sábado, 31 de diciembre de 2011

Drive


Título original: Drive
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Nicholas Winding Refn
Guión: Hossein Amini, basado en una novela de James Sallis
Producción: Michel Litvak, John Palermo, Marc Platt, Gigi Protzker & Adam Siegel
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Música: Cliff Martinez
Montaje: Matthew Newman
Diseño de producción: Beth Mickle
Dirección artística: Christopher Tandon
Decorados: Lisa K. Sessions
Vestuario: Erin Benach
Reparto: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Albert Brooks, Oscar Isaac, Christina Hendricks, Ron Perlman, Kaden Leos, Jeff Wolfe, James Biberi, Russ Tamblyn, Joe Bucaro III, Tiara Parker, Tim Trella, Jim Hart, Tina Huang, Andy San Dimas, John Pyper-Ferguson, Craig Baxley Jr. Kenny Richards, Joe Pingue, Dieter 'Dietman' Busch, Chris Muto, Rachel Belle, Cesar Garcia, Steve Knoll, Mara LaFontaine, Teonee Thrash, Ralph Lawler… 

cine de género à la auteur y gracias david lynch por existir

No es de extrañar que el jurado del festival de Cannes señalara por encima de todas las cualidades que podamos encontrar en Drive, la de su director, Nicolas Winding Refn, que nos ofrece una obra extremadamente cuidada visualmente con una espléndida banda sonora de Cliff Martinez, que sintoniza a la perfección con la fotografía Newton Thomas Sigel. Quizás sean excesivas las alabanzas de algunos que garantizaban que se trataba de “la película de acción que estabas deseando ver”, impulsados quizás porque tenga más de una secuencia vertiginosa, pero nada más lejos del propósito de su director, que se centra en todo momento en sus románticos personajes.

Resulta un tanto curioso que inicialmente ninguno de los principales artífices de la película fuera la primera opción pues si Nicolas Winding Refn remplazaba a Neil Marshall -responsable de títulos bastante flojos como The Descent (2005) o Centurion (2010)-, el personaje de Carey Mulligan iba a ser interpretado por una actriz hispana y el de Ryan Gosling iba a tener las facciones de Hugh Jackman. Está claro que hemos salido ganado en el intercambio de directores pues el cineasta danés impregna con su estilo visual todas y cada una de las imágenes de Drive, en consonancia con unos personajes fuertes, pero heridos, dotándoles de una melancolía que entronca la película dentro de la categoría romántico fatalista de otras obras escritas por Hossein Amini, como Jude (1996, Michael Winterbottom) o Las alas de la paloma (The Wings of a Dove, 1997, Iain Softley).

Si la inclusión de Carey Mulligan enriquece el relato al hacer que su matrimonio pase de ser hispano a ser interracial, además de la indiscutible calidad de la actriz que aporta una profundidad acorde con el tono de la película, no estoy igualmente seguro con lo que respecta a Ryan Gosling. La misma cara de palo que tiene en el primer plano de la película es el que tendrá durante toda la película, haciendo que su personaje nos caiga bien más por sus actos, que por su propia interpretación. Que el peso de la película caiga en su personaje perjudica, en cierta manera, el acabado global de la película, que quizás se vea parcialmente perjudicado por un ritmo peligrosamente pausado, a pesar de las carreras. Menos mal que las presencias de Bryan Cranston, Ron Perlman y Albert Brooks equilibran la balanza en favor de la película, porque no diría que es una cuestión de guión ni de personajes, sino de carisma e interpretación.

Si a lo largo de la película encontraremos magníficos ejemplos de unas secuencias de acción estilizadas y asombrosamente orquestadas, así como espeluznantes momentos que entroncan con el más terrorífico cine negro, quizás los mejores momentos de las películas sean los románticos, como ese emocionante beso en el ascensor. La suma de todos estos elementos hace que Drive casi sea una especie de homenaje al cine de género, pero desde una óptica europea o de autor, enriqueciendo el relato de una manera prodigiosa. Es inevitable aludir al homenaje que el cineasta danés hace sobre uno de los más destacados cineastas estadounidenses, fuera por completo de la industria de Hollywood: David Lynch. Desde la primera opción para la banda sonora, que fuera Angelo Badalamenti, hasta la chaqueta que luce durante toda la película el protagonista, prima directa de la que luciera Nicolas Cage en Wild at Heart, película con la que además guarda muchos muchos muchos lugares comunes, además de con Lost highway. Y es que qué hay que ver lo bien que le ha venido al cine posmoderno la influencia de la magnífica obra de David Lynch.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Rare Exports


Título original: Rare Exports
Año: 2010
País: Finlandia, Noruega, Suecia & Francia

