sábado, 20 de agosto de 2011

Carlos

Título original: Carlos
Año: 2010
País: Francia & Alemania

Dirección: Olivier Assayas
Guión: Olivier Assayas, Dan Franck & Daniel Leconte
Producción: Jens Meurer & Daniel Leconte
Fotografía: Yorick Le Saux & Denis Lenoir
Montaje: Luc Barnier & Marion Monnier
Diseño de producción: François-Renaud Labarthe
Dirección artística: Bertam Strauss
Decorados: Tibor Dora
Vestuario: François Clavel
Reparto: Édgar Ramirez, Alexander scheer, Alejandro Arroyo, Dafi Abi Samra, Ahmad Kaabour, Talal El-Jordi, Juana Acosta, Nora von Waldstätten, Christoph Bach, Rodney El Haddad, Julia Hummer, Antoine Balabane, Rami Farah, Aljoscha Stadelmann, Zeid Hamdan, Fadi Yanni Turk, Katharina schüttler, Badih Abou Chakra, Basim Kahar, Cem Sultan Ungan… 

política y terrorismo de la mano

Concebida originalmente como una miniserie de televisión, que se alzara con el Globo de Oro a la Mejor Miniserie y una nominación al Mejor Actor para su protagonista: Édgar Ramírez, así como sendas nominaciones a los premios Emmy y un premio al Mejor Montaje de la Academia del Cine Europea, junto a una nominación para su director: Oliver Assayas; Carlos se pasaba en el Festival de Cannes de 2010 con su duración original, de trescientos treinta y tres minutos, para ser posteriormente estrenada con un montaje “abreviado”, con una duración de ciento sesenta y cinco minutos, que si se estrenaba en abril en España, el pasado junio lo hacía en Argentina.

Carlos viene a sumarse a una curiosa tendencia del cine contemporáneo que tiende a retratar a terroristas como héroes que luchan contra el sistema. Pero no con la intención de exaltar al personaje, sino con la de hacer reflexionar al espectador sobre los motivos que llevan al individuo a involucrarse en un modo de vida sin punto de retorno. Un relato intenso y emocionante que te atrapa desde la primera secuencia. Capaz de transmitir tanto el terror de las víctimas, como el estado de exaltación que experimentan los terroristas. Y del que lo primero que me llama la atención es el realismo, autenticidad y veracidad con la que se nos cuenta la historia.

El realismo viene dado por una fotografía de luz extremadamente naturalista, como suele ser habitual en el cine francés, pero con un tratamiento de color adecuado evocar cada una de las décadas que aparecen en la película. Como cuando vemos un programa antiguo por televisión y nos percatamos de las diferencias de color y definición, que no percibíamos cuando lo viéramos en su época, pero que se evidencia al echar la mirada atrás. Esta atmósfera está remarcada por una banda sonora absolutamente coherente y equilibrada que termina de encajar con la memoria visual de la época.

La autenticidad está plasmada en una magnífica ambientación que cuida hasta el último elemento del decorado y el vestuario, pero sin llegar a ser excesivo, evitando caer en lo kitsch, y sin casi prestar atención realmente al impresionante trabajo del equipo de arte. Todos estos elementos artísticos se apoyan en la veracidad de contarnos la historia en todos y cada uno de los idiomas en los que se comunicaban los personajes en la realidad: francés, inglés, español, alemán, árabe y algún idioma más que no puedo identificar, pero que dotan al relato de una legitimidad ausente por completo en la mayoría de producciones estadounidenses. Todavía me acuerdo de Javier Bardem interpretando en inglés al poeta cubano Reynaldo Arenas en Antes que anochezca (Before Night Falls, 2000, Julian Schnabel), que si bien el esfuerzo del actor era incuestionable, habría sido menos artificial si hubiera estado realizado en español, tal y como Steven Soderbergh realizaría Che: el argentino (Che: Part One, 2008) —en la que también participa Ramírez— y Che: Guerrilla (Che: Part Two, 2008).

El argumento de Carlos se desarrolla de lo particular a lo general, centrándose primero en el individuo, después en el grupo y por último en la sociedad a la que afectaron sus actos. Sexo y militancia parecen ir de la mano en la personalidad de Carlos, un individuo que parece necesitar la adrenalina para sentirse vivo. No será el caso de algunos de los componentes de su grupo, en dónde pone el acento Assayas para marcar la diferencia entre idealistas y sociópatas que canalizan su descontrolada adrenalina con la más absoluta ausencia de raciocinio. Si implacable es la manera de operar de Carlos, impecable resulta la interpretación de Édgar Ramírez, que se se entrega en cuerpo y alma, literalmente, a su personaje. Si la interpretación del actor venezolano es la más sobrecogedora, no menos interesantes resultan las de todos y cada uno de los actores y actrices que intervienen en el reparto, que aunque sólo dispongan de un par de secuencias para desarrollar sus personajes, lo hacen a la perfección.

