viernes, 27 de septiembre de 2013

Kon-Tiki


Título original: Kon-Tiki
Año: 2012
País: Noruega, Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Alemania

Dirección: Joachim Rønning & Espen Sandberg
Guión: Petter Skavlan, con el asesoramiento de Allan Scott
Producción: Aage Aaberge & Jeremy Thomas  
Fotografía: Geir Hartly Andreassen
Música: Johan Söderqvist
Montaje: Per-Erik Eriksen & Martin Stoltz 
Diseño de producción: Karl Júlíusson 
Dirección artística: Lek Chaiyan Chunsuttiwat
Decorados: Louise Drake af Hagelsrum
Vestuario: Stine Gudmundsen-Holmgreen & Louize Nissen
Reparto: Pal Sverre Hagen, Anders Baasmo Christiansen, Tobias Santelmann, Gustaf Skarsgard, Odd Magnus Williamson, Jakob Oftebro, Agns Kittelsen, Peter Wight, Amund Helllum Noraker, Eilif Hellum Noraker, Elisabeth Matheson, Kasper Arneberg Johnsen, Edward Kling, Jo Adrian Haavind, Jonas Heier Straumsheim, Søren Pilmark, Trevor Martin, Johnny Myers, Robert Rowe, Perdita Avery, Ian Bonar, Sam Chapman, Eleanor Burke, Mikhail Basmadjian, Katina Egres, Richard Trinder, Tarang, Manuel cauchi, La-Oug, Todd Boyce, Ea Johanna Sandberg, Jo Hannah Emblem Rønning, Jonatan Meyer, Jakob Sander Ronne, Halvor Aasen, Thor Andreas Heyerdahl… 

aventuras 

A simple vista el argumento de Kon-Tiki puede parecer una historia ya vista. De hecho, guarda muchas similitudes con La vida de Pi (Life of Pi, 2010, Ang Lee), máxima ganadora de la edición de los premios Oscar en la que la película dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg competía en la categoría de mejor película en lengua extranjera. Sin embargo, igual que el periplo que cuentan no partía con el apoyo de todos, aunque acabara convenciéndoles finalmente, también la película consigue atraparnos a medida que se desarrollan los verdaderos conflictos de los personajes que, como siempre, son más interiores que exteriores.

Estamos ante un relato de superación personal que sabe mantener un equilibrio preciso entre un tono épico adecuado para la aventura que narra, y el intimísimo justo que requiere el conflicto personal de su protagonista, que para cumplir su sueño debe hacer un gran sacrificio personal. Siguiendo esa misma dicotomía, la película también consigue un asombroso equilibrio visual entre el realismo de la prueba de supervivencia que sufren los protagonistas y el toque onírico que proporciona el uso de efectos visuales para algunas de sus espectaculares secuencias, como no podría ser de otra manera al tratarse de una expedición a través del océano Pacífico, que partió desde Perú hasta la Polinesia con el objetivo de demostrar que los nativos de las islas eran de procedencia americana en lugar de asiática, como se creía en la época.

Uno de los aciertos del relato es la triple lectura que se puede hacer de esta aventura. El propio líder de la expedición, Thor Heyerdahl, ganaría un Oscar a la mejor película documental en 1950 en la que mostraba su gesta. Si aquella película, sin duda, se centraba en el viaje, sus inconvenientes y la satisfacción de ver cumplido su objetivo, en Kon-Tiki no sólo somos testigos de su fortuito proceso de grabación, sino de lo que no se mostró en su momento, de las verdaderas relaciones que se establecieron entre los tripulantes de tan pintoresco navío. La triple lectura es la que hay detrás de cualquier aventura, ya sea un viaje como este o el mismo rodaje de una película, porque aunque ciertamente ganó mucho, Heyerdahl perdió muchas cosas por el camino. 

Si bien en un principio su esposa parece quererle tal y como es, participando junto a él en sus peligrosas aventuras, en el momento en que la familia se amplia con la llegada de los descendientes, ella cambia, negando el apoyo que habría echo de su triunfo el de ambos, no sólo el suyo… Aunque esto ya es una interpretación muy personal. Lo que no se puede discutir es que Agnes Kittelsen es una de las presencias más poderosas de la película, con una interpretación completamente diferente de aquella mujer más liviana y voluble que ofrecía en Siempre feliz (Sykt lykkelig, 2010, Anne Sewitsky).

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