lunes, 13 de junio de 2011

X-Men: primera generación


Título original: X-Men: First Class
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Matthew Vaughn
Guión: Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman & Matthew Vaughn, basado en una idea original de Sheldon Turner y Bryan Singer
Producción: Gregory Goodman, Simon Kinberg, Lauren Shuler Donner & Bryan Singer
Fotografía: John Mathieson
Música: Henry Jackman
Montaje: Eddie Hamilton & Lee Smith
Diseño de producción: Chris Seagers
Dirección artística: Grant Armstrong, Paul Booth, Alex Cameron, Steve Cooper, Tom Frohling, Alan Gilmore, James Hambidge, Marc Homes, Joe Howard, John King, Adam O'Neill & Su Whitaker
Decorados: Erin Boyd & Sonjia Klaus
Vestuario: Sammy Sheldon
Reparto: James McAvoy, Laurence Belcher, Michael Fassbender, Bill Milner, Kevin Bacon, Rose Byrne, Jennifer Lawrence, Beth Goddard, Morgan Lily, Oliver Platt, Álex González, Jason Flemyng, Zoë Kravitz, January Jones, Nicholas Hoult, Caleb Landry Jones, Edi Gathegi, Corey Johnson, Lucas Till, Demetri Goritsas, Glenn Morshower, Matt Craven, James Remar, Ludger Pistor, Wilfried Hochholdinger, Greg Kolpakchi, Andrei Zayats, Rade Serbedzija, Ray Wise, Michael Medeiros, Olek Krupa, Yuri Naumkin, Gene Farber, David Agranov, Katrine De Candole, James Faulkner, Éva Magyar, Annabele Wallis, Juan Herrera, Greg Savage, Jarid Faubel, Gregory Cox, Josh Cohen, David Crow, Kieran Patrick Campbell, Sasha Pieterse, Brendan Fehr, Michael Ironside, Jason Beghe, Venya Manzyuk, Tony Curran, Randall Batinkoff, Peter Stark, Leonard Redlich, Carlos Besse Peres, Neil Fingleton, Marios, Georg Nikoloff, Arthur Darbinyan… 

cuando los mutantes salieron del armario

Dado que mis colegas Becky y Carlos han resaltado ya algunas de las virtudes de X-Men: First Class, no voy a reincidir en los puntos que ellos comentan, incluso a pesar de que pueda estar ligeramente en desacuerdo con alguno, sino que me voy a limitar a resaltar algunas cuestiones que me han llamado la atención de un película que, desde mi punto de vista, retoma el espíritu de las dos primeras entregas, X-Men (2000) y X2 (2003), ambas responsabilidad de Bryan Singer, cuyos poderes e influencia impregnan muy positivamente la película dirigida por Matthew Vaughn.

Precisamente, por tratarse de una película del director de un filme que detesto, como Kick-Ass (2010), un servidor acudió a la sala de cine con sus misiles cargados y apuntando directamente a su yugular, pero ya desde el primer plano de la película me vi obligado a mantener mi posición, para replegar todo mi arsenal a medida que avanzaba la acción.

El primer acierto de X-Men: First Class está en que la película comienza de la misma manera que lo hacia X-Men, en un campo de concentración en el que Erik Lehnsherr, posteriormente conocido como Magneto, hace uso de sus poderes de manipulación con el metal en el momento en que le separan de su madre. De hecho es la misma secuencia, claro está. Si tras esta secuencia se producía una amplia elipsis en X-Men, aquí continúa desde ahí para iniciar una narración en la que conoceremos todos los puntos necesarios para entender las relaciones de todos y cada uno de los personajes después de la elipsis de la primera película dirigida por Bryan Singer.

Así mismo, si en las dos películas de Bryan Singer subyace soterrada una metáfora que nos lleva a interpretar que los mutantes y sus poderes no responden más que a una realidad social en la que la diferencia está a la orden del día, ya sea por raza, religión o condición sexual, esta misma reivindicación es retomada en esta entrega de la serie. Precisamente, si en las primeras entregas la consigna era la unión del colectivo, de las minorías, de los que son diferentes, para reivindicar su posición, aquí el discurso se centra en la aceptación personal, para poder ser aceptado por los demás y poder decir con seguridad aquello de “proud to be mutant”.

