sábado, 25 de mayo de 2013

El extraño amor de Martha Ivers


Título original: The strange love of Martha Ivers
Año: 1946
País: EE.UU.

Dirección: Lewis Milestone
Guión: Robert Rossen, basado en un relato de John Patrick
Producción: Hal B. Wallis  
Fotografía: Victor Milner
Música: Miklés Rózsa
Montaje: Archie marshek
Dirección artística: Hans Dreir & John Meehan
Decorados: Sam Comer & Jerry Welch
Vestuario: Edith Head 
Reparto: Barbara Stanwyck, Van Heflin, Lizabeth Scott, Kirk Douglas, Judith Anderson, Roman Bohnen, Darryl Hickman, Janis Wilson, Ann Doran, Frank Orth, James Flavin, Mickey Kuhn, Charles D. Brown… 

el dinero no da la felicidad

Martha Ivers es una mujer rica, elegante e inteligente. Sabe lo que quiere y lo obtiene cuando se le antoja. Pero también es una mujer fuerte y manipuladora que esconde trapos sucios. Es posible que el dinero le proporcione la vida que desea, pero no le servirá para conseguir aquello que más desea. El extraño amor de Martha Ivers es una conmovedora película que si comienza pareciendo una historia de adolescentes, para transformarse en un drama romántico con tintes psicoanalíticos, enmarcado dentro de la estética de los film noir posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Una historia en la que todas las tornas se vuelven del revés y en la que los malos despiertan tu empatía, aunque no apruebes su conducta. Ni los malos son tan malos, o lo son por un motivo. Ni los buenos son tan buenos, de hecho son capaces de equivocarse y hasta pagarlo con la cárcel. 

Uno de los grandes aciertos de El extraño amor de Martha Ivers es la sincronía entre reparto. Porque los actores juveniles que interpretan a Sam, Walter y Martha, sirven como perfecta presentación de lo que serán después Barbara Stanwyck, Van Heflin y Kirk Douglas en su debut cinematográfico. Me fascina encontrarme con Judith Anderson en un personaje con el que pareciera pagar lo mal que nos lo hizo pasar con aquella ama de llaves de Rebecca. Y me quedo boquiabierto con la extraordinaria presencia de Lizabeth Scott, que pareciera una versión hollywoodiense de Sara Montiel, pero mucho más notable que la manchega. 

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Noche de vino y copas


Título original: Supercláscico
Año: 2011
País: Dinamarca

Dirección: Ole Christian Madsen
Guión: Ole Christian Madsen & Anders Frithiof August
Producción: Don  
Fotografía: Maxime
Música: Jeff
Montaje: Michele 
Diseño de producción: Alicia 
Dirección artística: Anthony
Vestuario: Wendy
Reparto: Mikael Bertelsen, Anders W. Berthelsen, Jamie Morton, Paprika Steen, Pablo Pirrotta, Sebastián Estevanez, Rodolfo Basile, Sérgio Amorim, Germán Romero, Gabriel Lobianco, Miguel Forza, Juan Alari, Gustavo Comini, Adriana Mascialino, Mariano Gerling, Juan Martín Guix, Nicolas Borlenghi, Juan Cruz Polimeno, German Cabrera, Nicolás Rocca, Mariano Caligaris, Miguel Dedovich, Hilario Quinteros, Adrian Garavano, Dafne Schiling, Pietro Gian, Victoria Bargues, Alvaro Arocena, Mauro Arocena, Miguel Ángel Paludi, José Luis Arias, Anahí Martella, Flavio Carvalho, Derli Prada, John Galindo… 

como una copa de vino sin aroma ni sabor

Es comprensible que, a pesar de que identifiquemos al cine escandinavo con existencialismo y densidad dramática, esporádicamente surjan relatos más amables que intenten abordar sus habituales conflictos de pareja desde otro punto de vista. Es una pena que en la mayoría de los casos, no consigan realmente ir más allá de una mera propuesta simpática, pero que a duras penas consigue convencer. Pasaba hace poco con Den skaldede frisør (Amor es todo lo que necesitas) y sucede de nuevo ahora con Superclásico.

Contra todo pronóstico, quizás fueran mucho más efectivas y entrañables películas Dogma como Italiensk for begynder (Italiano para principaintes) o Mifunes sidste sang (Mifune), ambas protagonizadas ya por Anders W. Berthelse, que ya coincidía en la segunda con Paprika Steen, quien también se dejaba ver en Idioterne, mucho más salvaje, divertida y transgresora que cualquiera de las otras, así como en la película de Susanne Bier. Pero nada queda de las premisas del movimiento impulsado por Lars Von Trier en esta comedia con aires de guía turística por Buenos Aires.

