sábado, 31 de julio de 2010

Harry Brown


Título original: Harry Brown
Año: 2009
Nacionalidad: Reino Unido
Dirección: Daniel Barber
Guión: Gary Young
Producción: Keith Bell, Matthew Brown, Kris Thykier & Matthew Vaughn
Fotografía: Martin Ruhe
Música: Ruth Barrett & Martin Phipps
Montaje: Joe Walker
Diseño de Producción: Kave Quinn
Dirección Artística: Chris Lowe
Decorados: Gemma Ryan
Vestuario: Jane Petrie
Reparto: Michael Caine, Emily Mortimer, Charlie Creed-Miles, David Bradley, Iain Glen, Sean Harris, Ben Drew, Jack O'Connell, Jamie Downey, Lee Oakes, Joseph Gilgun, Liam Cunningham, Marva Alexander, Forbes KB, Liz Daniels, Marvin Campbell, Lauretta Gavin, Radoslaw Kaim, Claire Hackett, Ashley McGuire, Raza Jaffrey, Martin Wilde, Sian Milne, Grace Vallorani, Sue Farr, Michelle Tate, Orla O'Rourke, Andy Pilgrim, Aldonio Danny Freitas, Mens.Sana Tamakloe, Rob Hunt, Gary Hoptrough, Gary Conney, Amanda Foster, Vharles Ramsay, Pete Ford, Andy Merchant, Erol Mechmet, Roy Taylor, Chris Pollard, Amy Steel, Robert Styles, Andy Wareham, Tony Massiah, Ian Pead, Belinda McGinley, Ashley George, Amy Edge…
en la tercera edad de Travis

Harry Brown no es una divertida película de violencia, es un drama cargado de una desgarradora y desnuda violencia en el que encontraremos una de las más intensas y emotivas interpretaciones de Michael Caine.

Harry Brown (Michael Caine), antiguo miembro de la Marina y veterano de la Guerra de Irlanda, vive en un mundo rodeado de violencia juvenil, la ve cada vez que va a visitar a su moribunda esposa al hospital, la ve en el pub en el que juega al ajedrez con su amigo Leonard (David Bradley), la ve desde la ventana de su casa, pero prefiere no enfrentarse a ella, pasar por otro sitio, no escuchar lo que dicen, no inmiscuirse en los asuntos de otros. Una noche fallece su esposa y al poco tiempo muere su amigo fruto de esa violencia, ante la ineficacia policial, Harry decide hacer algo.

Lo que más impresiona de Harry Brown es la asombrosa veracidad con la que se nos cuentas los hechos, desde ese principio en que vemos a esos niñatos exaltados por las drogas que han consumido y sus cescerebrada afición de asustar a la gente disparando un arma, causando la muerte de una joven, que encima han grabado con su teléfono móvil, hasta la impotencia de personas mayores como Harry, que tras haber llevado una vida plena y tranquila, tiene que sortear a estos mismos niñatos para no meterse en problemas. Tan real como cualquier noticia que podamos ver en un noticiario televisivo.

La juventud retratada en la película resulta muy parecida a la que protagonizara aquella película de Danny Boyle, pero mientras en Trainspotting (1996, Danny Boyle) se ofrecía una visión idealizada de las drogas y, sobre todo, su entorno, aquí se muestran como un camino sin vía de escape. La droga se apodera de tu alma convirtiéndote en un zombie sin escrúpulos y sin capacidad de reacción. Dentro de este panorama, la educación y delicadeza con la que Harry se dirige a estos delincuentes, casi resulta más aterradora, por contraste, que sus patéticas muecas de drogadictos.

La fuerza de todo el filme recae sobre la sobria y magnífica interpretación de Michael Caine que, antes de que revele su pasado, nos hace especular si estamos ante cualquiera de aquellos personajes retirados que interpretara en los años sesenta en filmes como The Italian Job (1969, Peter Collinson), The Ipcress File (1965, Sidney J. Furie) o, sobre todo, la espléndida Get Carter (1971, Mike Hodges) —la versión del cartel aquí incluida remite, ciertamente a esta última—, cínicos que resolvían con pericia cualquier situación.

