lunes, 31 de diciembre de 2012

El Hobbit: un viaje inesperado


Título original: The Hobbit: An Unexpected Journey
Año: 2012
País: EE.UU. & Nueva Zelanda

Dirección: Peter Jackson
Guión: Fran walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson & Guillermo del Toro, basado en una novela de J.R.R. Tolkien
Producción: Carolynne Cunningham, Peter Jackson, Fran Walsh & Zane Weiner  
Fotografía: Andrew Lesnie
Música: Howard Shore
Montaje: Jabez Olssen 
Diseño de producción: Dan Hennah 
Dirección artística: Simon Bright, Andy McLaren, Ben Milsom & Michael Smale
Decorados: Ra Vincent
Vestuario: Bob Buck, Ann Maskrey & Richard Taylor
Reparto: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Ken Stott, Graham McTavish, William Kircher, James Nesbitt, Stephen Hunter, Dean ='Gorman, Aidan Turner, John Callen, Peter Hambleton, Jed Brophy, Mark Hadlow, Adam Brown, Ian Holm, Elijah Wood, Hugo Weaving, Cate Blanchett, Christopher Lee, Andy Serkis, Sylvester McCoy, Barry Humphries, Jeffrey Thomas, Michael Mizrahi, Lee Pace, Manu Bennett, Conan Stevens, John Rawls, Stephen Ure, Timothy Bartlett, Bret McKenzie, Kiran Shah, Benedict Cumberbatch, Glenn Boswell, Thomas Robins… 

un viaje largo y aburrido

Leí El Hobbit siendo adolescente. Mucho antes de leer El señor de los anillos. Me encantó. Si bien el primero me pareció un libro de aventuras simpático, muy entretenido y dirigido a un público joven, el segundo era claramente una obra más densa y profunda que no estaba exactamente dirigida al mismo público. Por eso me dispuse a recibir The Hobbit: An Unexpected Journey con muchas menos exigencias de las que en su momento tuve con The Lord of the Rings. Conste que nunca seré de los que dicen aquello de "el libro era mucho mejor", pero hay un aspecto primordial que diferencia sobremanera el libro de la adaptación de Peter Jackson: mientras devoré entusiasmado la obra de J.R.R. Tolkien, cargada de acción y aventuras que mantenían un crescendo espectacular, tuve que armarme de una gran dosis de paciencia para completar el producto de Jackson. Si verdaderamente me sorprendió fue por su facilidad para transportarme a un soporífero estado de aburrimiento.

Estos peligrosos síntomas que nunca deberían estar asociados a una película de acción y fantasía comienzan con la lenta evolución del relato. Si primero le cuesta excesivamente despegar, después sufrirá un parón considerable cuando recale en tierras de los elfos. Está claro que Peter Jackson está muy apegado a sus personajes y considera que el espectador va a estar encantado de reencontrarse con ellos (¿como si de Star Wars se tratara?), así como quedará fascinado con los nuevos. Un problema que los cuatro guionistas, Fran Walsh, Philippa Boyens, Guillermo del Toro y el propio Jackson, hubieran podido evitar de no haberse visto obligados a alargar a tres películas lo que iban a ser sólo dos, y que perfectamente podría haberse quedado en una sola, y más corta que Lo que el viento se llevó. Ni que estuviéramos hablando del Ulises de James Joyce. Pero el problema no sólo parte del guión, es que la aproximación visual del que fuera director de filmes como Bad Taste y Braindead es prácticamente nula: pasa de unos aburridos planos a sus contraplanos y de ahí a fastuosos planos aéreos, limitándose a colocar la cámara para capturar todo lo que está sucediendo. No hay psicología, ni intención narrativa, ni estilo ni estética alguna que no venga proporcionada por el diseño de producción, vestuario, maquillaje y peluquería.

Afortunadamente algo más de dos horas y media dan para bastante, y una vez comienza por fin el viaje no voy a negar que me divertí algo (en ocasiones bastante) con secuencias como la de los trolls, la pelea de los hombres piedra, o la caracterización del orco manco Azog y ese cutis inusitadamente parecido al de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (lo mismo comparten spa). La película termina definitivamente de arrancar en los últimos cuarenta y cinco minutos, pero sólo consigue una secuencia realmente interesante y emocionante en el momento en que hace su aparición el inolvidable Gollum. Me da la impresión de que Peter Jackson nunca podrá volver a ser nadie sin la espectacular aportación de Andy Serkis, sin desmerecer en absoluto a Ian McKellen que está, como siempre, espectacular, pero es toda la secuencia de este ingrato personaje lo mejor de este viaje, que de inesperado no tiene nada. Un encuentro, por cierto, que sigue al dedillo la estructura del libro, lo que demuestra que no hacían falta cuatro guionistas, sino uno que se limitara a convertir el libro en guión literario. Y punto.