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Iron Man 3


Título original: Iron Man 3
Año: 2013
País: EE.UU. & China

Dirección: Shane Black
Guión: Drew Pearce & Shane Black, basado en la novela gráfica de Stan Lee, Don Heck, Larry Lieber & Jack Kirby
Producción: Kevin Feige  
Fotografía: Joh Toll
Música: Brian Tyler
Montaje: Peter S. Elliot & Jeffrey Ford 
Diseño de producción: Bill Brzeski 
Dirección artística: Second Chan, John Eaves, Alan Hook, Desma Murphy, Jay Pelissier & Brian Stultz
Decorados: Danielle Berman
Vestuario: Louise Frogley
Reparto: Robert Downey Jr, Gwyneth Paltrow, Rebecca Hall, Guy Pearce, Ben Kingsley, Paul Bettany, Don Cheadle, Jon Favreau, William sadler, James Badge Dale, Stephanie Szostak, Stan Lee, Bingbing Fan, Yvonne Zima, Dale Dickey, Ty Simpkins, Ashley Hamilton, Mel Ferrer, Xueqi Wang, Spencer Garrett, Bridger Zadina, Indra Patel, Jenna Ortega, Stephen L. Cohen, Chris Gethard, Meghan Aruffo, Noa Lindberg, Denise Vasquez, Mark Kubr, Jen McPherson, Marcus Natividad, Jim Gunter, Crisann Peters, Joseph Velez, Roy McCrerey, Rustam Branaman, Lorraine Caporaso, Mark Guy Thompson, Matt Nye, Carolyn Foland, Laura Avery, Michel Lovern… 

menos acción, pero muchísima más emoción

Antes de comenzar con la crítica de Iron Man 3, no puedo más que agradecer a Jon Favreau que declinara dirigir la tercera entrega de Iron Man, así como a Robert Downey Jr que recomendara a Shane Black, con quien había trabajado en Kiss Kiss, Bang Bang. Al ser un servidor uno de esos raros especímenes que odiaron la primera y no encontraron tan estimulante la segunda, más por la propaganda política que había detrás de la actitud del personaje, que porque no fueran películas entretenidas, que realmente lo eran, acudí a la sala de proyección sin mayores expectativas en esta ocasión. Queda claro que la incorporación de Shane Black ha servido para imprimir a la película una mirada diferente, que no sólo se ha limitado a humanizar a su protagonista, sino a integrar el relato en un contexto político mucho más cercano a la realidad contemporánea, reflexionando verdaderamente sobre los orígenes del llamado 'eje del mal'.

Iron Man 3 se presenta como el final de una trilogía, no sé si tanto porque sus artífices lo hayan decidido así, como porque la película encierre ese sentimiento -al menos Gwyneth Paltrow no piensa volver para otra. Los fans talibanes, considerarán que la película ha disminuido en cuanto al contenido de acción, pero aumenta proporcionalmente su profundidad dramática. Si tiene menos secuencias de acción, aparte de que todas ellas siguen siendo igual de espectaculares, resultan ahora mucho más emocionantes. Igual que el desplome del World Trade Center servía para revelar que la considerada nación más poderosa del mundo podía ser abatida de formas que no había ni imaginado, Tony Stark también es vulnerable, lo que permite que el espectador sienta el mismo vértigo que el personaje. Además, es él mismo quien hace ese ejercicio de reflexión que todavía no han conseguido realizar los estadounidenses, algo más de una década después del 11-S, que le lleva a conclusiones mucho más inteligentes que a las que llegaba en sus títulos previos. Si al principio se centra más en los personajes, progresivamente irá cediendo espacio a la acción, para terminar siendo ese relato trepidante que todos estaban esperando.

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En el camino


Título original: On the road
Año: 2012
País: Francia, Reino Unidos, EE.UU. & Brasil

