jueves, 5 de septiembre de 2013

Cruce de caminos


Título original: The place beyond the pines
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: Derek Cianfrance
Guión: Derek Cianfrance, Ben Coccio & Darius Marder, según una idea orignal de Derek Cianfrance y Ben Coccio
Producción: Lynette Howell, Sidney Kimmel, Alex Orlovsky & Jamie Patricof  
Fotografía: Sean Bobbitt
Música: Mike Patton
Montaje: Jim Helton & Ron Patane 
Diseño de producción: Inbal Weinberg 
Dirección artística: Michael Ahem
Decorados: Jasmine E. Ballou
Vestuario: Erin Benach
Reparto: Ryan Gosling, Bradley Cooper, Eva Mendes, Dane DeHaan, Emory Cohen, Ray Liotta, Rose Byrne, Ben Mendelsohn, Bruce Greenwood, Mahershala Ali, Olga Merediz, Craig Van Hook,  Gabe Fazio, Robert Clohessy, Luca Pierucci, Anthony Pizza,  Kayla Smalls, John Facci, Tula, Penny, Cynthia Pelletier-Sullivan, Mackenzie Trainor, Nicole Califano, Shannon Plumb, Tracey Agustin, Eas Egas, Bob Dietrich, Thomas Mattice, Adam Nowichi, Mark J. Caruso, G. Douglas Thorpe, Gail Martino, Brian Smuyj, Dorothy Rutherford, Paul Steele, Travis Jackson Campbell, Trevor Jackson Campbell, Harris Yulin, Jan Libertucci, Subrina Dhammi, Heather Chestnut, Greta Seacat, Jessica Layton, James J. Gleason, Patrick Husted, Joe B. McCarthy, Jefrey Pollock, Lynette Howell, Sarah Curcio, Ephraim Benton, Mark McCracken, Adriel Linyear, Kevin Green, Jennifer Sober, Melissa Mills, Alex Pulling, Dante Shafer, Frank J. Falvo, Whitney Hudson, Breanna Dolen, Hugh T. Farley, Michael Cullen… 

es un cruce extraño

Me da la impresión de que el cine independiente es el único reducto a través del que podemos acceder realmente a una  reflexión sincera sobre la manera en la que se ven a sí mismos los estadounidenses. En su tercera película como director, Derek Cianfrance compone un intenso drama que se articula como si de un Trío en tonalidad menor y en tres movimientos se tratara. Un relato que te engancha y arrastra emocionalmente de la misma manera que los acontecimientos a sus protagonistas. Una emotiva película, perfecto reflejo de su tiempo, que parece recuperar las claves de la Genración Perdida, aquel movimiento literario que floreciera como consecuencia de la Gran Depresión del 29, que tan en sintonía está con la Gran Recesión actual. 

Independientemente de que pudiera ser mejor o peor, o gustarme más o menos, hay una garantía que justifica la recomendación de Cruce de caminos: estamos ante un relato imprevisible que, en alusión a su título en español —que poco tiene que ver con el original— aprovecha cada cruce para tomar nuevos caminos, que confluirán en nuevos cruces. Quizás no sea una cualidad constante durante toda la película, pero la suficiente como para capturar tu atención, y no lo digo tanto por los giros argumentales, sino por los conflictos emocionales de sus personajes. Cianfrance sabe aprovechar, además, la imagen que de cada uno de los miembros del reparto tenemos de antemano, utilizándola con eficacia para distraer al espectador, conduciéndole por donde le interesa. De esta manera, si llegas a la sala de cine con una idea preconcebida, conseguirá desmontar tus prejuicios para llevarte por un camino diferente.

No me cabe ninguna duda de que no habría conseguido tan buenos resultados de no contar con presencias tan sólidas como las de Ryan Gosling, Eva Mendes y Bradley Cooper, reforzados por las aportaciones de Ray Liotta, Ben Mendelsohn, Harris Yulin y Bruce Greenwood. Destacar la extraordinaria aportación de Dane Dehaan,  que consigue tanto transmitir la rebeldía generacional de su personaje, como la actitud heredada de su progenitor. Muy expresivas resultan también tanto la fotografía naturalista de Sean Bobbitt, como la impecable banda sonora de Mike Patton (ex miembro de la banda Faith no More). Ambos consiguen subrayar emociones, sin abusar del sentimiento.

Si ya con el reparto podemos establecer vínculos con otras obras contemporáneas, como Sin ley (Lawless, 2012, John Hillcoat) o Mátalos suavemente (Killing them softley, 2012, Andrew Dominik), no cabe duda de que sobrevuela la poderosa sombra. No tanto por la estética, sino porque da la impresión de que el relato transcurre por territorios paralelos, en lugares comunes a obras como Terciopelo azul (Blue velvet, 1986) o Twin Peaks (1990). Casi podemos asociar algunas de las reflexiones del agente Cooper, reconocer el comportamiento de algunos de los personajes de la famosa serie de televisión, o quedarnos esperando, igual que Sandy, a que vuelvan a cantar los jilgueros en un mundo que sigue siendo extraño.

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