Pero que tengan la necesidad de aceptarse a sí mismos y de luchar juntos contra aquellos que no quieren aceptarles en la sociedad, no quiere decir que todos estén dispuestos a luchar de la misma manera, y este es uno de los puntos más interesantes de la película, que hereda también de las de Bryan Singer, y es que si por un lado Charles Xavier (James McAvoy) prefiere militar desde un punto de vista pacífico, Magneto (Michael Fassbender) opta por la beligerancia, marcando una tendencia que también existe en la vida real en estos mismos colectivos. Mientras unos tratan de integrarse en la sociedad asimilando sus hábitos y costumbres, defienden los otros que la mejor manera de sobrevivir es marcando y realzando, precisamente, esas diferencias. También me parece que enriquece mucho el relato que algunos personajes comiencen estando en un lado, para pasar después al otro, otra característica que estaba en X2.

Personalmente me encanta (sí esto es muy subjetivo, sí, lo sé) que Kevin Bacon interprete al malo de la película, Sebastian Shaw, más que nada porque es un actor que detesto, con lo que mis sentimientos personales refuerzan mi antipatía hacia su personaje, así como regocijo cuando le llega el final. Me pasa un poco lo mismo con Emma Frost, que ya sin vestirla de pilingui me transmite suciedad, por lo que considero que encaja a la perfección con la psicología de su personaje. Nada que decir de Jason Flemyng como Azazel o de Álex González como Riptide, más que espero que si, finalmente, se realizan más entregas tengan la posibilidad de desarrollar sus respectivos personajes. El resto del reparto me parece perfectamente escogido, así como estupendamente interpretado, del primero al último, resaltando que, no sé si tanto por la riqueza de sus personajes, como por la capacidad de los actores que les representan, Michael Fassbender como Magneto está bastante por encima de James McAvoy como Charles Xavier.

Señalar y agradecer la presencia de tres actores con intervención mínima, pero que, desde mi punto de vista aportan unos guiños cinéfilos que, desde luego, comparto. Se trata primero de la aparición del inquietante Ray Wise, que fuera padre de Laura Palmer en Twin Peaks (1990-1991), como el secretario de estado; el magnífico Michael Ironside, que fuera uno de los miembros más beligerantes de la resistencia en la serie V, como el capitán de una de las fragatas que lanza sus misiles hacia los mutantes; y del menos conocido Rade Serbedzija, que probablemente sea incluido por haber participado en Snatch (2000, Guy Ritchie), aunque para un servidor siempre será el protagonista de Before the Rain (1994, Milo Manchevski), y que interpreta al general ruso que es manipulado por el equipo de Sebastian Shaw.

Entre algunas cualidades de la aproximación visual de la película, quisiera resaltar el homenaje explícito, no sólo a Stanley Kubrick por su película Teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú? (Dr. Strangelove: or How a Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964), sino más concretamente a su diseñador de producción: Ken Adams, artífice de la magnífica sala de operaciones en la que se desarrolla la mayor parte de la película de Kubrick, reproducida aquí al detalle, así como otros guiños y alusiones a los diseños que el propio Adams realizara para la serie de James Bond, particularmente las películas protagonizadas por Sean Connery que se desarrollan, precisamente, en la misma época en la que transcurre la acción de X-Men: First Class.

En este mismo sentido me parece muy conseguida la estética de los años sesenta a través, no sólo de los propios diseños que haya podido aportar Chris Seagers, sino sobre todo, gracias a la fotografía de John Mathieson, que tiene la habilidad de conseguir una textura visual que nos remonta, sin lugar a dudas, a los años sesenta encontrando un justo equilibrio entre el pop y el kitsch. Por último reivindicar que, por mucho que se hayan criticado algunos efectos especiales, desde mi punto de vista, son detalles sin importancia que no empañan, en absoluto, el concepto global de X-Men: First Class. Proud to be fan.

