lunes, 23 de julio de 2012

MS1: máxima seguridad


Título original: Lockout
Año: 2012
País: Francia

Dirección: James Mather & Stephen St. Leger
Guión: Luc Besson, Stephen St. Leger & James Mather, según una idea original de Luc Besson
Producción: Marc Libert & Leila Smith  
Fotografía: James Mather
Música: Alexandre Azaria
Montaje: Camile Delamarre & Eamonn Power 
Diseño de producción: Romek Delmata 
Dirección artística: Oliver Hodge & Frank Walsh
Decorados: Malcolm Stone
Vestuario: Olivier Bériot
Reparto: Guy Pearce, Maggie Grace, Vincent Regan, Joseph Gilgun, Lennie James, Peter Stormare, Jacky Ido, Tim Plester, Mark Tanlersley, Anne-Solenne Hatte, Peter Hudson, Nick Hardin, Dan Savier, Damijan Oklopdzic, Bojan Peric, Evan Moses II, Greg De Cuir, Thomas Kelly, Daryl Fidelak, Miodrag Stevanovic, Charles Robertson, Michael Sopko, Yan Dron, Vanja Lazin, Marko Janjic, Stefan Buzurovic, Pete Chaffey, Bojana Bregovic, Milorad Kapor, Jason Ryan, Jovan B. Todorovic, Milana Milunovic, Patrick Cauderlier… 

colmo científico, pero entretenimiento honesto

AA pesar de lo que pueda parecer, Lockout es una muestra de cine francés. No es que sea precisamente aquel tipo de cine galo que rindiera pleitesía al cine de autor tan defendido por los miembros de la nouvelle vague, sino al que encuentra en la imitación del cine de acción estadounidense su mejor baza comercial. Una estrategia que, independientemente de sus resultados artísticos, siempre le ha funcionado muy bien a Luc Besson, tanto cuando ejerce de director, como cuando, como es el caso, lo hace de productor y/o guionista. No me cabe duda de que la original idea que se le ocurrió al director de filmes como Nikita y Léon fue la de mezclar sin ningún escrúpulo filmes de acción del gusto de todos como 1997: rescate en Nueva York (Escape from New York, 1981, John Carpenter), Jungla de cristal (Die Hard, 1988, John McTiernan) y Alien (1979, Ridley Scott) -¿quizá más Alien 3 (1992, David Fincher)?-, añadiendo una pizca de La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977, George Lucas). Contra todo pronóstico, no es que vaya a defenderla como una película estupenda, pero lo cierto es que funciona bastante bien, resultando un producto, cuanto menos, bastante entretenido, que es lo único que prometía.

La honestidad del código que utiliza el tándem formado por los primerizos James Mather y Stephen St. Leger para poner en práctica su propio guión permite que no haya ningún lugar a dudas sobre el tipo de producto que ofrecen, más cerca de la estética del cómic que de la narrativa cinematográfica, como se declara desde la primera secuencia. Al menos en lo que respecta a los parámetros de verosimilitud en los que va a discurrir, porque no tienen ningún escrúpulo en distanciarse de la realidad, permitiendo que se disfrute del espectáculo sin problemas de coherencia. Dentro de este contexto, no sólo se agradecen las estupendas dosis de humor que proporciona, sobre todo, el personaje interpretado por Guy Pearce, Snow, sino que le vienen como anillo al dedo, siendo el complemento perfecto para relajar los momentos de tensión.

Al establecerse desde un primer momento este código completamente ausente y distante de la realidad, no podemos pedir una gran responsabilidad en todo lo que respecta a las secuencias desarrolladas en el espacio exterior. Ninguna. En la estación espacial que sirve como prisión en donde se desarrolla toda la trama principal que, una vez se resuelve, decae peligrosamente al volver la atención sobre una trama secundaria cogida con pinzas y que sólo sirve para abrir y cerrar la película. Al menos la resuelven con celeridad, evitando que la decepción llegue a palabras mayores. Si acaso lamentar que la banda sonora de la película sea tan estereotipada como sus personajes, mermando las posibilidades del producto.

Si Guy Pearce nunca ha sido santo de mi devoción, debo admitir que consigue captar a la perfección la ironía de la que hace gala su personaje, alcanzando el que debería ser su registro natural, al menos desde mi punto de vista. No puedo decir lo mismo de Maggie Grace, un poco forzada en los momentos en que tienen que ser sencillamente natural, y demasiado preocupada en parecerse a Angelina Jolie cuando se entrega de lleno al mismo registro que su compañero de reparto. Tampoco es que Peter Stormare sea el colmo de la interpretación, pero se ciñe a lo que se espera de su personaje y en los mismos parámetros de exigencia de un producto de estas características. Si no le pides más te lo pasaras muy bien, pero si quieres algo más, mejor no te molestes.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Red State


