domingo, 17 de noviembre de 2013

Sólo Dios perdona


Título original: Only God forgives
Año: 2013
País: Francia, Dinamarca, Tailandia, Suecia y Estados Unidos

Dirección: Nicolas Winding Refn
Guión: Nicolas Winding Refn
Producción: Lene Børglum, Sidonie Dumas & Vincent Maraval  
Fotografía: Larry Smith
Música: Cliff Martinez
Montaje: Matthew Newman 
Diseño de producción: Beth Mickle 
Dirección artística: Russell Barnes & Witoon 'Boom' Suanyai
Vestuario: Wasitchaya 'Nampeung' Mochanakul
Reparto: Ryan Gosling, Kristin Scott THomas, Vithaya Pansringarm, Gordon Brown, Yayaying Rhatha Phongam, Tom Burke, Shajak Boonthanakit, Pitchawat Petchayahon, Charlie Ruedpokanon, Kowit Wattanakul, Wannisa Peungpa, Narucha Chaimareung, Danai Thiengdham, Wittchuta Watjanarat, Nophand Boonyai, Teerawat Mulvilai, Aratchaporn Sataed, Dujdao Vadhanapakorn, Matthew Ryder, Oak Keerati, Sasapin Siriwanji, Nuntiya Thongnoo, Byron Gibson, Saicheer Wongwirot, Alisa Wongvisut, Byron Bishop… 

ya le pedirán cuentas el día del juicio final

¿Es posible que la mayoría de la crítica especializada en Sitges quedara rendida ante Sólo Dios perdona (Only God forgives)? Así me lo comentaba mi jefa de comunicación y prensa cuando las redes sociales se rendían ante los pies de Nicolas Winding Refn. Si quizás me pareció excesivo darle el premio a la mejor dirección en Cannes por Drive, lo cierto es que su intento de hacer una película desde el punto de vista de David Lynch le quedó realmente bonita, aunque carente de la profundidad de películas como Corazón salvaje (1990, Wild at heart), que había sido Palma de Oro antes en Cannes. Da la impresión de que ahora, más que rendir homenaje a Apichatpong Weerasethakul, pretendiera hacer una densa obra en la más pura línea de Robert Bresson. Y lo siento mucho, pero fracasa rotundamente a los ojos de un servidor.

De entrada, la mirada de Ryan Gosling no me transmite absolutamente nada, aunque tampoco lo hacía en Drive. Si allí estaba secundado por una espléndida Carey Mulligan, aquí la que se lleva absolutamente toda la atención es la prodigiosa Kristin Scott Thomas, que sí comunica, aunque no tenga muchas cosas que decir. Only God forgives es una obra todavía mucho más artificial que Drive, que al fin y al cabo no era más que un lujoso anuncio de coches presentados como si fueran perfumes, aunque la disfruté bastante debido a su intensidad emocional. Si ésta se beneficiaba del entorno hollywoodiense para justificar su artificialidad, el exceso de fatal dramatismo en unas situaciones demasiado exageradas e incoherentes y las irrupciones gratuitas y desorbitadas de violencia, no quedan justificadas aquí, ni aunque estemos en Thailandia...

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sábado, 16 de noviembre de 2013

Stockhom


Título original: Stockholm
Año: 2013
País: España

Dirección: Rodrigo Sorogoyen, Borja Soler & Eduardo Villanueva
Guión: Isabel Peña & Rodrigo Sorogoyen
Producción: Alberto del Campo, Borja Soler, Rodrigo Sorogoyen & Eduardo Villanueva  
Fotografía: Alejandro de Pablo
Montaje: Alberto del Campo 
Reparto: Aura Garrido, Javier Pereira

sonatina para piano y violín en dos (intensos) movimientos

Todos se quejan. Los políticos del cine español por su dudosa calidad, mientras que el colectivo cinematográfico lo hace por las trabas que ponen aquellos para que el público compre una entrada. Mientras tanto, un cineasta como Rodrigo Sorogoyen saca adelante su proyecto utilizando como reclamo el nombre de la capital de Suecia, pero en su idioma original. Y eso lo más sueco que verás en la película –aparte de los muebles de Ikea—, aunque no por ello deja de ser una propuesta rabiosamente universal. La acción que se desarrolla en Stokholm podría tener lugar tanto en Madrid como en Estocolmo o en Málaga, donde se alzaba con 3 premios en su festival de cine español, correspondientes a la dirección, el guión y la interpretación de Aura Garrido, además de otros galardones. 