Señalar también el trabajo de Emily Mortimer ---a quien pudiéramos ver en Transsiberian (2008, Brad Anderson), Paris, je t’aime (2006, fragmento Père-Lachaise, Wes Craveno Match Point (2005, Woody Allen)---, que interpreta a la policía que intuye la capacidad de Harry para realizar sus ejecuciones. Ambos personajes tienen en común sus soledad, pues ella está, igualmente sola, en un cuerpo de policía que no entiende la lógica femenina y que lo arregla todo de la misma manera que los propios delincuentes. Me llama mucho la atención el término que utilizan “tolerancia cero” para referirse al ataque que van a realizar contra las bandas callejeras, como si pudiera haber algún grado de tolerancia para la delincuencia.

La película cuenta con una impecable factura visual en la que la elegante cámara de Daniel Barber realza la soledad del personaje, recortado muchas veces por paredes, puertas y ventanas o retratado, dependiendo de la situación en un majestuoso ángulo contrapicado frente al patético picado de sus moribundas víctimas. La naturalista fotografía de Martin Ruhe contribuye a dotar de veracidad todas las situaciones, y la exquisita y discreta banda sonora compuesta por Ruth Barrett y Martin Phipps aporta un ambiente enrarecido e incómodo para el espectador, que desde un principio se identifica con Harry y su situación. Precisamente eso es lo que más miedo da de Harry Brown, que por mucho que puedas pensar que, a pesar de todo, lo que hace Harry está mal —igual que pasara con Travis en Taxi Driver (1976, Martin Scorsese)—, no le falta razón.

Publicado originalmente en EXTRACINE

El equipo A


Título original: The A-Team
Año: 2010
Nacionalidad: EE. UU.
Dirección: Joe Carnahan
Guión: Joe Carnahan, Brian Bloom & Skip Woods, basado en la serie de TV creada por Frank Lupo & Stephen J. Cannell
Producción: Stephen J. Cannell, Jules Daly, Tony Scott, Spike Seldin, Iain Smith & Alex Young
Fotografía: Mauro Fiore
Música: Alan Silvestri
Montaje: Roger Barton & Jim May
Diseño de Producción: Charles Wood
Dirección Artística: Michael Diner, Dan Hermansen & Helen Jarvis
Decorados: Elizabeth Wilcox
Vestuario: Betsy Heimann
Reparto: Liam Neeson, Bradley Cooper, Jessica Biel, Quinton 'Rampage' Jackson, Sharlto Copley, Patrick Wilson, Gerald McRaney, Henry Czerny, Yul Vazquez, Brian Bloom, Maury Sterling, Terry Chen, Omari Hardwick, David Huggins, Jacob Blair, Rad Daly, Kyle Riefsnyder, Andrew Coghlan, James O'Sullivan, C. Ernsy Harth, Stefan Arngrim, Christian Tessier, William 'Big Sleeps' Stewart, Marc-Anthony Massiah, Kwesi Ameyaw, Rob Cornway, Gardiner Millar, Anita Brown, Alex Madison, Benny Hernandez, Jimmy Ortega, Bo Anzo, Neil Schell, Leah Carnahan, Michael St. John Smith, Shaw Madson, Katie Boskovich, Sam Radjinia, Billy Wickman, Brendan Penny, Jeanne-Melanie Haasbroek, Tom Butler, John Callahan, Chrales Cooper, Dirk Benedict, Dwight Schultz, Don Knodel, Natalie James, Vince Murdocco, Fraser Aitcheson, Jason Schombing…
testosterona sin refinar
Antes estaba un tanto reacio a las adaptaciones de series de televisión a la gran pantalla, mas vista Miami Vice (2006, Michael Mann) que supera con creces a la serie que le diera origen, distanciándose y convirtiéndose en una nueva lectura actualizada del producto, me animé —está claro que cuando dirige todo un profesional como Michael Mann, la cosa cambia. También tuviera mis reparos con respecto a Los ángeles de Charlie (Charlie’s Angels, 2000, McG), en este caso porque sí era una serie que tenía mitificada, pero de nuevo la distancia sobre el original permitió que pudiera disfrutar de estos nuevos ángeles sin sentirme defraudado en la adaptación, porque no lo era, era un nuevo comienzo. De igual manera, The A-Team se plantea como un nuevo comienzo, un nuevo equipo que aunque sigue el patrón de los personajes de la serie original, adapta las circunstancias de la serie al panorama actual. Y en este caso, ese es precisamente su gran error.

El equipo A, la película, es la historia que en El equipo A, la serie se nos contaba en sus títulos de créditos, la de cómo el Col. John ‘Hannibal’ Smith (Liam Neeson) y sus hombres, eran engañados por sus superiores, para parecer culpables de un delito, a causa del cual se les expulsa del ejército con deshonor. Por consiguiente, la película cuenta las peripecias que necesitan realizar a cabo para descubrir, una vez huyen de las cárceles a los que les han enviado, quien es el verdadero causante de la traición de la que han sido víctimas, además de demostrarlo.

