sábado, 7 de agosto de 2010

Noche y día


Título original: Knight and Day
Año: 2010
Nacionalidad: EE. UU.
Dirección: James Mangold
Guión: Patrick O'Neil
Producción: Todd Garner, Cathy Konrad, Steve Pink & Joe Roth
Fotografía: Phedon Papamichael
Música: John Powell
Montaje: Quincy Z. Gunderson & Michael McCusker
Diseño de Producción: Andrew Menzies
Dirección Artística: Greg Berry & Jeff Wisniewski
Decorados: Jay Hart
Vestuario: Arianne Phillips
Reparto: Tom Cruise, Cameron Diaz, Peter Sarsgaard, Jordi Mollà, Viola Davis, Paul Dano, Falk Hentschel, Marc Blucas, Lennie Loftin, Maggie Grace, Rich Manley, Dale Dye, Celia Weston, Gal Gadot, Jack O'Connell, Trevor Loomis, Nilaja Sun, Tommy Nohilly, Tsylor Treadwell, Christian Finnegan, Nicholas Art, Brian Dykstra, Briam Tarantina…
hipérbole en clave de comedia

Knight and day es una divertida vuelta de tuerca, que ironiza sobre el cine de acción y de espías, apoyada en un soberbio reparto que se beneficia de las espléndidas habilidades cómicas de Cameron Diaz.

June Havens (Cameron Diaz) se ve envuelta una serie de retenciones, persecuciones, asaltos y todo tipo de inusitadas y rocambolescas situaciones tras las que se encuentra Roy Millar (Tom Cruise), quien dice estar en posesión de un objeto megapeligroso que le lleva a ser perseguido por la CIA, además de estar protegiendo a su inventor. Sin embargo, la CIA tiene otra versión y asegura que es un peligroso espía capaz de mentir con tal de cumplir su objetivo.

Podríamos resumir Knight and day como un cruce entre las películas de James Bond y las películas de espías en general —entre las que se incluye la saga Mission: Impossible (1996, Brian De Palma)— con las de Alfred Hitchcock en particular. Para ello, James Mangold hace uso de la hipérbole más descarada para realizar una sólida, casi hilarante, crítica irónica sobre el cine de espías —y el de acción— y sus inverosímiles situaciones, que se sostiene gracias a un sólido reparto que incluye actores como Peter Sasgaard, Paul Dano, Marc Blucas, Viola Davis o Jordi Mollà.

Lo mejor de la película es, sin ningún tipo de dudas, el humor del que hace gala, que convierte cualquiera de las situaciones en una excelente oportunidad para demostrar las dotes cómicas de sus protagonistas. Resalta particularmente la de Cameron Diaz, que borda el papel de rubia, que ya practicara en Algo pasa con Mary (There’s Something About Mary, 1998, Peter Farrelly & Bobby Farrelly), y que aquí eleva a una categoría superior, gracias a un estupendo personaje, escrito por el principiante Patrick O’Neill, que coloca al espectador en jaque desde el primer momento —la broma del control de seguridad cuando Cameron abre sus maletas en las que transporta tubos de escape y otras piezas para un coche, además de su femenino secador de pelo, es la primera de una lista de gags impagables. Un guión que utiliza la elipsis para evitar cualquier tipo de explicación lógica o verosímil que, indudablemente, carecería de sentido si se pretendiese explicar, pero de las que están llenas cualquiera de los títulos tradicionales de cine de espías.

Más allá de la hipérbole o la elipsis, es la ironía dramática, que coloca al espectador en posesión de mucha más información que June en la primera parte de la película, la que facilita esos momentos cómicos, llevándonos por el camino de, las llamadas, screwball comedies —o comedias alocadas—, y todo tipo de situaciones hilarantes, para la reconsideración posterior, una vez que June está en posesión de toda la información. Esta ironía dramática se invierte siendo Roy el perjudicado, quien jugará en desventaja en la última parte de la película, convirtiendo la máxima de una conocida canción de la etapa del cine clásico —etapa sobre la que planea un discreto homenaje—, Anything you can do, compuesta por Irving Berlin y que utilizara un dueto compuesto por un hombre y una mujer en lo que representara un duelo entre ambos en el que ella termina como vencedora según la frase más recordada de la canción: 

“Anything you can do I can do better; I can do anything better than you (cualquier cosa que hagas yo lo hago mejor; puedo hacer cualquier cosa mejor que tú)”

Las citas al cine de James Bond no parecen utilizados como crítica, sino como guiño, pues más que cine de acción, siempre se ha acercado más al cine de ciencia ficción que permite parecer verosímiles muchas situaciones que escaparían a las leyes de la naturaleza. Los homenajes al cine de Hitchcock funcionan en dos vertientes, por un lado utiliza los mismos recursos narrativos, particularmente los de Encadenados (Notorious, 1946), 39 escalones (The 39 Steps, 1935) o Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), no tanto por sus tramas, sino por la capacidad del mago del suspense para dotar de humor e ironía a sus descabelladas tramas de espías, convirtiendo en absurdas las explicaciones que llevaban a sus personajes a perseguirse de un lugar a otro y centrándose en las historias de amor de sus personajes principales; además del consabido elemento MacGuffin, elemento tras el que corren todos los personajes (la batería que no necesita recarga), pero que realmente no tiene ninguna relevancia en la evolución de la trama, tan sólo en la revitalización de la acción. La otra vertiente, la estética, le lleva a utilizar sistemáticamente las transparencias que Hitchcock utilizara en sus películas y que consiguiera convertir en uno de sus sellos visuales y que, al contrario que sucede hoy en día que nadie tolera un fallo en los efectos especiales, era tomando con la mínima importancia en sus películas al ser un elemento superficial, deliberadamente irreal, que poco o nada tenía que ver realmente con la situación retratada.

El trabajo interpretativo de actores como Jordi Mollà haciendo de un histriónico villano hispano, Paul Dano reinterpretando el personaje de nerd, el patético bombero que interpreta Marc Blucas, la seria directora de la Cia que no se entera de nada que compone Viola Davis, o el traicionero y chaquetero malvado que interpreta Peter Sasgaard, aportan credibilidad y, lo más importante, verosimilitud —que no tiene nada que ver con realidad—, a la hilarante historia que protagonizan Cameron Diaz y Tom Cruise, una pareja que sorprende por la estupenda química que desprenden en la pantalla y que, si bien no esperábamos menos de la magnífica Cameron Diaz, a mi por lo menos, me sorprende encontrar un Tom Cruise con el sentido de humor suficiente como para reírse de sí mismo.

Sin comentarios sobre el hecho de que los San Fermines se celebren en Sevilla, ¿o será quizá una broma con doble sentido por la espectacular incoherencia que supuso mezclar fallas con Semana Santa en Misión imposible II (Mission: Imposible II, 2000, John Woo)? Más que nada porque vistos los ríos de tinta, que no de sangre, que derramara Hemingway sobre la típica fiesta pamplonica, me sorprende esta incoherencia. ¿O quizás era más barato rodar en Sevilla que en Pamplona?

Publicado originalmente en EXTRACINE

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