Título original: Red State
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Kevin Smith
Guión: Kevin Smith
Producción: Jonathan Gordon  
Fotografía: David Klein
Montaje: Kevin Smith 
Diseño de producción: Cabot McMullen 
Dirección artística: Susan Bolles
Decorados: Dorit Hurst
Vestuario: Beth Pasternak
Reparto: Michael Angarano, Deborah Aquila, Nicholas Braun, Ronnie Connell, Kaylee DeFer, Joey Figueroa, Kyle Gallner, Anna Gunn, Matt Jones, John Lacy, Catherine McCord, Alexa Nikolas, Stephen Root, Cooper Thornton, Betty Aberlin, Kerry Bishé, Ralph Garman, Melissa Leo, Molly Livingston, James Parks, Michael Parks, Haley Ramm, Jennifer Schwalbach Smith, Elizabeth Tripp, Ash Barnett, Taylor Briggs, Bill Cleavelin, Rose Colasanti, Shawn Driscoll, Ivy Klein, Carryl Lynn, Sadey Paige Nifong, Scott Nifong, Alyssa Petersen, Marnie Shelton, Gary Sievens, Kevin Alejandro, Marc Blucas, Patrick Fischler, John Goodman, Kevin Pollack, David Marciano, Damian Young, Eric Andris, Dylan Belardinelli, William Fix, Edward Janda, Ernest O'Donnell, Mike Mello, Joshua Poole, Ryan Quinlan, Debbie Sperry, Corey Stevens, Peter Yaya, Robert Zimiga… 

cualquier lugar en los estados unidos

En una de las primeras secuencias de Red State una profesora comenta con sus alumnos las actividades de Abin Cooper y sus seguidores. Al ser el colectivo homosexual el más perjudicado por estos fundamentalistas religiosos, algunos de sus alumnos le restan importancia a sus advertencias, a pesar de que alguno de sus compañeros de clase ya se ha visto fatídicamente afectado. Kevin Smith pone de manifiesto todo lo contrario con su película: si una parte de la comunidad está amenazada, lo estamos todos, de la misma manera que la posesión de armas es un problema que también afecta a toda la comunidad.

No van a encontrar nada gracioso ni divertido en Red State. Al contrario, estamos ante un relato conciso y contundente con un guión muy bien elaborado que sirve para que el espectador vaya progresivamente identificándose con sus protagonistas, haciéndose preguntas y cuestionando aquello a lo que se alude, logrando que el mensaje llegue con toda su contundencia. Lo mejor de todo es que la crítica que articula es de doble filo porque igual que sirve para poner de manifiesto los peligros de aquellos que se amparan en la religión para esparcir sus (malas) ideas, también arremete contra los colectivos legales y democráticos que se escudan en la justicia y la protección civil para proclamar premisas similares y cometer exactamente las mismas atrocidades.

Si la película se alzaba con el premio a la mejor película en el último festival de Sitges, también su protagonista, Michael Sparks, obtenía muy merecidamente el premio al mejor actor. Y es que una de las mejores bazas de la película es el fabuloso nivel de todos los integrantes de su reparto entre los que si destacan los jóvenes Kaylee DeFer y Kyle Gallner en sus breves intervenciones, brillan con luz propia las espectaculares intervenciones de John Goodman, en un registro en el que nunca le habíamos visto hasta ahora, y la siempre magnífica y maravillosa Melissa Leo, que pareciera estar clamando por un personaje en una película de David Lynch.

Lástima que el resultado global no esté a la misma altura que sus intenciones, pues si estamos ante un filme realmente intenso, quizás Kevin Smith no acabe por tomárselo demasiado en serio. El problema es que, con la intención de alejarse de un tono intelectual y rebuscado, el cineasta pone en boca de algunos de sus protagonistas lo que sin duda pensarán muchos espectadores, pero la excesiva cotidianidad con la que se exponen estos puntos de vista terminan por despojar de toda credibilidad a los propios personajes que las articulan. Me refiero tanto a las actitudes del jefe de policía, excesivamente afectado por sus sentimientos de culpabilidad, como a las explicaciones del FBI, exageradamente claras y concretas para un colectivo que sabemos nunca lo ha sido. Estas actitudes, junto con la ligera sensación de que alarga ciertos momentos de la película en aras de conseguir unos minutos más de acción, provocan que a pesar de conseguir muchos momentos intensos y un aterrador clímax emocional, acabe por desbaratar la verosimilitud de las premisas que propone.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Profesor Lazhar


