Titulo original: Legion
Año: 2010
Nacionalidad: EE. UU.
Dirección: Scott Charles Stewart
Guión: Peter Schink & Scott Charles Stewart
Producción: David Lancaster & Michel Litvak
Fotografía: John Lindley
Música: John Frizzel
Montaje: Steven Kemper
Diseño de Producción: Jeff Higinbotham
Decorador: Gabrielle Petrissans
Vestuario: Wendy Partridge
Reparto: Paul Bettany, Lucas Black, Tyrese Gibson, Adranne Palicki, Jon Tenney, Willa Holland, Kate Walsh, Kevin Durand, Charles S. Dutton, Dennis Quaid, Jeanette Miller, Cameron Harlow, Doug Jones, Josh Stamberg, Yancey Arias, Danielle Lozeau, Luce Rains, Bryan Chapman, Denney Pierce, Kaye Wade, Chuck Hicks, Stephen Oyoung, Tyra Danielle, Django Marsh...
catolicismo, machismo, incoherencia a tutiplén y exterminación por aburrimiento
Legion es un producto antiguo, aburrido e insoportable, que parece que estuviera producido por el mismo grupo de religiosos de pacotilla que hicieran realidad la entrañable Plan 9 from Outer Space.
Nunca hubiera pensado que llegaríamos a ver convertido en filme un guión que, sin ser surrealista, está escrito, de principio a fin, con la técnica de la escritura automática. Sólo de esa manera se puede entender los delirios fantasiosos de un especialista de efectos especiales, Scott Stewart y un montador, Peter Schink, responsables de una historia que hace agua por todas partes. A lo mejor es su manera de luchar contra la sequía.
Michael, un ángel caído, se materializa en un callejón para erigirse en protector de Charlie, una madre soltera embarazada que ha sido marcada —por que sí— como el elemento clave para evitar la exterminación del hombre en la tierra ordenada por Dios en persona. No hay más.
Si echamos la vista al pasado, comprobaremos que en tiempos de crisis, la imaginación de guionistas y directores ha sabido eludir las carencias económicas manifestándose en un cine inteligente que ha sabido contar más de lo que mostraba. Aquí estamos en un caso especial porque ni saben lo que quieren contarnos ni saben cómo contarlo. Pareciera que siguiendo la estela de James Cameron con su patético The Abyss (1989, James Cameron), Stewart y Schink estuvieran aprovechando para llevar a la gran pantalla sus fantasías de adolescentes. Lo cual me parece una desfachatez, una actitud inmoral, irresponsable y una ausencia total de respeto hacia el espectador.
Sólo fijándome en la historia, el relato n se sostiene, hace aguas por todas partes, y no estoy aludiendo al diluvio universal, citado en el filme. Asumiendo el hecho de que Dios se ha enfadado con la humanidad —algo que ni siquiera está explicado en el filme—, sin entrar en cuestiones religiosas o filosóficas y dado por hecho que algo como esto sea posible, ninguno de los dos guionistas es capaz de explicar con coherencia los motivos por los que el hijo de Charlie es sido escogido, tampoco se entienden los momentos de calma entre un ataque y el siguiente, ¿acaso Dios necesita pausas para merendar y recobrar sus fuerzas? ¿Qué es eso de que un ángel le da una lección al mismo Dios? A mi me parece que estos dos individuos no asistieron a todas sus clases de catequesis y creo que un niño de seis años lo habría hecho mucho mejor.
Quizás lo único entretenido es el juego de las referencias cinéfilas empezando por The Terminator (1984, James Cameron), no sólo porque la nombran explícitamente, sino porque el argumento guarda varios puntos en común: el tono apocalíptico, la aparición de Michael, la protección del niño a toda costa en la que Michel sería John Connor y Gabriel sería el terminator. Sorprende encontrar un referente a Bagdad Café (Out of Rosenheim, 1988, Percy Adlon) —probablemente ni ellos se han percatado de esto—, no sólo por el hecho de ser un restaurante perdido en el desierto, sino por el abandono de la pareja y por algunas similitudes entre los otros personajes, aunque desde luego totalmente desvirtuados. Pudiera ser que hubiera una referencia a Los mejores años de nuestra vida (The best years of our lives, 1946, William Wyler), pero sólo por la prótesis que lleva Percy (Charles S. Dutton) —algo que tampoco se explica tan sólo les sirve para hacer una broma. Yo me atrevería con Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (The adventures of Priscilla, queen of the desert, 1994, Stephan Elliot), de otra manera no sabría explicar el estilismo del ángel Gabriel, que pareciera viniera de una fiesta gay con dress code.
Lo que los propios guionistas del filme tampoco se ha percatado es del machismo latente y palpable en toda la obra en la que la mujer es presentada como una buscona (por no decir puta) caprichosa —Audrey (Willa Holland)—, como una molestia inútil y patosa —su madre, Sandra (Kate Walsh)—, como la causante de todos los males presentes —la ex-mujer de Bob (Dennis Quaid)— o la misma Charlie (Adrianne Palicki)cuya única función válida es la de la procreación. Los hombretones son todos espectaculares, todos tienen su momento y si hay alguna esperanza en el futuro de la humanidad es porque uno de ellos es tan noble como un Labrador Retriever.
Si sobre el papel Stewart y Schink son incapaces de hacer algo coherente, visualmente y en solitario Scott Stewart ya ni te cuento. La única secuencia que merece la pena es la de Gladys (Jeanette Miller), pero está machacada en el tráiler, y lo que podría haber sido una entretenida película de acción, es desaprovechada en insulsas explicaciones entre unos personajes que terminan por aburrir. Lo que no entiendo es cómo le han dado carta blanca para un segundo proyecto, que parece se mantiene en la misma línea absurda-fantástica-machista-católica: Priest. Yo desde luego, tengo bastante con esta y, la siguiente, no pienso ir a verla.
(Publicada originalmente en EXTRACINE)
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