El problema no viene de la comparación, sino del reajuste porque, si en la serie nos caían bien unos ex militares convertidos en mercenarios de las buenas causas era porque habían participado en la guerra de Vietnam ---que quedaba lejana en el tiempo---, ofreciendo la posibilidad de establecer una empatía con unos soldados que, por definición, se les consideraba perdedores. Perdedores dos veces, primero por dejarse engañar por el gobierno para alistarse en el ejército, y segundo por ser la primera guerra perdida por los Estados Unidos de América.

Que los cuatro protagonistas de la película sean militares que han participado en la guerra de Iraq resulta, cuanto menos, un poco incómodo. Por lo menos para poder alejarse de ella y tomársela con humor. Y mucho más cuando estás al tanto de las mentiras sobre las armas de destrucción masiva, las injusticias que se han realizado, los trapos sucios, y, por lo menos en España, la especial sensibilización para con una guerra en la que entramos obligados por un gobierno que desoía las voces de sus ciudadanos y que encima causó bajas españolas civiles. Se que este no es el tema, pero puede dar una idea, por lo menos, de mis motivos para no despertar simpatía por estos individuos, los de la película. Por lo menos a primera vista.

En cualquier caso, uno se deja llevar e intenta dejarse convencer, pero el deliberado intento de emular otra serie, no televisiva sino cinematográfica, la del agente 007 en lo que respecta a la estructura que comienza con una aventura que nada tiene que ver con la trama, para entrar después en la asignación de una misión, que enredará las cosas y les llevará por diferentes países del mundo, no hacen más que alejarme del producto. Sobre todo porque la serie Bond tiene dos componentes principales, uno de ciencia-ficción que les permite especular e ir más allá en sus planteamientos verosímiles, y un segundo componente de humor que te permite alejarte de cualquier realidad y disfrutar del espectáculo. Lo malo es que El equipo A pretende que nos los tomemos en serio, cosa que cuesta un poco dadas algunas peripecias de las que no sólo salen airosos, sino en perfecto estado.

No niego que ciertas secuencias puedan resultar entretenidas, está claro que se han dejado la acción en las secuencias de acción, pero al no tener una sólida base sobre la que apoyarse, cuando digo sólida me refiero a que la serie no giraba en torno a las secuencias de acción, se desarrollaba un argumento que desembocaba (siempre) en la inevitable acción, pero mientras llegaba ese momento, los personajes se iban relacionando y evolucionando. Aquí no hay sitio para la evolución, sólo para el tópico y la frase graciosa. 

Me quedo, si acaso, con secuencias como la de los prisioneros viendo una película en 3D y su pavor cuando la pantalla es atravesada (literalmente) por un camión o la del fotomatón, pero no puedo agarrarme a nada más. Los personajes no son más que caricaturas en las que los buenos son muy listos, los malos terriblemente tontos y los militares están representados como si fueran una banda de gángsteres. Ningún comentario sobre los momentos trascendentales de Baracus (Quinton ‘Rampage’ Jackson) y su inclinación al misticismo, tomados a guasa por los personajes y, por extensión, tomándose a la misma guasa a cualquiera que vaya por el mismo camino.

Me llama la atención la presencia del actor Patrick Wilson, que pudimos ver en Watchmen (2009, Zack Snyder) o Hard Candy (2005, David Slade), un actor de grandes recursos, menospreciados en este producto, no lo digo por la película, sino por la baja calidad de su interpretación en este caso. La decadencia de Liam Neeson es evidente, sobre todo porque comenzara su carrera en otros registros, y no lo digo porque esto sea una película de acción, Bruce Willis —considerado antes para el mismo personaje— siempre me ha parecido un actor efectivo en acción o en cualquier otra cosa, y si pensamos en otro actor de los que sólo hacen “cine serio”, no puedo más que remitirme a Jeremy Irons y su participación en filmes como La jungla de cristal 3: la venganza (Die Hard: With a Vengeance, 1995, John MacTiernan) donde demuestra que vale tanto para un roto como para un descosido.