Dirección: Jalmari Helander
Guión: Petri Jokiranta & Sami Parkkinten, basado en una idea original de Jalmari Helander & Juusa Helander
Producción: Agnès B, Anna Björk, Petri Jokiranta & Knut Skoglund 
Fotografía: Mika Orasmaa
Música: Juri Seppä & Miska Seppä
Montaje: Kimmo Taavila
Diseño de producción: Jalmari Helander
Vestuario: Saija Siekkiren
Reparto: Onni Tommila,Jorna Tommila, Tommi Korpela, Rauno Juvonen, Per Christian Ellefsen, Ilmari Järvenpää, Peeter Jakobi, Jonathan Hutchings, Risto Salmi, Jens Sivertsen, Sigmund Boe, Olav Pedersen, Nils M. Iselvmo, Steinar Skogstad, Nils Nymo, Hjalmar Iselvmo, Steinar Tunes, Torgeir Fosberg, Hans Prestbakmo, Alf Roald Pedersen, Nikolaj Alsterdal, Knut Osa Greger, Kjell Tore Nordi, Stein-Erik Olsen, Atle Kirkegard, Hans Lindgard, Einar Fagertun, Bjom Pedersen, Tommy Svendsen… 

cuando santa claus era el hombre del saco

Si para un servidor ya sea tradición ver El día de la bestia (1995, Alex de la Iglesia) en Nochebuena, mucho más divertida que ¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life, 1946, Frank Capra), puedo proclamar que ya tengo nueva película para ver el día de Navidad. Se trata de Rare Exports, la película que se alzara con el principal premio en el Festival de Sitges que se celebraba en 2010, además de acaparar seis premios de la Academia de cine finlandesa.

Se trata del primer largometraje de Jalmari Helander, con la que prolonga una idea ya explotada en una serie de curiosos cortometrajes. Haciendo alarde de ese peculiar sentido del humor finlandés, exportado anteriormente por Aki Kaurismaki, y como si de un Cuento de Navidad à la finesa se tratara, Rare Exports, más que especular, le da la vuelta a los orígenes de un icono tan vinculado al espíritu navideño, como es Santa Claus, que pudiera no ser tan bonachón como se nos ha vendido hasta ahora, según su punto de vista.

No puedo decir que Rare Exports sea una película espléndida, el guión es algo parco y el desarrollo de los personajes es un tanto limitado, pero lo cierto es que la simpatía de estos últimos y la sencillez con la que está narrada la historia son capaces de cautivar al espectador. Si las claves del relato transcurren de la mano del cine de terror -memorables son los momentos de ese siniestro personaje cada vez que se le acerca un galleta de jengibre o que huele la presencia de un niño-, sólo en el epílogo de la película termina por aflorar el sentido del humor y la gloriosa broma implícita en una película que se ríe de la vinculación del mito vestido de rojo que tanto placer encuentra estando rodeado de niños -¿qué cura no querría vestirse de Santa Claus?- dentro de la vorágine consumista que acompaña a la Navidad cristiana.

Si bien Rare Exports cuenta con elementos extraordinarios, como el diseño de producción, un cuidado vestuario y un laborioso maquillaje, acompañados de una fotografía naturalista, como es habitual en las producciones nórdicas, quizás los efectos especiales no estén a la altura del resto de la producción. En cualquier caso, no llegan a empañar una película cuyo mayor punto de interés radica en su planteamiento argumental. La efectividad del niño protagonista, Onni Tommila, facilita que el espectador preste más atención a sus acciones que a la manera en la que estas son mostradas al espectador en una secuencia como la del helicóptero que, en su afán de espectacularidad, acaba por evidenciar las limitaciones de recursos en materia digital.

A pesar de todo, al tratarse de una narración de estructura inductiva, siempre estaremos atentos a la resolución de la historia para descubrir por qué son tan raras estas exportaciones desde los confines de Laponia.

Publicado originalmente en EXTRACINE

El cascanueces


Título original: The Nutcracker in 3D
Año: 2010
País: Reino Unido & Hungría

Dirección: Andrei Konchalovsky
Guión: Andrey Konchalovsky & Chris Solimine
Producción: Andrey Konchalovsky & Paul Lowin 
Fotografía: Mike Southon
Música: Eduard Artemiev
Montaje: Mathieu Bélanger & Andrew Glen
Diseño de producción: Kevin Phipps
Dirección artística: Claudo Campana, Stephen Dobric, Adam O'Neill, Attila Raczkevy, Tom Still & János Szabolcs
Decorados: Judy Farr
Vestuario: Louise Stjernsward
Reparto: Elle Fanning, Nathan Lane, John Turturro, Frances de la Tour, Richard E. Grant, Yuliya VVysotskaya, Shirley Henderson, Aaron Michael Drozin, Charlie Rowe, Peter Elliott, Daniel Peacock, Alan Cox, Hugh Sachs, Africa Nile, Jonny Coyne, Stuart Hopps, Ferenc Elek, Attila Kalmár, György Honti… 