Publicado originalmente en EXTRACINE

domingo, 12 de junio de 2011

Caballeros, princesas y otras bestias


Título original: Your Highness
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: David Gordon Green
Guión: Danny McBride & Ben Best
Producción: Peter McAleese & Scott Stuber
Fotografía: Tim Orr
Música: Steve Jablonsky
Montaje: Craig Alpert
Diseño de producción: Mark Tildesley
Dirección artística: Gary Freeman, Tom McCullan & Stuart Rose
Decorados: Dominic Capon
Vestuario: Hazel Webb-Crozier
Reparto: Danny McBride, James Franco, Rasmus Hardiker, Natalie Portman, Toby Jones, Justin Theroux, Zooey Deschanel, Charles Dance, Damian Lewis, Simon Farnaby, Deobia Oparei, B.J. Hogg, Matyelok Gibbs, Angela Pleasance, Anna Barry, Amber Anderson, Stuart Loveridge, John Fricker, Rupert G. Davies, Julian Rhind-Tutt, Mario Torres Jr., Noah Huntley, Ben Wright, Susie Kelly, Roma Tomelty, Brigid Erin Bates, Eilish Doran, Rene Greig, Kiran Shah, Simon Cohen, Graham Hughes, Zhaidarbek Kunguzhinov, Nurlan Altaev, David Garrick, Dorian Dixon, Darren Thompson, David Thompson, Brian Steele, Ben Willbond, Phil Holden, Chris Burke, Sinead Burke, Tobias Winter, Paige Tyler, Rhian Sugden, Amii Grove, Madison Welch, Eva Wyrwal, Charles Shaughnessy… 

ni caballeros ni princesas, sólo bestias 

Puede que en un futuro Your Highness acabe constituyendo el ‘placer culpable’ de alguien, pero desde luego que no va ser el mío. A partir de un guión de Danny McBride, protagonista también de la película, David Gordon Green nos ofrece una comedia revestida de película de aventuras fantásticas, ubicada en la Edad Media, que si en muchos momentos podríamos percibir que la influencia de aquellas fantásticas comedias de los Monty Python, como La bestia del reino (Jabberwocky, 1977, Tery Gilliam) o Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (Monty Python and the Holy Grail, 1974, Terry Jones), finalmente está mucho más cerca de filmes paródicos en la línea de Scary Movie (2000, Kennen Ivory Wayans) o Spanish Movie (2009, Javier Ruiz Caldera).

Ni siquiera me parece que David Gordon Green sea el responsable de este despropósito, pues lo cierto es que visualmente, Your Highness está mucho mejor construida que otras películas de estas mismas características, me refiero a las parodias cómicas, no a las aventuras fantásticas medievales. Mi intuición me dice que el culpable del desaguisado no es otro que su protagonista: Danny McBride, que compinchado con su amigo Ben Best —-con el que ya escribiera el guión de La senda del taekwondo (The Foot Fist Way, 2006, Jody Hill)—-, pone a su disposición un texto en el que debe pensar que sale favorecido, gracioso, atractivo y valiente, resultando finalmenteridículo, patoso, grotesco y estrafalario.

Si detrás de las películas de Monty Python podemos encontrar un exquisito sarcasmo que critica a la sociedad británica, detrás del texto de estos dos ilustres guionistas no se esconde más que una infantil liberación que les lleva a incluir todas las palabras que debieron prohibirles de pequeños, añadiendo prácticas que no deben formar parte de su vida diaria, siendo ya adultos. Puede que la primera vez resulte gracioso escuchar hablar de joder, penetrar o follar a estos personajes, por el contraste con el contexto en el que son utilizadas, más que otra cosa, pero a la quinta vez el empacho de alusiones al coito acaba por provocar un inevitable gatillazo, humorísticamente hablando.

También va siendo oficial, al menos para un servidor, que James Franco no ha sido más que un inmenso embaucador, ya que con cada película demuestra su incapacidad para sacar adelante un personaje con personalidad propia. En este sentido, lo cierto es que Danny McBride es el que sale mejor parado de la película, pues los trabajos de actores y actrices como Natalie Portman o Charles Dance, pasan desapercibidos al enfrentarse a sus personajes en un registro completamente dramático. No puedo decir nada de la interpretación de Justin Theroux, pues me pasó totalmente desapercibido tras la caracterización de su personaje.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Carta blanca


