miércoles, 29 de septiembre de 2010

Astro Boy


Título original: Astro Boy
Año: 2009
País: Hong Kong, EE.UU. & Japón

Dirección: David Bowers


Guión: Timote Harris & David Bowers, basado en un cómic de Osamu Tezuka

Producción: Maryann Garger
Fotografía: Pepe Valencia
Música: John Ottman
Montaje: Robert Anich Cole
Dirección artística: Jake Rowell
Vestuario: Jane Poole
Reparto: Kristen Bell, Nicolas cage, Samuel L. Jackson, Charlize Theron, Bil Nighty, Elle Fanning, Alan Tudyk, Freddie Highmore, Donald sutherland, Madeline Carroll, Eugene Levy, Nathan Lane, Ryan Stiles, Matt Lucas, Dee Bradley Baker, David Alan Grier, Sterling Beaumont, David Bowers, Newell Alexander, Victor Bonavida, Tony Matthews, Bob Logan...

un manga en tonos pastel


Producida entre Hong Kong, Japón y los Estados Unidos, la adaptación de la que fuera la primera serie anime de un manga, Astro Boy, le queda un poco grande a David Bowers, quien por otro lado, hiciera un digno debut en el largometraje de animación con Ratónpolis (Flushed Away, 2006).

Aunque Astro Boy pueda ser visualmente muy interesante y aportar sugerentes planteamientos éticos y filosóficos como el enfrentamiento entre una deshumanización sociedad instalada en la cultura del bienestar absoluto y un ejército de robots que, precisamente, resultan más humanos que los seres vivos; la relación padre e hijo similar a la que mantuviera Geppetto con Pinocchio, aunque invirtiendo en este caso la fórmula, pues si el zapatero tenía la capacidad de querer a su muñeco como si fuera su propio hijo, el Dr. Tenma, no puede hacer lo mismo con un robot que él mismo ha creado a partir del ADN de su hijo fallecido (indirectamente) por su culpa; o unas simpáticas referencias a títulos de ciencia ficción como Metropolis (1927, Fritz Lang), Frankenstein (1931, James whale) o La guerra de las galaxias (Star Wars, 1077, George Lucas); el equipo de la película no consigue paliar otras carencias, principalmente de forma y significado.

La primera de estas faltas es un malogrado uso del tiempo, pues tendremos que prestar mucha atención para percatarnos si la acción transcurre en dos días o en dos meses. Una vez se produce el accidente en el que fallece el hijo del doctor Tenma, cualquiera pensaría que construye el robot en la misma noche, hasta que un personaje especifica que llevan varios días en la (re)construcción de su hijo. Una especificación que no vuelve a producirse durante el resto de la película, confundiendo al espectador a lo largo del relato.

Otro recurso tan característico del cine de animación, como es la prosopopeya, no llega a confundir, pero sí deja un regusto extraño, pues podrían haberse esforzado un poquito más y desarrollar una manera específica para la comunicación de Astro Boy con los otros robots, más que nada porque los humanos no se comunican de la misma manera que lo hace él con los robots, generando una rara sensación de irrealidad cuando robots hablan y humanos no les entienden y viceversa, salvo cuando es para recibir órdenes, cosa para lo que sí están programados. Quizás se habría resuelto copiando el recurso por el que se relacionan C-3PO y R2-D2, ya puestos. Además, el uso, excesivamente cómico, que se hace de los engendros mecánicos en general, más parecido a Jar Jar Binks que a C-3PO, no favorece su simpatía, sino todo lo contrario.

Qué decir del anacrónico uso de la canción de Supergrass, entiendo que a David Bowers, como británico que es, le encante la traviesa banda de Oxford, y aunque a mi mismo me volviera loco en su momento uno de sus mayores éxitos, Alright, no entiendo muy bien lo que hace dentro de la banda sonora de Astro Boy.

Hay cosas interesantes como la toma de conciencia de Astro Boy de su nueva realidad, o la mutación del robot con la energía roja y su apropiación de la energía que encuentra a su paso —-momento que se intuye bastante cercano a su original—-, pero estos aspectos de la película quedan soterrados en un desesperado deseo deliberado porque la película llegue tanto al público infantil como al adulto —-de la misma manera que puedan haberlo hecho películas recientes como Cómo entrenar a tu dragón (How to Train Your Dragon, 2010, Dean DeBlois & Chris Sanders) o la memorable Toy story 3 (2010, Lee Unkrich)—-, volviendo a fracasar al no saber encontrar un equilibrio adecuado entre ambos sectores, o por la falta de recursos para hacerlo tan bien como los mencionados.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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