Ellos intervienen en el Medio Oeste, ¿verdad? Y también debemos ser capaces de interferir en sus países.

Pero lo más interesante de Carlos es la visión global, la que pone de manifiesto la posibilidad de que terrorismo y política internacional vayan de la mano en muchos más países de los que quisiéramos pensar. Es muy curioso que cuando pareciera que el ombligo del mudo fueran los Estados Unidos de América, casi todo el relato se desarrolle en suelo europeo, no apareciendo las alusiones americanas más que en el tercio final.

Olivier Assayas parece querer hacernos reflexionar sobre la interpretación de las actividades de Carlos, que si hubieran conseguido sus objetivos, quizás se vería hoy como un héroe en lugar de como un terrorista. Y todavía más, si sus actividades tuvieron que evolucionar con la llegada de nuevos tiempos y la caída del muro de Berlín, que marcara el final de la Guerra Fría, también la caída de las Torres Gemelas de Nueva York marca el comienzo de una nueva época (¿un nuevo régimen?) liderada por la política del terror imperialista y su denominado eje del mal. ¿No quiere Assayas hacernos reflexionar sobre lo que hoy se considera terrorismo, que en otras épocas fuera denominado revolución?

Publicado originalmente en EXTRACINE

El origen del planeta de los simios


Título original: Rise of the Planet of the Apes
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Rupert Wyatt
Guión: Rick Jaffa y Amanda Silver, sugerido por una novela de Pierre Boulle
Producción: Peter Chernin, Dylan Clark, Rick Jaffa & Amanda Silver 
Fotografía:Andrew Laesnie
Música: Patrick Doyle
Montaje: Conrad Buff IV & Mark Goldblatt
Diseño de producción: Claude Paré
Dirección artística: Dan Hermansen, Helen Jarvis & Grant Van Der Slagt
Decorados: Elizabeth Wilcox
Vestuario: Renée April
Reparto: James franco, Freida Pinto, John Lithgow, Brian Cox, Tom Felton, David Oyelowo, Tyler Labine, Jamie Harris, David Hewlett, Ty Olsson, Madison Bell, Makena Joy, Kevin O'Grady, Sean Tyson, Jack Kuris, Tammy Hui, Rufus Dorsey, Kyle Riefsnyder, Anthony McRae, Jeb Beach, Jesse Reid, BJ Harrinson, Leah Gibson, Tracy Spiridakos, Ivan Wanis-Ruiz, Trevor Carroll, Chelah Hrsdal, James Pizzinato, Robin Nielsen, Monica Mustelier, Syn Narula, Mattie Hawkinson, Ryan Booth, Gordon Douglas Myren, Elizabeth Weinstein, Meredith Grantier, Javier Caballero Cano, Peter Bundic, Dylan Nouri, Oona Service, Camile Atebe, Derek Morrison, Dean Redman, Hector Johnson, David Richmond-Peck, Adrian Hough, Evans Johnson, Joey Roche, Sean Connor Roche, Qayam Devki, Kis Yurij, Riel Hahn, Sonja Bennett, Michael Kopsa, Steve Lawlor, Chris Shields, Sandy Robson, Luc Roderique, Mike Dopud, Mark Henriques, Stacey Schmidt, Matteo Mazziotti, Willy Miles, Fred North, Allen Martin, Juliette Goodrich, Andy Serkis, Karin Konoval, Terry Notary, Richard Ridings, Christopher Gordon, Devyn Dalton, Jay Caputo, Richard Darwin… 

el mono de los huevos de oro (o el mono indignado)

Buen intento, no digo que no. Buen intento de sacar todavía mayor partido a la idea y personajes creados por Pierre Boulle en su novela, magníficamente llevada a la gran pantalla en 1968 por Franklin J. Schaffner en El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968). Lástima que a Rick Jaffa y Amanda Silver se les haya pasado por alto dos pequeños detalles, que el director de Rise of the Planet of the Apes, Rupert Wyatt, no se ha preocupado de enmendar, sino de resaltar: no estamos ni en 1968 ni en 1963, año de publicación de la novela. Un dato que si haría que pudiese aceptar el planteamiento de una película que, en realidad es entretenida, pero que parece que sus planteamientos están más acorde con la realidad de finales de los años sesenta que con la de hoy en día. Trataré de explicarme aludiendo tan sólo a los spoilers que pudiera contener el trailer.