Al contrario que Serkis y McKellen, el resto del reparto de The Hobbit: An Unexpected Journey es incapaz de imprimir algo de personalidad a sus respectivos personajes. Quizás por eso también se hace un poco cuesta arriba el visionado de la película. Martin Freeman resulta un hobbit demasiado poco gruñón y desde luego falto de encanto y ternura, como al menos esperaba un servidor, y Richard Armitage tampoco consigue dotar a su personaje del carisma que Viggo Mortensen sí imprimía al suyo. No habrá quienes piensen que los responsables de Game of Thrones podrían haberlo hecho mucho mejor, nuevamente la televisión parece ganarle la partida al cine. Y no tengo nada más que decir, bueno sí, que Howard Shore no parece demasiado entusiasmado con el viaje. Y de las "maravillas" del número de fotogramas por segundo ya ni te cuento, porque no pagué por verlas, igual que en cuanto la película pase a sus múltiples formatos domésticos, dejará de ser utilizado como herramienta de marketing, que es lo que en realidad era.


Publicada originalmente en EXTRACINE

sábado, 29 de diciembre de 2012

Aurora, un asesino muy común


Título original: Aurora
Año: 2010
País: Rumanía, Francia, Suiza & Alemania

Dirección: Cristi Puiu
Guión: Cristi Puiu
Producción: Bobby Paunescu & Anca Puiu
Fotografía: Viorel Sergovici
Montaje: Ion Ioachim Stroe
Reparto: Cristi Puiu, Clara Voda, Catrinel Dumitrescu, Luminita Gheorghiu, Valentin Popescu, Gheorghe Ifrim, Alina Grigore, Letitia Rosculet...

el asesino responsable

Que no les despiste el nombre de la película en español, es el individuo el que es común, no el asesino. Aquí radica el auténtico horror de la historia que nos cuenta Cristian Puiu, que no se trata de una persona enferma, sino más bien de un individuo perturbado.

Es posible que nos despiste la casualidad de la cámara de Puiu en Aurora. A veces pareciera que hubiera escogido su ubicación en cualquier sitio que le permitiera el libre movimiento de sus personajes, que aparecen y desaparecen detrás de puertas y paredes. De la misma manera, también parece que en primera instancia los movimientos de Viorel sean total y absolutamente azarosos, cuando resulta ser todo lo contrario. 

Quizás haya una relación entre esa cámara casual y la desorientación que se esconde detrás de un personaje que, a pesar de tener un plan trazado, se desvela completamente desorientado emocionalmente. Un síntoma que aflora, sobre todo, en las secuencias en las que se ve forzado a relacionarse con otras personas. De la misma manera, los espacios en los que transcurren las diferentes acciones también parece reflejar el estado de ánimo de los personajes que los habitan. Igual que la casa de Viortel está siendo desmantelada, parece que se desmorona el alma y la autoestima de su habitante.

Curiosamente, al igual que finalmente el personaje asumirá la responsabilidad de sus actos, el propio director se hace responsable de un relato que no sólo escribe y dirige, sino que también protagoniza. Es posible que algún espectador consiga darle la vuelta a algunas de las situaciones que vemos en Aurora, pero un servidor no ha encontrado humor alguno en el duro retrato de un individuo que no ha sido capaz de asumir la responsabilidad de las decisiones de otros, aunque sí las suyas propias.

