miércoles, 18 de septiembre de 2013

R.I.P.D. (Departamento de policía mortal)


Título original: R.I.P.D.
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Robert Schwentke
Guión: Phil Hay & Matt Manfredi, según argumento de David Dobkin, Phil Hay & Matt Manfredi, basado en la novela gráfica de Peter M. Lenkov
Producción: Michael Fottrell, Neal H. Moritz & Mike Richardson  
Fotografía: Alwin H. Küchler
Música: Christopher Beck
Montaje: Mark Helfrich 
Diseño de producción: Alec Hammond 
Dirección artística: Bruton Jones & David Scott
Decorados: Kathy Lucas
Vestuario: Susan Lyall
Reparto: Jeff Bridges, Ryan Reynolds, Kevin Bacon, Mary-Louise Parker, Stephanie Szostak, James Hong, Marisa Miller, Robert Knepper, Mike O'Malley, Devin Ratray, Larry Joe Campbell, Michael Coons, Chrsitna Everett, Micahel Tow, Lonnie Farmer, Piper Mackenzie Harris, Ben Sloane, Duncan Putney, Bill Mootos, Kortney Adams, Michael Yebba, David J. Curtis, Kachina Dechert, Cheryl McMahon, Georgia Lyman, Matt McColm, Catherine Kresge, John Burke, Joe Stapleton, Michael Steven Costello, Naheem Garcia, Lance Greene, Tobias Segal, Toby Huss, Mike Judge, Jon Olson… 

cadáveres que apestan antes de muertos

Cuando uno está viendo una película basada en un cómic que le recuerda a otra película, a su vez basada en otro cómic ¿a quien se le tienen que pedir explicaciones, al director, a los guionistas o al autor del cómic? Seria disyuntiva que, en cualquier caso, no nos lleva a ninguna parte porque a pesar de todo, R.I.P.D. tenía todos los ingredientes para triunfar, pero fracasa estrepitosamente. Por una lado está dirigida por Robert Schwentke, quien ya en RED demostró que podía adaptar un cómic a la gran pantalla, dotándolo de estimulantes secuencias de acción cargadas de sentido del humor, a las que aquí se habría sumado una sobre dosis de efectos especiales. Contaba además con un reparto encabezado por Jeff Bridges, secundado por una Mary Louis Parker absolutamente entregada a la comicidad hiperbólica de su personaje —sin duda lo mejor (lo único bueno) de la película—, pero que carecen del material primordial para hacer que un relato funcione: un guión coherente.

Basta con echar un vistazo a los trabajos previos de Phil Hay y Matt Manfredi (Furia de titanes, Æon Flux, El esmoquin) para entender porque estamos ante un desaguisado que no hay por donde coger. De entrada está el excesivo parecido con el planteamiento de Men in Black, tanto por la caracterización de esos cadáveres que se resisten a abandonar la que antes era su vida para evitar el castigo eterno, como por un sentido del humor que nunca llega a ser ni negro ni blanco ni de ningún color. A medida que avanza la trama resulta incomprensible una concepción tan cristiana de la muerte, con un cielo y un infierno, en la que en ningún momento intervienen ni Dios ni demonio ni ninguna fuerza que no sea realmente estúpida. 

Si sólo fuera esto, quizás un servidor podría haberse entretenido igualmente, pero es que se equivocan en todo. El flashforward con el que comienza la película no sirve para nada, ni engancha ni motiva ni tiene función narrativa. La broma de las identidades ocultas de los protagonistas en un chino y una rubia despampanante es delirante, pero completamente desaprovechada en el momento en que prefieren seguir adelante con los caretos que venden realmente. Y si a todo esto sumamos al insoportable Kevin Bacon, más la capacidad de Ryan Reynolds para enlazar un bodrio detrás de otro, habríamos tenido motivos suficientes para no haber comprado la entrada de cine. Lástima que tuve que verla para darme cuenta. Tú estás a tiempo, vete a ver una película checoslovaca sin subtítulos. Seguro que, al menos visualmente, es mucho más original y auténtica.

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