Por un lado tenemos a Will Rodman (James Franco). ¿Un científico que trabaja con animales y no es capaz de ver que su simio hembra está embarazada? ¿Unas instalaciones repletas de animales que sirven como cobayas y ¡no hay un pxxx veterinario!? Perdonen ustedes mi lenguaje, pero es que sólo con este detalle entenderán mi indignación hacia unos guionistas de pacotilla que creen que porque a sus personajes les hagan decir y hacer tonterías nos los vamos a creer. La cosa no queda ahí pues si el propio personaje de Rodman es presentado en un principio como un científico ultranegligente y temerario, que dudo que jamás hubiera sido contratado por una empresa de tres al cuarto, en un momento dado su atrofiada conciencia le proporciona de una integridad repentina y más inverosímil que el Alzheimer que padece su padre.
Por otro lado, no es que me irrite el maltrato a los animales —que claro que me pone enfermo—, es que me irrita que con la única intención de poner en boca de un personaje una de las frases más conocidas de la película protagonizada por Charlton Heston, se pase por alto que si hace más de cuarenta años no había leyes para la protección de animales, hoy en día casi eres un criminal si tratas a Caesar (Andy Serkins) de la manera en que lo hace Dodge Landon (Tom Felton). Huelga decir que a este individuo, que pareciera el tataranieto de aquel portero de noche de El hombre elefante (The Elephant Man, 1980, David Lynch), no es que dude que alguna vez le contratasen para cuidar animales en cualquier institución, es que dudo realmente que él se presentase si quiera para un trabajo así, por mucho que el dueño fuera su padre. Por cierto, qué desperdiciado está Brian Cox.
¡Quítame las manos de encima, mono asqueroso!
A todo esto la interpretación de James Franco no sólo no ayuda en absoluto, sino que hace que te pongas de inmediato a favor de los simios, deseando con todas tus fuerzas que se rebelen cuanto antes para dar fin a esa patética civilización que retratan en la película. De tal magnitud es la incapacidad del actor para sacar adelante su personaje que con mucha menos presencia, es infinitamente más verosímil Freida Pinto, haciendo que me pregunte realmente ¿cómo no se les ocurriría ponerla a ella como científico y a su novio en la ficción como el veterinario?. Hasta tal es el punto de la ineficacia de James Franco que debe rendirme ante las cualidades de Andy Serkins que, embutido en su cobertura digital, nos regala el mejor personaje de Rise of the Planet of the Apes.
Hubiera sido infinitamente mejor que se hubieran arriesgado a contar toda la película, única y exclusivamente desde el punto de vista de los simios, pues si algo hace que se pueda ver Rise of the Planet of the Apes hasta el final, es ciertamente la alternancia de momentos humanos con momentos simios, siendo mucho más interesantes en el segundo tercio, y siendo el último tercio de la película, ya dominado por los simios, lo mejor de todo. No quiero fastidiarles el final de la película, pero debo advertir que sí queda un cierto regusto amargo con el final de la película, pues más que el final la historia, es claramente el principio de una nueva franquicia. Gracias a Caesar que no hay ningún eco ni guiño al remake de Tim Burton.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Cowboys & Aliens


Título original: Cowboys & Aliens
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Jon Favreau
Guión: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Mark Fergus & Hawk Ostby, basado en un cómic de Scott Mitchell Rosenberg
Producción: Briam Grazer, Ron Howard, Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Roberto Orci & Scott Mitchell Rosenberg
Fotografía: Matthew Libatique
Música: Harry Gregson-Williams
Montaje: Dan Lebental & Jim May
Diseño de producción: Scott Chambliss
Dirección artística: Christopher Burian-Mohr & Daniel T. Dorrance
Decorados: Karen Manthey
Vestuario: Mary Zophres
Reparto: Daniel Craig, Harrison Ford. Abigail Spencer, Buck Taylor, Olivia Wilde, Sam Rockwell, Matthew Taylor, Cooper Taylor, Clancy Brown, Paul Dano, Chrsi Browning, Adam Beach, Ana de la Reguera, Noah Ringer, Brian Duffy, Keith Carradine, Brendan Wayne, Gavin Grazer, Toby Huss, Wyatt Russell, Jimmy Jatho, Kenny Call, Walton Goggins, Julio Cedillo, Garret Boel, David O'Hara, Troy Gilbert, Chad Randall, Scout Schoenfeld Hendrickson, Raoul Trujillo, David Midthunter, Moses Brings Plenty, Philip Pike, Calum Blaylock, Paul Ortega, David Chee, Simon Choneska, Nathaniel Chee, Vonda Tso, Lariat Geronimo, Freddy Apache, Oliver Enjady, Hoyle Osborne, Rex Rideout… 

Cowboys y aliens y mujeres e indios, todos son enemigos

Una vez se cumple esa antipática regla que dice que a mayor inversión que se gasta una productora en la promoción de una película, menor es su calidad artística porque no esperes encontrar en Cowblys & Aliens nada más allá de lo que viste en su tráiler. Y es una pena porque lo cierto es que comienza muy bien, Jake Lonegan (Daniel Craig) se despierta en medio del desierto sin saber quien ni dónde está, ni por qué tiene un extraño brazalete en su muñeca. Más que como si fuera un vaquero, resuelve con inusitada solvencia una situación digna del mismísimo James Bond, y comienza, a partir del encuentro con el shérif John Taggart (Keith Carradine) a crearse nuevos problemas al enfrentarse a Percy Dolarhyde (Paul Dano), hijo del cacique de la región, Woodrow Dolarhyde (Harrison Ford), para que en el momento en que este viene al rescate de su estúpido retoño se produce un encuentro en la tercera fase y en toda regla. Y no he avisado del posible spoiler porque todo estaba en el trailer. Y precisamente es a partir de aquí donde comienza a decaer la película. Así de golpe, de pronto y sin avisar.

