Muchos somos los que nos rasgamos las vestiduras cuando surge algún cineasta que pretende hacer un remake de una obra que causó sensación en tiempos pretéritos. La mayoría de las veces estos productos se justifican con la excusa de que la ausencia de censura actual permite profundizar en algunos temas antes prohibidos o que los efectos especiales permiten llegar hasta donde antaño no se podía. Pero ¿qué pasa cuando te enfrentas ante una nueva versión de Cuentos de Tokio (Tôkyô monogatari, 1953) de Yasujirô Ozu? Que la intención de Yôji Yamada con Una familia de Tokio (Tôkyô kazoku, 2013), no parece ser tanto la de volver a contar la misma historia, como la de demostrar que sesenta años después sigue siendo exactamente igual de emotiva...
País: Francia, Dinamarca, Tailandia, Suecia y Estados Unidos
Dirección: Nicolas Winding Refn
Guión: Nicolas Winding Refn
Producción: Lene Børglum, Sidonie Dumas & Vincent Maraval
Fotografía: Larry Smith
Música: Cliff Martinez
Montaje: Matthew Newman
Diseño de producción: Beth Mickle
Dirección artística: Russell Barnes & Witoon 'Boom' Suanyai
Vestuario: Wasitchaya 'Nampeung' Mochanakul
Reparto: Ryan Gosling, Kristin Scott THomas, Vithaya Pansringarm, Gordon Brown, Yayaying Rhatha Phongam, Tom Burke, Shajak Boonthanakit, Pitchawat Petchayahon, Charlie Ruedpokanon, Kowit Wattanakul, Wannisa Peungpa, Narucha Chaimareung, Danai Thiengdham, Wittchuta Watjanarat, Nophand Boonyai, Teerawat Mulvilai, Aratchaporn Sataed, Dujdao Vadhanapakorn, Matthew Ryder, Oak Keerati, Sasapin Siriwanji, Nuntiya Thongnoo, Byron Gibson, Saicheer Wongwirot, Alisa Wongvisut, Byron Bishop…
ya le pedirán cuentas el día del juicio final
¿Es posible que la mayoría de la crítica especializada en Sitges quedara rendida ante Sólo Dios perdona (Only God forgives)? Así me lo comentaba mi jefa de comunicación y prensa cuando las redes sociales se rendían ante los pies de Nicolas Winding Refn. Si quizás me pareció excesivo darle el premio a la mejor dirección en Cannes por Drive, lo cierto es que su intento de hacer una película desde el punto de vista de David Lynch le quedó realmente bonita, aunque carente de la profundidad de películas como Corazón salvaje (1990, Wild at heart), que había sido Palma de Oro antes en Cannes. Da la impresión de que ahora, más que rendir homenaje a Apichatpong Weerasethakul, pretendiera hacer una densa obra en la más pura línea de Robert Bresson. Y lo siento mucho, pero fracasa rotundamente a los ojos de un servidor.
De entrada, la mirada de Ryan Gosling no me transmite absolutamente nada, aunque tampoco lo hacía en Drive. Si allí estaba secundado por una espléndida Carey Mulligan, aquí la que se lleva absolutamente toda la atención es la prodigiosa Kristin Scott Thomas, que sí comunica, aunque no tenga muchas cosas que decir. Only God forgives es una obra todavía mucho más artificial que Drive, que al fin y al cabo no era más que un lujoso anuncio de coches presentados como si fueran perfumes, aunque la disfruté bastante debido a su intensidad emocional. Si ésta se beneficiaba del entorno hollywoodiense para justificar su artificialidad, el exceso de fatal dramatismo en unas situaciones demasiado exageradas e incoherentes y las irrupciones gratuitas y desorbitadas de violencia, no quedan justificadas aquí, ni aunque estemos en Thailandia...