Puedes verla en 400 Films

Twixt


Título original: Twixt
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola
Producción: Francis Ford Coppola  
Fotografía: Mihai Malaimare Jr
Música: Dan Deacon & Osvaldo Golijov
Montaje: Kevin Bailey, Glen Scantlebury & Robert Schafer 
Dirección artística: Kimmy DiMarcellis
Decorados: Katherine Covell
Vestuario: Marjorie Bowers
Reparto: Val Kilmer, Bruce Derns, Elle Fanning, Ben Chaplin, Joanne Whalley, David Paymer, Anthony Fusco, Alden Ehrenreich, Bruce A. Miroglio, Don Novello, Ryan Simpkins, Lucas Rice Jordan, Fiona Medaris, Katie Crom, Lucy Bunter, Dorothy Tchelistcheff, orraine Gaudet, Stacey Mattina, Tom Waits… 

en busca de la inspiración por el camino interior

A estas alturas de la película, es evidente que Francis Ford Coppola no tiene que demostrar nada en absoluto. Guionista, director, productor y patriarca de una familia dedicada casi por completo completo al mundo del cine, en muy diferentes vertientes, lo cierto es que no había tenido la oportunidad de echar un vistazo a su última etapa como director, que podemos decir se reinicia con Youth Without Youth (2007), continúa con Tetro (2009), y se extiende ahora con Twixt. No podré entonces ubicar su última película dentro de su nueva realidad artística, que le lleva por los caminos del cine independiente, pero sí puedo afirmar que, sin ser una película excepcional, no deja de tener un llamativo encanto que, tanto en lo que se refiere a su temática como a su estilo y estética, nos remite al personal universo artístico de su creador, así como revela alguna que otra de sus influencias más recientes.

De entrada, salta a la vista que su homenaje a Edgar Allan Poe resulta mucho más gratificante, interesante y efectivo que el que James McTeigue le profería en El enigma del cuervo (The Raven, 2012). Una alusión curiosa si tenemos en cuenta que el inmortal escritor estaba interpretado por John Cusak, quien en otra película de terror interpretaba a un escritor que busca fantasmas y que naciera de la pluma de Stephen King, a quien también se alude en Twixt. Las alusiones no terminan ahí pues esa búsqueda de inspiración que requiere el propio Hall Baltimore (Val Kilmer) para continuar y completar su nueva novela, no debe ser muy diferente de la que el propio director necesitaba cuando trabajaba para la factoría de Roger Corman, en una etapa que concluiría con la dirección de la interesante Dementia 13 (1963).

El mundo onírico y el real se fusionan en Twixt para dar lugar a un mundo en el que ficción y realidad tampoco tienen fronteras. La fotografía, en color o en blanco y negro, sirve para ubicarnos en el espacio real o ficticio, por el que también se mueven los fantasmas del propio protagonista, que funcionan como resortes que contribuyen a la germinación de las propias ideas del escritor. Pareciera que el cineasta estuviera así dando respuesta a todas las especulaciones sobre la posibilidad de la influencia personal de muchos artistas en sus obras, aunque partan de hechos e ideas ajenos a ellos mismos. De esta manera, una película en principio de encargo, como fuera El padrino (The Godfather, 1972) acabaría siendo tan personal gracias a la impregnación del cineasta y su propio entorno, que termina de consolidar la fuerza de sus personajes.

En oposición a este tipo de cine de gran presupuesto, Twixt sintoniza visualmente más con otras obras que quizás son menos consideradas por el público de a pie, pero que resultan mucho más personales y significativas dentro de su filmografía, como es el caso de La ley de la calle (Rumble Fish,1983), en la que ya utilizaba el recurso del blanco y negro salpicado con toques de color, o el gusto por la estética neogótica que él mismo popularizara en los años noventa con Dracula (1992). Las similitudes se confirman con la delicada poesía visual de la mayoría de los planos de la película, que contrastan con una sencillez narrativa que no pretende en ningún momento ni impresionar ni generar suspense, tan sólo especular con los caminos internos por los discurre la creación artística.

En este amalgama de autocitas, sorprende curiosamente una influencia contemporánea, la de la obra de David Lynch, procedente tanto de su serie Twin Peaks como de algunos de sus filmes, pero que emana más de un personaje como Bobby LaGrange (Bruce Dern) que de la truculencia de todo lo que le sucede a la enigmática V (Elle Fanning). La alusión no sólo es cinematográfica sino también familiar porque Bruce Dern es en la vida real el padre de Laura Dern, que protagonizaba terciopelo azul (Blue Velvet, 1986), Corazón salvaje (Wild at Heart, 1990) e Inland Empire (2006), cerrando la cita tanto de manera cinematográfica como familiar. Fusiona de esta manera tanto la búsqueda de la creación con la influencia con que la aportación personal y en muchos casos familiar ejercen sobre la obra artística de un cineasta.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Frankenweenie


