Título original: Wall Street: Money Never Sleeps
Año: 2010
País: EE. UU.
Dirección: Oliver
stone
Guión: Allan Loeb
& Stephen Schiff, basado en los personajes creados por Stanley Weiser &
Oliver Stone
Producción: Eric Kopeloff, Oliver Stone & Edgard R.
Pressman
Fotografía: Rodrigo
Prieto
Música: Craig
Armstrong
Montaje: David
Brenner & Julie Monroe
Diseño de producción:
Kristi Zea
Dirección artística:
Paul D. Kelly
Decorados: Diane
Lederman
Vestuario: Ellen
Mirojnick
Reparto: Michael
Douglas, Shia LaBeouf, Josh Brolin, Carey Mulligan, Eli Wallach, Susan
Sarandon, Frank Langella, Austin Pendleton, John Bedford Lloyd, Vanesa Ferlito,
John Buffalo Mailer, Jason Clarke, Christian Baha, Maria Bartiromo, Waltrudis
Back, Alice Burla, Anthony Cochrane, Frank Ciornei, Michael Genet, Richard
Green, Limos Hakim, Edgard Henzel, Sondra James, Harry Kerrigan, Nan Lu, Edmund
Mardirosian, Sylvia Miles, Manu Narayan, Annika Pergament, Annie Presuman, Eric
Purcell, Eliyas Qureshi, Dieter Riesle, Nouriel Roubini, Oliver Stone, Richard
Stratton, Faye Wattleton, Catherine Wolf…
de la fiesta a la quiebra
Wall Street: Money Never Sleeps consigue un éxito de público que Oliver Stone no
disfrutaba desde los tiempos de Un domingo cualquiera (Any Given Sunday, 1999), lástima
que el éxito sólo se produzca a un nivel económico.
Uno de los aciertos de la película puede que sea que funciona igual de bien desde el punto de vista de la secuela, como si de una película independiente se tratara. Cualquiera que no haya visto Wall Street (1987) no necesitará grandes explicaciones sobre Gordon Gekko, ya no interpretado, sino personificado con soltura en la piel de Michael Douglas, quien nos presenta un personaje fácilmente identificable con cualquiera de esos personajes corruptos que, lamentablemente, pueblan la sociedad actual de cualquier país. Aunque como secuela sí plantea un dilema interesante: ¿hemos aprendido algo? La respuesta parece ser negativa.
En este sentido la película continúa con el tono crítico de Oliver
Stone sobre su propia sociedad, la estadounidense, a la que,
curiosamente tras la caída de las torres gemelas, ha estado incomodando con
esos acercamientos a personajes políticamente incorrectos que retrata en Comandante (2003), Looking for Fidel (2004), Persona Non Grata (2003), South of the Border (2009), W. (2008), o incluso Alejandro Magno (Alexander, 2004), que bien se podría considerar como
una alusióm metafórica a la invasión de Iráq por parte de su presidente.
Tan sólo el excesivo amaneramiento
patriótico que rezuma de la insoportable World Trade Center (2006) parece tratar de buscar
una identificación con el modelo patriótico estadounidense. Sin embargo, aunque Wall Street: Money Never Sleeps no está exenta de interés, no
consigue retomar la fuerza que tenía Wall Street ni su cine previo al 11-S.
Una de las mayores torpezas de la película ha sido elegir como
protagonista al actor
más rentable de
Hollywood, Shia LaBeouf, de quien se puede percibir
palpablemente un desmesurado, pero vano, esfuerzo por estar a la altura de un
contundente reparto en el que Carey Mulligan y Josh Brolin están
espléndidos y sobresale por encima de todos la breve pero enérgica
interpretación de Frank Langella y la entrañable presencia de Eli Wallach.
Pero por mucho que el reparto defienda sus personajes a la
perfección, por mucho que la historia planteada tenga su interés y llegue en un
momento muy oportuno, y por mucho que el dinero nunca duerma, este
espectáculo termina por adormecer al espectador. Demasiado
texto para tan pocas acciones, demasiadas explicaciones para dar a entender lo
que no sucede realmente en la pantalla, demasiadas palabras y casi ningún hecho
con que reforzarlas.
No sé si el problema
viene de la ausencia de Oliver Stone en la escritura y
desarrollo del guión, o a que ya no le queden amigos ni
familiares a los que retratar en la pantalla, el caso es que su secuela no
parece ser más que una segunda parte y no hace falta repetir lo que se dice de
las segundas partes.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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