Guión: Brillante Mendoza, Patrick Bancarel, Boots Agbayani & Arlyn dela Cruz
Producción: Didier Costet & Brillante Mendoza
Fotografía: Odyssey Flores
Música: Teresa Barrozo
Montaje: Yves Deschamps & Kats Serraon
Diseño de producción: Simon Legré & Benjamin Padero
Dirección artística: Carlo Tabije
Vestuario: Deans Habal
Reparto: Isabelle Huppert, Katherine Mulville, Marc Zanetta, Rustica Carpio, Timothy Mabalot, Maria Isabel López, Raymond Bagatsing, Coco Martin, Mercedes Cabral, Mon Confiado, Perry Dizon, Kristoffer King, Chanel Latorre, Ronnie Lazaro, Sid Lucero, Madeleine Nicolas, Pieter Overbeeke, Bernard Palanca, Bianca Zialcita, Allan Paule, Angel Aquino, Apollo Abraham, Archie Adamos, Bea Garcia, B.J. Go, Bombi Plata, Che Ramos, Jelyn Nataly Chong, Elizabeth Ty Chua, Jess Evardone, Jon Achaval, Lauren Novero, Maria Goldilyn Uy, Marinela Lumeran, Neil Ryan Sese, Nico Antonio, Oliver Gaton, Pipo Alfad, Tado, Raymond Nullan, Raul Morit, Richard Manabat, Vince Rillon…
el lado frágil de isabelle huppert
En su periplo asiático, Isabelle Huppert también se ha detenido en la cinematografía filipina participando en Cautiva (Captive, 2012). Se trata de una película terroríficamente orgánica y visceral en la que a través del secuestro colectivo de un grupo de personas de diferente condición y nacionalidad, Brillante Mendoza trata de denunciar la pasividad, o la incomprensible ausencia de compromiso, de los gobiernos frente a cuestiones de terrorismo, al menos antes del 11-S. No se trata tanto de un alegato político, sino de un relato duro y directo, exento de ornamentos y florituras, en el que, lejos del panfleto ideológico, son los propios personajes los que dejan traslucir las contradicciones de su comportamiento.
Da la impresión de que el cine francés se le queda pequeño a Isabelle Huppert. Y dado que tampoco es de esas actrices empeñadas en ser siempre la protagonista, en los últimos años se ha prodigado en todo tipo de producciones internacionales. Si la más reciente ha sido La venganza del hombre muerto (Dead man down, 2013, Niels Arden Oplev), anteriormente se ha dejado ver en una coproducción franco-africana como Una mujer en África (White Material, 2009, Claire Denis) en otra franco-italiana como Bella addormentata (2012, Marco Bellocchio), o la franco-lusa Linhas de wellington (2012, Valeria Sarmiento). Ahora se nos presenta como principal reclamo de una película como Da-reun na-ra-e-seo, más conocida por su título internacional de In another country.
Se trata de una película surcoreana dirigida por Hong Sang-soo en lo que más que recordarnos el cine de sus compatriotas más internacionales, nos remite al universo más informal y espontáneo de Eric Rohmer. Una madre y su hija acuden a un pequeño pueblo costero con la intención de escapar de una situación incómoda. Mientras la madre trata de solucionar el problema, la hija, estudiante de cine, decide dar rienda suelta a su creatividad, imaginando tres posibilidades diferentes en torno a un mismo tema, partiendo siempre de los mismos elementos. Una habitación de hotel, un faro, mujer francesa y un socorrista coreano en medio de tres posibilidades de situaciones amorosas casuales sobre las que sobrevuela la infidelidad de una u otra manera.
Título original: Jin líng shí san chai (The Flowers of War)
Año: 2011
País: China & Hong Kong
Dirección: Zhang Yimou
Guión: Liu Heng, basado en una novela de Yan Geling
Producción: Zhang Weiping
Fotografía: Zhao Xiaoding
Música: Chen Qigang
Montaje: Meng Peicong
Diseño de producción: Yohei Taneda
Decorados: Yoshihito Akatsuka
Vestuario: William Chang & Graciela Mazón
Reparto: Christian Bale, Ni Ni, Zhang Xinyi, Huang Tianyuan, Han Xiting, Zhang Doudou, Tong Dawei, Atsurô Watabe, Kefan Cao, Yuan Yangchunzi, Sun Jia, Li Yuemin, Xue Bai, Takashi Yamanaka, Shigeo Kobayashi, Paul Schneider, Li Chun, Zhou Mengqiao, Qian Liuyin, Deng Li, Zhou Yu, Su Xiaomei, Ye Qingyuan, Dai Yaojun, Shen Junran, Li chuchu, Wang Jingwen, Li Ruiqi, Jin Zixin, Gu Yixuan, Xu Jiali, Zhang Zhaoyi, Tan Yimin, Zhao Yicong, Que Liwen, Wu Yuhan, Huang Haibo, Zhu Liangqi, Dou Shawn, Yuan Nie, Wang Jingchun, Lai Xi, Guo Xiaoming, Wang Yuzheng, Wang Cong, Fei Li, Wang Chaobei, Yojei Matsukado…
flores marchitas con héroe a la fuerza
A pesar de que en algunas ocasiones no haya estado a la altura de lo que se esperaba de él (todavía recuerdo la ida de olla de Una mujer, Una pistola y una tienda de fideos chinos), Zhang Yimou siempre ha sido un cineasta con cosas interesantes que decir. Acaparador de premios en todo tipo de festivales internacionales, parece que el trofeo que se le escapa sea el Oscar, por el que ha competido en tres ocasiones por filmes como Ju Dou, La linterna roja y Hero, no obteniéndolo en ninguna de estas tres ocasiones. Quizás él pensaba que tendría posibilidades por su adaptación de la novela de Yan Geling, en la que ha sido considerada como la producción más cara de la historia del cine chino, pero el hecho de que ni siquiera consiguiera ser nominado y la ausencia de cualquier otro reconocimiento nos puede dar pistas para que nos hagamos a la idea de que no estamos ante una de sus películas más afortunadas, por mucho que su contenido sea de un calado emocional indiscutible.
