martes, 27 de julio de 2010

Crónica de un engaño


Título original: The Other Man
Año: 2008
Nacionalidad: EE. UU. & Reino Unido
Dirección: Richard Eyre
Guión: Richard Eyre & Charles Wood, basado en un relato de Bernhard Schlink
Producción: Frank Doelger, Michael Dreyer, Richard Eyre, Mary Beth O'Connor, David Richenthal & Tracey Scoffield
Fotografía: Haris Zambarloukos
Música: Stephen Warbeck
Montaje: Tariq Anwar
Diseño de Producción: Gemma Jackson
Dirección Artística: Steve Summersgill
Decorados: Sarah Whittle
Vestuario: Consolata Boyle & Phoebe De Gaye
Reparto: Laura Linney, Liam Neeson, Romola Garai, Antonio Banderas, Abigail Canton, Pam Ferris, Paterson Joseph, Craig Parkinson, Lola Peploe, Sophie Wu, Richard Graham, Lisa McDonald, Emma Fielding, Pal Ritter, Amanda Drew, Guido Adorni, Romolo Bruni, Stefano Chiodaroli, Joseph Long, Priyanga Burford…
el estirado, el farsante, la diseñadora de zapatos, su hija y su novio

El director británico, Richard Eyre, fracasa estrepitosamente con The Other Man demostrando que enfrentarse a un proyecto propio no simple ofrece la seguridad de conseguir un producto personal.

Lisa (Laura Linney) y Peter (Liam Neeson) son un matrimonio longevo, media vida de relación. Sin embargo, Lisa guarda un secreto que permanece con ella hasta su muerte. Atormentado por la posibilidad de que un amante representara para ella más de lo que su propia relación a significado para él, Peter decide contactar con el que fuera amante de su esposa.

Nunca hubiera esperado tamaña porción extraordinaria de ñoñería del director de filmes tan sensibles, que no sensibleros, como Iris (2001) o Diario de un escándalo (Notes on a Scandal, 2006). Richard Eyre se precipita al vacío al no disponer de un productor que le corte las alas, ni de un guionista que estructure sus ideas o disimule, al menos, las fuentes cinematográficas de las que bebe. Desconociendo lo desvirtuado que pueda estar el relato original de Bernhard Schlink —autor de la novela Der Vorleser, en la que se basara otro británico, Stephen Daldry, para El lector (The Reader, 2008)—, me atrevo a sugerir que Richard Eure se apoya más en lo que le sugirieran títulos como Tres colores: azul (Trois Couleurs: Bleu, 1993, Krzysztof Kieslowski), Deseando amar (Fa yeung nin wa -In the Mood for Love-, 2000, Wong Kar Wai) o, incluso, Oficial y caballero (An Officer and a Gentleman, 1982, Taylor Hackford).

La estructura del filme, en lugar de contribuir a dotarle de una originalidad que le diferencie de otros filmes similares, acaba por evidenciar el truco, el engaño, la trampa de un montaje que utiliza los saltos en el tiempo para despistar y no ofrecer la información que cambiaría el sentido de las cosas que están sucediendo. Me refiero (y esto es un auténtico spoyler) al hecho de que Lisa no abandona a Peter, sino que se muere, un dato que no se da al principio para que nuestra imaginación se dispare en infinitas direcciones. De hecho, para cuando nos damos cuenta de la jugada del director, ya no nos interesa el doble sentido adquieren muchos objetos y actos de los personajes, por lo menos yo, a estas alturas, ya estoy invadido por el tedio y la indignación.

Indignación producida por lo obvio de las fuentes, dado que The Other Man, no es más que la otra cara del espejo en la que se mira Tres colores: azul, intercambiando el adulterio que en aquella ejercía el marido, por el que aquí comete la esposa, al igual que la ocultación de la información, que sobrepasa a Peter una vez ella a muerto, igual que sucedía con Julie en la película de Krzysztof Kieslowski. Y no es que yo me invente las cosas, es que Juliette Binoche era la actriz que iba a interpretar, en primera instancia a Lisa, reemplazada a última hora por Laura Linney.