Título original: Frankenweenie
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Tim Burton
Guión: John August, basado en un guión previo de Leonard Ripps, a su vez basado en una idea de Tim Burton
Producción: Allison Abbate & Tim Burton  
Fotografía: Peter Sorg
Música: Danny Elfman
Montaje: Chris Lebenzon & Mark Solomon 
Diseño de producción: Rick Heinrichs 
Dirección artística: Tim Browning & Alexandra Walker
Reparto: Catherine O'Hara, Martin Short, Martin Landau, Winona Ryder, Robert Capron, Conchata Ferrell, Atticus Shaffer, Tom Kenny, James Hiroyuki Liao, Charlie Tahan, Dee Bradley Baker, Jeff Bennett, Christopher Lee, Melissa Stribling, Frank Welker… 

cerrando cuentas con el pasado

Me resulta cuanto menos curioso este retorno de Tim Burton a sus orígenes. No sólo porque retome una idea que explorara en aquel fabuloso cortometraje de 1984, Frankenweenie, sino porque vuelve a hacerlo de la mano de Walt Disney. Desconozco hasta qué punto la película constituye una venganza en toda regla, pero ahora que les tiene en el bote gracias a las recaudaciones que han cosechado con Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010), y que parece sentirse muy seguro de sí mismo gracias a su condición de director estrella, todo parece apuntar a que no ha dudado en hacer una película oscura, morbosa y llena de personajes raros (casi retarded), como les debía parecer a ellos él mismo cuando tan injustamente le echaron de allí.

No quiero decir con esto que haya vuelto el Burton de filmes como  Bitelchús(Beetlejuice, 1988), Batman (1989) o Eduardo Manostijeras (Edward Sciccorhands, 1990) pero estamos ante una aceptable aproximación a ese mismo universo neogótico. Al menos estéticamente, y siempre dirigiéndose a un público infantil, nunca al que disfrutó con filmes como Ed Wood (1994) y Mars Attacks! (1996) -auqnue seguro que alguno se reblandece- a las que también hace referencia de varias maneras. Imagino que no recibirán de la misma manera los que tuvimos la fortuna de ver Frankenweenie en su momento que los que no la hayan visto o lo hayan hecho después de ver la película. Yo hablo desde el punto de vista de los primeros, y en ese sentido lo mejor que puedo decir de Frankenweenie se refieren a su forma, porque su contenido, aunque simpático, se queda un tanto corto.

Nada que reprochar con respecto a la calidad de la animación, la fotografía o la banda sonora de la película. Lo mejor son, sin duda, los homenajes al expresionismo alemán, el ciclo de terror de Universal y Hammer, o incluso las propias auto-citas, como ese profesor Rzykruski con la forma de Vincent Price y el espíritu de aquel encantador Bela Lugosi que Martin Landau interpretaba en Ed Wood, de hecho es el propio actor quien pone voz al personaje. Quizás sorprenda un poco la sobredosis de personajes oscuros y tétricos que completan la clase de Víctor (Charlie Tahan), desde luego se le vea el plumero con la demonización de todo lo que tiene que ver con deporte, y en un momento dado se le valla de las manos el último giro de guión en el que las hordas de ciudadanos atemorizados se convierten en una única masa que reclama sed de venganza, pero tampoco es que ponga el listón demasiado alto desde un primer momento y cierto es que no pretende otra cosa que entretener.

Pero por muy encantadora que sea la propuesta, no puedo evitar una sensación de pataleta representada en el discurso que el profesor Rzykruski ofrece a la comunidad. Ignorantes son los que no entienden sus técnicas docentes, como igualmente lo fueron aquellos que no entendieron la sensibilidad artística del joven Burton. Quizás Frankenweenie, el cortometraje, fuera el proyecto de fin de carrera para Burton en la factoría Disney, pero si se hubiera preocupado en desarrollar mejor las acciones y profundizar un poquito más en los personajes de Frankenweenie, el largometraje, quizás su intento de dar una lección a sus mentores hubiera calado mucho más hondo. De esta manera, Frankenweenie no deja de ser un título tan agradable como superficial, que será más apropiado para devotos del neogótico, adolescentes incomprendidos y adultos contrarios al psicoanálisis. Etapas por las que sin duda ha debido pasar el propio Burton.