fantasía nostalgica y cine muy muy muy infantil

Tras haber desarrollado su más reciente carrera cinematográfica en el seno del cine ruso que le proporcionara sus primeros éxitos internacionales con películas como Pervyy uchitel (El primer maestro, 1966), Dyadya Vanya (Tío Vania, 1971) o, sobre todo, Sibiriada (Siberiada, 1979), Adrei Konchalovsky retorna al cine estadounidense en el que tan bien le fuera en las décadas de los ochenta con películas como Maria’s Lovers (1984), Runaway Train (1985), Duet for One (1986), Shy People (1987) o la entrañable Homer and Eddie (1989). En esta ocasión, centra su mirada en una historia dirigida, sin ningún tipo de complejo, al público infantil con The Nutcracker in 3D -qué estúpidos encuentro los nombres de películas que incluyen la alusión al efecto tridimensional en su titulo-, con la que pretende recuperar la fantasía de los cuentos más clásicos y tradicionales, poniendo a su servicio las últimas tecnologías en efectos especiales y 3D.

Muchas son las referencias que podemos encontrar en The Nutcracker in 3D. Por un lado recurre sin prejuicios a recursos típicos de historias tan populares como Peter Pan, El mago de Oz o Alicia en el país de las maravillas al utilizar el recurso onírico para enlazar fantasía con realidad, aunque la influencia más determinante provenga de la interpretación ética y moralista que la factoría Disney hiciera tanto de estos cuentos y otros como Pinocchio, así como de aquellos filmes en los que mezclaba imagen real con animación, como Mary Poppins. Pero también podemos encontrar rastros de títulos contemporáneos, más cercanos a la estética gótica, como las fantasías retrofuturistas que crearan Jean Pierre Jeunet y Marc Caró en Delicatessen y Le cité des enfants perdus. Todo ello mezclado con la inevitable pirotecnia de producciones más recientes que nos pueden remitir a la saga de Harry Potter.

Aunque no puedo decir que a The Nutcracker in 3D le falte encanto y entusiasmo por parte de sus creadores, lo cierto es que el conjunto adolece de un argumento algo más sólido y consistente. Si bien no dudo que pueda hacer las delicias de los más pequeños, el resto de los espectadores van a encontrarse con una obra que va perdiendo fuelle a medida que avanza la acción. Ni siquiera el encanto de Elle Fanning, que rodara la película el mismo año que afrontara el rodaje de Somewhere (2010, Sofia Coppola), no es suficiente para captar toda la atención del espectador. Debo resaltar que la joven actriz tiene la capacidad de retraerse de todo el magnetismo que desprendía sus personaje de la otra propuesta, mucho más carismático que el que aquí interpreta, que parece una niña bastante más infantil, acorde con el público al que va dirigida la película.

The Nutcracker se nutre, además, de un interesante reparto que integra a Nathan Lane, John Turturro, Richard E. Grant o Frances de la Tour -que también estaba en algunas entrega de Harry Potter-, que aunque se desenvuelven a la perfección en esta tesitura infantil, no llegan a paliar las carencias del guión que el propio Konchalovsky desarrolla con Paul Lowin, colaborador de filmes previos como su adaptación televisiva de The Odyssey, así como de alguno de sus recientes filmes en Rusia.

La contradicción surge en el momento en que se constata que el discurso incluye también al público adulto, dado que si desde un principio se asume que el público más joven captará sin ningún problema el código mágico y fantástico que se propone, pareciera que a través de los personajes adultos se demandara un esfuerzo similar a los niños. Y ahí es donde considero que falla estrepitosamente la película. Aunque indudablemente pueda perderse la espectacularidad del 3D, quizás sea más aconsejable esperar a la edición doméstica de The Nutcracker, siempre que no quieras echarte una siesta en el cine.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Perros de paja


