martes, 10 de agosto de 2010

The Eclipse

Título original: The eclipse
Año: 2009
Nacionalidad: Irlanda
Dirección: Conor McPherson
Guión: Conor McPherson & Billy Roche
Producción: Robert Walpole
Fotografía: Ivan McCullough
Música: Fionnuala Ní Chiosáin
Montaje: Emer Reynolds
Diseño de Producción: Mark Geraghty
Vestuario: Consolata Boyle
Reparto: Ciarán Hinds, Iben Jjejle, Aidan Quinn, Dorothy Cotter, Eanna Hardwicke, Hannah Lynch, Jim Norton, Hilary O'Shaughnessu, Billy Roche, Valerie Spelman…

la naturalidad de lo sobrenatural

The Eclipse es un curioso filme tan dramático y romántico como sobrenatural y terrorífico que, tras presentarse en el Festival de Cine de Tribeca, ha sido distribuido por Magnolia Pictures, una compañía muy a tener en cuenta.

Michael Farr (Cirián Hinds) es un viudo que saca a delante a sus dos hijos y a su suegro, que vive, a su pesar, en una residencia de ancianos. Celebrándose en su localidad un festival literario anual, ha sido designado como chofer de dos de los novelistas que concurren, primero de un presuntuoso escritor de best-sellers, Nicholas Holden (Aidan Quinn), y después de una escritora de historias sobrenaturales, Lena Morelle (Iben Hjejle). Entre Lena y Michael se establece un peculiar vínculo a partir del momento en que él descubre que ella escribe sobre fantasmas, pues en los últimos días, Michael es visitado desde el más allá. Este vínculo no es bien visto por Nicholas, que siente una mera atracción carnal por la escritora.

Dramaturgo de prestigio antes que cineasta, la experiencia del irlandés Conor MacPherson como director de teatro permite que pueda abordar con tanta sensibilidad y naturalidad un tema, a priori, tan poco habitual en una película realista como son los fantasmas. Su confianza en un grupo de actores terriblemente excelentes, la colaboración de un director de fotografía, Ivan McCullough, completamente naturalista, que mantiene en continua penumbra a unos personajes abrumados por la perdida y la imposibilidad de superar o afrontar sus traumas emocionales, y una aproximación visual sencilla y efectiva que huye del esteticismo de postal permitiendo que lo sobrenatural emerja de una manera completamente natural.

Consciente de que no está haciendo teatro, MacPherson trata de utilizar la palabra lo justo y necesario, aprovechando sutiles gestos e imágenes para contar los precedentes de sus personajes. En su intento de permitir que sean sus personajes los que cuenten su historia, recurre en varias secuencias al steadycam, dotando de una poderosa vitalidad y verosimilitud las interpretaciones de sus actores protagonistas y dejando que recaiga en ellos la fuerza del relato, tratando de pasar desapercibido ante el espectador y colocándose lo más cerca posible de sus personajes y su punto de vista. Esta pureza narrativa sólo se rompe en un momento muy concreto, la lectura de Lena, un momento en el que, a través del movimiento de cámara, se establece la rivalidad entre Michael y Nicholas con respecto a Lena.

No se puede negar que Aidan Quinn, recuperado para el cine tras un lustro recluido en la televisión, está estupendamente antipático en su creación de Nicholas. Pero quienes se llevan toda la atención del espectador son, sin ninguna duda, la sutil, elegante y emotiva interpretación de Iben Hjejle —actriz danesa que algunos recordarán por su participación en Alta fidelidad (High Fidelity, 2000, Stephen Frears) o Chéri (2009, Stephen Frears)—, como Lena, la escritora del libro que da título a la película y, sobre todo, la contundente y sobrenatural actuación de Ciarán Hinds —quien ha participado recientemente en filmes como Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007, Paul Thomas Anderson), Corrupción en Miami (Miami Vice, 2006, Michael Mann) o Munich (2005, Steven Spielberg)—, que sólo con su mirada consigue transmitirnos lo que pasa fuera de campo, que sin hablar nos transmite sus pensamientos y que, casi sin querer, nos hace sentir y tocar lo más profundo de su corazón.

La película transcurre a un ritmo pausado, pero no lento, permitiéndonos penetrar en la intimidad de unos personajes castigados por la vida, Michael no ha superado la muerte de su mujer, su suegro no soporta vivir en una residencia, Lena echa en falta a un hijo universitario que probablemente tuvo demasiado joven, y Nicholas no es capaz de afrontar que su matrimonio está irremediablemente perdido. Sólo la superación de sus traumas les permitirá avanzar en la vida y tomar las decisiones adecuadas, unas decisiones que el director deja abiertas para que las tome el espectador.

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