lunes, 23 de julio de 2012

Profesor Lazhar


Título original: Monsieur Lazhar
Año: 2011
País: Canadá

Dirección: Philippe Falardeau
Guión: Philippe Falardeau
Producción: Luc Déry & Kim McCraw  
Fotografía: Ronald Plante
Música: Martin Léon
Montaje: Stéphane Lafleur 
Diseño de producción: Emanuel Frechette 
Decorados: Josée Arseneult
Vestuario: Francesca Chamberland
Reparto: Mohamed Fellag, Sophie Nélisse, émilien Néron, Marie-Ève Beauregards, Vincent Millard, Seddik Benslimane, Louis-David Leblanc, Gabriel Verdier, Marianne Soucy-Lord, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Jules Philip, Louis Champagne, Daniel Gadouas, Francine Ruel, Sophie Sanscartier, Nicole-Sylvie Lagarde, André Robitaille, Marie Charlebois, Evelyne de la Chenelière, Stéphane Demers, Nathalie Costa, Judith Baribeau, Emmanuelle Thouin, Maxime Cadorette, Marion L'Espérance, Laurie Pominville, Jean-Luc Terriault, Carol-Anne Arbour, Enrik Cloutier, Samuel Chartier… 

la violencia también forma parte de la educación

Habitual de festivales internacionales como Berlín, Toronto o Valladolid, el cineasta canadiense Philippe Falardeau conseguía este año colarse entre las películas nominadas al Oscar a la mejor película en lengua extranjera con Monsieur Lazhar. Un sencillo, emotivo y estimulante filme en el que aunque la violencia no se manifiesta físicamente, por unos motivos o por otros atormenta a todos y cada uno de sus protagonistas. De la misma manera, a un nivel soterrado y silencioso, asistimos a la lucha por la igualdad de género, la reivindicación racial, las contradicciones entre los métodos de educación contemporáneos y los tradicionales y la proclamación de que el aula no sólo es un espacio para la enseñanza, es el lugar en el que se desarrollan las personalidades de aquellos que después serán adultos.

Responsable también del guión de la película, Falardeau articula su relato en función de sencillos giros que permiten ampliar la información que se esconde detrás de sus personajes, permitiendo la identificación y empatía con el espectador. Llama la atención el uso que hace de la deíxis, tanto en lo que se refiere a la antecesora de Lazhar, como al pasado del propio profesor. De la misma manera, algunos de los temas y conflictos a los que se alude en la película no llegan a mostrarse, pero se dejan intuir con breves alusiones y comportamientos de sus protagonistas, así como se lanzan preguntas que sólo encontrarán respuesta en el espectador. En consonancia, su aproximación visual es tranquila y sosegada, a base de planos que muestran, más que explican, y de encuadres que sugieren, más que enseñan, permitiendo al espectador tomar partido por unos personajes o por otros.
Si resulta muy interesante la aportación de Mohamed Fellag como Bachir Lazhar, absolutamente impresionantes son las de los dos niños protagonistas, Émilien Néron y Sophie Nélisse. Al igual que sus respectivos personajes muestran una madurez sobrecogedora para su edad -sobre todo ella-, ambos consiguen unas brillantes interpretaciones en la que es su primera aparición cinematográfica.
Pareciera que la solución que se propone para superar los traumas que padecen tanto los alumnos de Lazhar, como el propio profesor por sus propias heridas, sea el diálogo y el equilibrio. Un diálogo que permita aflorar realmente el problema que se esconde detrás de las reacciones de los alumnos y un equilibrio ante la respuesta de los adultos. Por mucho que el colectivo de educadores se empeñe en erradicar de sus alumnos ciertos comportamientos violentos, lo cierto es que también forman parte del ser humano, siendo más pronunciados en función del sexo del individuo. La reacción del profesor Lazhar ante estos comportamientos quizás sea más natural que las de los demás educadores, no tanto por su falta de experiencia, sino porque él mismo padece los mismos traumas, aunque por motivos diferentes.
Puede que el relato que propone Philippe Falardeau con Monsieur Lazhar no sea tan impactante ni entretenido como esos productos estadounidenses que pueblan las carteleras del mundo entero, pero no se puede negar su poderosa capacidad para emocionar con tan pocos recursos como una niña leyendo un texto en un papel o un adulto compartiendo sus experiencias con unos niños.
Publicado originalmente en EXTRACINE

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