Título original: Monsieur Lazhar
Año: 2011
País: Canadá

Dirección: Philippe Falardeau
Guión: Philippe Falardeau
Producción: Luc Déry & Kim McCraw  
Fotografía: Ronald Plante
Música: Martin Léon
Montaje: Stéphane Lafleur 
Diseño de producción: Emanuel Frechette 
Decorados: Josée Arseneult
Vestuario: Francesca Chamberland
Reparto: Mohamed Fellag, Sophie Nélisse, émilien Néron, Marie-Ève Beauregards, Vincent Millard, Seddik Benslimane, Louis-David Leblanc, Gabriel Verdier, Marianne Soucy-Lord, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Jules Philip, Louis Champagne, Daniel Gadouas, Francine Ruel, Sophie Sanscartier, Nicole-Sylvie Lagarde, André Robitaille, Marie Charlebois, Evelyne de la Chenelière, Stéphane Demers, Nathalie Costa, Judith Baribeau, Emmanuelle Thouin, Maxime Cadorette, Marion L'Espérance, Laurie Pominville, Jean-Luc Terriault, Carol-Anne Arbour, Enrik Cloutier, Samuel Chartier… 

la violencia también forma parte de la educación

Habitual de festivales internacionales como Berlín, Toronto o Valladolid, el cineasta canadiense Philippe Falardeau conseguía este año colarse entre las películas nominadas al Oscar a la mejor película en lengua extranjera con Monsieur Lazhar. Un sencillo, emotivo y estimulante filme en el que aunque la violencia no se manifiesta físicamente, por unos motivos o por otros atormenta a todos y cada uno de sus protagonistas. De la misma manera, a un nivel soterrado y silencioso, asistimos a la lucha por la igualdad de género, la reivindicación racial, las contradicciones entre los métodos de educación contemporáneos y los tradicionales y la proclamación de que el aula no sólo es un espacio para la enseñanza, es el lugar en el que se desarrollan las personalidades de aquellos que después serán adultos.

Responsable también del guión de la película, Falardeau articula su relato en función de sencillos giros que permiten ampliar la información que se esconde detrás de sus personajes, permitiendo la identificación y empatía con el espectador. Llama la atención el uso que hace de la deíxis, tanto en lo que se refiere a la antecesora de Lazhar, como al pasado del propio profesor. De la misma manera, algunos de los temas y conflictos a los que se alude en la película no llegan a mostrarse, pero se dejan intuir con breves alusiones y comportamientos de sus protagonistas, así como se lanzan preguntas que sólo encontrarán respuesta en el espectador. En consonancia, su aproximación visual es tranquila y sosegada, a base de planos que muestran, más que explican, y de encuadres que sugieren, más que enseñan, permitiendo al espectador tomar partido por unos personajes o por otros.
Si resulta muy interesante la aportación de Mohamed Fellag como Bachir Lazhar, absolutamente impresionantes son las de los dos niños protagonistas, Émilien Néron y Sophie Nélisse. Al igual que sus respectivos personajes muestran una madurez sobrecogedora para su edad -sobre todo ella-, ambos consiguen unas brillantes interpretaciones en la que es su primera aparición cinematográfica.
Pareciera que la solución que se propone para superar los traumas que padecen tanto los alumnos de Lazhar, como el propio profesor por sus propias heridas, sea el diálogo y el equilibrio. Un diálogo que permita aflorar realmente el problema que se esconde detrás de las reacciones de los alumnos y un equilibrio ante la respuesta de los adultos. Por mucho que el colectivo de educadores se empeñe en erradicar de sus alumnos ciertos comportamientos violentos, lo cierto es que también forman parte del ser humano, siendo más pronunciados en función del sexo del individuo. La reacción del profesor Lazhar ante estos comportamientos quizás sea más natural que las de los demás educadores, no tanto por su falta de experiencia, sino porque él mismo padece los mismos traumas, aunque por motivos diferentes.
Puede que el relato que propone Philippe Falardeau con Monsieur Lazhar no sea tan impactante ni entretenido como esos productos estadounidenses que pueblan las carteleras del mundo entero, pero no se puede negar su poderosa capacidad para emocionar con tan pocos recursos como una niña leyendo un texto en un papel o un adulto compartiendo sus experiencias con unos niños.
Publicado originalmente en EXTRACINE

