Año: 2009
Nacionalidad: Japón
Dirección: Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda, basado en un manga de Yoshiie Goda
Producción: Hirokazu Koreeda & Toshiro Uratani
Fotografía: Ping Bing Lee
Música: World's End Girlfriend
Montaje: Hirokazu Koreeda
Diseño de Producción: Yohei Taneda
Vestuario: Sachiko Ito
Reparto: Doona Bae, Arata, Itsuji Itao, Jô Odagiri, Sumiko Fuji…
la tragedia de tener corazón
Tras los dramas realistas Nadie sabe (Dare mo shiranai, 2004) y Still Walking, (Aruitemo, aruitemo, 2008), Hirokazu Koreeda nos ofrece un drama fantástico basado en un manga, Air doll, que explora la soledad y deshumanización de la sociedad actual.
Nozomi (Doona Bae) es una muñeca hinchable que desarrolla su propia alma, cobra vida y descubre un nuevo mundo lleno emociones y sensaciones, el nuestro. Consciente de que es un artículo del señor Hideo (Itsuji Itao), camarero que la utiliza como sustituto del amor que no recibe de una mujer de verdad, Nozomi vuelve cada tarde al hogar para compensar a su propietario. En su deambular por las calles de la ciudad descubre un mundo que contiene muchas estrellas, un videoclub, donde consigue trabajo y comienza una peculiar relación con Junichi (Arata). Nozomi también descubre otras personas que, igual que ella están vacías por dentro, sin embargo no son muñecas, son personas invadidas por una desoladora soledad.
Teniendo la acostumbrada riqueza visual propia del cine japonés, no puedo negar que Air doll peque de un excesivo metraje para la historia que cuenta, o que no sepa dirigirse al objetivo marcado, perdiéndose por sus personajes —algo que no resulta nuevo en una película de Koreeda—, pero lo que sí es cierto es que el japonés sabe construir imágenes impactantes y metafóricas que motivan lo suficiente como para soportar algún momento demasiado estirado. También adolece de un guión algo más consistente que no de la impresión de ir enlazando historias sueltas, probablemente inspiradas en el manga en que está basado el filme, que pudieran dotar de mayor fuerza a la historia, aunque por otro lado si consigue transmitir su objetivo principal, que no es otro que mostrar la deshumanización de la sociedad urbana actual en la que personas y objetos —cual personajes de Toy Story (1995, John Lasseter)— buscan desesperadamente cariño y afecto.
La idea de que Nozomi trabaje en un videoclub me parece muy acertada, no sólo porque ofrece la oportunidad de mostrar las referencias cinematográficas de su director, entre las que se encuentran El sol del membrillo (1992, Víctor Erice), Stand by Me (1986, Rob Reiner), Theo Angelopoulos, Charles Chaplin, Abel Ferrara o La sirenita (The Little Mermaid, 1989, Rob Clements & John Musker), sino porque, al igual que Nozomi es un sustitutivo del sexo —y por extensión del amor—, el cine podría considerarse como un sustitutivo de las emociones que no se experimentan en primera persona. Lugar también de reunión solitaria en el que los diferentes individuos y personalidades que pueblan una ciudad coinciden, mostrando así que buscan el mismo objetivo, aunque cada uno lo haga a través de su elección personal.
"Hoy en día todo el mundo está vacío (…) sobre todo las personas que viven en ciudades como esta"
Después de encontrarse con su creador —en una secuencia que alude a Blade Runner (1982, Ridley Scott)—, Nazomi se encuentra, finalmente, con su gran problema, el que viene con su corazón humano, que igual que se viven momentos reconfortantes y estimulantes, es difícil sobreponerse a los desengaños y los golpes emocionales que nos dan los seres queridos, que igual que pueden sustituir a una persona con otra, sustituyen también a una muñeca por otra más novedosa.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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