Uno ya intuye que no puede esperar demasiado de un argumento que comienza así, pero teniendo en los créditos, al menos, a cinco guionistas más un escritor de cómics, sí esperaba por lo menos pasar un rato entretenido. Ante la falta de empatía por casi ninguno de los personajes, pues si unos te caen mal, los otros te dan lo mismo, y una sucesión de acciones que no sólo no aportan nada a la evolución de la trama, sino que además provocan la pérdida de interés en la resolución final, provocan una inevitable precipitación al más puro tedio. Un servidor echa en falta en estos personajes algún rasgo psicológico o emotivo al que agarrarse. Sin ir más lejos, Ridley Scott conseguía mucho más con mucho menos en Alien (1979), y desde luego, me caían mucho mejor cualquiera de los personajes de Rango (2011, Gore Verbinski), por hablar de otra película reciente ambientada en el Oeste.

Pero es que claro, no estamos en el mismo oeste de Rango, si Gore Verbinski sí tiene en cuenta las revisiones que se han realizado del género en las últimas décadas, Jon Favreau, muy acorde con su ideología política, totalmente republicana y conservadora —impresión puramente personal y subjetiva—, parece más interesado en aquellos westerns clásicos de las décadas de los treinta de los que se decía que morían cincuenta de golpe y no pasaba nada. Me refiero a esos westerns tan criticados por hablar de los indios nativos americanos como si fuesen seres inferiores, maltratando y malogrando la imagen de un pueblo invadido y erradicado por aquellos mismos que protagonizan la película.

Sin embargo, en la película de Jon Favreau no hay ningún intento de metáfora ni reconciliación con los nativos americanos, sino que encima y en la línea de aquella insoportable película de John Ford, Fort Apache (1948), los blancos vuelven a mofarse de las estrategias de los indios, para demostrarse que tenían razón. Yendo todavía más lejos, y lanzando un capote al fallecido Charlton Heston, la película se marca con disimulo y discreción un alegato en favor de la necesidad del individuo a estar armado, e incluso a que los adolescentes aprendan a manejar un arma.

Con lo que respecta al reparto, pareciera que a Daniel Craig, más que contratarle por su parecido físico con Yul Brynner, a través del que se intenta homenajear una película como Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960, John Sturges), pareciera que le hubieran escogido por sus dotes para las cabriolas adquiridas en la franquicia de James Bond. Curiosamente Harrison Ford aparece en mucho mejor forma de la que aparentaba en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, 2008, Steven Spielberg), lo que traduzco como que el que estaba mayor no era él, sino Steven Spielberg. Paul Dano está tan correcto como siempre, pero el que mayor partido saca a su breve intervención es sin duda Keith Carradine, único que sabe aportar a su personaje algo más que las líneas que le marcaron aprenderse. De la intervención de Sam Rockwell prefiero ni hablar, porque no he entendido ni sus caras ni sus muecas, ni nada.

Como suele pasar en productos de esta índole, no lo digo por el género, sino por la ideología política de su director, la mujer es tan sólo un objeto más de atrezzo de la película (o no es exactamente aquello que representa), por lo que no puedo destacar ni la intervención de Olivia Wilde ni la de Ana de la Reguera. Es curioso (y sospechoso) que estos extraterrestres parezcan una versión negativa de la maternidad pues parecen querer tragar la vida humana de manera inversa a la que las mujeres dan a luz.

Publicada originalmente en EXTRACINE

Incendies


Título original: Incendies
Año: 2010
País: Francia & Canadá

Dirección: Denis Villeneuve
Guión: Denis Villeneuve, con la asesoría de Valérie Beaugrand-Champagne, basado en una obra de Wajdi Mouawad
Producción: Luc Déry & Kim McCraw
Fotografía: André Turpin
Música: Grégoire Hetzel
Montaje: Monique Dartonne
Diseño de producción: André-Line Beauparlant
Decorados: Rana Abboot, marie-Soleil Dénommé, Amin Charif El Masri & Philippe Lord
Reparto: Lubna Azabal, Mélissa Désormeaux-Poulin, Maxim Gaudette, Rémy Girard, Abdelghafour Elaaziz, Allen Altman, Mohamed Majd, Nabil Sawalha, Baya Belal, Bader Alami, Karim Babin, Anthony Ecclissi, Yousef Shweihat… 

la mujer que canta

Nominada al Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera se encontraba este año una película franco-canadiense dirigida por Denis Villeneuve, Incendies. Una espectacular película que en manos de un cineasta estadounidense bien podría haber sido un inconsistente y meloso melodrama, pero que en las manos del cineasta de Québec, se transforma en un impactante y emocionante largometraje que te atrapa desde el mismo prólogo en el que se escucha una canción de Radiohead y al que continua una inquietante primera secuencia que plantea una sencilla trama con la que nos va a contar una complicada historia repleta de sentimientos contradictorios.