sábado, 21 de julio de 2012

El dictador


Título original: The Dictator
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Larry Charles
Guión: Sacha Baron Cohen, Alec Berg, David Mandel & Jeff Schaffer
Producción: Sacha Baron Cohen, Alec Berg, Anthony Hines, David Mandel, Scott Rudin, Jeff Schaffer & Todd Schulman  
Fotografía: Lawrence Sher
Música: Erran Baron Cohen
Montaje: Geg Hayden & Eric Kissack 
Diseño de producción: Victor Kempster 
Dirección artística: Greg Berry, Carlos Bodelpon, Julian Laverdiere, Lisa Marinaccio, Carlos Menéndez & Marco trentini
Vestuario: Jeffrey Kurland
Reparto: Sacha Baron Cohen, Sayed Badreya, Michele Berg, Rocky Citron, Liam Campora, Aasif Mandvi, Rizwan Manji, Rick Chambers, Elsayed Mohamed, Adeel Akhtar, Horatio Sanz, Ben Kingsley, Elena Goode, Nazamin Homa, Dawn Jackson, Victoria Beltran, Danielle Burgio, Dominique DiCaprio, Aja Frery, Fred Melamed, Jason Mantzoukas, Cuco Usín, Megan Fox, Joey Slotnick, Ian ROberts, Anna Faris, Chris Pamell, Jessica St. Clair, David Fonteno, Anna Katarina, Michael Delaney, William Fowle, Bobby Lee, Olek Krupa, Alan Cox, Kevin Corrigan, Mitchell Green, Jenny L. Saldaña, George Bartenieff, Chris Gethard, Fred Armisen, Sean T. Krishnan, Eliyas Qureshi, Chris Elliott, Jon Glaser, Daniel Burress, Pete Wiggins, Adam LeFevre, Marceline Hugot, Anthony Mangano, Melissa Francis, Tim J. Ellis, Michael Hardart, Miriam Tolan, Zachary Mackiewicz, J.B. Smoove, Hollis Granville, Ann Dev'Unay, Sondra James, Tara Copeland, Sydney Berry, kathryn Hahn, Seth Morris, Kate Pak, Regina Anne Rizzo, Tracey Ruggiero, Tracey Ruggiero, Karl Jacob, Marcia DeBonis, Nasim Pedrad, Mousa Kraish, Neimah Djourabchi, Sevan Greene, Nadav Malamud, Fred Hanna… 

todas las democracias tienen uno

El cine estadounidense siempre ha tenido una especial predilección por las películas cómicas nutridas con una generosa dosis de aquel humor slapstick que tanto proliferara en la época del cine mudo. Jerry Lewis, Peter Sellers o Jim Carrey son algunos de los cómicos que han explotado esta vertiente tan visual del humor que, en la mayoría de las veces (pero no en todas), carece de una mínima profundidad dramática. No es que Sacha Baron Cohen sea el colmo de la intelectualidad cómica, pero lo cierto es que, además de saber promocionar su película, tiene la capacidad de arrancarte más de una carcajada con algunos momentos de The Dictator, una gesta que ya es bastante loable hoy en día.

Si ésta es su tercera colaboración junto a Larry Charles, que ya le dirigiera tanto en Borat como en Bruno, lo cierto es que yo diría que todos los aciertos de la película son atribuibles al propio Cohen. La dirección de la película está a la altura de la misma chabacanería de la que hace gala el personaje protagonista, en lo que no parece que sea una elección de estilo deliberada, sino la ausencia total y absoluta de intención creativa. Cualquier plano de la película está en función del actor, más que del personaje, pero nunca al servicio de su historia. Y no es que el guión de la película sea de una calidad suprema, dista bastante de ser incluso interesante, pero llama la atención todo lo que esconde detrás.

Si a primera vista podemos encontrar una buena dosis de provocación, finalmente encontraremos una sátira, no tanto de los países árabes regidos por un dictador como el que él mismo representa en la película, sino hacia aquellos países democráticos que, como los Estados Unidos de América, se manifiestan libres… y no lo son. Cierto es que hay elementos de la trama que son altamente mejorables, como la improbable relación sentimental con Zoey (Anna Faris) o la imposible relación de amistad con Nadal (Jason Mantzoukas), además de la facilidad con la que se resuelven la mayoría de los conflictos de la trama. También es verdad que una vez se muestran todos los gags que se desvelaban en el tráiler de la película pocas bromas quedan realmente interesantes por aportar.

Pero nada como comprobar en la secuencia final de la película que la defensa que el dictador Aladeen hace de una dictadura (la suya), se adapta como un guante a las prácticas sistemáticas de los gobiernos de muchas democracias conocidas (la nuestra). Particularmente y en lo que me toca, a las del gobierno de Mariano Rajoy en España, que va camino de convertirse en un país patéticamente similar al que lidera Aladeen.

Publicado originalmente en EXTRACINE

miércoles, 18 de julio de 2012

El enigma del cuervo


Título original: The raven
Año: 2012
País: Hungría, España & EE.UU.

