viernes, 23 de julio de 2010

The human centipede


Título original: The Human Centipede (First Sequence)
Año: 2009
Nacionalidad: Holanda

Dirección: Tom Mix
Guión: Tom Mix
Producción: Ilona Six & Tom Six
Fotografía: Goof de Koning
Música: Patrick Savage & Holeg Spies
Reparto: Dieter Laser, Ashley C. Williams, Ashlynn Yennie, Akihiro Kitamura, Andreas Leupold, Peter Blankenstein, …

escatología en forma de gore

The Human Centipede (First Sequence) es un curiosos ejemplo de cine que recupera un subgénero poco abonado últimamente como el cine gore, aunque a través de una tan curiosa como desagradable variante escatológica.

El argumento comienza con el Dr. Heiter (Dieter Laser), un cirujano que se dedicara separar siameses, secuestrando —aunque pareciera que matando— a un camionero cagón —escatología desde el primer plano—, para encontrarse después con dos incautas jovencitas americanas, Lindsay (Ashley C. Williams) y Jerry (Ashlynn Yennie), cuyo coche han dejado averiado en la carretera y que también secuestra después de drogarlas. Trasladadas a lo que parece una habitación de hospital en el sótano de la casa del doctor, presenciarán cómo elimina al camionero por no ser apto para una operación y la llegada de un nuevo compañero de habitación, otro turista (Akihiro Kitamura), en este caso japonés. Pasadas las pruebas pertinentes, el mismo Dr. Heiter explica a sus pacientes que el propósito de su secuestro no es otro que el de participar en su experimento que va a consistir en una pequeña operación a través de la que les dejará unidos desde el ano de uno a la boca del siguiente. Como te lo cuento.

En los años ochenta, el cine de terror de serie B y, en particular, su variante gore, vive una época de relativo esplendor a través, sobre todo, del acceso al público gracias al mercado del vídeo. Una época en la que proliferaran los títulos entrañables de Brian Yuzna o compañías como Troma. Tom Six, el artífice detrás del ciempiés, parece sentir nostalgia de esta manera de hacer cine barato, con una propuesta tan insólita como aberrante.

La película cuenta con una gran baza: no necesita efectos especiales para producir una sensación de asco y repulsa en el espectador. Esto se debe, principalmente, a dos factores:

1. Dieter Laser, cuyo aspecto físico por sí sólo es suficiente para producir en el espectador un retortijón, una arcada o el más inminente corte de rollo. Sin maquillaje, sin sangre, sin vísceras. Su manera de mirar, su manera de hablar, de moverse, de tocar las cosas es, en sí, de lo más desagradable que he visto en mucho tiempo. Según parece, emulando al Max Schreck que hace de Nosferatu en La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire, 2000, E. Elias Merhige), permaneció durante todo el rodaje embutido en su personaje, con lo que igual esa desagradable apariencia sea fruto de una somatización del exagerado abuso del método Stanislawski. a no ser que él sea así de desagradable. ¡Uf!

2. El ciempiés. Se muestre o no se muestre, se vea la operación o no se vea, desde el momento en que el Dr. Heiter, revela su objetivo, el poder de imaginación de cada uno se dispara hasta las más altas cotas de escatología pensando, no ya en el posible sabor de la mierda de un japonés o de tu amiga, ni siquiera en las posibles variedades gustativas, sino en la posibilidad de alimentar a una persona con la mierda de otro, es decir, en el valor nutritivo de la mierda. No me extraña que la que le toca la última en la cola sea la más desnutrida.

En realidad, puede que esta sea la prueba de fuego, pues si como espectador eres capaz de aguantar hasta el momento de la operación, debido más que nada al morbo de ver la evolución del experimento, terminarás de ver la película con expectación e incredulidad. Lo que no quita para que te parezca un tanto plana, pues aunque no dudo el interés estético y cinematográfico de Tom Six, en algunos planos y manera de narrar alguna, sólo alguna, secuencia —especialmente la secuencia en la que se escapa una de las chicas—, el conjunto general se revela excesivamente simple y falto de contenido, una segunda trama, algún trauma de infancia o comportamiento social que ilumine por el desprecio sobre la forma humana del Dr. Heiser o algo más verosimilitud en el momento en que aparece la policía serían notablemente apreciables.

Ni por asomo se intuye la influencia de David Cronenberg en ninguno de los fotogramas, no dudo que le pueda gustar a Tom Six, pero no se respira su sombra por ninguna esquina, bisturí o víscera. Ni por asomo. Aviso que se cocina secuela.


Publicado originalmente en EXTRACINE

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