Igual que fragmentado es el conocimiento que Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin) y Simon (Maxim Gaudette) tienen de la vida de su madre, fragmentada se va a mostrar al espectador, en un periplo en el que seguiremos también a los dos hermanos, aunque con la ventaja de conocer algunos hechos antes que ellos. Lo que no implica que seremos capaces de predecir todo lo que van a descubrir, pues Denis Villeneuve sabe dirigir la atención del espectador sobre aquello que le interesa para conseguir contundentes golpes de efecto, pero sin necesidad de artificio visual, sino todo lo contrario, con la sencillez y la naturalidad más absolutas.

No sabe quien es su madre y está buscando a su padre.

No parece nada casual la elección de las canciones de Radiohead para ilustrar algunas de las secuencias de Incendies. Igual que los temas de la banda británica, la trama de la película tiene una carga emocional que siendo dolorosa, nunca llega a ser traumática, pero que tiene la capacidad de sensibilizar al espectador para todo lo que tendrá que digerir. Exactamente lo mismo que Nawal Marwan (Lubna Azabal) hace con sus hijos pues, en lugar de contarles ella misma todas esas experiencias que han marcado la vida de una mujer entre hombres, de una cristiana entre musulmanes, les obliga a experimentar por sí mismos lo que ella vivió, al tener que volver a los mismos lugares en los que ella estuvo.

De esta manera, su hija sentirá en su piel el mismo rechazo que ella tuvo en su propio pueblo, así como le llegarán al corazón las muestras de afecto de otras personas que se identificaron con ella y su causa, de la misma manera que lo hará también el espectador. Insisto en que si algunas secuencias —como la del autobús— pueden ser realmente impactantes y dolorosas, nunca llegan a ser desagradables, debido a la extremada sensibilidad con la que están abordadas, alejándose siempre de todo sensacionalismo emocional.

Educar al enemigo co lo que la vida me ha enseñado.

Si Denis Villeneuve estructura a la perfección su película desde el guión, igualmente tiene la capacidad de contar en imágenes y trasmitir con exactitud un mensaje en el que destaca en primer lugar el impresionante retrato de una mujer fuerte y noble, capaz de salir adelante por sí misma, siendo fiel a sus propios principios y sin doblegarse ante ninguna adversidad. En segundo lugar, resulta ciertamente gratificante que ante tanto dolor y sinrazón, Nawal Marwan tenga la capacidad de encontrar la paz espiritual a través del perdón y la comprensión, demostrando que con la violencia y el odio nunca se consigue llegar a ningún sitio.

No puedo terminar sin elogiar y alabar la prodigiosa y turbadora interpretación de Lubna Azabal en el papel de Nawal Marwan. Una actriz que ya participara en otros títulos de alcance internacional como Red de mentiras (Body of Lies, 2008, Ridley Scott), Paradise Now (2005, Hany Abu-Assad), Otros tiempos (Le temps qui changent, 2004, André Techiné) o Exils (2004, Tony gatlif) y que, al igual que no paran de salirle proyectos internacionales al director de Incendies, podamos seguir disfrutando de su carisma y personalidad en otros personajes tan intensos y emocionantes como el de “la mujer que canta”.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Capitán América


Título original: Captain America: The First Avenger
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Joe Johnston
Guión: Christopher Markus y Stephen McFeely, basado en los cómics creados por Joe Simon y Jack Kirby
Producción: Kevin Feige & Amir Madani 
Fotografía: Shelly Johnson
Música: Alan Silvestri
Montaje: Robert Dalva, Jeffrey Ford & Michael McCusker
Diseño de producción: Rick Heinrichs
Dirección artística: Neal Callow, Dean Clegg, John Dexter, Jason Lnox-Johnston, Chris Lowe, Andy Nicholson, Phil Sims & Clint Wallace
Decorados: John Bush
Vestuario: Anna B. Sheppard
Reparto: Chris Evans, Hayley Atwell, Sebastian Stan, Tommy Lee Jones, Hugo Weaving, Dominic Cooper, Richard Armitage, Stanley Tucci, Toby Jones, Neal McDonough, Derek Luke, Kenneth Choi, JJ Feild, Bruno Ricci, Lex Shrapnel, Michael Brandon, Natalie Dormer, Oscar Pearce, William Hope, Nicholas Pinnock, Marek Oravec, David Bradley, Leander Deeny, Sam Hoare, Simon Kunz, Kieran O'Connor, Jenna-Louise Coleman, Sophie Colquhoun, Doug Cockle, Ben Batt, Mollie Fitzgerald, Damon Driver, David McKail, Amanda Walker, Richard Freeman, katherine Press, Sergio Corvino, Marcello Marasclachi, Vicent Montuel, Fabrizio Santino, Maxwell Newman, Anatole Taubman, Jan Pohl, erich Redman, Rosanna Hoult, Naomi Slights, Kirsty Mather, Megan Sanderson, Darren Simpson, Fernanda Toker, Laura Haddock, James Payton, Ronan Raftery, Nick Hendrix, Luke Allen-Gale, Jack Gordon, Ben Uttley, Kevin Millington, Patrick Monckeberg, Peter Stark, Amanda Righetti… 