Guión: Drew Pearce & Shane Black, basado en la novela gráfica de Stan Lee, Don Heck, Larry Lieber & Jack Kirby
Producción: Kevin Feige
Fotografía: Joh Toll
Música: Brian Tyler
Montaje: Peter S. Elliot & Jeffrey Ford
Diseño de producción: Bill Brzeski
Dirección artística: Second Chan, John Eaves, Alan Hook, Desma Murphy, Jay Pelissier & Brian Stultz
Decorados: Danielle Berman
Vestuario: Louise Frogley
Reparto: Robert Downey Jr, Gwyneth Paltrow, Rebecca Hall, Guy Pearce, Ben Kingsley, Paul Bettany, Don Cheadle, Jon Favreau, William sadler, James Badge Dale, Stephanie Szostak, Stan Lee, Bingbing Fan, Yvonne Zima, Dale Dickey, Ty Simpkins, Ashley Hamilton, Mel Ferrer, Xueqi Wang, Spencer Garrett, Bridger Zadina, Indra Patel, Jenna Ortega, Stephen L. Cohen, Chris Gethard, Meghan Aruffo, Noa Lindberg, Denise Vasquez, Mark Kubr, Jen McPherson, Marcus Natividad, Jim Gunter, Crisann Peters, Joseph Velez, Roy McCrerey, Rustam Branaman, Lorraine Caporaso, Mark Guy Thompson, Matt Nye, Carolyn Foland, Laura Avery, Michel Lovern…
menos acción, pero muchísima más emoción
Antes de comenzar con la crítica de Iron Man 3, no puedo más que agradecer a Jon Favreau que declinara dirigir la tercera entrega de Iron Man, así como a Robert Downey Jr que recomendara a Shane Black, con quien había trabajado en Kiss Kiss, Bang Bang. Al ser un servidor uno de esos raros especímenes que odiaron la primera y no encontraron tan estimulante la segunda, más por la propaganda política que había detrás de la actitud del personaje, que porque no fueran películas entretenidas, que realmente lo eran, acudí a la sala de proyección sin mayores expectativas en esta ocasión. Queda claro que la incorporación de Shane Black ha servido para imprimir a la película una mirada diferente, que no sólo se ha limitado a humanizar a su protagonista, sino a integrar el relato en un contexto político mucho más cercano a la realidad contemporánea, reflexionando verdaderamente sobre los orígenes del llamado 'eje del mal'.
Iron Man 3 se presenta como el final de una trilogía, no sé si tanto porque sus artífices lo hayan decidido así, como porque la película encierre ese sentimiento -al menos Gwyneth Paltrow no piensa volver para otra. Los fans talibanes, considerarán que la película ha disminuido en cuanto al contenido de acción, pero aumenta proporcionalmente su profundidad dramática. Si tiene menos secuencias de acción, aparte de que todas ellas siguen siendo igual de espectaculares, resultan ahora mucho más emocionantes. Igual que el desplome del World Trade Center servía para revelar que la considerada nación más poderosa del mundo podía ser abatida de formas que no había ni imaginado, Tony Stark también es vulnerable, lo que permite que el espectador sienta el mismo vértigo que el personaje. Además, es él mismo quien hace ese ejercicio de reflexión que todavía no han conseguido realizar los estadounidenses, algo más de una década después del 11-S, que le lleva a conclusiones mucho más inteligentes que a las que llegaba en sus títulos previos. Si al principio se centra más en los personajes, progresivamente irá cediendo espacio a la acción, para terminar siendo ese relato trepidante que todos estaban esperando.