Dirección: James McTeigue
Guión: Ben Livingston & Hannah Shakespeare
Producción: Marc D. Evans, Trevos Macy & Aaron Ryder  
Fotografía: Danny Ruhlmann
Música: Lucas Vidal
Montaje: Niven Howie 
Diseño de producción: Roger Ford 
Dirección artística: Dragan Kaplarevic, Zsuzsa Kismarty-Lechner, Paul Laugier, Tibor Lázár & Frank Walsh
Decorados: Kerrie Brown
Vestuario: Carlo Poggioli
Reparto: John Cusak, Luke Evans, Alice Eve, Brendan Gleeson, Kevin McNally, Oliver Jackson-Cohen, Jimmy Yuill, Sam Hazeldine, Pam Ferris, Brendan Coyle, Adrian Rawlins, Aidan Feore, Dave Legeno, Michael Cronin, Micahel Poole, Michael shannon, Charity Wakefield, John Warnaby, Matt Slack, Ian Virgo, Michael J. Fourticq, Jasmina Ilic, Teodora Uveric, Kristof Farkas, Luka Mijatovic, József Tálos, Matt Devere, Sergej Trifunovic, Milos Djuricic, Bojan Peric, Ana Sofrenovic, Steve Agnew, Malina Nikolic, Miklós Kapácsy, Andrew Hefler, Pierre Boris Jaurdin, Tamara Krcunovic, Jason Ryan, Antal Publik, László Konter, Mark Phelan, Krisztián Peer, Annamaria Ordog, Ádám Földi, Dejan Cubrilov, Máté Haumann, Péter Fancsikai, Sava Rapic… 

el espíritu de misery (o CSI) en el siglo XIX

Uno espera que cuando se hace una película con la intención de homenajear a un escritor como Edgar Allan Poe, a sus artífices les interesasen un poco sus obras. O si son de los que no leen, que rindan un ápice de pleitesía hacia las adaptaciones que se hicieran en los años treinta por Universal Pictures, con Bela Lugosi y Boris Karloff como protagonistas, o por Hammer Productions en los años sesenta, con Vincent Price y Peter Cushing. Pero no. Ni lo uno ni lo otro. Si a Ben Livingston y Hannah Shakespeare, guionistas de The Raven, no parecen interesarles verdaderamente los textos de Poe, a James McTeigue tampoco parecen motivarle sus adaptaciones cinematográficas.

A pesar de sus sonoros apellidos, Livingston y Shakespeare articulan un guión totalmente carente de interés desde la primera secuencia. Ni importa en absoluto la identidad y motivos del asesino imitador, ni las relaciones entre Edgar Allan Poe con el capitán Hamilton, su hija y el detective Fields. Es más cualquiera diría que su objetivo principal era homenajear las obras de Stephen King, algo que desestimarían, probablemente, porque hubieran debido pagar derechos de autor, pero que termina por delatarles en la resolución de la película.
Tampoco parece que a James McTeigue le interese tanto el universo de Edgar Allan Poe como sí la emulación de éxitos cinematográficos recientes como los de David Fincher o Guy Ritchie. Él ya lo adelantaba con la publicación del cartel de la película y es comprensible, filmes como Se7en o Sherlock Holmes han cosechado grandes recaudaciones, pero no basta con integrar en una misma película las características principales de una y otra cuando no tienes absolutamente nada más que aportar, como no sea lo que ha visto en la serie de televisión CSI. Al final voy a terminar aborreciendo todas estas películas que parten de hechos y personajes reales para realizar lo que podríamos denominar retrospecciones distópicas.
En un entorno como este en el que tanto guión como dirección no tienen por donde cogerse, hubiera sido un milagro que John Cusack, Luke Evans, Alice Eve o Brendan Gleeson fueran capaces de construir algo medianamente decente con sus respectivos personajes. Así de entrada, en ningún momento me trago el retrato que se hace de Edgar Allan Poe, lo que no quiere decir que el personaje que hace John Cusack me guste más o menos, sino simplemente que no me lo creo como el ilustre escritor. De hecho, mucho me temo que simplemente han utilizado el nombre del poeta para dar algo de lustre a su insípida película en la que no esperen ver estética gótica ni neo-gótica ni tan siquiera tenebrosa, tan sólo baja en intensidad lumínica, así como en creatividad.
Como en alguna otra ocasión he mencionado, cabe la posibilidad de que sea yo quien no ha entendido lo que querían contar. Igual el origen de la película era gastarle una broma a John Waters, que recuerdo se quejaba cuando realizaba Serial Mom que en Baltimore nunca pasaba nada extraordinario, de ahí la ironía de ver a Katheleen Turner corriendo con unas tijeras por las calles de su ciudad. En ese caso igual hubiera sido mejor que Luke Evans hubiera hecho de Emily Hamilton y Alice Eve de una detective en el siglo XIX, o que el capitán fuera gay o transexual, o que el cuervo fuera el asesino imitador… Puestos a crear pasados alternativos, ¿por qué no cambiarlos realmente del todo?
Publicado originalmente en EXTRACINE