Título original: Straw Dogs
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Rod Lurie
Guión: Rod Lurie, basado en el guió de David Zelag Goodman y Sam Peckinpah, basado a su vez en la novela de Gordon Williams
Producción: Marc Frydman & Rod Lurie 
Fotografía: Alik Sakharov
Música: Larry Groupé
Montaje: Sarah Boyd
Diseño de producción: Tony Fanning
Dirección artística: John P. Goldsmith
Decorados: Kristin Bicksler
Vestuario: Lynn Falconer
Reparto: James marsden, Kate Bosworth, Alexander Skarsgard, James Woods, Dominic Purcell, Rhys Coiro, Billy Lush, Laz Alonso, Willa Holland, Walton Goggins, Anson Mount, Drew Powell, Kristen Shaw, Megan Adelle, Randall Newsome, Tim J. Smith, Richard Folmer, Wanetah Walmsley, Clyde Heun, Rod Lurie, Kelly Holleman, Grayson Capps, Tommy MacLuckie, Josh Kerin, John Milham, Kristin Kelly… 

perros desfasados

Como muchas veces sucede, Straw Dogs, la película dirigida por Rod Lurie tan sólo viene a reforzar la extraordinaria calidad de la película homónima dirigida por Sam Peckinpah. Salta a la vista que Lurie ha decidido realizar lo que se dice un remake, sin fisuras ni pelos en la lengua, de la magnífica película de 1971 cuyo guión escribiera el propio Peckinpah en colaboración con David Zelag Goodman, que estaba basado en una novela de Gordon Williams. Realmente da la impresión de que ni se ha leído la novela ni se ha molestado en actualizar el contenido del guión original. Quizás su propósito era que el espectador jugase a encontrar las diferencias entre una y otra, siendo así hay van mis diferencias, que son cuatro: el prólogo, la localización, el oficio del protagonista y la explicación del nombre de la película.

Lo del prólogo es realmente innecesario y casi me atrevería a decir que ralla el mal gusto porque relacionar con esos planos detalle testosterona, armas y alcohol para mostrar que estos individuos son unos indeseables es casi un pleonasmo sin sentido. Ni siquiera consigue que lleguemos a verlos como unos cazadores piadosos porque maten al ciervo antes de despojarle de su cornamenta, único propósito para matarlo, aparentemente.

El cambio de localización no es nada relevante y resta verosimilitud al discurso del relato, pues si puede resultar perfectamente coherente que un estadounidense no tenga conocimiento de todas las peculiaridades de la cultura inglesa, como sucedía con el personaje que interpretaba Dustin Hoffman, resulta bastante patético que un californiano no conozca las peculiaridades de los oriundos de Nueva Orleans. Dice, desde luego, bastante poco de su capacidad como guionista y de su conocimiento por el comportamiento humano, como proclama el personaje a propósito de Stalingrado.

El cambio de matemático a guionista con lo que respecta al oficio del protagonista no sólo no es innecesario sino que además es injustificado pues si David Summer era un individuo absolutamente racional, que no se dejaba llevar por sus impulsos en la película de 1971, desconozco completamente las implicaciones psicológicas acerca de que el protagonista de la versión de 2011 sea guionista. De hecho, los garabatos que se le ven esbozar en la película son algo ridículos.

Por último queda la explicación, la inclusión dentro del relato del título de la película que, desde mi punto de vista, viene a mostrar el poco respecto que Rod Lurie muestra hacia su público, al que le entrega todo masticado. Quizás se debe a que el público al que se dirige debe ser única y exclusivamente el adolescente, lo que explicaría que todos los personajes estén interpretados por jóvenes mucho más guapos y fornidos que la película precedente, que estaba dirigida a un público adulto, tanto física como psicológicamente.

Quizás algunos estén pensando que me limito a hacer comparaciones entre una y otra versión, pero ha sido el propio Rod Lurie el que me ha obligado a hacerlo así porque su ejercicio no tienen nada que ver con propuestas similares realizadas primero con poca fortuna por Gus Van Sant, a propósito de Psycho, y después con Michael Haneke, a propósito de Funny Games. En lo que respecta las dos películas de este último, que distaban diez años entre sí, tanto el cambio de localización como la repetición sistemática del texto servía para demostrar que su discurso era universal y atemporal. Sin embargo, la repetición exacta del texto y acciones de Straw Dogs no hacen más que corroborar la nula capacidad del guionista -también Rod Lurie- para adaptar acciones y personajes a la realidad contemporánea. ¿Acaso se detuvo la emancipación de la mujer y el desarrollo cultural de los jóvenes blancos de Nueva Orleans?

Lo que no voy a hacer es comparar las interpretaciones de Dustin Hoffman y Susan George con las de James Marsden y Kate Bosworth, es obvio quienes salen perdiendo. Quien tampoco sale bien parado, ya sin comparación, es James Woods, odiosamente sobreactuado en un personaje que interpretara espléndidamente Peter Vaughan. Tampoco voy a entrar en comparaciones de estilo y estéticas pues claramente Sam Peckinpah sabía hacerte pasar un momento incómodo haciéndote reflexionar y cuestionar lo que está pasando en la pantalla, sin hacer un retrato superficial de sus personajes, sino todo lo contrario. Y si no me crees, ya está yendo al video-club más cercano, no te arrepentirás.