Publicado originalmente en EXTRACINE

Contrareloj


Título original: Stolen
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Simon West
Guión: David Guggenheim
Producción: René Besson, Matthew Joynes & Jesse Kennedy  
Fotografía: Jim Whitaker
Música: Mark Isham
Montaje: Glen Scantlebury 
Diseño de producción: Jaymes Hinkle 
Decorados: Tricia Schneider
Vestuario: Christopher Lawrence
Reparto: Nicolas Cage, Josh Lucas, Danny Huston, Malin Akerman, Sami Gayle, Edrick Browne, Mark Valley, Barry Shabaka Henley, M.C. Gainey, J.D. Evermore, Garrett Himes, Kevin Foster, Tanc Sade, Dan Braverman, Jon Eyez, Marcus Lyle Brown, Matt Nolan, Tyler Forrest, Shanna Forrestall, Brian Kinney, Joe Nin Williams, Derk Schreck, Tim Bell, Kyle Russell Clements, Mustafa Harris, John McConnell, Dave Randolph-Maybhem Davis, Bernadette Ralphs, Emily West, Randall Nelms… 

cuenta atrás de mercadillo

No estoy seguro si ha sido el hecho de que dirigía Simon West o de que el guionista era David Guggenheim, pero como no sólo de cine independiente vive el cinéfago, ahí estaba un servidor viendo Stolen. Una película de acción en la que Nicolas Cage es un ladrón de bancos que tras una condena de 8 años decide dejar atrás su vida criminal para recuperar una relación inexistente con su hija Alison. El problema es que uno de sus antiguos compañeros quiere recuperar los ocho millones de dólares que habían robado cuando le cogieron, aparte de que le carcome un leve resquemor por haberle dejado sin una pierna. Convertido en un auténtico paria, la mejor manera que se le ocurre de recuperar el dinero es secuestrando a la hija del primero, marcando un plazo con el que se inicia la cuenta atrás del título en español: Contrarreloj.

Es posible que las expectativas fueran un tanto altas si consideramos que estamos ante una película del mismo guionista de El invitado (Safe House, 2012, Daniel Espinosa), que además está dirigida por el responsable de The Mechanic (2011), que ya apuntaba a una intención de Simon West por realizar películas de acción más convencionales. Pero aún así Stolen no consigue despojarse de los clichés de un género en el que la credibilidad y la verosimilitud quedaron olvidadas en el mismo lugar en el que Will Montgomery había dejado el dinero del robo al banco. Aunque debo confesar que me tragué toda la película con razonable interés. Lo que no consigue con el texto, termina por convencernos con secuencias de acción rodadas con mínima elegancia y montadas con inusitada vitalidad. Quizás se asemeje más a un telefilme, o a lo mejor por eso resulta más o menos simpática, pero el caso es que Stolen consigue entretener con tanto descaro como desparpajo.

El interés también puede provenir de la interpretación de Sami Gayle, en la que es su segunda interpretación cinematográfica después de El profesor (Detachment, 2011, Tony Kaye), que resulta más convincente y conmovedora incluso que su propio padre, un esforzado Nicolas Cage (lo mejor es cuando habla en sueco), y ciertamente más sobria y contenida que Josh Lucas en un personaje totalmente desquiciado. El personaje de Danny Huston no es mucho mejor que una caricatura, aunque lo peor es que no se quite el sombrero (apuesto que ni para ir al cuarto de baño). O a lo mejor es que, en estos tiempos de indignación, me resulta reconfortante que la policía siempre salga perdiendo y se les presente como unos ineptos a la altura de Mortadelo y Filemón. El final resulta patético, pero si has llegado hasta él, tampoco es que estuvieras esperando caviar ni champagne.

