramática.
El estereotipo de los personajes —-de los cuales el más insultante (por extremadamente obvio) llega a ser Ramirez (Jacob Vargas), que reúne todas las convenciones, habidas y por haber, de la imagen que el estadounidense medio debe tener de un hispano—-, no son nada comparados con la burda manera de enlazar la historia del mecánico (Logan Marshall-Green) y la del detective Bowden (Chris Messina).
Tan sólo mencionar el buen gusto a la hora de escoger colaboradores como el director de fotografía Tak Fujimoto, que colaborara en algunos de los títulos dirigidos por el propio M. Night Shyamalan como El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999), Señales (Signs, 2002) o El incidente (The Happening,2008), además de la magnífica El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991, Jonathan Demme), entre otras.
Comentar, más que destacar, la presencia de Fernando Velázquez en la composición de la banda sonora, esa que es tan como de avisar de la presencia del mal. Resulta curioso, más que nada por la posible influencia de esas películas españolas que triunfan en el mercado internacional para asombro de más de uno —-entre los que me incluyo—-, como fuera El orfanato (2007, Juan Antonio Bayona), de la que también compusiera su partitura.
Destacar que aunque el producto está presentado con un cierto toque de elegancia por parte de su director, John Erick Dowdle—-director de Quarantine (2008), el remake de otra película española, [Rec] (2007, Jaume Balagueró & Paco PLaza), al final va a resultar que la influencia española es nefasta—-, su discurso resulta tan descaradamente moralista, desde la ausencia de ética y la absoluta carencia de fe en los temas que precisamente predica, que no permite que se llegue a conectar con el relato.
Ni siquiera hace falta compararlo con otros trabajos de M. Night Shyamalan para intentar dilucidar si la influencia del cineasta de lo religioso (más que místico) es positiva o negativa. Pudiéramos pensar que aparte de las decisiones que tome como productor de la película, sólo aporta la idea original sobre la que se desarrolla el texto. Pero si nos fijamos en la frase publicitaria de la película, “Todo pasa por una razón”, podremos escuchar el eco de los vasos de agua que llenaba la niña de Signs.

Publicado originalmente en EXTRACINE

domingo, 26 de septiembre de 2010

Machete

Título original: Machete
Año: 2010
País: EE.UU.

Dirección: Ethan Maniquis & Robert Rodriguez
Guión: Robert Rodriguez & Álvaro Reodríguez
Producción: Elizabeth Avellan, Aaron Kaufman, Iliana Nikolic, Robert Rodriguez & Rick Schwartz
Fotografía: Jimmy Lindsey
Música: John Debney & Carl Thiel
Montaje: Rebecca Rodriguez & Robert Rodriguez
Diseño de producción: Christopher Stull
Decorados: Bart Brown
Vestuario: Nina Proctor
Reparto: Danny Trejo, Robert De Niro, Jessica Alba, Steven Seagal, Michelle Rodriguez, Jeff Fahey, Cheech Marin, Don Johnson, Shea Whigham, Lindsay Lohan, Cheryl Chin, Daryl Sabara, Electra Avellan, Gilbert Trejo, Elise Avellan, Ara Celi, Tom Savini, Billy Blair, Felix Sabates, Marci Madison, Vic Trevino, Mayra Leal, Alejandro Antonio, Juan Gabriel Pareja, Alicia Rachel Marek, Mitchell Lance Adams, Jason Douglas, Brent Smiga, Chris Warner, Jim Henry, Tina Rodriguez, Roland Ruiz, Greg Ingram, Tito Larriva, Hugo Perez, Nina Leon, Doran Ingram, James Brownlee, Nimród Antal, Dimitrius Pulido, Scott Jefferies...
a cuchilladas con la corrección política

A pesar de que algunos puedan tacharla de superficial y sin sentido, Machete resulta un divertido filme que esconde camufladas, en forma de bromas, auténticas verdades políticamente incorrectas.