el capitán América te necesita para la taquilla

Cuando en 1941 Joe Simon y Jack Kirby concibieran un personaje como el Capitán América, no tenían otro objetivo que el de crear un elemento de propaganda que representara esos valores tan estadounidenses (aunque al final carezcan por completo de ellos) como la libertad y la democracia frente al oscuro gigante que se alzaba en la vieja Europa. Setenta años depués, Joe Johnston recupera el personaje en Captain America: The First Avenger, para ofrecernos esa misma propaganda, ligeramente lavada con una fina capa de crítica interna, pero que no llega, ni mucho menos, a la que Stan Lee le hiciera cuando retomara el personaje en los años sesenta y de cazador de comunistas en los primeros años de la Guerra Fría, lo utilizara para denunciar la corrupción y desigualdades sociales tan presentes en la sociedad estadounidense como en cualquier otra.

Visto el epílogo posterior a los títulos de crédito, pocas dudas me quedan para asegurar que asistimos a una estudiada estrategia de marketing en la que el objetivo de Marvel Studios, tanto con esta, como con la reciente Thor (2011, Kenneth Brannagh), no es otro que el de sacarnos el dinero con secuelas y variantes que integran a diferentes personajes de su particular universo como la próxima The Avengers y todas las secuelas que originará. ¿Cuando encontraremos un verdadero superhéroe que nos libere de tanta mediocridad cinematográfica? ¿Acaso combatir el eje del mal consiste en rebajar el cociente intelectual de la población mundial? En ese caso está claro que el enemigo lo tenomos en los Estados Unidos de América.

Exageraciones aparte, tengo que reconocer que Captain America: The First Avenger no es una película insoportable, sino que puede ser un filme entretenido, pero sólo para el público familiar, y no a los que vayan esperando un filme de acción trepidante. Aunque su primera parte pueda resultar un tanto lenta, lo cierto es que muestra una preocupación por desarrollar personajes y transmitir un mensaje digno de cualquier película Disney. Ayuda bastante contar con espléndidos actores como Tommy Lee Jones, Stanley Tucci o Toby Jones, aunque la pareja protagonista, integrada por Chris Evans y Hayley Atwell resulta un poco más floja. Si acaso me pregunto el motivo por el que Stanley Tucci habla inglés con acento alemán, cuando Hugo Weaving habla en inglés con el acento que le da la gana, más que nada porque se supone que también es alemán. No creo que ninguno de los dos aspirara a nominación al Oscar.

Aunque no ayuda nada la banda sonora enlatada de Alan Silvestri, que parece se haya dedicado a comprar fragmentos de otras bandas sornas por Internet para encajarlas a cada una de las secuencias de la película, lo cierto es que hay un gran trabajo de diseño de producción de Rick Heinrichs que, como sucediera en la reciente X-Men: primera generación (X-Men: First Class, 2011, Matthew Vaughn), vuelve a ser deudor de los excepcionales diseños que Ken Adams creara para la serie Bond, con la que tiene alguna cosa más en común. Los diseños son bonitos, lástima que la fotografía de Shelly Johnson no sea capaz de disimular que están todos realizados en cartón. Y ya de los efectos visuales para insertar la cara de Chris Evans en ese cuerpecillo, prefiero ni hablar. ¿O es el segundo cuerpo el que no le corresponde?

Finalmente concluyo preguntándome cuales son las cualidades de este, denominado, superhéroe. ¿Acaso consisten en conseguir un espectacular cuerpo en tres minutos, eludiendo tres años de gimnasio? Sinceramente, Indiana Jones en Wn busca del arca perdida (Raider of the Lost Ark, 1980, Steven Spielberg) es más merecedor del adjetivo superhéroe, dadas las experiencias que supera (viajar pegado a un submarino sumergido y no ahogarse tiene tela). No piensen que estoy tratando de hacer una cita graciosa, es que salvando las incursiones en el tiempo presente, tanto el principio como el final de Captain America: The First Avenger tiene más que ver con la película dirigida por Steven Spielberg que con otra cosa.

Asimismo, la relación amorosa entre el chico y la chica de la película (la única chica), Steve Rogers (Chris Evans) y Peggy Carter (Hayley Atwell), está perfectamente hermanada con la que mantuvieran Anakin Skywalker y Padmé en Star Wars: Episodio 1 - el ataque de los clones (Star Wars: Episode II - Attack of the Clones, 2002,George Lucas). Y con eso lo digo todo. También hubo momentos que creia que estaba en los bosques de Endord y pensé que iba a aparecer un Ewok en cualquier momento, o el Enterprise, porque la pandilla que reúne el Capitán América para ir a derrotar a Red Skull bien parece sacada de la imaginación de Gene Roddenberry.