La suerte en tus manos


Título original: La suerte en tus manos
Año: 2012
País: España & Argentina

Dirección: Daniel Burman
Guión: Daniel Burman & Sergio Dubcovsky
Producción: Daniel Burman & Diego Dubcovsky  
Fotografía: Daniel Sebastián Ortega
Música: Nico Cota
Montaje: Luis Barros 
Diseño de producción: Margarita Tamborino 
Vestuario: Roberta Pesci
Reparto: Norma Aleandro, Valeria Bertuccelli, Jorge Drexler, Luis Brandoni, Silvina Bosco, Salo Pasik, Gabriel Schultz, Paloma Álvarez, Eugenia Guerty, Tomás Sala, Lucciano Pizzicchini, Fernando Diego Barletta, Silvana Sosto, Sura Sepulveda, Fagner Pavan, Olivier Ubertalli, Mucio Manchini… 

 no llega al corazón

Uno de los mejores exponentes del panorama cinematográfico argentino es sin duda la obra del director, guionista y productor Daniel Burman. Un cineasta capaz de contar con grandes dosis de sentido del humor una serie de dramas familiares que siempre consiguen enternecer al espectador, característica que precisamente reivindicaban con el premio al mejor guión que le dieron a la película en Tribeca. Pero si La suerte en tus manos vuelve a desarrollarse dentro de estos mismos parámetros, logrando la empatía del espectador con unos personajes tan reales como peculiares, y consigue mantener la atención durante gran parte de la proyección, la película peca ligeramente de ingenua al desarrollar un argumento cuya resolución se hace previsible desde que sus protagonistas son presentados por separado, y por muchas trabas que se interponga en su camino.

Quizás resulta demasiado obvio el mensaje que transmite desde el propio título de la película o, por el contrario, defrauda el hecho de que el póker y la afición del protagonista por los juegos de cartas se utilice más como pretexto visual que para desarrollar una trama paralela al drama personal. El caso es que los conflictos de cada uno de los protagonistas, que debieran servir para dotar de profundidad psicológica a ambos personajes, no acaban de desarrollarse en toda su plenitud, a pesar de que apuntan por muy buen camino, pero que terminan por ser meros complementos interesantes, pero incompletos.
Se hecha en falta que la película trate de algo más que de la típica premisa de chico-conoce-chica, así como sobra alguna de las típicas secuencias con sus personajes haciendo tonterías a ritmo de música romántica, que terminan por provocar la pérdida de interés por esperar una conclusión que intuye inevitablemente. La resolución de la película tan sólo es apta para los que verdaderamente se hayan rendido ante sus personajes, resultando un tanto excesiva a el espectador que (como un servidor) se haya quedado a medias.
En cualquier caso, siempre resulta un absoluto y exquisito placer disfrutar de una actriz de las dimensiones de Norma Aleandro, la gran dama de la interpretación argentina cuyas películas no traspasan las fronteras internacionales las veces que fuera deseable. Delicioso es el personaje del doctor Weiss, interpretado por Luis Brandoni, que ya formara parte del reparto de Esperando la carroza, la mítica película a la que Burman también aludía indirectamente en Dos hermanos (2010). Si la aportación de Valeria Bertuccelli -que muchos recordarán de filmes como Luna de Avellaneda (2004, Juan José Campanella) o XXY (2007, Lucía Puenzo)- está a la altura de su madre en la ficción, la película queda parcialmente eclipsada por la espléndida interpretación de Jorge Drexler en su primera incursión cinematográfica como actor, que seguro, no será la última.
Si como a un servidor no acaba de engancharte la trama de la película, seguro que te sirve como aliciente disfrutar de las interpretaciones de sus cuatro protagonistas y sus encantadores personajes.
Publicado originalmente en EXTRACINE

The Amazing Spider-Man


Título original: The Amazing Spider-Man
Año: 2012
País: EE.UU.
Dirección: Marc Webb
Guión: James Vanderbilt, Alvin Sargent & steve Kloves, basado en el comic creado por Stan Lee & Steve Ditko
Producción: Avi Arad, Matthew Tolmach & Laura Horner  
Fotografía: John Schwartzman
Música: James Horner
Montaje: Alan Edward Bell, Michael McCusker & Pietro Scalia 
Diseño de producción: J. Michael Riva 
Dirección artística: Page Buckner, Michael E. Goldman & David F. Klassen
Decorados: Leslie A. Pope
Vestuario: Kym Barrett
Reparto: Andrew Garfield, Emma Stone, Rhys Ifans, Denis Leary, Martin Sheen, Sally Field, Irrfan Khan, Campbell Scott, Embeth Davidtz, Chris Zylka, Max Charles, C. Thomas Howell, Jake Keiffer, Kari Coleman, Michael Barra, Leif Gantvoort, Andy Pessoa, Hannah Marks, Kelsey Chow, Kevin McCorkle, Andy Gladbach, Ring Hendricks-Tellefsen, Barbara Eve Harris, Stan Lee, Danielle burgio, Tom Waite, Keith Campbell, Steve DeCastro, Jill Flint, Mark Daugherty, Milton González, Skyler Gisondo, Charlie DePew, Jacob Rodier, Vincent laresca, Damien Lemon, Ty Upshaw, James Chen, Alexander Bedria, Tia Texada, Jay Caputo, John Burke, Terry Bozeman, Jennifer Lyons, Michael Massee, Amber Stevens… 

el superhéroe con ¿sentido y sensibilidad?