La delirante primera secuencia de la película no deja lugar a dudas, Robert Rodríguez y Ethan Maniquis —-colaborador de Rodríguez en todos sus últimos títulos—-, directores de la película, ponen de manifiesto que su película se va a desenvolver entre el humor, la acción y la más exquisita casquería fina. No sólo eso, sino que mantienen la coherencia estética con Grindhouse (2007, Robert Rodriguez, Eli Roth, Quentin Tarantino, Edgar Wright & Rob Zombie) y el tráiler del que parte el proyecto, pareciendo realmente que estamos viendo un típico filme de explotation de los años setenta. Es más puedo afirmar sin error a equivocarme que cualquiera que vea la película y no identifique a los intérpretes como actuales, creerán que está viendo una película realizada en esa época.

Apurando todavía más y mejor, una de las mayores virtudes de Machete es que también funciona a la perfección en el contexto actual, pues con la excusa de la hipérbole con la que presenta la acción, Robert Rodriguez y Álvaro Rodríguez —-responsables del guión—- se atreven a poner en boca de sus personajes aquello que la corrección política no parece permitir a los republicanos estadounidenses de última generación, siendo una clara y contundente crítica contra ellos y sus políticas de inmigración —-o las que realmente les encantaría llevar a cabo. Ello confiere a Machete un curioso cariz crítico, político y absolutamente actual en una lectura más profunda de la película, que la tiene.

La película contiene grandes momentos de acción y humor que transcurren a un ritmo excelente. Los personajes escupen divertidas réplicas tan ingeniosas y divertidas como algunas de las situaciones. Quizás el climax de la película se exceda un poco en el tiempo, pero el destino final de algunos personajes —-el del senador—-, nos resarcirá de ese empacho momentáneo.

Resaltar el homenaje a Taxi Driver (1976, Martin Scorsese) no sólo por la participación en la película de Robert De Niro, sino por la relectura de una de sus secuencias más famosas, aquella en la que Travis parece que va a atentar contra el político, invirtiéndose en este caso los papeles, pues es Robert de Niro el que interpreta al político en este caso. Me parece fantástico que actores tan consagrados como él tengan el suficiente sentido del humor como para participar en estos proyectos, también es verdad que no es la primera vez que lo hace.

Igualmente me parecen muy interesantes las participaciones de actores como Steven Seagal —-del cual a priori, no tendría ningún interés en ver una película en la que participe—-, encontrándole muy oportuno y divertido. Lo mismo puedo decir de las intervenciones femeninas, realmente más interesantes que las masculinas, pues tanto Jessica Alba como Michelle Rodríguez o Lindsay Lohan captan a la perfección el tono irónico de la película, pero resultando perfectamente veraces en sus respectivos personajes, al igual que sucede con el protagonista, Danny Trejo, o con el resucitado ¡Don Johnson!

De hecho, si en alguna otra ocasión me he quejado de la manera machista en la que se retratan a ciertos personajes femeninos en el cine de acción, no se trata aquí a todos los personajes por igual, sino dentro del baremo en el que cada uno de los personajes se desarrolla. Estoy convencido que Machete puede resultar igual de divertida para el público masculino, como para el femenino, que sin duda tendrá personajes con los que identificarse, algo poco habitual en este tipo de cine.

Robert Rodriguez y su equipo, tal y como avanzaran en su tráiler —-el falso y el definitivo—- demuestran la diferencia entre hacer un producto de acción para venderlo y hacer una película de acción porque es lo que les gusta, empleando toda la pasión en su empeño y transmitiendo al espectador la misma energía que invirtieron en hacerla.

Publicado originalmente en EXTRACINE

El americano

Título original: The American
Año: 2010
País: EE.UU.


Dirección: Anton Corbijn
Guión: Rowan Joffe, basado en una novela de Martin Booth
Producción: Amme Carey, George Clooney, Jill Green, grant Heslov & Ann Wingate
Fotografía: Martin Ruhe
Música: Herbert Grönemeyer
Montaje: Andrew Hulme
Diseño de producción: Mark Digby
Dirección artística: Denis Schnegg & Mikael Varhelyi
Decorados: Michelle Day
Vestuario: Suttirat Anne Larlarb
Reparto: George Clooney, Irina Björklund, Lars Hjelm, Johan Leysen, Paolo Bonacelli, Giorgio Gobbi, Silvana Bosi, Thekla Reuten, Guido Palliggiano, Samuli Vauramo, Antonio Rampino, Violante Placido, Filippo Timi, Ilaria Cramerotti, Angelica Novak, Isabelle Adriani, Raffaelle Serao, Anna Foglietta, Sandro Dori...

entre el café con leche y el café americano

La segunda película como director de Anton Corbijn, The American, es un interesante ejercicio de estilo que, aunque incluye una espléndida interpretación de George Clooney, no llega a ofrecer todo lo que promete en su tráiler, aunque por muy muy poco.