Dirección: Walter Salles
Guión: Jasé Rivera, basado en una novela de Jack Kerouac
Producción: Charles Gillibert, Nathanaël Karmitz & Rebecca Yeldham  
Fotografía: Eric Gautier
Música: Gustavo Santaolalla
Montaje: François Gédigier 
Diseño de producción: Carlos Conti 
Dirección artística: Martn Gendron & Hania Robledo
Decorados: Francine Danis, Gabriela Matus & Maria Nay
Vestuario: Danny Glicker
Reparto: Sam Riley, Garrett Hedlund, Kristen Stewart, Amy Adams, Tom Sturridge, Alice Braga, Elisabeth Moss, Danny Morgan, Kirsten Dunst, Viggo Mortensen, Ximera Adriana, Sarah Allen, Clara Altimas, Leif Anderson, Ricardo Andres, Dan Beirne, Tetchena Bellange, Glen Bowser, Doug Boyd, Kim Bubbs, Steve Buscemi, Jason Cavalier, Joe Chrest, Patrick John Costello, Michael Daigle, eric Davis, Larry Day, Janyève Denoncourt, Sean J. Dillingham, Paul Dillon, Joel Figueroa, Frank Fontaine, Clara Furey, Isa Garcia, Kyle Gatehouse, Barbara Glover, David Gow, Marie-Ginette Guay, Imogen Haworth, Matthew Deano, Robert Higden, Arthur Holden, Kaniehtiio Horn, Terrence Howard, Omoze Idehenre, Asao Ikegami, Giselle Itié, Daniel Kash, Joey Klein, Greg Kramer, Neil Kroetsch, Jake La Botz, Jordane Lavoie, Roc Lafortune, Adam LeBlanc, Terry Leonard, Alison Louder, Browen Mantel, Rocky Marquette, Lilia Mendoza, Murphy Moberly, Luc Morrissette, George Morris, Coati Mundi, Jacob Ortiz, Feliz Pennell, Chris Ratz, Niko Romberg, Andaluz Russell, Michael Sarrazin, Barry Del Sherman, Mark Trafford, Gina Vargas, Madison Wolfe, Moira Wylie, Daniela Wong, Giovanna Zacarías, Martin Auguste, Wray Downes, Martin Heslop, Moise Yawo, Matey, Archie Alleyne, Jude Charles, Ronald Johnston… 

una carretera llena de curvas peligrosas, que termina en rectas aburridas

Unas veces nos quejamos de que una determinada película tarde tanto en llegar a las carteleras, On the road comenzaba su andadura por salas en Francia hace casi un año. Otras veces nos extraña que no haya cosechado ningún premio por los festivales que ha pasado, cuando partía como una de las favoritas. La respuesta a ambas cuestiones es bien sencilla. No será un servidor quien compare novela y película, siempre he defendido que son lenguajes diferentes y no tienen ninguna obligación en mantener una fidelidad a su origen literario pero, por mucho que estemos ante una película dirigida por Walter Salles, que adapta a la gran pantalla la novela de culto homónima de Jack Kerouack, la suma de los logros artísticos anteriores de uno y otro, no asegura ni garantiza una obra a la misma altura.

Si bien no tenía dudas con respecto a la eficacia del director de películas tan asombrosas, visual y emocionalmente hablando, como Central do brasil o Abril Despedaçado, debo confesar que tenía mis reservas con respecto al trabajo que José Rivera, colaborador suyo en Diarios de motocicleta, pero responsable de un bodrio como Letters to Juliet. Y mis temores se confirmaron porque visualmente no le falta de nada a la película. La fotografía de Eric Gautier sigue siendo tan espectacular como lo fuera la de Into the wild, así como el diseñador de producción Carlos Conti, colaborador igualmente de su película sobre el joven Che así como de otros títulos míticos como 37º2 le matin, que consigue realmente hacernos creer que estamos a finales de los años cuarenta. Sin duda, la banda sonora de Gustavo Santaolalla contribuye en gran medida a dotar de ese empaque y consistencia a la ambientación de la película, terminando de limar cualquier tipo de incoherencia visual que pudiera haber. Que no las hay.

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Combustión


Título original: Combustión
Año: 2013
País: España

Dirección: Daniel Calparsoro
Guión: Carlos Montero & Jaime Vaca
Producción: Mercedes Gamero & Francisco Ramos  
Fotografía: Daniel Aranyó
Música: Carlos Jean
Montaje: Antonio Frutos & David Pinillos 
Dirección artística: Antón Laguna
Decorados: Sara Natividad
Vestuario: Loles García Galean
Reparto: Álex González, Alberto Ammann, Adriana Ugarte, maría Castro, Marta Nieto, Luis Zahera, Christian Mulas, Juan Pablo Shuck… 

conducción temeraria, pero sin riesgos y subiendo a podio

El cine español tiene curiosas maneras de reinventarse. Cuando hay cineastas que intentan emular el cine de género estadounidense, otros prefieren aprovechar fórmulas que otros medios como la televisión han demostrado fructíferas. Aún a costa de que no vayan a llegar a un gran sector del público, lo cierto es que una propuesta como Combustión sí parece tener un tipo de público asegurado. Pero lo mejor de todo es que las aportaciones de profesionales de muy diferente índole, como su director, sus guionistas y sus productores, consiguen proporcionan a la película una validez y coherencia que va más allá de ese público. Aunque podamos considerarla una poco poligonera, lo cierto es que estamos hablando de un película considerablemente entretenida, sorprendentemente coherente y totalmente despojada de prejuicios en favor de sus personajes y el relato que conduce.