Publicado originalmente en EXTRACINE

This is England


Título original: This is England
Año: 2006
País: Reino Unido

Dirección: Shane Meadows
Guión: Shane Meadows
Producción: Mark Herbert  
Fotografía: Danny Cohen
Música: Ludovico Einaudi
Montaje: Chris Wyatt 
Diseño de producción: Mark Leese 
Dirección artística: Caroline Grenbbell
Vestuario: Jo Thompson
Reparto: Thomas Turgoose, Stephen Graham, Jo Hartley, Andrew Shim, Vicky McClure, Joseph Gilgun, Rosamund Hanson, Andrew Ellis, Perry Benson, George Newton, Frank Harper, Jack O'Connell, Kriss Dosanjh, Kieran Hardcastle, Chanel Cresswell, Danielle Watson, Sophie Ellerby, Hannah Walters, Dave Laws, Michael Socha, Ian Smith, Dave Blant, Matthew Blamires, James Burrows, Harpal Hayer, Terry Haywood, Nimesh Jani… 

this is music. this is cinema. this is england

Si a lo largo de los años ochenta la música electrónica había ido ganando terreno a otras tendencias musicales como el pop, el rock o incluso el hip-hop, en los años noventa terminaría consolidándose definitivamente como la opción musical de las nuevas generaciones. Precisamente, en 1989 nacía en Sheffield Warp Records, una discográfica que centraría su objetivo, única y exclusivamente, en las diferentes variantes de este estilo musical. Bandas y artistas como Aphex Twin, Autechre, Boards of Canada, Nightmares on Wax o Squarepusher serían abanderadas de un sello que, como consecuencia de una década de MTV, prestaría gran atención a un formato audiovisual relativamente nuevo como era el videoclip.

Si originalmente este formato atonal tendría una función meramente comercial, progresivamente se iría nutriendo de nuevos cineastas que comprendían y exploraban sus posibilidades para terminar elevando el vídeo musical a la categoría de obra artística. Y buena responsabilidad en esta evolución la tienen videocreadores como Jarvis Cocker, sí, el líder de la banda Pulp; David Slade, que acabaría dirigiendo películas como Hard Candy (2006) o Eclipse (The Twilight Saga: Eclipse, 2010); el colectivo The Designers Republic; o el artista visual multifacético Chris Cunnungham, que acabaría realizando fascinantes trabajos como Come to Daddy para Aphex Twin, Only You para Portishead, o All is ful of love para BjörkEl trabajo audiovisual de la compañía cobraría tal entidad que abriría las puertas hacia propuestas más ambiciosas, como el cortometraje, el video-arte y el cine. De esta manera Warp Records daba el primer paso hacia Warp Films con la realización de un cortometraje dirigido en 2002 por Chris Morris, My Wrongs#8245-8249 & 117, que ganaría el premio BAFTA al mejor cortometraje. Su protagonista, Paddy Considine, serviría de vínculo con su siguiente proyecto, un largometraje dirigido por Shane Meadows, Dead Man's Shoes (2004). Una película que sería muy bien recibida por la crítica y que conseguiría una nominación a los premios de la Academia británica, pero que no terminaba de consolidar esta nueva empresa cinematográfica cuya oficina seguía estando en el jardín de la casa de su promotor.

Tras un impactante cortometraje documental dirigido por Chris Cunningham, Rubber Johnny (2005), llegaría This is England (2007), una película, dirigida de nuevo por Meadows, con la que conseguirían un espectacular éxito de crítica y público, haciéndose con el BAFTA a la Mejor Película Británica y el de la mejor película en los premios del Cine Independiente Británico, entre otros galardones. De esta manera se consolidaba una productora cinematográfica que se convertía también en distribuidora. Lo que comenzaba con la música, completaba un viaje que había hecho parada en el videoclip y otros formatos audiovisuales, para terminar en las salas de cine y que posteriormente llegaría a la televisión convertida en serie. This is Warp Records. This is Warp Films. This is England (...).

Publicado originalmente en 400 Films

patriotismo mal entendido

El padre de Shaun ha fallecido en la guerra de las Malvinas. Por eso vive sólo con su madre, que le viste a su manera. Víctima de las burlas de sus compañeros de clase, sólo encuentra cariño y comprensión en un grupo de jóvenes que, como él, también tienen su propio código para vestir y que descargan su rabia con violencia y destrucción: una banda de skinheads.

¿Así es Inglaterra? ¿Esto es patriotismo? ¿Así son los skin-heads? Sí. Así es la conjunción de estos tres conceptos. En su quinta película como director, Shean Meadows nos ofrece lo que a simple vista parece un retrato generacional, en la misma línea de títulos memorables como Quadrophenia (1979, Franc Roddam) o Trainspotting (1996, Danny Boyle). Quizás la diferencia, o la aportación que incluye la película de Meadows, es una visión crítica de un movimiento que no demoniza, pero al que sí advierte sobre los peligros de la manipulación y la mala interpretación que algunos individuos de su propio tribu puedan ejercer. 