La cita a Oficial y caballero es tan ridícula, que no merece la pena ni explicarla, pero además, sucede en un momento de la película en el que ni siquiera llega a producir la emoción que causa el final de la mítica película de Taylor Hackford.

Otra cosa sucede con la cita a Deseando amar, a la que hace un guiño en ese beso apasionado que se dan Lisa y Ralph, bajo la lluvia, sobre una pared desconchada delante de una ventana abierta, con una bonita verja. No es que la cita me moleste, es que la lluvia estaba presente en el título de Wong Kar Wai simbolizando la pureza del beso que se daban sus protagonistas, dado que eran incapaces de decirse el uno al otro lo que sentían, al contrario que sucede aquí que, siendo un beso pasional, habría sido más indicado que estuviera envuelto en llamas, por ejemplo.

Este hecho no sirve más que para aclarar que todos los recursos estéticos son meramente superficiales, evidenciando la incoherencia de su director, que se encuentra incómodo hasta con sus propios personajes. ¿Porqué ubicar a los personajes en el mundo de la moda si es un sector por el que no sientes respeto? Quizás haya sido un intento de ser fiel a la historia de Schlink, de otra manera no entiendo la intervención del novio de Abigail (Romola Garai) cuando salen del desfile de moda. Si no te gusta la moda, convierte a tus personajes en cualquier otra cosa a la que puedas dotar de veracidad.

Porque resulta absolutamente fuera de lugar que Peter confunda a uno de los trabajadores de la firma de su mujer, claramente homosexual, con el supuesto amante de su mujer. No es que yo crea que todo varón que se dedica al sector de la moda tenga que ser gay por definición, pero es que en este caso, es más que evidente que lo es. Y si se supone que Peter lleva tantos años casado con Lisa, debe llevar los mismos años rodeado de homosexuales, sarasas, gays, maricas y maricones.

"Conoces a una persona, te enamoras y tienes la opción de elegir"

Esta declaración que Lisa le hace a Peter en la cena tras el desfile, no viene más que a demostrar las incoherencias del relato, pues se trasluce un discurso católico cristiano que parece no permitir el “aquí te pillo aquí te mato”, refiriéndome al sexo esporádico, sin compromisos… que vuelvo a lo mismo, no dudo que haya personas que se dediquen al mundo de la moda y sean cristiano apostólicos romanos, pero mucho me temo que no es la norma. Y aunque lo fuera, son personas, sin duda, acostumbradas a relacionarse con un sector mucho más abierto a la libertad sexual que otros sectores profesionales. Esta incoherencia me devuelve, de nuevo, a que Richar Eyre impone su criterio personal al de sus personajes.

La película contienen algunos momentos interesantes, como la interpretación de Romola Garai, la única realmente interesante de toda la película. Aunque Laura Linney sea una actriz competente y capaz de transmitir con la mirada lo que esconde su personaje, no es creíble como diseñadora de moda, parece encontrarse tan incómoda como el propio director. El sector masculino es torpe en todo momento.

Visualmente se agradece el momento en que Peter accede a las fotografías de la carpeta LOVE del ordenador de Lisa, permitiéndonos imaginar lo que sucediera para que Lisa tuviera un amante. Es interesante justo hasta el momento en que aparece Antonio Banderas y habla, rompiendo el encanto. Lo que sí está muy lograda es la caracterización de su personaje, Ralph, que siendo un chapuzas cualquiera, identifica clase y estilo con vestir de traje. Pobre, cuando el traje ya sólo es el uniforme de la clase política y de los horteras recalcitrantes.

Como he mencionado, el cambio de sentido de algunos elementos mostrados a lo largo del relato, que habíamos interpretado de una manera concreta al no disponer de toda la información, se vuelven contra la propia película, pues ya no nos interesan, a pesar de que todo cobre un nuevo sentido, y que, incluso, se pueda dejar alguna ventana abierta a la interpretación personal con respecto a cual de los dos satisfacía más y mejor a Lisa. Pero llega tarde, muy tarde.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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