sábado, 22 de diciembre de 2012

El molino y la cruz


Título original: The Mill and the Cross
Año: 2011
País: Polonia & Suecia

Dirección: Lech Majewski
Guión: Lech Majewski & Michael Francis Gibson
Producción: Lech Majewski  
Fotografía: Lech Majewski & Adam Sikora
Música: Lech Majewski & Józef Skrzek
Montaje: Eliot Ems & Norbert Rudzik 
Diseño de producción: Marcel Slawinski & Katarzyna Sobanska-Strzalkowska 
Dirección artística: Stanislaw Porczyk
Decorados: Iwona Cieciwa, Pracownia Graffiti & Izabela Handrysik
Vestuario: Dorota Roqueplo
Reparto: Rutger Hauer, Michael York, Charlotte Rampling, Joanna Litwin, Dorota Lis, Bartosz Capowicz, Mateusz Machnik, Marian Makula, Sylwia Szczerba, Wojciech Mierkulow, Ruta Kubas, Jan Wartak, Sebastian Cichonski, Lucjan Czerny, Aneta Kiszczak, Oskar Huliczka, Adam Kwiatkowski, Pawel Kramarz, Tadeusz Kwak, Andrzej Jastrzab, Józef Barczyk, Bernadetta Cichon, Krzysztof Lelito, Jerzy Suchecki, Emilia Czartoryska, Agata Kokosinska, Tatiana Juszniewska, Dariusz Lorek, Miroslaw Fuchs, Stanislaw Futek, Grzegorz Kazibudzki, Roman Galbas, Pawel Lecki, Stanislaw Wierzbowski, Grezgorz Gamojda, Anna Jedrzejewska, Aleksandra Horzela, Agnieszka Kozakiewicz, Katarzyna Sobanska-Strzalkowska, Wieslaw Szczesniak, Jan Walkowiak, Stefan Subik, Adam Majkut, Piotr Leskow, Ryszard Borys… 

seguimos viviendo en el siglo XVII

Debo decir que, a priori, entiendo el punto de vista de Michael Gibson que consideraba una locura convertir en película un ensayo sobre un cuadro del siglo XVI. Pero quizás con la misma curiosidad que él mismo aceptaba el reto de Lech Majewski, colaborando junto a él en la adaptación del guión de El molino y la cruz, me senté en la butaca para contemplar el resultado de sus divagaciones en las que, además, participan tres intérpretes tan estimulantes como Rutger Hauer, Michael York y Charlotte Rampling. Y tres son los principales aciertos de su magnífica obra: transportar verdaderamente al espectador al siglo XVI; penetrar en el cuadro de Pieter Brueghel, La procesión del calvario, explicando e interpretando lo que el pintor quería contar; y encontrar un vínculo entre los sucesos retratados, el pretexto religioso que el pintor utilizara en su pintura y la similar situación actual que se vive en algunos países.

Una luz prodigiosa, de intencion realista y vocación absolutamente pictórica; un meticuloso diseño de sonido, que proporciona una sensación completamente sensorial a la imagen; un espectacular vestuario, meticulosamente elaborado para la producción de la película, que contribuye a alejar la ilusión de que estemos viendo actores disfrazados; y la acertada combinación entre dirección artística, decorados y ambientación, que termina por transportarnos a una época en la vida se regía por patrones más orgánicos viscerales, facilitan la ilusión de que incluso tengamos la sensación de estar respirando el mismo aire del siglo XVI cuando vemos El molino y la cruz

En sintonía con la niebla y esta estética tan minuciosamente elaborada, los majestuosos movimientos de cámara que Majewski utiliza en su película mantienen un ritmo pausado y acorde con el de la propia maquinaria que mantiene en movimiento el molino. Asimismo, todos los miembros del reparto consiguen mantener un tempo de actuación acorde con la época que retratan. 

La interpretación que Gibson y Majewski hacen de uno de los cuadros del que fuera una de las principales figuras de la pintura flamenca se convierte en una experiencia realmente fascinante. Su investigación no sólo nos alumbra sobre el cuadro en sí, sino sobre los acontecimientos que intervinieron en su creación, las decisiones que llevaron al pintor a escoger su tema y la manera en lo que lo plasma en el lienzo. 

Y por último, ese extraordinario valor añadido implícito en cualquier obra artística que consigue perdurar en el tiempo, como La procesión del Calvario, al igual que estoy convencido que también lo hará El molino y la cruz. Porque Lech Majewski consigue extrapolar la misma crítica que el propio Brueghel hacía con su pintura, en la que comparaba el calvario de Cristo con el que sufrían los holandeses a manos de los españoles, a la época actual. Es la misma opresión que experimentan en la actualidad muchos pueblos y culturas contemporáneas a manos de aquellos que se consideran superiores o en posesión de la verdad. Porque como decía el propio Lech Majewski, es posible que el ser humano haya avanzado mucho desde el siglo XVI en cuanto a industria y tecnología se refiere, pero el espíritu humano no ha evolucionado en absoluto.

Publicado originalmente en 400 Films

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