Convencido estoy de que para muchos Combustión debe soltar, a priori, un cierto tufo a éxitos recientes del cine español como Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti, las adaptaciones de las novelas de Federico Moccia dirigidas por Fernando González Molina, según guión de Ramón Salazar. Y no van desencaminados, porque estamos hablando de una obra de los mismos productores, Mercedes Gamero y Francisco Ramos. Y si bien es cierto que en un principio pareciera que fueran a discurrir por ese mismo territorio, Combustión sabe tomar su propia ruta hacia caminos diferentes, aunque quizás teniendo en común con los personajes esas mismas ganas de vivir y sentir, que se contagian al espectador.

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La venganza del hombre muerto


Título original: Dead Man Down
Año: 2013
País: EEUU

Dirección: Niels Arden Oplev
Guión: J.H. Wyman
Producción: Neal H. Moritz & J.H. Wyman  
Fotografía: Paul Cameron
Música: Jacob Groth
Montaje: Tmothy A. Good & Frédéric Thoraval 
Diseño de producción: Niels Sejer 
Dirección artística: Jesse Rosenthal
Decorados: Chryss Hionis
Vestuario: Renee Ehrlich Kalfus
Reparto: Colin Farrell, Noomi Rapace, Terrence Howard, Dominic Cooper, Luis Da Silva Jr., Stu Bennett, Franky G, Declan Mulvey, John Cenatiempo, Roy James Wilson, Myles Humphus, Stephen Hill, Aaron Vexler, James Biberi, F. Murray Abraham, Andrew Steawrt-Jones, Krystal Tini, William zielinski, Jessica Jean Wilson, Christopher Cline, Kimberly S. Fairbanks, Michael McKiddy, Beata Dalton, Accalia Quintana, J. santiago, Maria Laboy, Saul Stein, Roy Milton Davis, Armand Assante, Robert Vataj, Jennifer Mudge, Giuseppe Bausilio, Thoreau Arden Pedersen, Rachel Resheff, Kahlil Middleton, Jennifer Lee Wong, Ante Novakovic, Kresh Novakovic, Bobby Beckles, Raw Leiba, Hisham Tawfiq, Nnamdi Nwosa, R. Marcus Taylor, Jeremy Sample, John Wooten, Stephen Mann, Aleksander Mici, Stephen Esposito, Adam Wood, Tom Lamarche, Steven Gagliano, Heather Walker… 

el cineasta que soñaba con hacer cine comercial

Formar parte de una producción de éxito internacional, como Millenium, tanto la miniserie serie de televisión como la trilogía cinematográfica formada por Män som hatear kvinnor (Los hombres que no amaban a las miujeres), Flickan som lekte med elden (La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina) y Luftslottet som sprängdes (La reina en el palacio de las corrientes de aire), puede abrirte las puertas para desarrollar una carrera de ámbito plenamente internacional, pero no significa necesariamente que vayas a tener el mismo éxito. De hecho, el cineasta sueco Nils Arden Oplev, sólo dirigió la primera de las tres películas que adaptaban las novelas de Stieg Larsson, siendo, a mi juicio, la más floja de las tres. Quizás consciente de sus propias limitaciones, vuelve a contar con quien fuera su mejor valor en aquel entonces, Noomi Rapace que, junto a Colin Farrell, protagoniza Dead man down.

Si valoramos la película por su contenido, podríamos hablar de un film noir à la européenne, en la que es tan importante la acción como las relaciones emocionales entre los personajes. Casi se trata más de un drama de acción en el que todos los personajes son víctimas de sí mismos o de sus circunstancias. Un planteamiento realmente interesante, que se desarrolla en un ambiente bastante conseguido, aunque fracasa al pretender navegar entre dos aguas demasiado distantes entre sí como para funcionar, al menos en las manos de Niels Arden Oplev. Quizás con otro cineasta pudiera haber hecho una película igualmente incómoda a al vez que trepidante, pero no el es caso. Oplev peca de sensacionalista, se nota demasiado que le interesa más la acción que el drama, por mucho que cuente para el reparto de su película con presencias tan estimulantes como las de Isabelle Huppert, F. Murray Abraham o Armand Assante. Un trío que, de hecho, delata sus aspiraciones (o influencias), habiendo pretendido conseguir una película emocionalmente incómoda como las de Michael Haneke, visualmente impactante como las de Brian De Palma, o psicológicamente intensa como las de James Toback. Y ni lo uno ni lo otro.