Título original: Cloud Atlas Año: 2012 País: Alemania, Estados Unidos, Hong Kong & Singapur Dirección: Andy Wachowski, Tom Tykwer & Lana Wachowski Guión: Lana Wachowski, Tom Tykwer & Andy Wachowski, basado en una novela de David Mitchell Producción: Stefan Arndt, Grant Hill, Tom Tykwer, Andy Wachowski & Lana Wachowski Fotografía: Frank Griebe & John Toll Música: Reinhold Heil, Johnny Klimek & Tom Tykwer Montaje: Alexander Berner Diseño de producción: Hugh Bateup & Uli Hanisch Dirección artística: Daniel Chour, Sabine Engelberg, Nicki McCallum, Thorsten Sabel, David Scheunemann & Steve Summersgill Decorados: Rebecca alleway & Peter Walpole Vestuario: Kym Barrett & Pierre-Yves Gayraud Reparto: Tom Hanks, Jalle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgees, Doona Bae, Ben Wishaw, Keith David, James D'Arcy, Xun Zhou, David Gyasi, Susan Sarandon, Hugh Grant, Robert Fyfe, Martin Wuttke, Robin Morrissey, Brody Nicholas Lee, Ian van Temperley, Amanda Walker, Ralph Riach, Andrew Havill, Tanja de Wendt, Raevan Lee Hanan, Götz Otto, Niall Greig Fulton, Louis Dempsey, Martin Docherty, Alistair Petrie, Zhu Zhu, Sylvestra Le Touzel, Jojo Schöning, Laura Vietzen, Thomas Kügel, Marie Rönnebeck, Ruby Kastner, Emma Werz, Mya-Lecia Naylor, Korbyn Hawk Hanan, Katy Karrenbauer, Dulcie Smart, Anna Holmes, Shaun Lawton, Maritz Berg, Gigi Lee, Genevien Lee, Cody Benjamin Lee, Heike Hanold-Lynch, Victor Esteban Sole, Kristoffer Fuss, Marco Albrecht, Gary McCormack, David Mitchell, Heiko Lehmann…
el déjà vu como seña de identidad para un panfleto pseudo religioso
Resultan realmente interesantes los caminos por los que se acaban produciendo ciertas asociaciones y no puedo dejar de manifestarlas en esta crítica de Cloud Atlas. Después de convertirse en el cineasta moderno del momento con una película tan peculiar como Lola rent, Tom Tykwer fracasaba en su intento de adaptar la famosa novela de Patrick Süskind con Perfume: The Story of a Murderer, perfecto ejemplo de que no debes seguir al pie de la letra todo el libro para que funcione tu película. No sé si fue la primera o la segunda lo que llevó a las hermanas Wachoski, Andy y Lana, adalides del cine cibernético, más que posmoderno, gracias a su trilogía iniciada con The Matrix. Si ya su primera película, Bound, no era más que un remix, más o menos mono, de las premisas del cine de David Lynch, pareciera que pretenden hacer del déjà vu su principal seña de identidad. Y no lo digo sólo porque sea un concepto al que aludían en The Matrix, sino porque vuelven a mencionarlo en Cloud Atlas.
Y es que bien puedes tomarte El atlas de las nubes como una revisión de las películas favoritas de este trío de cineastas (quizás pareja porque en realidad Andy y Lana forman una única entidad), si quieres verlo desde el lado positivo. La sensación de déjà vu que deja su adaptación de la novela de David Mitchell, alude a filmes como Intolerance, The Tree of Life, Logan's Run, 2046, Metropolis, Babel, Blade Runner, Battle Royale, The Return of the Jedi, One Flew Over the Cuckoo's Nest, Brazil o Soylent Green, mencionada ésta última de manera explícita en el relato. Quizás alguien pueda eximir de toda culpa a los cineastas atribuyéndoselo al escritor, pues lo más probable es que muchas de estas referencias vengan heredadas del texto original. Pero queda patente que ellos las han importado sin echarles demasiada cuenta.