La sencillez de la primera secuencia de la película no deja lugar a dudas, no estamos ante el típico producto de acción made in Hollywood que se centra en la acción de unos personajes estereotipados, sino ante un filme intimista en el que lo importante son los personajes.

Ya su director se ha encargado de aclarar en la promoción de la película que se considera un director europeo, algo que queda bastante evidente en la metonimia con la que titula su película y con algunas de las acciones de su protagonista, que delatan una leve crítica al americano medio (estadounidense) que rara vez conoce algo del lugar al que viaja, cuando viaja.

Este cariz europeo, el intimismo y la ausencia de diálogos, no quiere decir que estemos ante una película aburrida y lenta. Si hay algo que sabe utilizar Anton Corbijn con efectividad, además de su fascinante capacidad para colocar la cámara —-apelando siempre a la psicología del plano, no sólo a su estética—- y conseguir un aspecto visual impecable e impactante, es su habilidad para utilizar las elipsis, que unido a una estructura inductiva que nos impide predecir lo que va a suceder —-salvo en la parte final—-, le ayuda a construir un interesante thriller intimista.

Fiel a sí mismo, como ya hiciera cuando se dedicara a la realización de videoclips, Anton Corbijn recurre a sus propios motivos y referencias para dotar de mística y profundidad a sus personajes, Jack finge ser fotógrafo —-primer oficio del director—-, se hace amigo del párroco del pueblo —-el propio padre del director es pastor—- y comienza una relación sentimental con una prostituta —-un oficio que en Holanda, país de origen de Corbijn, no se practica en la clandestinidad, sino completamente integrado en la sociedad.

También hace evidentes sus fuentes, particularmente las que vienen de los spaghetti western de Sergio Leone, incluyendo una secuencia de Érase una vez en el Oeste (
C'era una volta il West -Once Upon a Time in the West, 1968, Sergio Leone) dentro de la película. Pocas dudas puede haber de la influencia de otros cineastas europeos como el existencialismo de Michelangelo Antonioni o el cine polar de Jean-Pierre Melville.

George Clooney demuestra que, si alguna vez se le hubiera acusado de mostrarse liviano y superficial, debe haber sido sólo cuando se le hace trabajar en productos igual de superficiales, porque lo que es en The American, no sólo es capaz de llevar el peso de la película con sobrada soltura, sino que consigue que penetremos en la mente de su personaje, llegando a percibir con toda claridad su angustia existencial sin la necesidad ni de una voice over explicativa, ni de unos diálogos que aclaren y guíen nuestro camino.

Entonces, ¿cuál es el problema? Dirá alguno. El problema no lo voy a revelar, pues llega con el final de la película y sólo es el final, que quizás sea un poco descafeinado, no por la resolución, que me parece perfectamente adecuada, sino por una leve precipitación. Quizás sea la falta de anticipación al haber tardado en presentar algún personaje o no haberle dado más importancia. Pura especulación. El caso es que el final tiene el mismo sabor que el café que toma Jack en la película: un americano, largo y con mucho agua, que si fuese más el aroma del principio que del final igual no tendría mayor problema. Más vale un mal principio con un buen final que lo contrario. En cualquier caso, no quita para que se pueda disfrutar plenamente de la película.