Cabe pensar que el propio director de la película se viera envuelto en situaciones similares, no sólo por el parecido entre su nombre y el de su protagonista, Shaun, que fonéticamente suena probablemente igual que el suyo. O por su propio parecido físico con Thomas Turgoose o con el propio Stephen Graham, cuyo personaje, Combo, también se parece al propio Meadows, además de que menciona verse a si mismo reflejado en Shaun. El director de la película también fuera víctima de bullying en su infancia, curiosamente también por causas paternales, aunque en su caso no fuera por ausencia, sino por haber sido inicialmente considerado sospechoso de un crimen que posteriormente se demostró no había cometido. 

La violencia y la delincuencia juvenil también formaron parte de las primeras etapas de la trayectoria vital de Shawn Meadows. Quizás por eso consigue mostrarlas con esta claridad y contundencia. Sin justificación, pero con cierto sentido. Casi de la misma manera que el joven Shaun, con su precoz elocuencia, consigue sacar sus propias conclusiones de una situación en la que se ha metido. Quizás también por eso la película, igual que su protagonista, tenga esa apariencia tan dura en su imagen, en la superficie, para mostrarse después extraordinariamente tierna por dentro. Exactamente igual que la apariencia de su propio autor.

Publicado originalmente en 400 Films

viernes, 28 de diciembre de 2012

Dame Veneno


Título original: Dame veneno
Año: 2007
País: España

Dirección: Pedro Barbadillo
Guión: Pedro Barbadillo & Luis Clemente
Producción: Gervasio Iglesias & Lara Sastre  
Fotografía: Alex Catalán
Montaje: Chari G. Chaza 
Reparto: Rafael Amador, Raimundo Amador, Rafael 'Manglis' Cobo, Rafael 'Bizco Eléctrico' García, Antonio 'Tacita' Moreno, Ricardo Pachón, Juanjo Pizarro, Juan 'El Camas' Romero, Kiko Veneno… 

la otra movida

Volando voy, volando vengo. Por el camino yo me entretengo. Enamorao de la vida aunque a veces duela, si tengo frío busco candela. Señoras y señores, sepan ustedes, que la flor de la noche es pa' quien la merece. Enamorao de la vida aunque a veces duela, yo no sé quién soy ni lo pretendiera. Porque a mi me va mucho la marcha tropical y los cariños en la frontera, me van.

Estrofas del que quizás sea el más popular de todos los temas de un movimiento invisible, que no silencioso, o, al menos, no demasiado conocido y que por no tener, no tiene ni siquiera nombre, a no ser que aludamos al de su banda insignia: Veneno. Porque no todo fue movida, y no todo pasó en Madrid. Aunque la movida madrileña sea el más conocido de los movimientos culturales que surgieron con la llegada de la democracia, no fue el único. En Sevilla también se movían cosas en torno a un payo hippie que se juntaba con gitanos. De origen catalán, pero criado en Andalucía desde muy joven, Kiko Veneno sería, junto a los hermanos Rafael y Raimundo Amador, la pieza clave de este venenoso duende que te atrapa y te encandila.

No importa que no te guste el flamenco, ni siquiera que tienes que estar familiarizado con bandas y artistas como Veneno, Camarón de la Isla, Pata Negra o el propio Kiko Veneno. Pero seguro que eres capaz de reconocer temas y canciones que han quedado incrustados en la memoria emocional de varias generaciones. Los delincuentes, Ratitas divinas, La leyenda del tiempo y, sobre todo, Volando voy son canciones que habrás incluso tarareado sin saber exactamente quienes las hicieron posible. Puede que los discos que publicaron en aquella época no tuvieran el éxito y la repercusión que tienen ahora, pero tal y como dice Ricardo Pachón, el que fuera su productor  "el tiempo se encargaría de darles la razón".

Publicado originalmente en 400 Films


(...) Me atrevo a sugerirle a Barbadillo que quizás debería platearse seriamente picotear en la videocreación. No sólo porque por el ritmo de su película, que no decae en ningún momento y consigue mantener el interés, incluso de un espectador profano en las lides del flamenco, sino por esas deliciosas animaciones que salpican la narración, cual auténticos y originales videoclips de algunos de los fragmento musicales que ilustran la narración. (...)

