Título original: Legend of the Guardians: The Owls of Ga’Hoole
Año: 2010
País: EE.UU.
& Australia
Dirección: Zack
Snyder
Guión: John
Orloff & Emil Stern, basado en las novelas de Kathryn Lasky
Producción: Zareh
Nalbandian
Música: David
Hirschfelder
Montaje: David
Burrows
Diseño de producción:
Simom Whiteley
Dirección artística:
Grant Freckelton
Reparto: Emily
Barclay, Abbie Cornisa, Essie Davis, Adrienne DeFaria, Joel Edgeton,
Deborra-Lee Furness, Sacha Horler, Bill Hunter, Ryan Kwanten, Anthony LaPaglia,
Miriam Margolyes, Helen Mirren, Sam Neil, Barry Otto, Richard Roxburgh,
Geoffrey Rush, Angus Sampson, Jim Sturgess, Hugo Weaving, David Wenham, Leigh
Whannell, Gareth Young, Amanda Bishop, Anthony Cojín, Trent Dalzell, James
Evans, Lelda Kapsis, Andrew McDonnell, John Xintavelonis…
si los
griegos volaran
Más que su primera aproximación al cine de animación, Legend of the Guardians: The Owls of Ga’Hoole supone
el primer contacto de Zach Snyder con el cine dirigido directamente a un público infantil.
El sentimiento y las sensaciones que me produce Legend of the Guardians: The Owls of Ga’Hoole son muy similares a aquellos que me produjeran cualquiera de las películas de Walt Disney previas a los años setenta en las que, si bien los personajes se presentaban con una cuidada candidez, en el momento en el que lo tenebroso y lo oscuro invadía la historia, lo hacía con toda su fuerza. Sin duda alguna esa era parte de la fuerza de la historia y el motivo, quizás por el que marcaba tanto al espectador infantil y adolescente, algo que parece haberse erradicado cuidadosamente de las películas Disney actuales, pero no aquí.
Parece que el mérito se desprende, directamente, de las novelas originales de Kathryn Lasky, en las que ya están incluidas
las dos líneas principales de las que parte la historia, una
general que estimula el amor a la naturaleza y la vida en comunidad,
en sociedad, pero sin perder la individualidad, el sentido crítico y la
capacidad de elección; por otro lado establece un interesante
enfrentamiento entre hermanos, más que como equivalentes de
Caín y Abel, como una especie de demostración de que la educación que recibe
una persona no es el único determinante en los actos y elecciones que toma
después individualmente.
La línea que separa la animación
infantil de la animación para adultos se ha ido difuminando hasta que cada vez
sea más difícil orientarse entre unas y otras, pues las peleas entre lechuzas
casi son más violentas que los encuentros cuerpo a cuerpo que se producían en 300 (2006, Zach Snyder). Puede que sea
porque las garras impresionen más que las espadas,
o porque, al fin y al cabo sean más naturales pues forman parte de su propio
cuerpo. También es curioso que Zack Snyder haga una película llena de plumas,
después de haber desplumado todas las que pudiera haber en 300 . Bueno, casi todas.
Por otro lado, debo
decir que no parece destacar la particular aproximación
visual de dirección de Zach Snyder a la hora de llevar la historia desde el
papel hasta la pantalla. Espectacular en los planos generales, pero justa y
correcta en los planos cortos. Preocupándose de buscar algún elemento
llamativo, como el ralentí en ciertos momentos, para darle ese supuesto
sello personal, pero demostrando que toda la fuerza de la película recae,
nuevamente, en su historia, no en su enfoque.
Aunque no por eso deje de tener su interés, que lo tiene, siendo
además una película tierna y emocionante, pero que en
otras manos, hubiera sido realmente espectacular.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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