Publicado originalmente en EXTRACINE

sábado, 25 de septiembre de 2010

Lope


Título original: Lope
Año: 2010
País: España & Brazil

Dirección: Andrucha Waddington
Guión: Jordi Gasull & Ignacio del Moral
Producción: Mercedes Gamero, Jordi Gasull, Edmond Roch, Tadeo Villalba, Tadeo Villalba hijo & Andrucha Waddington
Fotografía: Ricardo Della Rosa
Música: Fernando Velázquez
Montaje: Sérgio Mekler
Decorados: Federico Ghio & Isabel Viñuales
Vestuario: Tatiana Hernández
Reparto: Leonor Watling, Sonia Braga, Luis tosar, Alebrto Ammann, Pilar López de Ayala, Selton Mello, Antonio de la Torre, Miguel Ángel muñoz, Juan Diego, Antonio Dechent, Félix Cubero, Jordi Dauder, Silvia Casanova, Carla nieto, Marina Salas, Héxtor Colomé, Mariano Venancio, Ramon Pujol, Canco Rodríguez, Ignacio del Moral, César Vea, Paco Luque, Tomás del Estal, María Jesús Hoyos, Alfonso Torregrosa, Raquel Escobar, Jon Koldo Vázquez...


¿una miniserie en las salas de cine?

Me pregunto si no habría sido más apropiado enviar la película dirigida por Andrucha Waddington, Lope, a los Emmy mejor que a los Oscar, a la vista de que tiene mucho más de miniserie que de largometraje y, ciertamente, más parece el episodio piloto de lo que pudiera convertirse en una serie de televisión en la más pura tradición folletinesca.

Es curiosos que los comentarios de los actores en los clips de promoción de la película se empeñen en resaltar la vida de Lope de Vega por encima de su obra. Por un lado resulta muy adecuado pues, aunque parezca que le interesa la poesía y el teatro, casi es la parte menos importante de la película y la excusa para que se desarrolle la trama amorosa —-una vez terminada la película, al que no conoce su obra, debe darle la impresión de que apenas hizo cuatro obritas de teatro—-; aunque por otro lado resulta bastante equívoco, pues la acción se centra en una sóla de las múltiples aventuras que viviera este auténtico hombre del renacimiento.

¿Puede haber influido el hecho de que una de las productoras de la película sea una televisión privada española en el cariz sensacionalista de la película? Mi respuesta es, definitivamente, afirmativa. No sólo es que lo único que les interesa a sus promotores sean los romances y aventuras que tuviera el poeta de la misma manera en que las televisiones actuales se interesan por las vidas amorosas de actores, músicos, toreros, políticos y prostitutas, sino que, además, los únicos momentos interesantes de la película son los enfrentamientos, esos mismos que, desgraciadamente, tan a menudo se producen y promueven en esas televisiones.



    "Somos lo que la gente cree que somos"

Estos momentos son sólo tres: el enfrentamiento dialéctico de Lope (Alberto Ammann) contra el marqués de Navas (Selton Mello) propiciado por Isabel (Leonor Watling), el enfrentamiento contra Jerónimo Velázquez (Juan Diego) teniendo a Elena de Osorio (Pilar López de Ayala) como excusa, y el enfrentamiento que se produce al final de la representación teatral en la que públicamente insulta —-con mayor o menor razón—- al que fuera su primer mentor. El resto de la película no tiene ningún interés, para mi.



    "No hay nada mejor que estudiar a las obras ajenas para aprender"

La breve clase magistral que Jerónimo Velázquez le imparte a Lope de Vega, no parece haber hecho meya ni en los guionistas de la cinta, Jordi Gasull e Ignacio del Moral, ni en su director, Andrucha Waddington, aunque claro, dado que todos ellos han realizado la mayoría de sus trabajos para la televisión, no debería sorprendernos el resultado obtenido que nos ofrece un producto impersonal que pasa del drama familiar a la comedia romántica, a mitad de camino entre Alatriste (2006, Agustín Díaz yanes)  y Cyrano de Bergerac (1990, Jean-Paul Rappeneau) para, tras una ridícula fase como road-movie acabar convertido en un vulgar drama judicial. Vulgar no porque por los dramas judiciales lo sean, sino porque ellos lo hacen vulgar.

Lo que se resuelve con sencillez en una primera secuencia en la que parece se nos alerta sobre la excepcional capacidad de Lope para la poesía al ser increpado por un marido que le pagara por escribir un poema para su amada que resultó ser demasiado profundo y certero, contrasta con la torpe y sensiblera secuencia en la que parece quedar fascinado por las bambalinas del teatro, algo que resulta además contradictorio pues daba la impresión de que ya se dedicara a ello en esa primera secuencia.

