Título original: Get him to the greek
Año: 2010
País: EE.UU.
Dirección: Nicholas Stoller
Guión: Nicholas Stoller, basado en unos personajes creados por Jason Segel
Producción: Judd Apatow & Rodney Rothman
Fotografía: Robert D. Yeoman
Música: Lyle Workman
Montaje: William Kerr & Michael L. Sale
Diseño de Producción: Jan Roelfs
Dirección Artística: Erik Polczwartek
Decorados: Leslie A. Pope
Vestuario: Leesa Evans
Reparto: Jonah Hill, Russell Brand, Rose Byrne, Tyler MnKinney, Zoe Salmon, Lino Facioli, Lars Ulrich, Mario López, Pink, Billy Bush, Kurt Loder, Christina Aguilera, Colm Meany, Ray Siegle, Chad Cleven, Jonathan Chris Lopez, Vero Felice Monti, Danny O'Leary, Elisabeth Moss, Aziz Ansari...
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Get Him to the Greek, es un inteligente filme que a pesar de ser una comedia también es un drama, a pesar de tener forma de producto comercial también constituye una contundente crítica contra la industria discográfica.
Aaron Greek (Jonah Hill), vive con su pareja, Daphne Binks (Elisabeth Moss), que a causa de los turnos de su trabajo, enfermera, se acuesta cuando él se levanta, que trabaja en una discográfica. Cuando sí coinciden es a la hora de proponer cambios laborales, pues cuando a Aaron le proponen ir a Londres para traer sano, salvo y “límpio” al músico de rock Aldous Snow (Russell Brand) para un concierto que ha sugerido el propio Aaron, a ella le han ofrecido ir a trabaje en un hospital de Seatle, algo que Aaron no asimila bien pues viven en New York.
Una de las principales bazas que hacen que Todo sobre mi desmadre funcione tan bien como sátira es que Nicolas Stoller, director y guionista de la cinta, se ha preocupado de que todos los personajes tengan su correspondiente profundidad psicológica, algo poco habitual en este tipo de comedias, desgraciadamente. Todos tienen conflictos personales que dificultan y complican la superación del objetivo principal, enriqueciendo y dotando de credibilidad a todas las situaciones por las que pasan sus protagonistas. De hecho la que parece la acción principal de la película, llevar a Aldous al concierto, se convierte en la secundaria, siendo la principal la relación que establecen Aaron y Aldous, que ayudará al primero para orientarse en sus relación sentimental y al segundo en su desordenada vida familiar.
"¿Quieres ir al baño un momento?"
Aunque en un principio pudiera parecer que los dardos críticos también estuvieran dirigidos a las excentricidades de los artistas, creo que queda bastante claro que a ellos se les perdona todo, gracias a los gratos momentos que nos hacen pasar con sus habilidades musicales. Los que no tienen perdón son los sellos discográficos empeñados en ofrecer siempre números, en lugar de sentimiento —-igual que la industria cinematográfica—-, que se lucran indiscriminadamente con el trabajo de los artista a los que representan y que basan sus perspectivas laborales en función del número de discos vendidos, pero nunca en la calidad musical de sus productos. Ellos también deberían aplicarse la frase de Aaron referente al motivo por el que se dedican a la música:
"Por eso estamos en este negocio"
El tono conseguido por Nicholas Stoller, tan espontáneo y atrevido como algunas de las situaciones, contribuye a dotar a la película de un aspecto visual a tono con el tema musical que trata de fondo. Ayudan mucho las interpretaciones de todos los integrantes del reparto, que se enfrentan a sus personajes desde un punto de vista dramático, nunca desde la intención deliberada de hacer reír a toda costa. Quizás por eso muchas de las situaciones resulten tan graciosas.
Cabe señalar que, si acaso, la película falla en el ritmo, pues mientras la acción transcurre muy saludablemente en su etapa londinense, una vez aterrizan en suelo americano se dilata peligrosamente, desfavoreciendo el tono general de la película, que aún así, nos deja una película desternillante en ocasiones, bastante divertida e inteligentemente entretenida.
Publicada originalmente en EXTRACINE
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