Nada como contar con un director sin pretensiones para que consiga sacar adelante, con eficacia y resolución, una película de superhéroes. Independientemente de comparaciones con sus predecesoras cinematográficas, con el cómic que le dio origen o incluso a pesar del oportunismo (o no) de volver a reincidir sobre el hombre araña en un momento en el que las pantallas de los cines están saturadas de superhéroes, lo cierto es que The Amazing Spider-Man funciona bastante bien, aunque sin conseguir emocionar.

Por un lado está la eficacia del guión escrito por James Vanderbilt -que ya prepara la secuela-, Alvin Sargent -que ya participara en dos de las películas sobre el personaje dirigidas por Sam Raimi- y Steve Kloves -en su primer trabajo después de participar en la saga de Harry Potter-, que está más centrado en desarrollar los vínculos emocionales de los personajes que en insertar adrenalina a base de secuencias de acción. A pesar del esfuerzo, no puedo decir que consigan evitar una leve sensación de déjà vu que proviene de contar una historia cuyos primeros giros son esperados e inevitables, no sólo por la picadura de araña, sino también el incidente con su tío y algunos otros giros que se repiten. Resta algo de fuerza la dificultad de asimilar a Andrew Garfiled y Emma Stone como adolescentes de instituto, o la red emocional en la que se mueven las relaciones personales de los personajes, como que el doctor Connors, que fuera colega del padre de Peter Parker, sea mentor de Gwen Stacy, su compañera de instituto, que a su vez es la hija del capitán de policía, aunque tampoco supone un problema para la credibilidad de la historia.

La que sí resulta definitiva es la aportación de Marc Webb, que sabe proporcionar el tono adecuado a los momentos dramáticos, los cómicos y los románticos. Pero sobre todo, porque a pesar de que haya pocas secuencias de acción, están rodadas con una claridad y nitidez extraordinarias. The Amazing Spider-Man no solo huye de ejercicios pirotécnicos exacerbados o de una demonización de villanos en favor del héroe -aquí tanto buenos como malos tienen sus virtudes y defectos-, sino que, al contrario que otros superhéroes recientes, se aleja de cualquier discurso patriótico y político mostrando al hombre araña como un héroe de a pie, coherente y comprometido, tan sólo, consigo mismo. Quizás haya algún momento -como la secuencia de las grúas- en el que al director se le vaya la mano con la bandera y ese (supuesto) espíritu solidario estadounidense, pero queda más como una anécdota que como abanderado del espíritu de la película.

Puede que trío protagonista formado por Andrew Garfield, Emma Stone y Rhys Ifans resulten efectivos en sus respectivos personajes, pero ninguno llega a transmitir la fuerza que la veteranía de Martin Sheen y Sally Field consiguen aportar a los suyos en sus pocas secuencias. Quizás señalar, no sólo la presencia de Campbell Scott como fugaz padre de Peter Parker, sino la de C. Thomas Howell, aquel amigo de Elliot en E.T. (E.T.: The Extra-Terrestrial, 1982, Steven Spielberg) que liderara el cuerpo de bicicletas voladoras, que es aquí el padre del niño salvado por Spider-Man en la secuencia del puente, que posteriormente lidera el cuerpo de grúas.

Pero si a pesar de su coherencia y de resultar en todo momento entretenida, The Amazing Spide-Man no consigue librarse de esa antipática etiqueta de producto, tampoco consigue, desde luego, la profundidad psicológica de otros héroes reiniciados recientemente, como el Batman de Christopher Nolan, ni la dimensión metafórica que tuvieran los X-Men, lo que lleva la pregunta que muchos se hacen antes de ver la película: ¿era necesaria? Probablemente no, pero al menos es honesta consigo misma, un rasgo que, al menos un servidor, no ha podido encontrar en otras película recientes de idéntica índole.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Hysteria


Título original: Hysteria
Año: 2011
País: Alemania, Francia, Luxemburgo & Reino Unido