Está claro que Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen han sacado un gran partido a sus colaboraciones televisivas en series como Impares, La pecera de Eva o Frágiles. Su relato es una especie de sonatina para él y para ella en dos movimientos. Dividida en dos claras partes, es él quien lleva la voz cantante en el primer movimiento, mientras que ella lo hace en el segundo. Sonatina en lugar de sonata porque, aunque el fondo del relato sea intenso y profundo, la presentación es sencilla, sin plantear grandes pretensiones a simple vista, aunque finalmente las tenga...

Puedes leer la crítica completa en 400Films

PD.: estaría bien profundizar en los motivos por los que en iMDB acreditan a 3 cineastas como directores, que sin duda responde a que en los títulos de crédito de la película se incluya a un realizador (profesional exclusivamente televisivo que escoge los planos) y a un responsable de la dirección de actores, que corresponderían a Borja Soler y a Eduardo Villanueva, lo que nos permitiría un debate sobre las responsabilidades de Rodrigo Sorogoyen en la película.

Séptimo


Título original: Séptimo
Año: 2013
País: España & Argentina


Dirección: Patxi Amezcua
Guión: Patxi Amezcua & Alejo Flah
Producción: Álvaro Augustín, Jordi Gasull, Axel Kuschevatzky, Andrés Longares, Matías Mosteirín & Edmon Roch  
Fotografía: Lucio Bonelli
Música: Roque Baños
Montaje: Lucas Nolla 
Decorados: Agostina De Francesco
Reparto: Ricardo Darín, Belén Rueda, Luis ziembrowski, Osvaldo Santoro, Guillermo Arengo, Jorge D'Elía, Andrea Carballo… 

cómo convertir el dolor en mierda

En línea con las propias películas que hace para la pequeña pantalla, la división cinematográfica de Tele5, parece haber encontrado la manera de hacer en el cine lo mismo que hacen en la televisión, es decir, convertir el dolor de la gente en un pedazo de mierda sensacionalista. En su segunda película como director, Patxi Amezcua coge una de esas noticias que tanto indigna al espectador televisivo y falla estrepitosamente en su intención de convertirla en el intenso thriller que anuncian. 

Aunque haya escrito guiones para otros [Best-Seller: el premio (1996, Carlos Pérez Ferré), El viaje de Arián (2000, Eduard Bosch), Bruc. el desafío (2010, Daniel Benmayor)], además de los suyos propios, y teniendo la ayuda de Alejo Flah, que fuera guionista de la serie (de tele5) Vientos de agua (2006, Juan José Campanella), les ha faltado la habilidad para desarrollar su propuesta con propiedad, presentando una idea tan estirada que si la hubieran tirado escrita en un papel por el hueco de la escalera, habría ido directa a la mierda de un perro. Si la historia carece de suspense, peor es todavía la capacidad narrativa del director, que parece justificarse con las 70 maneras de mostrar una escalera que muestra.

Por mucho que Ricardo Darín defienda con su fuerza y convicción habituales a este padre coraje, no basta para sostener el peso de la película. Sobre todo si tenemos en cuenta que su principal compañera de reparto es la sosa, insulsa y anodina Belén Rueda, incapaz de disimular que conoce el final de la historia que está interpretando. No es que me moleste intuir, desde el momento en que abre la boca, cómo va a terminar la historia, es que ella no es capaz de parecer madre, ni esposa, ni tranquila, ni ansiosa, ni capaz de nada.

Ya no es una cuestión del relato o de la posible intención de (nula)  expresión artística. Es la falta de sensibilidad y responsabilidad de los que se han atrevido a construir un relato a partir de una premisa que causa dolor, y no me refiero a la pérdida de tus hijos, sino a otra cuestión que no pretendo desvelar, para castigo de los que se atrevan a ir a verla al cine. 

No es que no crea que haya personas capaces de hacer lo que se muestra en Séptimo, es que la manera zafia y torpe en la que se resuelven las situaciones, no sólo deja claro el bajo nivel artístico de sus creadores, sino que demuestra que no les interesaba en absoluto contar una historia, transmitir unas emociones o concienciar de un problema social, tan sólo hacer un producto con el que ganar dinero. Vista la taquilla que han conseguido, está claro que son muy buenos comerciantes, sólo espero que abandonen el cine para montar un bar en un pueblo remoto, un chiringuito en una playa inaccesible o un restaurante en un asteroide que acabe absorbido por un agujero negro.