Publicado originalmente en EXTRACINE

lunes, 26 de diciembre de 2011

El topo

Título original: Tinker Tailor Soldier Spy
Año: 2011
País: Reino Unido, Francia & Alemania

Dirección: Tomas Alfredson
Guión: Bridget O'Connor & Peter Straughan, basado en la novela de John Le Carré
Producción: Tim Bevan, Eric Fellner & Robyn Slovo 
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Música: Alberto Iglesias
Montaje: Dino Jonsäter
Diseño de producción: Maria Djurkovic
Dirección artística: Tom brown & Zsuzsa Kismarty-Lechner
Vestuario: Jacqueline Durran
Reparto: Mark Strong, John Hurt, Zoltán Mucsi, Péter Kálloy Molnár, Ilona Kassai, Imre Csuja, Gary Oldman, Toby Jones, David Dencik, Ciarán Hinds, Colin Firth, Kathy Burke, Benedict Cumberbatch, Stephen Graham, Arthur Nightingale, Simon McBurney, Tom Hardy, Amanda Fairbank-Hynes, Peter O'Connor, Roger Lloyd-Pack, Matyelok Gibbs, Phillip Hill-Pearson, Jamie Thomas King, Stuart Graham, Konstantin Khabenskiy, Sarah Jane Wright, Katrina Vasilieva, Linda Marlowe, William F. Haddock, Erksine Wylie, Philip Martin Brown, Tomasz Kowalski, Svetlana Khodchenkova, Alexandra Salafranca, Denis Khoroshko, Oleg Dzhabrailov, Gillian Stevenson, Nick Hopper, Laura Carmichael, Rupert Procter, John Le Carré, Michael Sarne, Chritian McKay, Jean-Claude Jay, Tom Stuart… 

la confirmación de un extraordinario cineasta europeo

Si el cineasta sueco Tomas Alfredson nos deslumbrara en 2008 con una película como Lat den rätte komma in (Let the Right once In), que le sirviera como flamante presentación en el mercado internacional, tres años después demuestra con la brillante Tinker Tailor Soldier Spy que su resplandor no era efímero y que llegaba para instalarse como uno de los más interesantes cineastas europeos. A través de un complejo puzzle repleto de saltos temporales, consigue confeccionar un relato aparentemente complicado, pero que se desarrolla con una sencillez visual que facilita enormemente su comprensión.