Me matan bromas como el comentario de ‘Hannibal’ acerca del disfraz de Baracus cuando va vestido con las ropas características de Tanzania y no es que le haga gracia —que lo entendería— es que le parece ridículo. Hombre, pues en Tanzania no creo que piensen lo mismo, pero a quién le importa lo que piensen en Tanzania ¿no? Tampoco es que a mi me importe, pero es que la broma tiene su miga porque Baracus es un hombre de color, o como suelen decir en su pueblo, afroamericano, luego probablemente sus familiares ancestrales vivieran en lugares como… Tanzania. Una interpretación, seguro que retorcida para muchos, podría ser que un negro va mejor vestido si viste a la moda americana, o si retorcemos un poco más: ¡qué suerte tuviste chaval, que nos llevamos a tus tatarabuelos de esclavos a Louisiana!

Del personaje femenino ni hablamos, Jessica Biel hace la perfecta función de florero y está claro que está puesta, única y exclusivamente, para el beso final.

Publicada originalmente en EXTRACINE

martes, 27 de julio de 2010

Cómo entrenar a tu dragón


Título original: How to train your dragon
Año: 2010
Nacionalidad: EE. UU.
Dirección: Dean DeBlois & Chris Sanders
Guión: William Davies, Dean DeBois & chris Sanders
Producción: Bonnie Arnold
Música: John Powell
Montaje: Maryann Brandon & Darren T. Holmes
Diseño de Producción: Kathy Altieri
Dirección Artística: Pierre-Olivier Vincent
Reparto: Jay Baruchel, Gerard Butler, Craig Ferguson, America Ferrera, Jonah Hill, Christopher Mintz-Plasse, T. J. Miller, Kristen Wiig, Robin Atkin Downes, Philip McGrade, Kieron Elliott, Ashley Jensen…

cine en contra de las armas de fuego

La misma semana que se da la noticia por la que el Tribunal Supremo de Estados Unidos sentencia que todos los ciudadanos de su país pueden portar armas, descubro, casi por casualidad, la estimulante Cómo entrenar a tu dragón, una clara apuesta de Dreamworks por transmitir unos valores que visto lo visto, podrían tacharse de antiamericanos al reivindicar la posibilidad de tender la mano al otro y el valor de no utilizar armas y, mucho menos, matar.

Hiccup es un adolescente vikingo que vive con su familia en un típico pueblo costero que tiene la peculiaridad de ser atacado por cientos de dragones. Este hecho condiciona la vida del pueblo en el que todos sus ciudadanos deben convertiré en cazadores de dragones. Pero Hiccup no es un vikingo corriente, es flaco y enclenque, y a pesar de que siempre ha deseado enfrentarse a los dragones con armas ideadas por él mismo, se ha encontrado con la fuerte oposición de su padre que quiere como hijo a un hombretón como él. Una noche, Hiccup desoye las voces de sus mayores y consigue derribar un peligroso dragón tipo furia nocturna. Pero cuando se dispone a matarlo se da cuenta de que no puede, comprobando que no es tan fiero como pareciera en un principio y llegando hasta de aprender de él.
Lo primero que sorprende gratamente de la película dirigida por Dean Deblois y Chris Sanders, codirectores también de Lilo & Stich (2002), es encontrarnos con un antihéroe como protagonista, sobre todo tratándose de una película estadounidense, no ya el ahora popular nerd ---que no lo es---, sino un perfil desfavorecido en la mayoría de filmes comerciales de Hollywood, al no tener una complexión atlética y robusta, tipo deportista, aunque sí tenga, al principio, la actitud guerrera y combativa de cualquier jovencito medio de su país. Lo segundo que sorprende es esa cualidad que en lugar de llevarle a rendirse por no tener esas características físicas, intenta paliarlas con sus cualidades intelectuales.
"Matar a primera vista"
Este es el mensaje que se le transmite a Hiccup en su entrenamiento, siendo justamente lo contrario lo que le llevará a él a cumplir su éxito. Un mensaje no ya propio de esa cultura del rifle, tan popular en tierras del Tío Sam, sino de pandillas, gángsteres y delincuentes comunes, evidenciando cuan cerca esta el primer grupo de estos últimos. La empatía que se produce cuando mira a furia nocturna a los ojos y se da cuenta de que no puede matarle, al tener el dragón al humano tanto miedo como el humano siente por el dragón, se traduce en el inicio una relación en la que la observación del comportamiento del otro es primordial para su comprensión y aceptación.
Aunque en un principio creyera que se trataba de una historia escrita originalmente para el cine, se trata de la adaptación de una de las varias novelas alrededor de Hiccup que escribiera la británica Cressida Cowell, entendiendo así el mensaje no violento de la película —no ya porque se trate de una pluma femenina, sino porque no es norteamericana— y el antihéroe representado en el personaje de Hiccup.
Un filme trepidante, entretenido y divertido que no sólo merece la pena, sino que resulta muy estimulante en una cartelera tan, aparentemente, raquítica de compromiso social, cultural y político. Son fascinantes tanto el proceso de acercamiento a furia nocturna como el aprendizaje en la escuela para aprender a matar dragones. Sorprende la relación padre e hijo, por lo contundente y agresiva que puede llegar a ser, pero resultando por eso tan efectiva en lo que respecta a la evolución de los personajes y a su conclusión.
Puede que toda la secuencia final peque de abusar de aquello que critica, pero a esas alturas, uno ya está atrapado y ensimismado por las aventuras de furia nocturna y Hiccup, por lo que satisfacer el subidón de adrenalina se convierte en la opción más eficaz y satisfactoria. Ya se cuece secuela.
Publicado originalmente en EXTRACINE