Título original: Hall Pass
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Bobby Farrelly & Peter Farrelly
Guión: Peter Jones, Kevin Barnett, Peter Farrelly & Bobby Farrelly
Producción: Mark Charpentier, Bobby Farrelly, Peter Farrelly, J.B. Rogers, Bradley Thomas & Charles B. Wessler
Fotografía: Matthew F. Leonetti
Montaje: Sam Seig
Diseño de producción: Arlan Jay Vetter
Dirección artística: Cindy Carr
Vestuario: Denise Wingate
Reparto: Owen Wilson, Jason Sudeikis, Jenna Fischer, Christina Applegate, Nicky Whelan, Richard Jenkins, Stephen Merchant, Larry Joe Campbell, Bruce Thomas, Tyler Hoechlin, Derek Waters, Alexandra Daddario, Rob Moran, Lauren Bowles, Christa Campbell, Macsen Lintz, Kristin Carey, Joy Behar, Carly Craig, Kaliko Kauahi, Landon T. Riddle, Halli-Gray Beasley, J.B. Smoove, Vanessa Angel, Andrew Wilson, Alyssa Milano, Danny Murphy, Al Wisne, Mike Meldman, Susan Sandberg, Dwight Evans, Shannpn Leade, Gus Williams, Gordon Danniels, Quynh Thi Le, Robert Flaherty, Matt Fairbaim, Doris Morgado, Maria Duarte, Thaddeus Rahming, Rich Brown, Jeff Norton, Terry Mullany, Brian Mone, Taylor Treadwell, Craig X. Scott, Kathryn Kim, Richard Melton, Eddie Barbanell, Romy Wang, Suki Frick, Soon Yup Han, Ezra Neo Dierking, Bo Burnham, Mike Cerrone, Zen Gesner, Kristyl Dawn Tift, Daniel Greene, Patricia French, Bob Weekes, Stella Barrow, Williw Barrow, Jikker barrow, Ron Brown, Meredith Oliver Oglesby, Candice Ozechowski, Lee Anne Freeman, Christina Avalos, Igor Vovkovinskly, Chloe Snyder, Kathy Griffin, Anna Byers, Wen Yann shih, Tom Choi, Juan Qian, Jesse Farrelly… 

psicología infantil inversa

No voy a decir que sea una gran conocedor y admirador del cine de los hermanos Bobby y Peter Farrelly, por que no lo soy, a pesar de títulos memorables como Algo pasa con Mary (There's Something About Mary, 1998). Fieles seguidores de esa tradición humorística estadounidense, como es el slapstick, Hall Pass atesora una discreta colección de chistes visuales, más que verbales, que, teniendo su indiscutible gracia, no consiguen dotar de coherencia narrativa lo que, al final, no acaba siendo más que una película para adolescentes entrados en edad, que no han conseguido madurar.

Rick (Owen Wilson) y Fred (Jason Sudeikis) son dos amigos que no tienen ningún interés en afrontar la crisis de los cuarenta. Como si fueran adolescentes con la testosterona disparada están todo el día haciendo bromas sexuales, por lo que sus esposas, siguiendo el consejo de una de sus amigas, ponen en marcha un plan de psicología inversa con el objetivo de darles un escarmiento. El plan consiste en darles un pase libre, una carta abierta durante una semana para hacer lo que quieran, aquellas cosas a las que renunciaron al contraer matrimonio. Y sin el riesgo de pedir explicaciones. Aunque al final el escarmiento no se lo llevan sólo ellos.

Si a simple vista pudiéramos pensar que se trata de un conflicto sexista en el que sólo los hombres son los que piensan en sexo fuera del matrimonio, lo cierto es que a medida que se desarrolla la acción comprobamos que el sexo opuesto también siente las mismas necesidades, tan sólo las expresa de diferente manera. En ese sentido, los personajes no se desarrollan a partir de estereotipos basados en los clichés masculino y femenino. Pero a pesar de que los comportamientos se darán a partes iguales entre unos y otras, lo cierto es que subyace en el discurso una doble moral que no permite ni dejarse llevar por la historia, ni confiar plenamente en una resolución demasiado previsible.