Contribuyen a la eficacia del relato no ya la espléndida labor del equipo artístico que consigue una asombrosa reconstrucción de los años de la guerra fría sin ningún toque kitsch, sino la fabulosa aproximación lumínica de su director de fotografía, Hoyte van Hoytema, que si ya fuera su colaborador en Lat den rätte komma in (Let the Right One In), también este ha saltado al panorama internacional pues fuera el director de fotografía de The Fighter, lo que demuestra su capacidad para adaptarse a la historia que está fotografiando. Si para la película de vampiros utilizara una luz directa de muy alta temperatura que proporcionaba una frialdad que te helaba la sangre, en la película de boxeadores hacía uso de una luz absolutamente naturalista que nos acercaba a la intimidad de tan contradictorios personajes, utilizando para su película de espías una luz difusa con una muy baja temperatura de color que proporciona una textura lumínica que nos llevaría a pensar que incluso estamos viendo una película realizada en los años setenta, si no fuera porque los miembros de su fabuloso reparto nos sitúan en nuestro tiempo.
Consciente de que la guerra fría no debe ser un tema muy popular entre los espectadores actuales, y teniendo en cuenta la riqueza de lecturas e interpretaciones que se desprendía de su anterior filme, también podemos abordar un análisis de Tinker Tailor Soldier Spy desde varios puntos de vista. Tomando como punto de partida la primera y última -en realidad la segunda y la penúltima- secuencia de la película -que no desvelaré- considero que, si bien la trama de espionaje y la investigación llevada a acabo por George Smily (Gary Oldman), es absolutamente emocionante, el interés de Tomas Alfredson no radica exactamente en la resolución del conflicto, sino en la manera en la que afecta a sus personajes. De esta manera nos encontramos con un relato extremadamente racional, por cuyos poros tratan de escaparse los sentimientos de unos personajes que, debido a sus peligrosas actividades, están sometidos a ejercer un exhaustivo control sobre sus debilidades emocionales.
No creo que John Le Carré pueda tener mucha queja de las adaptaciones que se han realizado hasta la fecha de su obra: El jardinero fiel (The Constant Gardener, 2005, Fernando Meirelles), La casa Rusia (The Russia House, 1990, Fred Schepisi), La chica del tambor (The Little Drummer Girl, 1984, George Roy Hill), El espía que surgió del frío (The Spy Who Came in from the Cold, 1965, Martin Ritt), incluso la propia Tinker Tailor Soldier Spy había sido adaptada anteriormente, aunque para la televisión y con un espléndido Alec Guiness. Y ese es quizás, desde mi punto de vista, la única pega de la película, pues si cuando Alec Guiness era capaz de transmitir una extraordinaria inteligencia con su frío y racional comportamiento, ese ejercicio de contención realizado por Gary Oldman tan sólo le lleva a representar a un individuo vulgar y ordinario con una vida aburrida, rutinaria y anodina que ni siente ni padece y que dista bastante de ser un consumado estratega, quizás por eso me parece aterrador el último plano de la película.
Menos mal que soy capaz de abstraerme de este sentimiento hacia Oldman para poder disfrutar de la extraordinaria labor del resto del reparto, desde el maravilloso e inigualable John Hurt, capaz de transmitir a la perfección aquello que Gary Oldman no alcanza a entender (desde un punto de vista actoral), hasta Tom Hardy en una interpretación mucho más intensa que la que ofrecía en Inception, pasando por los siempre efectivos Toby Jones, Ciarán Hinds y Colin Firth.
Sorprenden gratamente la incorporación de actores que suelen pasar desapercibidos y que realizan espléndidas interpretaciones de personajes secundarios, pero vitales, como la que de Peter Guillam hace Benedict Cumberbatch -que participaba en Amazing Grace (2006, Michael Apted), Expiación. Más allá de la pasión (Atonement, 2007, Joe Wright), Las hermanas Bolena (The Other Boleyn Girl, 2008, Justin Chadwick) o The Wistleblower (2010, Larysa Kondracki) y al que veremos próximamente en War Horse y las dos entregas de The Hobbit-, la de Toby Esterhase que realiza David Denick -que participaba en Los hombres que no amaban a las mujeres (Män som hatear kvinnor, 2009), la adaptación sueca dirigida por Niels Arden Oplev de las novelas de Stig Larsson, así como en la serie televisiva y que volverá a participar en la versión estadounidense, The Girl with the Dragon Tattoo, que dirige David Fincher-, o la que de Jim Prideaux hace Mark Strong -que ha participado en muchas de las películas de Guy Ritchie, así como en producciones recientes como Robin Hood (2010, Ridley Scott), Kick-Ass (2010, Matthew Vaughn), Camino a la libertad (The Way Back, 2010, Peter Weir) o Green Lantern (2011, Martin Campbell).
Pero casi todavía resulta más reconfortante la eficacia de algunos miembros del reparto con papeles mucho más pequeños pero igualmente solventes como Konstantin Khabenskiy -que muchos recordarán de la biología de Timur Bekmanbetov, Guardianes de la noche (Nochnoy dozor, 2004) y Guardianes del día (Dnevnoy dozor, 2006)-; la británica Kathy Burke, cuyo personaje abre las primeras pistas sobre la homosexualidad de algunos personajes y se revela como un curioso alter ego europeo de Kathy Bates; o la espléndida Svetlana Khodchenkova, que consigue conmover al espectador con su breve intervención, que curiosamente se inicia con una secuencia que rinde un claro homenaje a una de las obras maestras de Alfred Hitchcock: La ventana indiscreta (Rear Window, 1954).
En oposición a filmes estadounidenses de idéntico corte, señalar también la coherencia de Tomas Alfredson al contar con un reparto completamente europeo, con nacionalidades y acentos tan variadas como las de los personajes de Tinker Tailor Soldier Spy, en lo que es, sin duda, la confirmación de un extraordinario cineasta europeo.


Publicado originalmente en EXTRACINE


Missión: Imposible - Protocolo fantasma


Título original: Mission: Impossible - Ghost Protoccol
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Brad Bird
Guión: Josh Appelbaum & André Nemec, basado en los personajes creados por Burce Geller para la serie de televisión Mission: Impossible
Producción: J.J. Abrams, Bryan Burk & Tom Cruise 
Fotografía: Robert Elswit
Música: Michael Giacchino
Montaje: Paul Hirsch
Diseño de producción:James D. Bissell
Dirección artística: Michael Diner, Helen Jarvis, Christa Munro, Michael Turner, Martin Vackar & Grant Van Der Slagt
Decorados: Rosemary Brandenburg, Andronico del Rosario & Elizabeth Wilcox
Vestuario: Michael Kaplan
Reparto: Tom Cruise, Paula Patton, Jeremy Renner, Simon Pegg, Léa Seydoux, Ving Rhames, Josh Holloway, Tom Wilkinson, Michael Nyqvist, Anil Kapoor, Darren Shahlavi, Samuli Edelmann, Vladimir Mashkov, Miraj Shvedoff, Brian Caspe… 