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El gran Gatsby


Título original: The great Gatsby
Año: 2012
País: EEUU & Australia

Dirección: Baz Luhrmann
Guión: Baz Luhrmann & Craig Pearce
Producción: Lucy Fisher, Catherine Knapman, Baz Luhrmann, Catherina Martin & Douglas Wick  
Fotografía: Simon Duggan
Música: Craig Armstrong
Montaje: Jason Ballantine, Jonathan Redmond & Matt Villa 
Diseño de producción: Catherine Martin 
Dirección artística: Damien Drew, Ian Gracie & Michael Turner
Vestuario: Wendy
Reparto: Amitbahh Bachchan, Steve Bisley, Richard Carter, Jason Clarke, Adelaide Clemens, Vince Colosimo, Max Cullen, Mal Day, Elizabeth Debicki, Lisa Adam, Leonardo DiCaprio, Joel Edgerton, Emmanuel Ekwenski, Eden Falk, Isla Fisher, Emily Foreman, Tiger Leacy Wyvill, Charlize Skinner, Garrett William Fountain, David Furlong, Daniel Gill, Iota, Price Johnson, Stephen James King, Goran D. Kleut, Kim Knuckey, Barrie Laws, Mark Lemon, John Maumau, Brendan Maclean, Frank Aldridge, Tobey Maguire, Callan McAuliffe, Ben McIvor, Hamish Michael, Brian Rooney, Kevin McGlotham, Nick Meenahan, Olga Miller, Heather Mitchell, Carey Mulligan, Gus Murray, Kate Mulvany, Barry Otto, John O'Connell, Corey Blake Owers, Tasman Palazzi, Brenton Prince, Bryan Probets, Milan Pulvermacher, Alfred Quinten, Ghadir Rajab, Jake Ryan, John Sheerin, Nicholas Simpson, Kasia Stelmach, Nick Tate, Jack Thompson, Kieran van Bunnik, Sylvana Vandertown, Gemma Ward, Matthew Whittet, Felix Williamson, Bill Young, Nancy Denis, Kahlia Greksa, Natasha Marconi, Jaclyn Seymour, Brinden Aspinall, Charles Bartley, Veronia Beattie, Kane Bonke, Kirby Burgess, Hery Byalikov, Thomas Egan, Danielle Evrat, Ryan Gonzalez, Lyndell Harradine, Sophie Rose Holloway, Michelle Hopper, James May, Zac McAliece, Lara Mulcahy, Mikaela Smith, Alex Stewart, Romina Villafranca, Mitchell Woodcock, Kaylie Yee, Tiana Canterbury, Morgan Choice, Eden Dessalegn, Elenoa Rokobaro, Lisa Viola, Betsy Effie Nkrumah, Thabang Baloyi… 

plumas, petardas, perlas y mucha mierda envuelta en seda

La mayoría de las veces, si no tienes nada nuevo que aportar lo mejor es no decir nada. Pero está visto que Baz Luhrmann no puede tener la boca cerrada. Primero nos torturó con William Shakespeare, "renovando" Romeo y Julieta, después se empeñó destrozar una obra de Alejandro Dumas, La dama de las camelias, y tras una insípida (y siempre excesiva) reivindicación de su patria con Australia, decide maltratar otro clásico de la literatura, como The great Gatsby. Y no es que a un servidor le parezca que la novela de F. Scott Fitzgerald sea la quinta esencia de la literatura estadounidense, pero hay que ver qué mala suerta ha tenido en la mayoría de sus adaptaciones.

El caso es que, por un momento, da la impresión de que sí, de que Baz Lurhmann iba tanto a recuperar las apropiadísimas aportaciones que Truman Capote preparaba para la adaptación dirigida por Jack Clayton, que finalmente fueron rechazadas, como que también iba a aprovechar el contexto sociopolítico en que nos encontramos actualmente, producto de una sociedad tan despilfarradora como la que se muestra en la novela original, que tendría como consecuencia la Gran Depresión. Pero no. A pesar de habría sido acertado y oportuno, ni se muestra a Nick Carraway como un homosexual enamorado platónicamente de Gatsby, ni a Jordan Baker como una lesbiana cautivada por los encantos de Daisy Buchanan. Todavía peor, la edulcorada versión de Luhrmann se aleja incluso de otras cuestiones reflejadas en versiones anteriores, como la violencia doméstica, la maternidad dudosa o la sexualidad ambigua. Está claro que una versión original y transgresora era pedir demasiado, no estamos hablando de un cineasta que tenga la necesidad de expresarse artísticamente, sino de un artesano con ganas de llenarse los bolsillos tanto como Gatsby.

La película de Baz Luhrman tiene exactamente el mismo sentido que las disparatadas fiestas que organiza Jay Gatsby. Ninguno. En realidad las fiestas del mítico personaje sí lo tienen, sentido no, pero sí un propósito, pero la película de Luhrmann acaba perdiéndose entre lo que pretende y lo que cuestiona. Porque el cineasta australiano no muestra la ostentación y la superficialidad de los invitados a las fiestas como el síntoma de una sociedad decadente, que es lo que pretendía Fitzgerald, sino como las fiestas que a él mismo le encantaría organizar, el mundo al que le encantaría pertenecer. Contradicciones que están presentes en el relato cuando unas veces Gatsby evidencia que no le interesa nada la gente que acude a su casa cada fin de semana, mientras que después se vanagloriará de una mansión que llena de "gente interesante".