Publicado originalmente en EXTRACINE

viernes, 12 de agosto de 2011

13 asesinos


Título original: Jûsan-nin no shikaku
Año: 2010
País: Japón & Reino Unido

Dirección: Takashi Miike
Guión: Daisuke Tengan, basado en un guión previo de Kaneo Ikegami
Producción: Minami Ichikawa & Michihiko Yanagisawa 
Fotografía: Nobuyasu Kita
Música: Kôji Endô
Montaje: Kenji Yamashita
Diseño de producción: Yuji Hayashida
Vestuario: Hazuhiro Watabe
Reparto: Kôji Yakusho, Takayuki Yamada, Yûsuke Iseya, Gorô Inagaki, Masachika Ichimura, Mikijiro Hira, Hiroki Matsukata, Ikki Sawamura, Arata Furuta, Tsuyoshi Ihara, Masataka Kubota, Sôsuke Takaoka, Seiji Rokkaku, Yûma Ishigaki, Kôen Kondô, Ikki Namioka… 

honor y justicia cuestionados

El sencillo e impactante comienzo de Jûsan-nin no shikaku (Thirteen Assassins) junto con una fotografía extremadamente naturalista, una exquisita dirección artística y una extrema elegancia tanto en la composición del plano como en todos sus movimientos de cámara, sirven para que nos olvidemos del barroquismo estético que inunda algunas obras anteriores de Takashi Miike. Hablo del director de filmes como Izo (2004), Ichi the Killer (Koroshiya 1, 2001) o la fascinante Audition (1999). Protagonizada por Kôji Yakusho, quien ha participado en filmes como la mítica Tampopo (1985, Jûzô Itami), Shall we Dance? (1996, Masayuki Suo), La anguila (Unagi, 1997, Shôei Imamura), Eureka (2000, Shinji Aoyama), Memorias de una geisha (Memoirs of a Geisha 2005, Bob marshall), Babel (2006, Alejandro González Iñárritu) o Seda (Silk, 2007, François Girard); y después de pasar por numerosos festivales internacionales, comienza su andadura internacional, tras su estreno en los Estados Unidos, a finales de abril, una película que, además de relatar una historia basada en hechos reales, también es un remake de la que con idéntico nombre estrenara Eiichi Kudo en 1963.

Cineasta prolífico como ninguno, Takashi Miike huye de toda frivolidad estética, rehuyendo mostrar en 13 asesinos ese festival sangriento que, probablemente, muchos estuvieran esperando. Sin embargo, al contrario, aquí la muerte es mostrada como un acto doloroso y traumático para los que la ejecutan, en un tono similar a como se narraba en la famosa obra de Homero, La ilíada. Aunque doloroso, sobre todo, lo es porque los dos bandos parecen morir en vano, pues si unos defienden a un señor injusto, tirano y hasta infantil, que se comporta como un niño porque, como si fuera un Segismundo (La vida es sueño de Calderón de la Barca) cualquiera, parece haber vivido ajeno a las sensaciones y sentimientos humanos que le llevan a comportarse de manera despótica e irracional.

Si en todo momento el cineasta consigue (con contundencia) que el espectador se identifique plenamente con la causa de los samuráis, también logra transmitir a la perfección tanto la nobleza de su gesta, como la sinrazón de la misma —-sinrazón para los valores actuales. Para ello, utiliza una serie de señales visuales y metafóricas, que no crean que resalta para llamar la atención sobre el espectador, sino que permanecen en un segundo plano, pasando casi desapercibidas: el inicio de la lluvia en el preciso momento en que inician su viaje, que resalta la pureza de su entrega en una misión suicida; la misma despedida del único samurái que deja a su pareja a merced del destino está planificada dando a entender que no volverá; o ese momento en que las aguas del río se tiñen de sangre, premonizando el final que a todos les espera.

Lo curioso es que si en un principio parece que 13 asesinos va a ser una película más en la línea de  Los siete samuráis (Shichinin no samurais, 1954) —-no es la única película de Akira Kurosawa que evoca—-, en la que asistimos al reclutamiento de los samuráis, para asistir como testigos de preferencia a su matanza, lo cierto es que Takashi Miike va mucho más allá, cuestionando valores como el honor y la justicia, que tan diferente significado tienen hoy en día… si es que tienen alguno.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Bad Teacher


Título original: Bad Teacher
Año: 2011
País: EE. UU.

