Título original: A Nightmare on Elm Street
Año: 2010
País: EE.UU.
Dirección: Samuel
Bayer
Guión: Wesley
Strick & Eric Heisserer, basado en un guión previo de Wes Craven
Producción: Michael
bay, Andrew Form & Bradley Fuller
Fotografía: Jeff
Cutter
Música: Steve
Jablonsky
Montaje: Glen
Scantlebury
Diseño de producción:
Patrick Lumb
Dirección artística:
Craig Jackson
Decorados: Karen
Frick
Vestuario: Marian
Ceo
Reparto: Jackie
Easle Haley, Kyle Gallner, Rooney Mara, Katie Cassidy, Thomas Dekker, Kellan
Lutz, Clancy Brown, Connie Britton, Lia D. Mortensen, Julianna Damm, Christian
Stolte, Katie Schooping Knight, Haley Schooping Knight, Leah Uteg, Don Robert
Cass, Kart Naebig, Kyra Krumins, Brayden Coyer, Max Holt, Andrew Fiscella, Bob Kizer,
Pete Kelly, Jason Brandstetter, Rob Lindvall, Dominick Coviello, Parker Bagley,
Jennifer Robers, Tania Randall, Logan Stalzer, Christopher Woods...
el
remake como pesadilla
Director de videoclips antes que cineasta, Samuel Bayer demuestra con el remake de A Nightmare on Elm Street, que cuanto
más dinero le das a un director principiante, menos imaginación va a utilizar para resolver su innecesario proyecto.
Me cuesta entender que teniendo un producto de demostrada
efectividad, como era el personaje de Freddy Crueger, que tantos metros de
celuloide y horas de cintas de vídeo ha gastado, dos guionistas como Wesley Strick y Eric Heisserer hayan sido capaces de destrozar una historia que funcionaba a la
perfección tal
y como estaba desarrollada. Del segundo no podría estar esperando nada pues
casi es su primer guión para cine, pero el primero, sí lleva a cuestas una
estimable carrera como guionista dentro del género del thriller que incluye
títulos como Aracnofobia (Arachnophobia, 1990, Frank Marshall) , El cabo del miedo (Cape Fear, 1991, Martin Scorsese),
Análisis final (Final Analysis, 1992, Phil Joanou), Lobo (Wolf, 1994, Mike Nichols), El Santo (The Saint, 1997, Phillip Joyce) o Doom (2005, Andrzej Batkowiak).
Dados los avatares que ha sufrido la producción, que un principio iba a ser la
precuela de la pesadilla dirigida por Wes Craven,
que devino, no sólo en remake, sino también en reboot,
pues ya se cuece la secuela, no me extrañaría que Strick figure en los créditos
por cuestiones legales, siendo responsable del desaguisado su colega Heisserer,
sobre todo sabiendo que este último participa en la secuela y
el otro no.
Los cambios introducidos para esta
nueva versión se limitan a una alteración del orden de los sucesos,
reproduciendo con bastante fidelidad la manera en que son asesinados por Krueger todos y cada uno de los adolescentes, a los que se les ha cambiado el
nombre —-pareciera que el nombre de ellos es un homenaje a Quentin
Tarantino, más que nada porque incluyen el famoso plano desde el
punto de vista del maletero de un coche. La única
aportación a la historia es la que muestra las causas y modo en que los padres
de estos adolescentes acabaron con el monstruo que aterrorizaba a sus niños,
quedando ellos totalmente absueltos de cargos por impedir a un presunto
inocente a defenderse legalmente y del ajusticiamiento al que tranquilamente le
someten, ¿que diría Fritz Lang sobre esto? Parece que los individuos
americanos se hacen a sí mismos aquello que su país les hace a otros países.
No entiendo la alusión al flautista de Hamelín. Me parecen ganas
de buscar precedentes que proporcionen a la historia un cariz más intelectual,
lo mismo pienso de los dibujos de Nancy, que cualquiera hubiera dicho que los
hiciera cuando tenía seis años y los conservara desde entonces. También resulta
bastante inverosímil que no haya ninguna investigación, que mueran uno tras
otro en circunstancias claramente extrañas, pero nadie se pregunte quién, cómo,
ni por qué han sucedido los sistemáticos asesinatos de estos supuestos
adolescentes. No es que sea inverosímil, es que resulta absolutamente increíble
que ninguno de los padres lance el grito de alarma ante la desaparición de
todos y cada uno de los compañeros de parvulario de sus hijitos. ¡A lo mejor
era una pelcíula parodia y no me di cuenta!
Me es imposible resaltar nada de la película, ni las
interpretaciones, ni la fotografía, ni la banda sonora, nada. Todo en ella me
aburre y lo único que consigue es provocarme unas ganas irrefrenables de volver a ver la versión de Wes Craven.
Estamos ante una nueva muestra de cineastas que sólo son capaces de conseguir interesar en sus tráilers.
Aparte de que resulte inevitable echar de menos a Robert Englund,
ni que decir tiene.
Tras ver esta “pesadilla”, encuentro gratificante un experimento
tan mal acogido en su día como el que hiciera Gus Van Sant con Psicosis (Psycho, 1998),
que resultara mucho más honesto al intentar demostrar que haciendo exactamente
lo mismo, hacía algo diferente. Algo parecido a lo que repitiera Michael Haneke con su Funny Games (1997),
en el que parecía querer decir que su historia funcionaba igual de bien en
Europa que en los Estados Unidos, demostrando que era universal y que el mal no
tiene fronteras. Queda claro que la ausencia de creatividad tampoco las tiene, ni
fronteras ni escrúpulos.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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