Lo único que realmente parece interesarle a Baz Luhrmann es la historia de amor entre Jay y Daisy. Una historia que no vemos, sino que nos cuentan. Porque The great Gatsby es una película perfectamente diseñada para un público que ni ha visto las versiones anteriores, ni ha leído el libro. Y mira que en Estados Unidos es lectura obligatoria en los institutos. Tanto para que nadie pueda malinterpretar ninguna ambigüedad, como para que tenga la posibilidad de perderse en una historia tan clara y obvia como esta, la voz de Nick Carraway, no sólo sirve para introducirnos en la historia, sino para explicarla con todo lujo de detalles. Lástima que ni siquiera él la entienda bien, porque lo que él cuenta no es, ni mucho menos lo que se muestra.

Personificada en Carey Mulligan, Daisy Buchanan no resulta tan insoportable como lo era en la forma de Mia Farrow, pero sí trasciende con mucha más claridad la superficialidad de su voluble carácter. Mientras que Robert Redford sí conseguía resultar fascinante como Jay Gatsby, Leonardo DiCaprio se empeña en saltar de un registro dramático al más puro slapstick -la secuencia del té en casa de Nick es para abandonar la sala- y rozar en ocasiones el melodrama de sobremesa o hasta el patetismo cuando el personaje dice que tiene 32 años, cuando resulta que aunque DiCaprio tenga 39, representa una persona de 45 (o más). Decir que la aportación de Tobey Maguire es justa, es casi demasiado. No puedo decir que sea mediocre, pero es que tampoco me comunica mucho. No entiendo cómo se hace para que un actor con el físico de Joel Edgerton salga tan feo y desagradable, aunque en ese sentido está muy en consonancia con Isla Fisher, que nos ofrece una Myrtle Wilson como una ordinaria insoportable cuyo mejor momento es sin duda cuando aterriza en el asfalto. Otro personaje totalmente desaprovechado es el de Jordan Baker, interpretada por una insulsa Elizabeth Debicki que sólo transmite unas ganas irrefrenables de abofetearle constantemente.

Desde mi punto de vista, el error es precisamente seguir al pie de la letra el libro (o el guión previo de Francis Ford Coppola). La lectura es una experiencia individual, uno establece el vínculo con Gatsby a través de Nick, con lo cual entendemos perfectamente su fascinación. Pero en la película, en esta y en las anteriores, aunque se comience y se termine con Nick, tan sólo sirve como un conductor, revelándose el propio Gatsby como el verdadero protagonista de la película. Encima, al no coincidir lo que cuenta Nick, con lo que uno está presenciando en la pantalla, la confusión es total. Si a esto sumamos la repetición de secuencias calcadas de la versión de Clayton, desde ese cartel del oculista hasta las cortinas en perpétuo movimiento o la secuencia de las camisas, el aburrimiento se intensifica. Ese intento de dotar de algo más de profundidad al relato, tratando de identificar a Nick Carraway con el propio escritor, no sólo no aporta nada, sino que evidencia la falta de originalidad y de interés de Baz Luhrmann, desenmascarado definitivamente como un auténtico moderno de pacotilla con una cierta capacidad para crear una ligera sintonía entre el ritmo de la música y sus patéticas imágenes vacías, llenas de petardas recalcitrantes en tacones de vértigo, cargadas de plumas, perlas y todo tipo de ornamentos brillantes que, con toda seguridad, servirán de influencia para drag-queens del mundo entero, que serán las que más y mejor provecho saquen de la película, como ya pasó con Moulin Rouge.

Por no poder, ni siquiera puedo decir aquello de que la fotografía es muy bonita. Porque tampoco es para tanto, ni el diseño de producción tampoco. Tan sólo el excesivo vestuario y la afortunada selección musical, hacen algo más amena la proyección, resultando parcialmente decepcionante que no se haya decidido en convertir la película en un musical à la Moulin Rouge. Eso si, no puedo más que lamentar el uso del maravilloso tema de John Adams, que Luca Guadagnino utilizara de manera espectacular en Io sono l'amore. Decir que utilizarla es una anacronía está un poco fuera de lugar, porque no es el único tema y sonido contemporáneo que se utiliza, pero es que resulta un absoluto desperdicio emocional, igual que absolutamente toda la película. Y si ya es una pérdida de tiempo en su versión normal, verla en 3D ya ni te cuento.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Weekend