Dirección: Jake Kasdan
Guión: Gene Stupnitsky & Lee Eisenberg
Producción: Jimmy Miller 
Fotografía: Alar Kivilo
Música: Michael Andrews
Montaje: Tara Timpone
Diseño de producción: Jefferson Sage
Dirección artística: Andrew Max Cahn
Decorados: Ronald R. Reiss
Vestuario: Debra McGuire
Reparto: Cameron Diaz, Lucy Punch, Jason Segel, Justin Timberlake, Phyllis smith, John Michael Higgins, Dave Allen, Jillian Armenante, Matthew J. Evans, Kaitlyn Dever, Kathryn Newton, Igal Ben Yair, Aja Bair, Andra Nechita, Noah Munck, Finneas O'Connell, Daniel Castro, Adrian Kali Turner, Eric Stonestreet, Thomas Lennon, Paul Bates, Jeff Judah, Nat Faxon, Stephanie Faracy, David Patmer, Alanna Ubach, Christine Smith, âul Feig, Deidre Lovejoy, Melvin Mar, Rose Abdoo, Jerry Lambert, Jennifer Irwin, Christopher Rockwel, David Doty, Molly Shannon, Rick Overton, Danny Trap, matt Besser, Lee eisenberg, Bruno Giooello, Jordan Van Vranken… 

el hilarante sarcasmo irreverente de una mala profesora ¿o de una profesora mala?

Igual que cada verano las revistas de papel couché se llenan de famosas venidas a menos (des)luciendo palmito en bikini, tal y como si fuera un ritual cinematográfico, Cameron Diaz nos regala su nueva comedia: Bad Teacher. Y digo nos regala, porque al menos un servidor, está tremendamente agradecido de poder disfrutar de una comedia que teniendo como objetivo primordial el de hacer reír, acaba siendo mucho menos inocente de lo que parece a primera vista. Y digo Cameron Diaz, porque la película está hecha por y para ella, siendo casi más responsable de su éxito y efectividad, que su propio director, Jake Kasdan.

Igual que el título de la película encierra un doble sentido pues puede referirse tanto a la calidad de la enseñanza de Elizabeth Hasley (Cameron Diaz), como a su carácter maligno y perverso; la pareja de guionistas formada por Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky —-responsables del guión de Año uno (Year One, 2009, Harold Ramis) y de la serie de televisión The Office (2005, Greg Daniels, Ricky Gervais & Stephen Merchant)—-, utilizan los típicos clichés del cine comercial made in Holllywood, pero para darle la vuelta:

  • ¿Quien dijo que las rubias eran tontas? Elizabeth Halsey, desde luego, no lo es. Otra cosas es que no le salgan sus planes tal y como había planeado, pero de tonta no tiene un seno pelo.
  • ¿Quien dijo que las malas tenían que ser morenas? Lo decía el estereotipo estadounidense, pero eso a Cameron Diaz, le trae sin cuidado.
  • ¿Quien dijo que no nos podríamos identificar con la mala? Quien fuera que lo dijera se equivocaba porque al menos, un servidor, se lo ha pasado pipa con las maldades que Elizabeth Halsey. Sobre todo cuando van dirigidas a Amy Squirrel (Lucy Punch). Aunque debo confear que quizás me identifique con ella porque yo también tuve una vez una profesora igual de pánfila, que te regalaba retratos de ella con su gato en Navidades (todavía tengo la foto, la saco en reuniones de amigos para reinos de ella).

BaD Teacher es una curiosa variante de lo que, en un principio parece va a ser una película de rubias —-a lo Una rubia muy legal (Legally Blonde, 2001, Robert Luketic)—- cuyo objetivo no es otro que casarse para poder llevar una desenfrenada vida dedicada de lleno al consumismo, para rebelarse como un filme tremendamente sarcástico que, precisamente, se dedica a criticar las armas que el capitalismo y la publicidad irresponsable utilizan para seducir a las mentes débiles: el culto al cuerpo. Pocas veces me he reído tanto como con la secuencia del lavado de coches. Ni que decir tiene que Cameron Diaz está insoportablemente deliciosa, Lucy Punch absolutamente desternillante y Justin Timberlake completamente insoportable… pero también era lo que su personaje requería. Justo es decirlo.

Habrá espectadores que opinen exactamente lo contrario de lo que defiendo, pero basta prestar atención al discurso que Elizabeth adopta cuando aconseja a sus propios alumnos pues, igual que le reprocha a su alumna que no debe intentar ser aquello que sus padres desean que sea sino lo que ella quiere, la propia Elizabeth no sigue sus deseos sino que, precisamente, pretende aumentar su talla de pecho para agradar a los hombres. De la misma manera, resultan bastante crueles las secuencias del niño sensible, pero sólo porque las premisas que sigue son las que dicta Disney: siempre decir la verdad y lo que sientes, y esperar que tu belleza interior cautive a los demás. Pero todos sabemos que en el mundo real, la verdad y los sentimientos, tampoco sirven de mucho en determinadas circunstancias, y mucho menos la belleza interior.

(Atención SPOILER) Finalmente, la propia Elizabeth tomará cuenta de sus propios consejos y dejará de ser una chica mala, para asumir que ni siquiera le gustan los chicos con cuerpos perfectos (y cerebro de ardilla), sino que lo que le gusta en realidad son los hombretones fuertes y grandotes… Y eso en la vida real, sabemos que también es verdad.

Publicado originalmente en EXTRACINE