el vértigo de una montaña rusa

Muchos esperábamos con ganas Mission: Impossible - Ghost Protocol, la cuarta entrega de la saga cinematográfica que comenzaba en 1996 con la película que dirigía Brian De Palma, Mission: Impossible, que a su vez, suponía la primera vez que Tom Cruise se involucraba en tareas de producción, haciendo suya, de alguna manera, la película. Si probablemente muchos tan sólo esperaban disfrutar con las aventuras de Ethan Hunt y su equipo de agentes del FMI, otros albergábamos grandes expectativas ante la que es la primera película de imagen real de Brad Bird, director de filmes de animación tan estimulantes como The Iron Giant, The Incredibles o Ratatouille. Pero si, desde mi punto de vista, Brian De Palma consiguiera imponer su criterio artístico sobre el del actor y productor, aportando un estilo y estética que dotaban a las acrobacias de los personajes de un atractivo valor añadido a una película de acción, Brad Bird parece haber sucumbido a la presión de su poderoso productor y actor realizando un producto divertido, trepidante y extraordinariamente entretenido, pero en el que cuesta encontrar sus propias señas de identidad.

De entrada, los que vean la película en su versión original les resultará muy fácil determinar los personajes malos, malísimos de la muerte, pues están todos interpretados con acento extranjero, desde el francés de Léa Sedoux -a quien veíamos en Midnight in Paris-, o el sueco de Michael Nyqvist -que descubrimos, junto a Noomi Rapace, en las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Stieg Larsson, conocidas genéricamente como Millenium. También resulta algo antipática y pasada de moda esa enemistad entre rusos y estadounidenses, más propia de la Guerra Fría y la época en la que se desarrollaba la serie original de televisión. Aunque cierto es que en la resolución de esta línea argumental sí podemos encontrar puntos comunes a otras películas de Bird en las que trata de demostrar los prejuicios de la sociedad estadounidense hacia cualquier extranjero, sea cual sea su acento.

Asimismo, la familia tiene una gran importancia para el desarrollo de los personajes de Mission: Imposible - Ghost Protocol, ya sea la sentimental, o la que se forma a partir de los vínculos de amistad que, en este caso, se establecen con los miembros del equipo de trabajo. Este también es un elemento común a los otros filmes de Brad Bird, que aquí contribuye a humanizar a unos personajes que ni comen ni duermen, pues la trama se desarrolla en apenas ¿tres días?, aunque sí sienten. Cierto es que no nos preocupa pues la película se enmarca en una ficción casi fantástica, luego la verosimilitud queda relegada al olvido por un acuerdo tácito con el espectador.

Visualmente, tan sólo el momento en el que entran en el Kremlin, nos hace recordar el pasado cinematográfico de Brad Bird, vinculado al cine de animación, pues la deliciosa secuencia del pasillo bien pudiera haber pertenecido a cualquiera de sus títulos previos. Una secuencia tan brillante como divertida que demuestra que aunque las demás escenas de acción estén resultas con un gran sentido del espectáculo, casi habría sido más estimulante darle rienda suelta a la imaginación de Brad Bird, que a las ganas de Tom Cruise de demostrar que se encuentra en perfecto estado físico.

No quiero decir con esto que Mission: Impossible - Ghost Protocol sea una película sin interés. Al contrario, es una auténtica montaña rusa vertiginosa, repleta de acción y suspense. Un filme realmente entretenido que te mantiene clavado en el asiento desde la primera secuencia hasta la última. Lo malo es que, tal y como sucede cuando te subes en una atracción de este tipo, mientras dura es muy emocionante, pero una vez te bajas y te recuperas del subidón de adrenalina, la primera inquietud que surge es lo que vas a hacer a continuación ¿cena, copa o cama?

Para colmo y frustración de Tom Cruise, más que las secuencias de acción, lo que más y mejor perdura tras la proyección es el sentido del humor que aporta el personaje de Simon Pegg, que relaja extraordinariamente las situaciones de tensión, sin estar por ello fuera de tono, sin duda pericia del propio actor que consigue ser gracioso sin necesidad de hacer el payaso, o siéndolo en justa medida. También destaca por encima de Cruise (el actor) la emoción aportada por Paula Patton, que demuestra las mismas capacidades para la interpretación que su propio personaje para desenvolverse tanto en situaciones de acción, como en las de índole más sexista (me encantaría ver en una futura secuela al personaje de Jeremy Renner seduciendo a su objetivo masculino, tal y como su personaje sugiere).