Dirección: Tanya Wexler
Guión: Stephen Dyer & Jonah Lisa Dyer, según una idea original de Howard Gensler 
Producción: Tracey Becker, Judy Cairo & Sarah Curtis  
Fotografía: Sean Bobbitt
Música: Gast Waltzing
Montaje: Billy A. Campbell & Jon Gregory 
Diseño de producción: Sophie Becher 
Dirección artística: Bill Crutcher, Keith Slote & James Wakefield
Decorados: Charlotte Watts
Vestuario: Nic Ede
Reparto: Hugh Dancy, Maggie Gyllenhaal, Jonathan Pryce, Felicity Jones, Rupert Everett, Ashley Jensen, Sheridan Smith, Gemma Jones, Malcolm Rennie, Kim Criswell, Georgia Glen, Elisabet Johannesdottir, Linda Woodhall, Kim Selby, John Overstall, Ann Overstall Comfort, Jonathan Rhodes, Leila Schaus, Jules Werner, Maggie McCarthy, Michael Webber, Perry Blanks, Tobias Menzies, Davis Ryall, Anna Chancellor, David Schaal, Nicholas Woodeson, Ellie Jacob, Jack Kelly, Joan Linder, Dominic Borrelli, Jimmy de Brabant, Kate Linder, Corinna Marlowe, Thomas Dennis, Sylvia Strange… 

el que necesitaba el vibrador era él

A pesar de parecer antónimos, dos conceptos como machismo y feminismo no sólo no son opuestos, sino que pueden convivir en el espíritu de una misma persona, independientemente de que sea hombre o mujer. Según el diccionario de la RAE, si feminismo es un “movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”, machismo sería una “actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres”. Unos síntomas que, insólitamente y contra todo pronóstico parece padecer Tanya Wexler, la directora de Hysteria.

Ruego me perdonen si en algún momento se me cuela algún spolier, pero es que, así de entrada, no soy capaz de entender cómo esta directora no ha sido capaz de incluir una pizca de ironía al hecho de que los doctores Robert Balrymple (Jonathan Pryce) y Mortimer Granville (Hugh Dancy) hagan con la mano aquello que Molly (Sheridan Smith) hace con la boca. Al contrario, mientras ella no parece más que una ramera, una prostituta, una furcia cualquiera que hace lo que sea con tal de correrse -y que lo haga el otro-, ellos son retratados como hombres muy respetables, aunque se manchen las manos y hagan exactamente lo mismo que ella, sin correrse ellos, tal y como lo haría una auténtica profesional del sexo. Sin duda esta diferencia moral se produce porque mientras ella se divierte lo mismo que su cliente, ellos sólo están interesados en la retribución económica que van a percibir, así como en que su cliente retorne a su consulta.

Independientemente de que los hechos que se relatan sean más o menos fieles a la realidad, lo cierto es que la manera en la que está contada la película resulta sumamente inverosímil. Se contradice en aquella premisa que critica porque, mientras Charlotte Dalrymple (Maggie Gyllenhaal) defiende que lo que ellos llamaba histéricas sólo son mujeres mal folladas, en la secuencia de la demostración del vibrador se parece constatar que así es. Para postre, después de rebelarse este personaje como una mujer (forzadamente) moderna que toma sus decisiones y no se deja doblegar por el sexo opuesto, acaba finalmente rendida a los pies del que todos sabemos va a ser su hombre (que primero se enamorara de su hermana) desde el primer momento en que se cruzan, para terminar exactamente igual que en una película de Doris Day.

Si por una lado toda la ambientación de Hysteria está muy bien conseguida, su principal lacra está en su guión, que más que cinematográfico o incluso televisivo, parece propio de una obra de teatro en la que los límites de las unidades de tiempo, espacio y acción obligan a que los personajes expliquen al detalle todas y cada una de las decisiones que toman. Contribuye a reforzar la baja calidad del texto la ineptitud de un actor como Hugh Dancy, que no sólo no consigue ser natural en ningún momento sino que nunca logra hacer creer que es un auténtico médico, por mucho que le preocupen los gérmenes. Tampoco Jonathan Pryce estimula mucho con su presencia ni hace creíble un personaje cuyos trazos parecen realizados por un dibujante afectado de Parkinson.

Quizás por contraste, aunque seguro que por méritos propios, se agradecen las interpretaciones femeninas, comenzando con un delicioso y simpático Rupert Everett y su retrato de la marica inteligente, refinada e irónica del siglo XIX, o esa mujer tan culta pero sumisa de la misma época que hace Felicity Jones. Aunque sin duda quedan eclipsadas cada vez que aparecen en pantalla tanto Sheridan Smith en la piel de la única mujer que hace realmente lo que quiere, como, sobre todo, Maggie Gyllenhaal, que consigue llevarse la empatía del público en todo momento con su arrebatadora energía.

Histérica parece entonces la propia película que contradictoriamente parece realzar aquello que critica, no atreviéndose a fijar verdaderamente la atención por ese objeto que queda relegado a mero MacGuffin, y que si se descuidan, casi ni llega a aparecer en imagen: el vibrador. Si es que parece que todavía les da vergüenza nombrarlo: vibrador, vibrador, vibrador, vibrador…

Publicado originalmente en EXTRACINE