Insisto, no puedo decir que la película no tenga momentos divertidos y graciosos. Los tiene. Pero más que por la habilidad de sus guionistas para escribir situaciones ingeniosas, es por la capacidad de sus actores protagonistas para sacarlas adelante, especialmente Owen Wilson y Jason Sudeikis. Si acaso lamentar, más que agradecer, la presencia de Richard Jenkins. No porque no defienda su personaje, todo lo contrario está gracioso y perfecto, como siempre, sino porque da la impresión de que está desperdiciando su trayectoria a base de personajes secundarios en películas que no conducen su carrera hacia ninguna parte.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Cuando un hombre vuelve a casa


Título original: En mand kommer hjem
Año: 2007
País: Suecia & Dinamarca

Dirección: Thomas Vinterberg
Guión: Morten Kaufmann, Morgens Rukov & Thomas Vinterberg
Producción: Morten Kaufmann
Fotografía: Anthony Dod Mantle
Música: Johan Söderqvist
Montaje: Soren B. Ebbe & Valdís Óskarsdóttir
Diseño de producción: Morten Isbrand & Anja Wessel
Dirección artística: Manudela Riger-Kusk
Vestuario: Anne Mette Trolle
Reparto: Oliver Moller-Knauer, Ronja Mannov Olesen, Helene Reingaard Neumann, Thomas Bo larsen, Brigitte Christensen, Morten Grunwald, Karen-Lise Mnster, Ulla Henningsen, Shanti Roney, Paw Henriksen, Morten Schaffalitzky, Christopher Laesso, Nicolaj Kopernikus, Ruben Utke Acs, Ted Pappas, Lotta Tejle, Salvatore Mastruzzo, Klaus Pagh, Martin Hestbaek, André Babikian, Said Milanpouri, George Mihalache, Andrei Mihalache, Meltiade Mihalache, Ion Constantin, Tone Mygind Rostboll, Anna Sofie Holmgaard Didriksen, Soren Vinterberg… 

cómicos traumas familiares

Caprichos de la distribución, cuando hace casi un año se estrenaba la última película de Thomas Vinterberg, Submarino (2010), aterriza ahora en las carteleras españolas, su anterior filme: En mand kommer hjem. Una película en el que recupera a Thomas Bo Larsen, con quien ya trabajara en Celebración (Festen, 1998) o Querida Wendy (Dear Wendy, 2005), y que protagoniza junto al debutante Oliver Moller-Knauer. Uno de esos filmes en los que sus protagonistas viven auténticas tragedias, para deleite de los espectadores, que las encontrarán muy divertidas y entretenidas.

La primera broma de Thomas Vinterberg es el tono que adopta. Esa típica entonación grandilocuente europea, con una voice over, a la manera de El tambor de hojalata (Die Blechtrommel, 1979) la mítica película de Volker Schlöndorff, que nos explica las causas del tartamudeo del protagonista de la película, Sebastian (Oliver Moller-Knauer), como consecuencia del trauma de conocer que su padre se suicidara en las vías del tren. Al pasar los años Sebastian crece convirtiéndose en aquello que su padre no era: un hombre fiel e íntegro con las mujeres. Pero esa integridad se verá comprometida, precisamente en el momento en que descubra que aquella historia que le contaron sobre el suicidio de su padre, pudiera no ser del todo cierta.

La majestuosidad de la fotografía de Anthony Dod Mantle contrasta con la ligereza de un historia que, sin embargo, parece tener como objetivo demostrar que los traumas psicológicos tan sólo son producto de las barreras personales que cada individuo se marca con el fin, tanto de llamar la atención sobre los demás a través de la compasión, como de atormentarse con el recuerdo de un suceso que en realidad no presenció. Un trauma que también padece Maria (Ronja Mannov Olesen), aunque por causas diferentes, y que ambos conseguirán superar, eso sí, a través de acontecimientos que les suceden verdaderamente a ellos.

Quizás el ritmo de Cuando un hombre vuelve a casa, así ha sido titulada la película en España, no sea lo suficientemente adecuado para el tipo de historia que se está contando, o tal vez sea una cuestión de longitud, pero el caso es que, en algunos momentos del final, la película se hace un poco larga. Aunque no lo suficiente como para enturbiar esta tierna comedia familiar en la que los que sí tienen un tratamiento verdaderamente cómico desde el principio son el equipo de cocina del Hotel en el que trabaja Sebastian. Un grupo de excéntricos y disparatados personajes que, junto con el “tío” Anna (Ulla Henningsen), consiguen disparar el tono cómico de la película. Que no es que sea para morirse de risa, pero que se agradece como una golosina entre horas.