No vamos a esperar, evidentemente, que en una película que trata de recosntruir un período histórico concreto, vayan a hablar de la misma manera en la que se hablaba en esa época. Nos obligaría a recurrir a los subtítulos para entender algunas de las expresiones. Pero vuelve a contrastar la lectura de la carta de Lope en el primer plano de la película, en el que sí utiliza un tono neutral en favor de una mínima coherencia histórica, pero ese tono se disuelve en el enfrentameinto con el marido, en el que más que estar en el Madrid de finales del siglo XVI, pareciera que estuviéramos en una serie de televisión cualquiera que se desarrollara en un barrio chungo, por no decir en San Blas —-conocido barrio de la considerada princesa del pueblo: Belén Esteban.

Alberto Ammann demuestra que es un actor absolutamente limitado que si bien puede funcionar a la perfección en las secuencias de acción, no es capaz de transmitir ni la capacidad creativa de Lope de vega, ni ese carisma que arrastró a tantas y tantas féminas a sus pies. Su nula capacidad destaca, por comparación, en cualquiera de los planos que comparte con Leonor Watling, Pilar López de Ayala, Juan Diego, Antonio de la Torre o la breve pero intensa intervención de Sonia Braga.

Sorprende la baja calidad de Luis Tosar que dispara sus palabras como si le molestaran en la boca y que, sorprendentemente para un actor eminentemente cinematográfico, recita su texto como si de teatro clásico se tratara. Nunca entenderé la inclusión de Miguel Ángel Muñoz —en esta o en cualquier otra película—-, uno de los peores actores del mundo. Más que nada porque debe ser la primera película en la que participa en la que no muestra su torso desnudo, cosa para la que, indudablemente, ha nacido.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Connocerás al hombre de tus sueños

Título original: You will meet a tall dark stranger
Año: 2010
País: España & EE.UU.
Dirección:  Woody Allen
Guión: Woody Allen
Producción: Letty Aronson, Jaume Roures & Stephen tenenbaum
Fotografía: Vilmos Zsigmond
Montaje: Alisa Lepselter
Diseño de producción: Jim Clay
Dirección artística: Dominic Masters
Decorados: John Bush
Vestuario: Beatrix Aruna Pasztor

Reparto: Gemma Jones, Pauline Collins, Anthony Hopkins, Rupert Frazer, Kelly Harrinson, Naomi Watts, Josh Brolin, Freida Pinto, Eleanor Gecks, Antonio Banderas, Ewen Bremmer, Christian McKay, Philip Glenister, Jonathan Ryland, Pearce Quigley, Neil Jackson, Lynda Baron, Fenella Woolgar, Robert Portal, Lucy Punch, Jim Piddock, Celia Imrie, Roger Ashton-Griffiths, Anna Friel, Theo James, Christopher Fulford, Johnny Harris, Alex MacQueen, Anupam Kher, Meera Syal, Joanna David, Geoffrey Hutchings, Natalie Walker, Shaheen Khan, Amanda Lawrence, Zak Orth

y todo lo que quieras creer

Qué duda cabe que todo nuevo estreno de Woody Allen siempre se espera con espectación, deseando comprobar qué tiene que aportar a un universo artístico perfectametne definido y que casi forma parte de la memoria colectiva de medio mundo. You Will Meet a Tall Dark Stranger no iba a ser una excepción y, aunque para algunos pueda parecer más de lo mismo, no puedo evitar destacar que la película ofrece un punto de vista inusual en su filmografía, que aunque no sea la primera vez que alguno de sus personajes alude al tema, sí es la primera vez que lo retrata desde un punto de vista total y abiertamente positivo. Me refiero a la clarividencia y el esoterismo.

