jueves, 21 de abril de 2011

Sin límites

Título original: Limitless
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Neil Burger
Guión: Lelie Dixon, basado en una novela de Alan Glynn 
Producción: Leslie Dixon, Ryan Kavanaugh & Patty Long
Fotografía: Jo Willems
Música: Paul Leonard-Morgan 
Montaje: Tracy Adams & Naomi Geraghty
Diseño de producción: Patrizia von Brandenstein
Decorados: Diane Lederman 
Vestuario: Jenny Gering
Reparto: Bradley Cooper, Robert De Niro, Abbie Cornish, Andrew Howard, Anna Friel, Joohnny Whitworth, Tomas Arana, Robert John Burke, Darren Goldstein, Ned Eisenberg, T.V.Carpio, Richard Bekins, Patricia Kalember, Cindy Katz, Brian Anthony Wilson, Rebecca Dayan, Ann Marie Green, Damali Mason, Meg McCrossen, Tom Bloom, Nina Hodoruk, Tom Teti, Stephnie Humphrey, Joseph McCarthy, Peter Pryor, Daniel Breaker, Chris McMullin, Dave Droxler, Luisina Quarleri, Piper Brown, Simon MacLean, Saxon Palmer, Stephen Sable, Caroline Maria Winberg, Damaris Lewis, Martha Ann Talman, Robert Bizik, Hugh Douglas, Howard Strong, Arlette de Alba, Eddie J. Fernandez, Ray Siegle, Nicolas le Guern, Richard Miller, Violeta Silva Anna Parkinson, Laurence Roscoe… 

resacón sin límites en wall street

Ya lo venimos diciendo últimamente, pareciera que la ciencia-ficción está abriéndose a nuevos caminos, explorando las posibilidades de contar historias cercanas a nuestra realidad, pero planteando dilemas y conflictos que nos hagan cuestionarnos el rumbo que toma el camino de la humanidad. Al menos parece que es lo que hace Neil Burger en Limitless.

Casi podríamos enmarcar a Neil Burger en ese fascinante grupo de cineastas que, personalmente denomino, ladrones de orquídeas, y que emergen en el mercado cinematográfico tras haber desarrollado una fértil carrera como creadores de videoclips o publicidad, en el caso que nos ocupa realizando una campaña para promover la lectura en la televisión MTV: Books: Feed Your Head, para la que utilizara a actores y actrices como Sherilyn Fenn, Aidan Quinn o Timothy Hutton.


Sin duda Neil Burger ha sabido importar a su estilo cinematográfico lo mejor del lenguaje de la publicidad y el videoclip, pues si su película resulta fascinante no sólo es por la premisa que plantea, sino por la manera que tiene de mostrarla al espectador, de transmitir audiovisualmente las sensaciones que Eddie Morra (Bradley Cooper) experimenta cuando ingiere una píldora que le permite utilizar el cien por cien de su capacidad cerebral. Un personaje que el actor de Resacón en Las Vegas (The Hangover, 2009, Todd Phillips) defiende con todas sus fuerzas, pero que quizás no estaría tan acertado si no estuviera arropado por Robert De Niro y, sobre todo, una breve pero siempre fascinante Abbie Cornish,lo mejor del reparto.

Casi más que hablar en este caso de precedentes cinematográficos, me atrevería a hablar de la poderosa influencia estética de aquel controvertido videoclip que Jonas Åkerlund dirigiera para el no menos polémico tema de Prodigy: Smack My Bitch Up. En el caso de Limitless no habría la sorpresa final aguardando tras la cámara subjetiva, pero aparte de que también hay alguna que otra noche en blanco cuyo desarrollo pudiera haberse inspirado en el videoclip, sí que se cuenta la historia en primera persona, siendo toda la aventura como un tour de force audiovisual en un filme que evoluciona a través de una amalgama de géneros, pasando del thriller a la acción, con sus toques románticos y sus momentos completamente dramáticos.


El discurso en primera persona obliga al espectador a hacerse las mismas preguntas que se hace el personaje, forzando su empatía. Quizás el único problema sea que si bien plantea cuestiones, no aporta soluciones, quedando un poco deslucida la conclusión de la película. Por otro lado, quizás lógica en esta sociedad de consumo tan materialista en la que vivimos. Quizás lógica por tratarse de una película estadounidense en donde parece que la mayor aspiración de una persona sea convertirse en el presidente de su país, como sucedía también en Destino oculto (The Adjustment Bureau, 2011, George Nolfi). Aunque no por ello la película se resiente en exceso, al contrario, tras plantear las preguntas, siempre deja claro que estamos siguiendo las decisiones que toma Eddie Morra, que en su contexto resultan totalmente claras y justificadas.

La pregunta sería si se podrían extrapolar sus objetivos a los de un individuo que viviera en otro país, en otra cultura. Cosa que sospecho que no, por lo menos no en la sociedad actual que, a pesar de que el cine estadounidense se empeñe, ya está bastante desencantada con el modelo político y social procedente de los Estados Unidos. ¿O no?

Publicado originalmente en EXTRACINE

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