viernes, 13 de agosto de 2010

Cinco minutos de gloria


Título original: Five minutes of heaven
Año: 2009
Nacionalidad: Irlanda & Reino Unido

Dirección: Oliver Hirschbiegel
Guión: Guy Hibbert
Producción: Eoin O'Callaghan & Stephen Wright
Fotografía: Ruairi O'Brien
Música: Leo Abrahams & David Holmes
Montaje: Hans Funck
Diseño de Producción: Mark Lowry
Dirección Artística: Gillian Devenney
Vestuario: Maggie Donnelly
Reparto: Mark David, Diarmuid Noyes, Niamh Cusack, Mathew McElhinney, Conor MacNeill, Paul Garret, Kevin O'Neill, Gerard Jordan, Paula McFetridge, Gerry Doherty, Luke O'Reilly, Luke McEvoy, Aiobheann Biddle, Ruth Mathewson, Carol Moore, James Nesbitt, Barry McEvoy, Liam Neeson, Richard Orr, Richard Dormer, Pauline Hutton, Andrea Irvine, Katy Gleadhill, Paul Kennedy, Juliet Crawford, Anamaria Marinca, Jonthan Harden, Lalor Roddy, Daniel McClean, Emma neill, Stella McCusker, Amber O'Doherty, Louis Rolston…

terrorismo entre vecinos y resiliencia entre víctimas y verdugos

El alemán, Oliver Hirschbiegel, vuelve a sorprendernos en Five Minutes of Heaven con un intenso relato sobre las causas y el origen de la violencia en la sociedad contemporánea.

Una voz, la de Alistair Little (Liam Neeson), trata de justificar los actos que cometiera en su juventud, cuando se uniera al UVF y ejecutara al hermano de Joe Griffin (James Nesbitt), en un acto presenciado por el propio Joe cuando era sólo un niño. Treinta y tres años después, un programa de televisión trata de reunirlos de nuevo en busca de perdón y reconciliación. Vistas las imágenes del asesinato, parece un reto bastante difícil y, realmente, hasta casi comprensible que Joe pretenda asesinar a Alistair en ese mismo encuentro consiguiendo así, sus cinco minutos de gloria.

"Padres y hermanos de amigos eran asesinados en las calles, y el sentimiento era: todos tenemos que hacer algo"

El discurso propuesto inteligentemente por el guionista, Guy Hibbert, trata de que penetremos en el problema de la cuestión que plantea de la misma manera que lo hacen los propios protagonistas. Primero lo haremos de la mano de Little, quien se justifica diciendo que hacía lo que veía, lo mismo que toda la gente que conocía, disponiéndose a matar, asesinar, ejecutar ---da lo mismo el verbo que se utilice, el significado es el mismo--- a los vecinos que no conocía, o aquellos que no considerara de los suyos. Por su parte, Griffin entra en la historia del modo más doloroso, como víctima, al quedar marcado por el asesinato de su hermano y un sentimiento de culpa, inculcado más por su propia madre que por su actitud ---en los únicos momentos, quizás, los de su madre reprochándole su inmovilidad, demasiado en el límite de la credibilidad---, al quedarse petrificado de miedo ante los sucesos que estaba presenciando.

El suceso en cuestión une irremediablemente a los dos protagonistas, aunque cada uno lo interioridad a su manera pues si Griffith comienza un calvario familiar que le culpa, injustamente, por no haber hecho nada por intentar salvar la vida de su hermano, Little, tras su encarcelamiento por el crimen y su toma de conciencia por los hechos que ha cometido, desarrolla un proceso de culpabilidad del que no se podrá librar hasta que no reciba el perdón de Griffith.

"Una vez el individuo se une al grupo, la sociedad lo pierde"

El guión juega a la identificación con los personajes, primero con Griffith, lo fácil, lo inmediato, lo asequible, pero cuando escuchemos por segunda vez el discurso de Little ---completo esta vez---, apreciando el profundo análisis que formula sobre el origen de la violencia intelectual, la colectiva, la que tiene lugar en grupo: el terrorismo; entenderemos igualmente su punto de vista, no el del momento en el que comienza la acción, sino el momento psicológico en que se encuentra en su presente. Si desde el principio de la película hemos seguido toda la acción desde el punto de vista de Griffith, a partir de este momento la seguiremos desde el de Alistair, comprendiéndole de la sima manera que antes lo hicimos con Joe.

La aproximación visual que realiza Oliver Hirschbiegel es simple y directa, centrándose en los personajes y tratando de mantener una austeridad que le acerque a un cine casi documental, con la misma cámara en mano televisiva con la que siguen a Griffith en su bajada de la escalera, intentando penetrar en los sentimientos de ambos protagonistas, en su intimidad. Sólo hace uso de un premeditado y estupendo movimiento de cámara llegando al final ---el del hueco de la ventana, para establecer que el odio, la rabia y la ira llevan al mismo punto que el terrorismo y la violencia irracional ---no explicaré más para no estropear el momento al que no haya visto la película.

Sólo al final de la película encontraremos el auténtico tema que propone Five Minutes of Heaven, que no es ni la venganza, ni el enfrentamiento entre víctima y verdugo, ni otra cosa que no sea la necesidad de la resiliencia, del perdón, de la reconciliación con el pasado para poder seguir adelante sin que actos pretéritos perjudiquen a nuestro presente y futuro. En este sentido, la película está emparentada con La muerte y la doncella (Death and the Maiden, 1994, Roman Polanski), donde también se proponía el perdón para posibilitar la convivencia entre víctimas y verdugos.

En este duelo psicológico, no pasa desapercibido el enorme esfuerzo interpretativo que realizan tanto Liam Neeson, quien demuestra que todavía sirve para algo más que para los superficiales títulos a los que nos ha sometido últimamente como Crónica de un engaño (The Other Man, 2008, Richard Eyre), Furia de titanes (Clash of the Titans, 2010, Louis Leterrier) o El equipo A (The A-Team, 2010, Joe Carnahan)---ya comentadas por estos lares con mejor o peor fortuna---; pero sobre todo, James Nesbitt, cuyo turbado personaje nos trasmite tanto pena como dolor, en una auténtica representación de rabia contenida en un personaje con el que podemos identificarnos, perfectamente, a pesar de lo psicológicamente destrozado que se encuentra.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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