Quizás podría salvar el caso de Soylent Green, puedo admitirlo como cita u homenaje, pero lo demás es un puro plagio. Una copia de formas y maneras de comprobado éxito entre el público, cuya estética y estilo sólo pretenden imprimir a su historia aquello que ellos no consiguen hacer por cuenta propia. También podría decir que, en cualquier caso, la película resulta medianamente entretenida. Pero ¿casi tres horas de continuo plagio de otras películas? No, ustedes perdonen, que vayan a vendérselo a alguna forma de vida extraterrestre.
Igual que esa pseudo filosofía de pacotilla mezclada con teorías new age que pretendiendo ser una película profundamente estética con aspiraciones reflexivas, acaba siendo más bien un producto profunda y desagradablemente religioso. Y no precisamente a la manera de Akira o 2001: A Space Odyssey, sino en la más burda onda hollywoodiense.Lo digo así porque Cloud Atlas se vende como una película independiente. Y no digo que no lo sea tanto por ser demasiado cara para serlo, sino porque adolece de todos los clichés del cine industrial fabricado en Hollywood. A lo mejor la culpa la tiene Natalie Portman, que durante el rodaje de V for Vendetta le entregara un ejemplar de la novela de Mitchell a uno de los hermanos Wachowski (de aquella eran ambos de sexo masculino). Las hormonas debían estar pasándole algún tipo de factura, porque recuerdo que la protagonista de Black Swan no hiciera declaraciones muy afortunadas de la película que estaba rodando, confundiendo terrorismo con revolución, y extremadamente alejada del concepto de indignación que vivimos actualmente. Lo mismo por eso reculó, con la excusa de un embarazo, y no ha podido (o querido) estar finalmente en este mapa (más que atlas) de los gustos cinematográficos de Tykwer y las Wachowski.
A pesar de su duración y la sensación de déjà vu, también es cierto que El atlas de las nubes no está tan mal como para haberla incluido entre las diez películas más malas del año. Cosas mucho peores hemos visto y mucho más aburridas. Pero le pesa demasiado la presencia de Tom Hanks y el número de personajes que interpreta, que si bien es creíble en algunos resulta de lo más patético en algún otro. Jim Broadbent y Halle Berry no acaban por aportar la fuerza que algunos de sus respectivos personajes requieren y Susan Sarandon resulta estimulante, pero no le dejan hacer gran cosa. de Esta manera es la actriz coreana Doona Bae, la que se erige como lo mejor de la película. Pero al final acaba pasando factura que los mismos actores y actrices se repitan en casi todas las épocas, con edades diferentes o incluso algún cambio de sexo (¿necesidad implícita de la directora de la película?). No lo digo ya tanto por la calidad de sus interpretaciones, sino por las prótesis y el excesivo maquillaje que no sólo se intuye, sin que salta a la vista y merma la calidad visual.
El uso de la concatenación puede resultar tan original como lo fuera en Brazil, pero hay un momento que llega a agotarse e invertir su efecto. Y no me refiero tanto al uso que se hace en el texto, en la manera en la que se relacionan las historias entre sí, como en su equivalente audiovisual, que llega a ser terriblemente predecible y cansino. Quizás si hubiesen rodado Cloud Atlas completamente muda, exactamente como lo hiciera en su momento David Warth Griffith (porque no le quedaba otra) y siguiendo la estela de otras películas mudas que ahora se llevan tanto, habría tenido algún valor este descomunal esfuerzo. Pero si la proyección de Intolerance no me aburre en absoluto, aunque Cloud Atlas resulta medianamente entretenida, te deja una sensación de pérdida de tiempo, que en ningún momento te dejaba en la película de 1916.