Título original: Weekend
Año: 2011
País: Reino Unido

Dirección: Andrew Haigh
Guión: Andrew Haigh
Producción: Tristan Goligher  
Fotografía: Urszula Pontikos
Música: James Edward Barker
Montaje: Andrew Haigh 
Diseño de producción: Sarah Finlay
Reparto: Tom Cullen, Chris New, Jonathan Race, Laura Freeman, Loreto Murray, Jonathan Wright, Sarah Chum, Vauxhall Jermaine, Joe Doherty, Kieran Hardcastle, Mark Devenport, Steve Blackman, Julius Metson Scott, Martin Arrowsmith, Caroline Woolley, Caroline Cawley… 

salir o no salir del armario

Acaparadora de premios en múltiples festivales independientes, se estrena Weekend en España, con un retraso de dos años desde que iniciara su andadura comercial. Una deliciosa y emotiva película dirigida por el cineasta británico Andrew High, que se disfruta con la misma ligereza que plantea su sencillo argumento, pero que se agarra en el pensamiento desarrollando una premisa de mayor calado intelectual.

Como cualquier otro fin de semana, Russell (Tom Cullen), sale a ligar después de pasar un rato con sus amigos heterosexuales. La noche se da bien y se lleva a Glen (Chris New) a casa. Al día siguiente charlan y desayunan como si fuera cualquier otro polvo más. Sin embargo y a pesar de que Glen sale el domingo para los Estados Unidos, donde permanecerá por los siguientes dos años, vuelven a verse y viven una breve e intensa relación sentimental que les llevará a plantearse la manera en la que se enfrentan a su propia sexualidad.

Solemos dar por hecho que una persona que vive una vida sexual sana, tiene asumidas muchas cuestiones que van relacionadas con el hecho de ser homosexual, cuando no necesariamente tiene por qué ser así. De la misma manera, pensamos que aquella persona que alardea de su condición sexual, es una persona sin complejos y con una actitud positiva ante la vida, cuando tampoco tiene por qué ser efectivamente así. Weekend plantea una cuestión tan sencilla como la necesidad de que tu entorno asuma tu condición sexual de la misma manera que debes hacerlo tu. Pero ¿dónde está el límite? ¿Tiene todo el mundo que saber que eres homosexual, o basta con que lo sepan solamente tus seres queridos?

Según mi punto de vista, Andrew Haigh, autor también del guión de la película, la respuesta está clara: los límites los tienes que marcar tú mismo. Ni eres un cobarde por decirle a todo el mundo que eres gay, ni eres un valiente por gritarlo a los cuatro vientos. Como cualquier otro aspecto de la vida íntima de una persona, el individuo es el que debe poner los límites entre la intimidad y desconfianza con los demás. El encuentro de Glen y Russell, permite que ambos puedan equilibrar la manera en la que se relacionan con los demás, así como entenderse y perdonarse a sí mismos.

Si el peso de la película recae en las formidables interpretaciones de Tom Cullen y Chris New, la cámara de Andrew Haigh tiene la cualidad de ubicarse en un punto lo suficientemente alejado como para no perturbar su intimidad, pero lo suficientemente cerca para capturar todos y cada uno de los detalles y matices de sus espléndidas interpretaciones. El relato avanza de una manera dinámicamente reposada, en la que resultan muy estimulantes tanto las elipsis que esconden giros de guión, como los pequeños saltos temporales que nos permiten despojarnos de prejuicios al dar por hecho y asumir conclusiones que, descubriremos, eran fruto de nuestros propios prejuicios. Y en este sentido, Weekend resulta igualmente válida tanto para un público gay, como para el heterosexual, porque nadie está completamente exento de prejuicios, sea cual sea su condición sexual.

Destacar la naturalista fotografía de Urszula Pontikos, que contribuye a realzar el carácter espontáneo de la historia, en consonancia con los encuadres escogidos por su director, que al haber montado también la película, permite centrar y dirigir tanto la mirada del espectador, como incitar a la reflexión.