Aunque You Will Meet a Tall Dark Stranger pueda tener sus momentos divertidos —-todos ellos proporcionados por Charmaine (Lucy Punch), considero la película un drama en torno a un núcleo familiar que se desmorona, principalmente porque ninguno de sus miembros encuentra un equilibrio con lo que él piensa de sí mismo y lo que los demás piensas sobre ellos, provocando esa inseguridad que les lleva a cometer actos impulsivos y perjudiciales para sí mismos. Debo confesar que esa misma inseguridad la aprecio también en el propio Woody Allen que necesita un narrador que no sólo introduce a los personajes —-si todo fuera eso—-, sino que además se empeña en explicar lo que, la mayoría de las veces, está perfectamente claro en las imágenes que presenciamos.

Dentro de la vorágine de neurosis que lleva a los personajes a desear todo aquello que no tienen, o que no pueden recuperar: la juventud y el hijo perdido, la creatividad y la vecina de enfrente, la reafirmación profesional y el favor sexual de su jefe…; el único personaje que parece encontrar la paz, el equilibrio espiritual y asimilar los acontecimientos tal y cómo le llegan es Helena (Gemma Jones) —-que parece interpretar el polo opuesto al que interpretara la maravillosa Geraldine Page en Interiores (Interiors, 1978)—-, haciendo, justamente, lo que todos los demás personajes condenan irremediablemente: consultando a una clarividente, pero acertando con cada uno de sus consejos y decisiones, para desesperación de los demás.

No es la primera vez que Allen utiliza este tema, ya aparece en Maridos y mujeres (Husbands and Wifes, 1992), aunque para resaltar el bajo nivel cultural de Sam (Lysette Anthony) o, cuanto menos, para ridiculizarla en una fiesta, pues una señora le sugiere que debería conversar con su criada, con la que comparte las mismas creencias. Anteriormente, siempre que había aparecido el tema, lo hace para resaltar un aspecto erroneo de un personaje o su carencia de criterio . Pero, precisamente Husbands and wifes es un punto de inflexión, pues ya en la siguiente, Misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan Murder Mystery, 1993), la historia de la pelcula se desarrolla a partir de las intuiciones de Carol Lipton (Diane Keaton), descabelladas desde el punto de vista de su marido.

En Balas sobre Broadway (Bullets Over Broadway, 1994) la maravillosa Helen Sinclair (Diane Wiest), está siempre atenta al signo astrológico de la gente que le rodea, en Poderosa Afrodita (Mighty Aphrodite, 1995) la capcidad psicológica de Linda Ash (Mira Sorvino) es mucho más certera que cualquiera de los otros cultos personajes que parecen saber tanto. Pero la apuesta más sorprendente llega en Scoop, (2006) en la que Sid Waterman (Woody Allen) es un farsante clarividente que acierta en sus predicciones con respecto a Sondra (Scarlett Johansson).

No es que con You Will Meet a Tall Dark stranger Woody Allen quiera decirnos que deja de lado el exintencialismo filosófico por el esoterismo más desaforado, pero sí parece indicar que puede ser tan válido un punto de vista como el otro, siempre que el individuo pueda alcanzar su equilibro con cualquiera de las disciplinas, de la misma manera que mucha gente se vuelve budista después de haber sido educada en la fé católica, o que recurre a un psicoanalista u otro en función de los resultados que obtiene —-como le sucedía a Alvy Sinclair (Woody Allen) en Annie Hall (1977), cuando Annie (Diane Keaton) conseguía de su psicoanalista en unos días lo que él no había podido conseguir en años de terapia.

La factura de la película, como es habitual en Woody Allen, se coloca en un estándar siempre por encima de la media, consiguiendo unas estupendas interpretaciones de todo el reparto, estando especialmente afortunados Anthony Hopkins y Lucy Punch, aunque sin despreciar las interpretaciones que ofrecen Gemma Jones, Josh Brolin y Freida Pinto. No puedo decir lo mismo de Naomi Watts, quien aparece un tando sobreactuada o de Antonio Banderas, aunque claro, lo de este último nunca lo he entendido.

Publicado originalmente es EXTRACINE

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Directo a la fama


Título original: The Marc Pease Experience
Año: 2009
País: EE.UU.