Publicado originalmente en 400 Films

Woody Allen: el documental


Título original: Woody Allen: a documentary
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Robert B. Weide
Guión: Robert B. Weide
Producción: Robert B. Weide  
Fotografía: Neve Cunningham, Anthony Savini, Nancy Schreiber, Bill Sheehy, Buddy Squires
Montaje: Karoliina Tuovinen & Robert B. Weide 
Reparto: Woody Allen, Letty Aronson, Marshall Brickman, Josh Brolin, Dick Cavett, Penélope Cruz, John Cusak, Laeey David, F.X. Feeney, Robert Greenhut, Mariel Hemingway, Charles H. Joffe, Scarlett Johansson, Julie Kavner, Diane Keaton, Nettie Konigsberg, Martin Landau, Louise Lasser, Eric Lax, Leonard Maltin, Douglas McGrath, Sean Penn, Tony Roberts, Chris Rock, Jack Rollins, Richard Schickel, martin Scorsese, Mira Sorvino, Stephen Tenenbaum, Naomi Watts, Fred Weintraub, Dianne Wiest, Gordon Willis, Owen Wilson, David Frost, Ruth Gordon, Gina Lollobrigida, Derek Nimmo, Soon-Yi Previn… 

el artista y su obra

Woody Allen es esa clase de cineastas que tiene tantos detractores como defensores. Mientras unos acuden sistemáticamente cada año al cine para ver sus películas, otros huyen de lo que consideran la obra de un pedante, un director pretencioso que se cree gracioso. A pesar de que siempre se dice aquello de que es un cineasta más europeo que estadounidense, lo cierto es que todas sus películas destilan un sentimiento americano que quizás no sea al que estamos habituados del cine que viene de Hollywood. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que estamos hablando de uno de los cineastas más interesantes del panorama internacional, que no sólo ha conseguido mantenerse en activo desde que comenzara su carrera, en los años sesenta del siglo pasado, sino que ha sabido evolucionar y construir un legado cinematográfico total y absolutamente coherente consigo mismo. Y de eso precisamente es de lo que trata Woody Allen: a documentary.

No esperen enterarse de cómo y cuándo se enamoró de Soon-Yi, ni de lo que piensa de Mia Farrow, ni de la relación que mantiene actualmente con los hijos que tenía en común con la protagonista de La rosa púrpura de El Cairo (The Purple Rose of Cairo, 1985). Este no es un documental sensacionalista. A Robert B. Weide, director de la película, sólo le interesa la obra de un cineasta que podríamos considerar tan constante como constantemente insatisfecho con lo que hace. Un estado neurótico que, precisamente, constituye su motor para seguir adelante, para continuar creando. Pocas veces la neurosis fue tan creativa.

Uno de los grandes aciertos de Woody Allen: a documentary es que, a pesar de que todos conocemos la vida y obra del director de Annie Hall (1977), pocas veces recordamos cómo empezó realmente. No sólo eso, sino que, al menos hasta que concluye la tercera parte de su trayectoria como cineasta -me encanta que señalen sus grandes ciclos de la misma manera que lo hizo un servidor, y que incluso escojan algunas de mis secuencias favoritas para ilustrar algunos momentos de su filmografía-, se detiene a repasara todas y cada una de sus películas. Es posible que omitan What's Up, Tiger Lily? (1966), y aquellas en las que interviene como actor a excepción de Play It Again, Sam (1972, Herbert Ross) -porque es la película en la que conoció a Diane Keaton-, pero se detiene en todas y cada una de las demás, hasta Husbands and Wife (1992). Por lo visto hay una versión larga del documental destinada a la pequeña pantalla.

Además, se trata de una película aconsejable igualmente aunque no hayas visto muchas, algunas o ninguna de sus películas, por que lo cierto es que aún así seguro que conoces al personaje. Lo único que puede suceder es que te entren unas ganas incontrolables de devorar toda su filmografía. Las opiniones de sus colaboradores son honestas y no necesariamente alaban y aclaman todo su trabajo, sino que son conscientes de las carencias de algunas de ellas. Aunque como dice Mariel Hemingway, hasta en sus películas más flojas encuentras algo interesante. Y todo, absolutamente todo, es interesante en Woody Allen: a documentary.

Publicado originalmente en EXTRACINE