Publicado originalmente en EXTRACINE

La jungla: un buen día para morir


Título original: A Good Day to Die Hard
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: John Moore
Guión: Skip Woods, según los personajes creados por Roderick Woods
Producción: Alex Young  
Fotografía: Jonathan Sela
Música: Marco beltrami
Montaje: Dan Zimmerman
Diseño de producción: Daniel T. Dorrance
Dirección artística: Nick Blanche, Tom Brown, Bence Erdelyi & Andrew Munro
Decorados: Jille Azis & Zoltán Horváth
Vestuario: Bojana Nikitovic 
Reparto: Bruce Willis, Jai Courtney, Sebastian Koch, Mary Elizabeth Winstead, Yuliya Snigir, Radivoje Bukvic, Cole Hauser, Amaury Nolasco, Sergei Kolesnikov, Roman Luknár, Zolee Ganxsta, Péter Takátsy, Pasha D. Lychnikoff, Megalyn Echikunwoke, Melissa Tang, Rico Simonini, Catherine Kresge, April Grace, Cooper Thornton, Jan Gallovic, Péter Kertész, Patrik Vrbovsky, Ferenc Elek, Zhe Lin, Janos Finfera, Boris Vodokov, Aleksandr Komarov, Iván Fenyö, Edit Balázsovits, Nadejda Savcova, Anastassija Makarenko, scott Michael Campbell, Aldis Hodge, Joe Massingill, Jesse Burch, Justin Smith, Martin Hindy, Attila Árpa, Sergej Onopko, Ivan Mark Orsányi, Iván Kamarás, Zsolt Viczei… 

cómo establecer lazos familiares a ritmo de explosión

Fíjate que me cuesta enfrentarme a la crítica de La jungla: un buen día para morir. No tanto porque la película sea mejor o peor, sino porque la primera de la serie, Die Hard, es una de esas películas que me divierte lo mismo cuando cuando la vuelvo a ver en la actualidad en televisión que cuando la vi por primera vez siendo adolescente. Cierto es que todas las secuelas no han estado al mismo nivel y que quizás sólo las que ha dirigido John McTiernan, primera y tercera, merezcan realmente la pena. Pero un personaje tan carismático y entrañable como John McLane no merecía una película tan absurda y aburrida como A Good Day to Die Hard, aunque los productores de la saga sí que se merecen estas líneas que les voy a dedicar por confiar en que un guionista como Skip Woods, responsable de bodrios como Swordfish o The A-Team, y un director como John Moore, que firmaba el aburrido remake de The Omen.

La estructura del guión de A Good Day to Die Hard está claramente marcada a partir de tres únicas premisas, desarrolladas cada una en las tres secuencias que corresponden a la presentación, nudo y desenlace de la película. Probablemente para algunos, el motivo principal de la primera secuencia sea establecer las premisas que nos permitan ubicar con una cierta coherencia la presencia de John McLane en Moscú. Pero lo cierto es que en el fondo, la verdadera y auténtica razón de ser de esta secuencia es la de destrozar el número mayor de vehículos a lo largo de la capital rusa. Una larga secuencia que, no voy a decir que no tenga su gracia, pero quizás alarguen en exceso una secuencia que podría haber terminado antes, en la que además se produce una excesiva reiteración del mismo recurso.

Si en esta primera secuencia se establece el nudo de la trama, en la segunda se desarrolla un giro de guión que vendría a colmar las necesidades nostálgicas, un vínculo aún mayor que la presencia de McLane y la justificación del título de la película, resquebrajando el mayor número posible de cristales. Recuerdo que uno de los principales reclamos de la película de 1988 era que Bruce Willis realizaba, sin necesidad de un doble de acción, la mayor parte de las secuencias peligrosas, lo que permitía que la cámara se acercara más al vértigo del peligro. Este mismo recurso no sólo sería improbable en esta quinta entrega, sino imposible. Que sea inverosímil, en este caso, ni siquiera importa, porque cualquiera entiende que el tono de las aventuras de McLane está mucho más cerca del humor que de la acción. Y esa es otra de las grandes ausencias de la película, que carece del sentido del humor de sus predecesoras.

Y por último, la tercera secuencia parece tener como único objetivo el de arrasar en la mayor medida posible lo que queda de Chernobyl. Entre una y otra se desarrolla un guión pobre, inverosímil (más todavía en lo que respecta a las relaciones emocionales de los personajes que a otra cosa), aburrido y predecible… Hasta cuando se va a producir un giro de guión. A falta de humor en el texto, si al menos el reducido reparto de la película hubiera sido capaz de aportar algún matiz a sus respectivos personajes, quizás habría valido la pena. Si incluso el propio Bruce Willis resulta un punto sobreactuado y autocomplaciente, poco más vamos a pedir a Jai Courtney, que se lo toma todo demasiado en serio. Este chico apunta a las mismas maneras de Taylor Kitsch de convertir en bazofia todo lo que toca, tendremos que esperar a Felony o a I, Frankenstein para confirmar si mis temores se cumplen.

Poco más puedo aportar sobre una película de la que podían haber prescindido perfectamente. Ni el personaje resulta medianamente interesante, ni creo que la fórmula de para mucho más. Ya la cuarta entrega, Live Free or Die Hard, no captó mi interés (sabiendo ahora que su director fue Len Wiseman entiendo los motivos de mi falta de entusiasmo), y hubiera sido preferible pasar también de esta.

Publicado originalmente en EXTRACINE