Guión: Tony Kushner, basado en un libro de Doris Keams Goodwin
Producción: Kathleen Kennedy Steven Spielberg
Fotografía: Janusz Kamiski
Música: John Williams
Montaje: Michael Kahn
Diseño de producción: Rick Carter
Dirección artística: Curt Beech, David Crank & Leslie McDonald
Decorados: Jim Erickson & Peter T. Frank
Vestuario: Joanna Johnston
Reparto: Daniel Day-Lewis, Sally Field, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Hal Holbrook, Tommy Lee Jones, John Hawkes, Jackie Earle Haley, Bruce McGill, Tim Blake Nelson, Joseph Cross, Jared Harris, Lee Pace, Peter McRobbie, Gulliver McGrath, Gloria Reuben, Jeremy Strong, Michael Stuhlbarg, Boris McGiver, David Costabile, Stephen Spinella, Walton Goggins, David Warshofsky, Colman Domingo, David Oyelowo, Lukas Haas, Dane DeHaan, Carlos Thompson, Bill Camp, Elizabeth Marvel, Byron Jennigns, Julie White, Charmaine White, Ralph D. Edlow, Grainger Hines, Richard Topol, Walt Smith, Dakin Matthews, James 'Ike' Eichling, Wayne Duvall, Bill Raymond, Michael Stanton Kennedy, Ford Flannagan, Robert Ayers, Robert Pters, John Moon, Kevin Lawrence O'Donnell, Jamie Horton, Joe Dellinger, Richard Warner, Elijah Chester, Dave Hager, Sean Haggerty, Mike Shiflett, Gregory Itzin, Stephen Dunn, Stephen Henderson, Chase Edmunds, John Hutton, Robert Ruffin, Drew Sease, John Lescault, Scott Wichmann, Adam Driver, Jean Kennedy Smith, Shirley Augustine, Sarah Wylie, Margaret Ann McGowan, hilary Montgomery, Asa-Like Twocrow, Lancer Dean Shull, Robert Wilharm, Kevin Kline, Sgt. John Jones Paul Gowans, Joseph Bellemer, Mary Dunleavy, Christopher Evan Welch, Alan Sader, Gannon McHale, Ken Lambert, Thomas K. Belgrey, Ted Johnson, Don Henderson Baker, Raynor Scheine, Armistead Wellford, Michael Ruff, Rich Wills, Stephen Bozzo, Christopher Alan Stewart, Teddy Eck, Todd Fletcher, Charles Kinney, Joseph Carlson, Michael Goodwin, Edward McDonald, Jim Batchelder, Gregory Hosaflook, Joe Kerkes, William Kaffenberger, Larry Van Hoose, C. Brandon Marshall, David Russell Graham, Benjamin Shirley, Henry Kidd, Joseph Frances Filipowski, Thomas Aldridge, Sidney Blackmer Jr., Billy Caldwell, Glen T. Crone, Martin Dew, Theodore Ewald, Joe Inscoe, Raymond H. Johnson, Gary Keener, Randoplh Meekins, Frank Moran, Charley Moran, Chad Pettit, barry Privett, Leslie Rogers, Marcello Rollando, Leith J. Walsh, Robert Wray, S. Epatha Merkerson, Christopher Boyer, Stephen Doersch, Christopher Cartmill, Robert Chepherd…
todos a clase con el profesor spielberg
Seguro que la mayoría estamos de acuerdo en que la Historia es una asignatura fascinante. Casi tanto como pueda serlo la Filosofía o la Literatura. Y mucho más cuando el tema del día es un personaje tan carismático como el que fuera el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, que tan de moda está últimamente en el cine. Pero muchas veces no es tanto el tema o la asignatura como el profesor que la imparte. ¿Quien no ha terminado aborreciendo una asignatura que en principio le llamaba la atención, sólo por la ineficacia con la que su profesor la impartía? Eso es precisamente lo que Steven Spielberg deja claro con Lincoln, que si como director de cine de evasión y aventuras puede resultar estupendo (al menos en el pasado para un servidor), como profesor resulta un auténtico coñazo.
Steven Spielberg vuelve a confiar en Tony Kushner, que fuera guionista de Munich (2005), para la adaptación parcial de un libro de Doris Kearns Goodwin, más que sobre el presidente que consiguió la abolición de la esclavitud, sobre todos los sucesos que llevaron a la aprobación de la ley. Una película ciertamente deslumbrante en lo que se refiere a su aspecto visual. Spielberg consigue encontrar la época ideal para esos fuertes claro-oscuros de la fotografía de Janusz Kamiski, su cinematógrafo habitual desde La lista de Schindler (Schindler's List, 1993), que realza la magnífica ambientación de la película en lo que se refiere tanto a su diseño de producción como al trabajo de decoración y vestuario.