Mud


Título original: Mud
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Jeff Nichols
Guión: Jeff Nichols
Producción: Lisa Marie Falcone, sarah Green & Aaron Ryder  
Fotografía: Adam Sotne
Música: David Wingo
Montaje: Julie Montoe 
Diseño de producción: Richard A. Wright 
Dirección artística: Elliott Glick
Decorados: Fontaine Beauchamp Hebb
Vestuario: Kari Perkins
Reparto: Matthew McConaughey, Reese Witherspoon, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Sam Shepard, Ray McKinnon, Sarah Paulson, Michael Shannon, Joe Don Baker, Paul Sparks, Bonnie Sturdivant, Stuart Greer, John Ward Jr., Kristy Barrington, Johnny Cleek, Kenneth Hill, Michael Abbott Jr., Earnest McCoy, Allie Wade, Douglas Ligon, Matt Newcomb, Mary Alice Jones, Tate Smalley, Jimmy Dinwiddie, Ryan Jacks… 

el intenso espíritu del río mississippi

Tercera película escrita y dirigida por Jeff nichos, después de Shotgun stories (2007) y Take shelter (2011), en la que parece navegar en lugares comunes a una de las obras cumbres de la cinematográfica española, El espíritu de la colmena, (1973) y una de las más intensas obras de teatro escritas por Sam Shepard, Locos de amor, que fuera llevada al cine por Robert Altman en 1985. Igual que en la película de Víctor Erice, asistimos a la pérdida de la inocencia, en esta caso de dos amigos, aunque más de uno que del otro, que igual que aquellas entrañables hermanas, también encuentran un monstruo al que quieren proteger. El vínculo con la otra referencia, además de la inclusión del propio Shepard interpretando a uno de los personajes secundarios, está identificada en esa relación de amor imposible entre la pareja de adultos protagonista.

Da la impresión de que todo lo que Tye Sheridan prometía con su interpretación en El árbol de la vida, va camino de confirmarse, y con fuerza. Y en su camino parece haber arrastrado a Mathew McConaughey, que ofrece una interpretación intensa y convincente como pocas veces había conseguido, casi la mejor de toda su trayectoria, me atrevería a decir. A su altura se mantiene Reese Witherspoon, aunque no así Michael Shannon, actor fetiche de Nichols, que queda aquí relegado entre los secundarios y que no consigue estar a la misma altura.

El relato se desarrolla sin prisa pero sin pausa, hasta alcanzar un clímax en el que confluyen las dos líneas argumentales. La magnífica fotografía y el perfecto uso de los espacios naturales, permiten que se disfrute tanto por la intensidad emocional que transmiten los personajes, como por el espectáculo visual del entorno que habitan. El resultado es una espléndida obra que tiene la habilidad de, aprovechando la proyección de su pareja protagonista, proporciona un final que satisface tanto al público maisntream como a su espíritu independiente.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El juego de Ender


Título original: Ender's game
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Gavin Hood
Guión: Gavin Hood, basado en una novela de Orson Scott Card
Producción: Orson Scott card, Robert Chartoff, Lynn Hendee, Alex Kurtzman, Linda McDonough, Robert Orci, Gigi Pritzker & Ed Ulbrich  
Fotografía: Donald McAlpine
Música: Steve Jabonsky
Montaje: Lee Smith & Zach Staenberg 
Diseño de producción: Sean Haworth & Ben Procter 
Dirección artística: Greg Berry, A. Todd Holland & Clint Wallace
Decorados: Peter Lando
Vestuario: Christine Bieselin Clark
Reparto: Asa Butterfield, Harrison Ford, Hailee Steinfeld, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Viola Davis, Aramis Knight, Suraj Partha, Moises Arias, Khylin Rhambo, Jimmy 'Jax' Pinchak, Nonso Anozie, Conor Carroll, Caleb J. Thaggard, Cameron Gaskins, Stevie Ray Dallimore, Andrea Powell, Brandon Soo Hoo, Kyle Russell Clements, Wendy Miklovic, Jasmine Kaur, Han Soto, Edrick Browne, Tony Mirrcandani, Christopher Coakley, chase Walker, Gavin Hood… 

la guerra no es un juego de niños

El juego de Ender es una de esas películas que llegan rodeadas de gran expectación, sobre todo para el colectivo geek. Primero porque parte de la popular novela homónima de Orson Scott Card que, al ser uno de los productores de la película, se puede interpretar su aprobación sobre el proyecto. Pero por otro lado, porque aglutina algunas de las tendencias más valoradas por este tipo de público, como son la ciencia ficción y los videojuegos, haciendo incluso las delicias de los más frikis por la alusión indirecta a La guerra de las galaxias debido a la inclusión de Harrison Ford en el reparto. 