Crónica de un engaño


Título original: The Other Man
Año: 2008
Nacionalidad: EE. UU. & Reino Unido
Dirección: Richard Eyre
Guión: Richard Eyre & Charles Wood, basado en un relato de Bernhard Schlink
Producción: Frank Doelger, Michael Dreyer, Richard Eyre, Mary Beth O'Connor, David Richenthal & Tracey Scoffield
Fotografía: Haris Zambarloukos
Música: Stephen Warbeck
Montaje: Tariq Anwar
Diseño de Producción: Gemma Jackson
Dirección Artística: Steve Summersgill
Decorados: Sarah Whittle
Vestuario: Consolata Boyle & Phoebe De Gaye
Reparto: Laura Linney, Liam Neeson, Romola Garai, Antonio Banderas, Abigail Canton, Pam Ferris, Paterson Joseph, Craig Parkinson, Lola Peploe, Sophie Wu, Richard Graham, Lisa McDonald, Emma Fielding, Pal Ritter, Amanda Drew, Guido Adorni, Romolo Bruni, Stefano Chiodaroli, Joseph Long, Priyanga Burford…
el estirado, el farsante, la diseñadora de zapatos, su hija y su novio

El director británico, Richard Eyre, fracasa estrepitosamente con The Other Man demostrando que enfrentarse a un proyecto propio no simple ofrece la seguridad de conseguir un producto personal.

Lisa (Laura Linney) y Peter (Liam Neeson) son un matrimonio longevo, media vida de relación. Sin embargo, Lisa guarda un secreto que permanece con ella hasta su muerte. Atormentado por la posibilidad de que un amante representara para ella más de lo que su propia relación a significado para él, Peter decide contactar con el que fuera amante de su esposa.

Nunca hubiera esperado tamaña porción extraordinaria de ñoñería del director de filmes tan sensibles, que no sensibleros, como Iris (2001) o Diario de un escándalo (Notes on a Scandal, 2006). Richard Eyre se precipita al vacío al no disponer de un productor que le corte las alas, ni de un guionista que estructure sus ideas o disimule, al menos, las fuentes cinematográficas de las que bebe. Desconociendo lo desvirtuado que pueda estar el relato original de Bernhard Schlink —autor de la novela Der Vorleser, en la que se basara otro británico, Stephen Daldry, para El lector (The Reader, 2008)—, me atrevo a sugerir que Richard Eure se apoya más en lo que le sugirieran títulos como Tres colores: azul (Trois Couleurs: Bleu, 1993, Krzysztof Kieslowski), Deseando amar (Fa yeung nin wa -In the Mood for Love-, 2000, Wong Kar Wai) o, incluso, Oficial y caballero (An Officer and a Gentleman, 1982, Taylor Hackford).

La estructura del filme, en lugar de contribuir a dotarle de una originalidad que le diferencie de otros filmes similares, acaba por evidenciar el truco, el engaño, la trampa de un montaje que utiliza los saltos en el tiempo para despistar y no ofrecer la información que cambiaría el sentido de las cosas que están sucediendo. Me refiero (y esto es un auténtico spoyler) al hecho de que Lisa no abandona a Peter, sino que se muere, un dato que no se da al principio para que nuestra imaginación se dispare en infinitas direcciones. De hecho, para cuando nos damos cuenta de la jugada del director, ya no nos interesa el doble sentido adquieren muchos objetos y actos de los personajes, por lo menos yo, a estas alturas, ya estoy invadido por el tedio y la indignación.