Publicado originalmente en ETRACINE

Cena de amigos


Título original: Le code a changé
Año: 2009
País: Francia

Dirección: Danièle Thompson
Guión: Christopher Thompson & Danièle Thompson
Producción: Christine Gozlan & Alain Terzian
Fotografía: Jean-Marc Fabre
Música: Nicola Piovani
Montaje: Sylvie Landra
Diseño de producción: Michèle Abbé-Vannier
Dirección artística: Benoît Bechet
Vestuario: Catherine Leterrier
Reparto: Karin Viard, Dany Boon, Marina Foïs, Patrick Bruel, Emmanuelle Seigner, Christopher Thompson, Marina Hands, Patrick Chesnais, Blanca Li, Laurent Stocker, Pierre Arditi, Jeanne Raimbault, Marc Riofol, Cyrille Eldin, Michèle Brousse, Michel Motu, Guillaume Durand, Zahia Said, Anne Agbadou-Masson, Paul Bonfiglio, Stéphane Lauret, Georges Roche, Sonia Dufeu, David Lasserre, Jérémy Bardeau, Julie Villers, Pedro Ramirez Rey, Juan Pedro Delgado, Javier Cobo Nebrera, José Maria Maldonado, Segui… 

la dictadura de la burguesía 

Con un reparto encabezado por Karin Viard —-a quien veíamos hace poco en la estupenda Potiche—-, Danièle Thompson presenta su última película, Le code a changé. Una cinta en la línea de reencuentro como Pequeñas mentiras sin importancia (Les petits mouchoirs, 2010), pero si la película de Guillaume Canet sabe eludir los clichés para ofrecer una película sobre el disfrute de la amistad, la directora de Jet Lag (Décalage horaire, 2002), no hace más que caer en tópicos obvios para ofrecer una cena insípida, aburrida, fría y antigua.

Una abogado especializada en divorcios con un marido depresivo al que engaña con el decorador de su casa; un oncólogo ateo casado con una ginecólogo católica que le engaña con un jockey; un abogado casado con una aspirante a escritora que acabará enrollándose con el marido de la anfitriona de la cena; una diseñadora de vestuario que se ha casado con un actor treinta años más joven que ella, exactamente la misma edad que se lleva con su padre, con el que no se habla; y una profesora de flamenco con ilusiones multiculturales (y un pelo horroroso, al menos en la segunda parte)…

Un auténtico batiburrillo de personajes, representativos de lo que parece ser la burguesía contemporánea, y que desarrollan una historia en la que los que son felices acabarán siendo infelices y los infelices encontrarán el camino de la felicidad, si es que a eso es a lo que se le llama felicidad burguesa. Igual debe ser una representación de la propia vida de la directora y su guionista, Christopher Thompson, su propio marido en la vida real, que también interpreta uno de los personajes de la película.

Los tópicos inundan también una cena con vieras, vino de Burdeos y queso Camembert, a la que tan dispares personajes han sido invitados, que entre falsas risas, conversaciones forzadas y miradas intrascendentes consigue aburrir al espectador hasta que, con suerte, se queda dormido en la butaca. Ni siquiera la estructura fragmentada a través de la que conocemos lo que ha sido de cada uno, antes de que sepamos cómo concluye la cena, sirve para hacer más amena y entretenida la proyección de Le code a changé.

Cierto es que algunas presencias como Karin Viard o Emmanuelle Seigner permiten que haya algunos momentos de interés en la película, desde el punto de vista de la interpretación, pero que no sirven para remontar el relato, y que acaban por diluirse ante la falta de antagonistas sólidos y actores sin fundamento como Dany Boon o la que fuera chica Almodóvar por un día (en Kika), Blanca Li, que no consigue más que ahondar en los tópicos más bufonescos del typical Spanish.

Publicado originalmente en EXTRACINE