Dirección: Todd Louiso
Guión: Jacob Koskoff & Todd Louise
Producción: Michael London & David Rubin
Fotografía: Tim Suhrstedt
Música: Christphe Beck
Montaje: Julie Monroe
Diseño de Producción: Maher Ahmad
Decorados: Bryony Foster
Vestuario: Daniel Orlandi
Reparto: Jason Schwartzman, Ben Stiller, Anna Kendrick, Jay Paulson, Ebon Moss-Bachrach, Gabrielle Dennis, Amber Wallace, Shannon Holt, Austing Herring, Ed Wagenseller, Kelen Coleman, Joe Inscoe, Matt Cornwell, Lou Criscuolo, Shon Blotzer, Debra Nelson, Bridget Gethins, Zachary Booth, Carissa Capobianco, Cameron Arnett, B.J. Arnett, Cullen Moss, Brttney McNamara, Pared Grimes, Hitler O’Neal Easter, Martha Nichols, Patrick Stogner, Damián C. Haas, Brendan Easlick, Karlee Ferreira, Lacey S. Mason, Elizabeth Jones, Ashley Allen, Jenna Tummino, Chad McCall, JasonWilliams, Taylor Kowalski, Jessica Leach...

pasión frente a vanidad


Otro de los numerosos títulos que llegan con retraso a la cartelera española: The Marc Pease Experience, comercializada con el simplón, y equívoco, título de Directo a la fama, sobre todo porque el mensaje es justamente el opuesto. No porque el protagonista vaya directo al fracaso, sino porque la fama no es la meta que proponen director y guionista, sino la validez de la realización personal por encima de esa máxima que parece haberse apoderado del mundo entero y que lleva a los más incautos a buscar la fama a toda costa.


Siguiendo la práctica de comedias recientes como Todo sobre mi desmadre (Get Him to the Greek, 2010, Nicolas Stoller) —-aunque esta es posterior—-, The Marc Pease Expirience es una comedia para el espectador, pero un drama para su protagonista, Marc Pease (Jason Schwartzman). De hecho, aunque la cinta contiene fabulosos gags, como el momento en el que Marc ensaya con sus tres compañeros en un cuarto de baño mientras un individuo entra a hacer lo que se hace en un espacio lleno de retretes; también está surtida de tremendos momentos dramáticos, como cuando Marc escucha esa cassette en la que una grabación le hará plantearse su presente y enfrentarse con su pasado.

"¿Te gusta cantar? | No lo pillo | ¿Que si disfrutas cantando?"

Uno de los mayores aciertos de la película es que está planteada en una estructura inductiva, de manera que sólo conoceremos el trauma, el problema, el asunto que lleva a Marc a comportarse en ciertos momentos como se comporta hasta el final de la película. Momento en el que también agradeceremos que se corte el pelo, pues ciertamente, el peinado que luce Jason Schwartzman durante toda la película demuestra que está totalmente entregado al personaje. Todo el reparto está realmente entregado a la película, desde Ben Stiller, cuya superficialidad del personaje que representa podría jugar en contra de su propia interpretación, aunque no llega a hacerlo; hasta Anna Kendrick, aunque en este caso debo decir que se agradece que dentro de la ficción se especifique la edad del personaje, pues hasta que se menciona no está uno seguro de dónde se encuentra.

"Tienes que hacer lo que te haga feliz"

Plagada de motivos que reinciden en la necesidad de hacer las cosas por placer, no buscando una recompensa económica o diferente a la realización personal, lo que más sorprende del mensaje que propone la película es que venga de la cultura americana que tanto se ha preocupado por prodigar la premisa de la popularidad como un valor personal a tener en cuenta, y dentro de una industria como la cinematográfica, en la que parece predominar el culto al cuerpo y la belleza exterior sobre la interior. Aunque es cierto que hablamos de un producto independiente, claro.

El caso es que siendo una película pequeña y sin grandes pretensiones, The Marc Pease Experience sorprende gratamente gracias a su discurso sincero, ameno y conmovedor desarrollado a través de un inteligente guión de Jacob Koskoff y Todd Louiso, siendo este último, además, el director de la cinta, quien deja claro que disfruta con lo que hace, consiga o no la popularidad de otros cineastas. No puedo dejar de mencionar los maravillosos números musicales que contiene la película, nuevamente, no por su espectacularidad, sino por la pasión y dedicación con la que todo el reparto los ha interpretado.

Publicado originalmente en ESTRACINE