Y si se ha especulado mucho con que esta cuarta entrega vendría a ser como una despedida de Tom Cruise de la saga en la que sería reemplazado por el personaje interpretado por Jeremy Renner, nada sobre esto se sugiere en el desarrollo de la trama, más bien todo lo contrario, pareciendo, que los dos continuarán mano a mano. De ser así, un servidor está realmente dispuesto a ver cualquiera de las secuelas por venir pues Renner aporta realmente un personaje estimulante y mucho más rico en matices que el que interpreta Cruise, revelándose este último como el auténtico fantasma de su propia película.

En definitiva y para que no haya lugar a equívocos, que aunque en Mission: Impossible - Ghost Protocol tengamos que soportar de nuevo a Tom Cruise, merece la pena verla tanto por las interpretaciones de cualquiera de sus compañeros de reparto, como por la incontrolable dosis de adrenalina que se libera durante su proyección.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Another Earth


Título original: Another Earth
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Mike Cahill
Guión: Brit Marling & Mike Cahill
Producción: Mike Cahill, Hunter Gray, Brit Marling & Nicholas Shumaker 
Fotografía: Mike Cahill
Música: Fall On Your Sword
Montaje: Mike Cahill
Diseño de producción: Darsi Monaco
Dirección artística: Brian Rzepka
Vestuario: Aileen Alvarez-Diana
Reparto: William Mapother, Brit Marling, Matthew-Lee erlbach, Dj Flava, AjJ Diana, Bruce Diana, Bruce Colbert, Paul Mezey, Ana Valle, Jeffrey Goldenberg, Joseph A. Bove, Joran Baker, Flint Beverage, Robin Taylor, Rupert Reid, Natalie Carter, Richard Berebdzen, Shannon Maliff, Stephanie Le Blanc, Jasmine Andrade, Kara Tweedie, Kumar Pallana, Ana Kayne, Yuval Segal, Diane Ciesla, Robert Phillips, Hollyce Phillips, Luis Vega, Rich Habersham, Jennifer Jaramillo Valkana, Ari Gold, Steve Giammaria, Rebecca Price… 

buscando fuera de uno lo que tiene dentro

Another Earth es una fascinante película independiente que, dentro del panorama cinematográfico estadounidense, se erige en toda una pieza de autor al ser su protagonista, Brit Marling, responsable del guión, en colaboracióncon el director de la cinta, Mike Cahill, quien es además su director de fotografía y responsable del montaje, además contribuir ambos a la producción de la película.

En clave fantástica, con la aparición de un planeta gemelo a la Tierra, así como existencialista, al estar ambos protagonistas angustiados por unos acontecimientos que para uno son fruto del azar y para el otro de la falta de responsabilidad, Another Earth explora las posibilidades tanto de una segunda oportunidad como de la existencia de un doble que pueda redimir los errores personales.

Uno de los grandes descubrimientos de la película es la fascinante presencia de Brit Marling, actriz todavía desconocida para el gran público, pero que gracias a Another Earth -que se alzaba con el premio especial del jurado en el Festival de Sundance, además del premio a la mejor actriz en el de Sitges-, le podemos pronosticar un seguro ascenso que ya se está materializando al integrar el reparto de filmes en preparación, como Arbitrage -al lado de Richard Gere y Susan Sarandon- o The Company You Keep -película con un espectacular reparto a dirigir por Robert Redford.

Marling consigue una interpretación tremendamente emocional en la que transmite a la perfección la angustia de su personaje, que tiene la necesidad de reconciliarse consigo misma a través del perdón por el mal causado en el otro. Junto a ella también es obligatorio destacar la labor de William Mapother, conocido por muchos por su participación en Lost, que consigue igualmente un personaje sensible y emocional, pero que se encierra en sí mismo ante la imposibilidad de encontrar consuelo por una pérdida de la que no es responsable.

Construido con mucha elegancia y con una total ausencia de sensiblería, el guión de Another Earth permite que sus personajes evolucionen de una manera coherente y sin prestar demasiada atención a una trama fantástica que resuelve con sorprendente sencillez, logrando hacer verosímil una premisa de los más fantástica, sin duda al servicio de las inquietudes existencialistas de los protagonistas. Personajes y acciones se muestran con belleza más que con esteticismo gracias a una fotografía naturalista que no busca la estética, sino el sentimiento. El trabajo realizado por la banda de Brooklyn Fall On Your Sword, que firma la banda sonora, contribuye perfectamente a cerrar este universo emocional de los dos protagonistas de Another Earth.

A pesar de la angustia de los personajes, el mensaje de la película es absolutamente optimista, reforzando continuamente ideas como el perdón y la reconciliación, más que con el otro, con uno mismo, que la mayor parte de las veces viene a ser la prisión a la que nos condena la depresión.

Publicado originalmente en EXTRACINE