Quizás muchos deberían haber sido más prudentes al dar rienda a sus expectativas, porque finalmente, tanto el encargado de adaptar el texto a la pantalla, como el director de la película, ha sido Gavin Hood, responsable de la película más floja de la saga X-Men, X-Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009). Lo único que demuestra en su nueva película es que pondrá mucho empeño, pero le falta desempeño. A mi favor juega no conocer la novela de antemano, más que nada porque así mi percepción de la película está menos contaminada al no poder establecer las diferencias con la novela, por lo que si me gusta o no, no podré decir aquello de «el libro estaba mejor». 

Acorde con su presupuesto, toda la parte técnica y artística de El juego de Ender está resuelta con soltura y mucho esplendor. El diseño de producción es fabuloso, como los efectos visuales resultan espectaculares, así como también el vestuario y la fotografía. Quizás la banda sonora de Steve Jablonsky resulte un poco cansina —muchos bodrios en su trayectoria justifican mi percepción—, sobre todo porque es de esas partituras que se empeñan en dirigir tus emociones. El montaje de la película es adecuado y, en general, puedo decir que estamos ante una película considerablemente entretenida. Harrison Ford abusa del estereotipo, pero Viola Davis salva cualquier situación, de la misma manera que lo hacen Ben Kingsley y Nonso Anozie —importado de Juego de tronos, por si les suena y no se acuerdan de dónde. 

Pero entonces, ¿dónde está el problema? Podríamos buscarlo en el reparto infantil, convenientemente crecido para la credibilidad del relato en la pantalla, y creo que este es el primer error. Primero porque Asa Butterfield es incapaz de transmitir los conflictos de su personaje, y segundo por la las actitudes de estos jóvenes resultan contradictoras en sí mismas. Quiero decir, si la mayoría de los adolescentes que han sido escogidos para este deseado programa de formación son conscientes de su suerte y las posibilidades que tienen por delante, ¿por qué se siguen comportando como pandilleros de extraradio? ¿Porqué se empeña la familia de Ender en que no siga adelante, a pesar de que estaban encantados de que su hermano y hermana pasaran antes por el mismo programa? Sencillamente, porque lo pone el guión, y aquí reside el gran problema de la película, que sólo se preocupa en plantear, sin ofrecer justificación alguna.

¿Qué le pasa a esta sociedad que tiene que recurrir a niños para ir a la guerra? ¿Donde está la amenaza real de los insectores? Es posible que sobre el papel, el relato funcionara muy bien. Incluso contar la película puede dar la impresión de que estamos ante un relato de fantasía bastante logrado e incluso interesante. Pero tratar temas como la violencia juvenil, los conflictos fraternales, el bullying, la guerra y la muerte a través de unos personajes tan superficiales, hace que se desmorone por completo la verosimilitud del relato. Tampoco ayuda que Halle Steinfeld demuestre que lo de Valor de Ley fue cosa de su personaje, que no sus dotes para la interpretación. Si hasta casi son más profundas las secuencias de animación que las reales. De hecho, el propio juego al que juega Ender es más interesante que la película en sí. Lástima que forme parte de la nota más femenina de la película y quede relegada en favor de la acción.

Es posible que el autor de la novela original asumiera la influencia de la saga de la Fundación de Isaac Asimov y de los trabajos de la Guerra Civil Americana de Bruce Catton —al final los insectores van a ser los negros y estamos ante una película financiada por la ultraderecha—, pero a un servidor le resulta inevitable no relacionar la historia con El señor de las moscas, la maravillosa, cruel y violenta novela de William Golding. La relación es obvia en cuanto a los niños —más infantes que no adolescentes—, aunque en la isla no tenían que luchar contra las moscas (o los insectores), sino que acababan luchando contra ellos mismos. Lo que dotaba al relato de una mayor fuerza era la ausencia de adultos, que es otra de las notas discordantes de El juego de Ender. Los diálogos y actitudes entre niños y adultos son demasiado antinaturales, la distancia entre unos y otros no permite que acabemos de entrar de lleno en un relato que es más fantástico por este tipo de relaciones, que por todo lo demás.