Indignación producida por lo obvio de las fuentes, dado que The Other Man, no es más que la otra cara del espejo en la que se mira Tres colores: azul, intercambiando el adulterio que en aquella ejercía el marido, por el que aquí comete la esposa, al igual que la ocultación de la información, que sobrepasa a Peter una vez ella a muerto, igual que sucedía con Julie en la película de Krzysztof Kieslowski. Y no es que yo me invente las cosas, es que Juliette Binoche era la actriz que iba a interpretar, en primera instancia a Lisa, reemplazada a última hora por Laura Linney.

La cita a Oficial y caballero es tan ridícula, que no merece la pena ni explicarla, pero además, sucede en un momento de la película en el que ni siquiera llega a producir la emoción que causa el final de la mítica película de Taylor Hackford.

Otra cosa sucede con la cita a Deseando amar, a la que hace un guiño en ese beso apasionado que se dan Lisa y Ralph, bajo la lluvia, sobre una pared desconchada delante de una ventana abierta, con una bonita verja. No es que la cita me moleste, es que la lluvia estaba presente en el título de Wong Kar Wai simbolizando la pureza del beso que se daban sus protagonistas, dado que eran incapaces de decirse el uno al otro lo que sentían, al contrario que sucede aquí que, siendo un beso pasional, habría sido más indicado que estuviera envuelto en llamas, por ejemplo.

Este hecho no sirve más que para aclarar que todos los recursos estéticos son meramente superficiales, evidenciando la incoherencia de su director, que se encuentra incómodo hasta con sus propios personajes. ¿Porqué ubicar a los personajes en el mundo de la moda si es un sector por el que no sientes respeto? Quizás haya sido un intento de ser fiel a la historia de Schlink, de otra manera no entiendo la intervención del novio de Abigail (Romola Garai) cuando salen del desfile de moda. Si no te gusta la moda, convierte a tus personajes en cualquier otra cosa a la que puedas dotar de veracidad.

Porque resulta absolutamente fuera de lugar que Peter confunda a uno de los trabajadores de la firma de su mujer, claramente homosexual, con el supuesto amante de su mujer. No es que yo crea que todo varón que se dedica al sector de la moda tenga que ser gay por definición, pero es que en este caso, es más que evidente que lo es. Y si se supone que Peter lleva tantos años casado con Lisa, debe llevar los mismos años rodeado de homosexuales, sarasas, gays, maricas y maricones.

"Conoces a una persona, te enamoras y tienes la opción de elegir"

Esta declaración que Lisa le hace a Peter en la cena tras el desfile, no viene más que a demostrar las incoherencias del relato, pues se trasluce un discurso católico cristiano que parece no permitir el “aquí te pillo aquí te mato”, refiriéndome al sexo esporádico, sin compromisos… que vuelvo a lo mismo, no dudo que haya personas que se dediquen al mundo de la moda y sean cristiano apostólicos romanos, pero mucho me temo que no es la norma. Y aunque lo fuera, son personas, sin duda, acostumbradas a relacionarse con un sector mucho más abierto a la libertad sexual que otros sectores profesionales. Esta incoherencia me devuelve, de nuevo, a que Richar Eyre impone su criterio personal al de sus personajes.

La película contienen algunos momentos interesantes, como la interpretación de Romola Garai, la única realmente interesante de toda la película. Aunque Laura Linney sea una actriz competente y capaz de transmitir con la mirada lo que esconde su personaje, no es creíble como diseñadora de moda, parece encontrarse tan incómoda como el propio director. El sector masculino es torpe en todo momento.

Visualmente se agradece el momento en que Peter accede a las fotografías de la carpeta LOVE del ordenador de Lisa, permitiéndonos imaginar lo que sucediera para que Lisa tuviera un amante. Es interesante justo hasta el momento en que aparece Antonio Banderas y habla, rompiendo el encanto. Lo que sí está muy lograda es la caracterización de su personaje, Ralph, que siendo un chapuzas cualquiera, identifica clase y estilo con vestir de traje. Pobre, cuando el traje ya sólo es el uniforme de la clase política y de los horteras recalcitrantes.

Como he mencionado, el cambio de sentido de algunos elementos mostrados a lo largo del relato, que habíamos interpretado de una manera concreta al no disponer de toda la información, se vuelven contra la propia película, pues ya no nos interesan, a pesar de que todo cobre un nuevo sentido, y que, incluso, se pueda dejar alguna ventana abierta a la interpretación personal con respecto a cual de los dos satisfacía más y mejor a Lisa. Pero llega tarde, muy tarde.

Publicado originalmente en EXTRACINE