Título original: Last Night
Año: 2010
País: EE.UU. & Francia
Dirección: Massy Yadjedin
Guión: Massy Tadjedin
Producción: Christophe Riandee, Massy Tadjedin & Nick Wechsler
Fotografía: Peter Deming
Música: Clint Mansell
Montaje: Susan E. Morse
Diseño de producción: Tim Grimes
Decorados: Robert Covelman
Vestuario: Ann Roth
Reparto: Keira Knightley, Sam Wonthirgton, Eva Mendes, Guillaume Canet, Anson Mount, Griffin Dunne, Stephanie Romanov, Scott Adsit, Daniel ric, Gold, Justine Cotsonas, Stephen Mailer, Rae Ritke, Chriselle Almeida, Zach Poole, Jon Norman schneider, William Clemente, Christian Lorentzen, Steve Antonuccia, David Boston, Elisangela DiAlencar, John Treacy Egan, Shevy Berkovits Gutierrez, Samantha Hahn, Cgeryl Ann Leaser, Loukas Papas, Karen Pittman, Annie Rohling, Lana Taylor…
anoche ningún DJ salvó mi vida
Pocas veces me había encontrado con una película tan claramente candidata a casi todas las candidaturas de los premios Razzies. En su primera película como directora, tras participar como guionista en proyectos no demasiado brillantes como fueran Leo (2002, Mehdi Norowzian) y The Jacket (2005, John Maybury), Massy Tadjedin se embarca en la crisis de una joven pareja que navega dando tumbos, a mitad de camino entre el tono existencialista del Joel Gray de Two Lovers (2008, James Gray) y el Woody Allen de antaño en Last Night.
Permítanme que afirme con toda seguridad que la responsable de la falta de personalidad y profundidad del proyecto es enteramente de Massy Tadjedin, directora, guionista y una de las productoras del proyecto, porque ya la primera secuencia basta por sí sola para constatar que no sabe cómo quiere contar su relato. Por eso, en lugar de planificar sus secuencias, se limita a ubicar a sus personajes en amplios y lujosos espacios (que nunca dan la sensación de ser su verdadero hogar) por los que se mueven sin parar, probablemente con la intención de dotar de algo de movimiento que permita al espectador hacerse la ilusión de que está pasando algo, cuando en realidad no es que no pase nada, es que acaba por delatar que es incapaz de transmitir esa crisis personal por la que ambos pasan.
El caso es que Massy Tasjedin sí tiene buen gusto, pues se rodea de los más exquisitos colaboradores técnicos, como Peter Deming —-que fuera director de fotografía de Mulholland Drive (2001, David Lynch)—-, Susan E. Morse —-montadora de algunas de las más interesantes películas de Woody Allen—-, Clint Mansell —-compositor habitual de Darren Aronofsky—-, Tim Grimes —-que fuera diseñador de producción de “The Wrestler“—- o Ann Roth —-que fuera ganadora del Oscar por el vestuario de El paciente inglés (The English Patient, 1996, Anthoyny Minghella) y nominada por filmes como En un lugar del corazón (Places in the Heart, 1984, Robert Benton), El talento de Mr. Ripley (The Taleted Mr. Ripley, 1999, Anthony Minghella) y Las horas (The Hours, Stephen Daldry)—-, que dotan a su película de una factura visual impecable, pero que no bastan para hacer creíble una historia que falla en la elección de sus dos protagonistas principales: Keira Knightley y, sobre todo, Sam Worthington.
Diálogos convencionales, clichés argumentales, sobreactuación insoportable que si bien, en el caso de Sam Worthington, era previsible que no fuera capaz de ofrecer absolutamente nada sin su avatar y fuera de un contexto subido de testosterona, en el caso de Keira Knightley más bien parece el fruto de una inexistente dirección de actores, incapaz poner freno a una insoportable colección de tics y gestos de los que, por ejemplo, no había ni rastro en Nunca me abandones (Never let Me Go, 2010, Mark Romanek).
Los únicos por los que un servidor daría la cara sería por los dos secundarios principales, Eva Mendes y Guillaume Canet, amantes de uno y otra pues, permítanme hacer hincapié en el hecho de que, si bien uno de los cónyuges no llega a consumar el acto, su intención queda clara desde el momento en que no le había hablado a su pareja de la existencia de esa persona tan importante en su vida. Actitud que, de hecho, ese mismo cónyuge le echara en cara al otro con respecto a lo que acabará siendo su aventura.
También es interesante resaltar que da la impresión de que a Massy Tadjedin no le interesan ciertas ideas interesantes que sí llega a plantear, pero que se diluyen en aras de la consecución de su objetivo final. Con su obsesión por que la duda se convierta en realidad, deja pasar un tema muy interante como el de las falsas apariencias y los equívocos que llevan a conclusiones erróneas por parte de los personajes, pues igual que los amigos de Alex Mann (Guillaume Canet) son conscientes de que hay algo más entre él y Joanna que una simple amistad, Michael parece encontrar una justificación a su culpabilidad gracias a los zapatos que delatan que Joanna ha mentido sobre lo que hizo la noche anterior, colocando a ambos personajes a la misma altura, pues ambos han pasado de una relación de pareja basada en la confianza, a una relación basada en la mentira.
Lo que no se puede negar es la sincronización entre marido y mujer, que deciden engañarse mutuamente en la misma noche. Indudablemente, están hechos el uno para el otro y ninguno de los dos va a ser feliz, igual que yo tampoco lo fui ‘last night’, cuando ningún Dj salvó mi vida, como dice la canción.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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