viernes, 15 de abril de 2011

Pequeñas mentiras sin importancia


Título original: Les petits mouchoirs
Año: 2010
País: Francia

Dirección: Guillaume Canet
Guión: Guillaume Canet 
Producción: Allain Attal
Fotografía: Christophe Offenstein
Diseño de producción: Philippe Chiffre
Dirección artística: Stanislas Reydellet 
Decorados: Ariane Audouard 
Reparto: François Cluzet, Marion Cotillard, Benoît Magimel, Gilles Lellouche, Jean Dujardin, Laurent Lafitte, Valérie Bonneton, Pascale Arbillot, Joël Dupuch, Anne Marivin, Louise Monot, Hocine Mérabet, Methieu Chedid, Maxim Nucci, Néo Broca, Marc Mairé, jeanne Dupuch, Mado Mérabet, Nikita Lespinasse, Sara Martins, Edouard Montoute, Nissema Theillaud, Patrice Renson, Jean-claude Lagniez, Jean-Claude Cotillard, Pierre-Benoist Varoclier, Benoït Petitjean, François Bredon, Jean-Louis Fourrier, Claude Lellouche, Jean-Claude Farnaud… 

celebrando la amistad burguesa

Puede que si mencionamos que se estrena la tercera película como director de Guillaume Canet, Pequeñas mentiras sin importancia, muchos no sepan de quién estoy hablando, aunque puede que algunos quizá recuerden su labor como actor en filmes como La playa (The Beach, 2000, Danny Boyle) o Vidocq (2001, Jean-Christophe Grance). Aunque no debe extrañarnos el estreno internacional de una película cuyo reparto contiene algunos de los rostros más conocidos del cine francés como Marion Cotillard, Benoît Magimel, que recordarán de títulos como La pianista (La pianiste, 2001, Michael Haneke), o François Cluzet, que muchos recordarán con cariño de la mítica Alrededor de la medianoche (Round Midnight,1986, Bertrand Tavernier).

Escrita y dirigida por el propio Guillaume Canet, y siendo la primera vez que lo hace en solitario, Les petits mouchoirs, (...) es un relato que parte con un extraordinario plano secuencia que concluye con un suceso dramático que, inevitablemente, reúne a su grupo de amigos justo antes de que comiencen sus vacaciones. Un ritual que cada año repiten al ser invitados por uno de ellos, Max Cantara (François Cluzet), a su casta en la costa del sur de Francia. Tras decidir no posponer sus planes a pesar de las circunstancias, y una vez se trasladan a su destino vacacional empezamos a conocer a todos y cada uno de los miembros de este heterogéneo grupo y esas Pequeñas mentiras sin importancia, a las que alude su título en España, que comparten unos con otros.

Estructurado a partir de todo el conjunto de personajes, el relato avanza enfocando la mirada hacia cada uno de ellos, hasta componer un internaste retrato de la amistad burguesa contemporánea en lo que no considero una crítica, sino una celebración de ese tipo de amistad, a pesar de lo bueno y lo malo que pueda tener, transmitiendo unas irrefrenables ganas de vivir y disfrutar de los otros. Aunque no se nos presente el origen del vínculo entre cada uno de los miembros del grupo, parece que estamos ante esas amistades que se establecen en relación a momentos y edades, como la adolescencia o el inicio de la juventud, o espacios y lugares, como el barrio o el aula, en los que acoges al prójimo con todo lo bueno y lo malo que pueda tener, formando unos vínculos que perduran en el tiempo y con los que siempre puedes contar, a pesar de las pequeñas diferencias que pueda haber.

Tierna, entrañable, divertida y emocionante, Les petits mouchoirs se beneficia de la calidad de todos y cada uno de sus intérpretes entre los que igual que el grupo que representan, ninguno es más ni mejor que otro, todos tienen su momento en la película. Quizás destaquen Marion Cotillard y François Cluzet, pero si la primera lo consigue por la sorprendente sinceridad que transmite con un personaje difícil, casi antipático, pero que consigue emocionar sin utilizar ni maquillaje ni un estilizado vestuario, como en las producciones estadounidenses en las que se está paulatinamente integrando; el segundo lo hace al captar nuestra atención con un personaje que nos regala algunos de los momentos más divertidos de la película.

Una película en la que, hasta sus momentos más bucólicos, son capaces de transportarnos a un estado anímico en el que conseguiremos evocar nuestras épocas pretéritas, aquellas en las que conocimos a aquellos amigos que siempre recordaremos con cariño, igual que a “Les petits mouchoirs”.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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