Lo cierto es que en ningún momento da la sensación de que estamos en una película de época, sino casi en un documento gráfico de la época. Daniel Day-Lewis está realmente espléndido en su papel de presidente, así como también David Strathairn, John Hawkes o James Spader en sus respectivos personajes. Pero quienes realmente consiguen emocionar más allá de su texto son los magníficos e insuperables Sally Field y Tommy Lee Jones. La voz, la expresión, el movimiento, hasta el último detalle de su interpretación resulta francamente insuperable y magistral. El único que desentona por completo es Joseph Gordon-Levitt, empeñado en seguir haciendo de Robin, pero en el siglo XIX.
El problema de Lincoln no es otro que el propio Steven Spielberg, que se empeña en dejar constancia de que no estamos ante un simple relato. No estamos ante una película cualquiera. Estamos delante de un acontecimiento histórico de importancia primordial. Los planos están medidos por su magnitud, no por su expresión; la banda sonora de John Williams no está para resaltar emociones, sino para marcar el paso; casi me atrevo a decir que los protagonistas de la historia ni siquiera son los personajes, sino la propia enmienda que tienen que aprobar. Todo esto confiere a la película de un tono denso, pesado y completa y absolutamente decimonónico.
Me pregunto si Lincoln no es tanto una carta de respeto al actual presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, en la que le expone todo lo que hizo falta hacer para que él llegara a su posición, como un reproche en una línea más agresiva, señalando que de haber perdido la guerra lo mismo seria esclavo en lugar de presidente. Sin duda un precedente como Amistad (1997) me obliga a decantarme por la primera opción, pero el ejercicio me parece excesivo, aburrido y totalmente carente de interés.
Entre las muchas ventajas que tienen los festivales de cine, está la posibilidad de descubrir algún que otro cineasta, que por pertenecer a cinematografías no excesivamente exportables, tienen la posibilidad de alcanzar mayor proyección internacional. Es el caso del director tailandés Pen-Ek Ratanaruang que ya se llevara premio en el festival de Berlín con Ruang talok 69 (6ixtynin9 - Seis nueve) o que también fuera premiado en Venecia con Ruang rak ni nid mahasan (Last life in the Universe - Vidas truncadas), presenta ahora en Sitges su película Headshot, que se alzara antes con cinco premios de la Academia de Cine de Thailandia.
Diseñada en forma de retruécano que confiere a la película de una curiosa forma en espiral, a base de saltos temporales hacia atrás y hacia delante, Headshot parte desde la secuencia que le da título a la película, cuando Tul (Nopachai Chaiyanam), que trabaja como sicario, ejecuta a un político en la puerta de su casa, recibiendo un disparo en la cabeza de uno de sus guardaespaldas. Tras permanecer en coma durante tres meses, despierta con una peculiar secuela visual que le obliga a plantearse los actos que le han llevado de ser un policía incorruptible a convertirse en asesino a sueldo, y que le llevarán después a convertirse en algo muy diferente tratando de abandonar esa forma de vida.
Si el planteamiento inicial de Headshot no parece ser muy original y, en cierta medida, la evolución inicial del relato puede resultar relativamente predecible, lo cierto es que Pen-Ek Ratanaruang, autor también del guión, no hace otra cosa que servirse de los clichés del género para despistar finalmente al espectador Para ello se sirve de una cámara naturalista pero muy precisa en la que evita el tono sensacionalista que hubiera resultado de hacer un uso estético de la violencia. Al contrario, las secuencias de acción son sucias, turbias y algo confusas dotando al relato deuda inusitada credibilidad y aportando ese tono existencialista que desprende su protagonista.
Aunque tenga la capacidad de pasar de un tono dramático al cómico, en ningún momento permite que se vea a sus personajes como si fueran estereotipos. Al profundizar en el desarrollo psicológico de sus personajes, también consigue que el espectador desarrolle con su protagonista la misma empatía que despierta entre otros personajes. Una labor a la que contribuyen muy favorablemente las magníficas aportaciones de Chanokporn Sayoungkul y Sirin Horwang, en los dos únicos personajes femeninos de la película, siendo particularmente definitiva la fabulosa interpretación de Nopachai Chaiyanam, que también fuera premiado en los premios de la Academia tailandesa de cinematografía.
Con o sin premio en Sitges 2012, Headshot tiene la capacidad de dejar su huella en el espectador. Casi como si de una película impresionista se tratara y mucho más heredera del cine polar francés que del negro estadounidense. Headshot consigue que te involucres con sus personajes independientemente de las razones por las que culminan sus actos, guiándote por sus entresijos emocionales hasta que consigue que tú mismo sientas, percibas y lamentes ese tiro en la cabeza.