Título original: Amador
Año: 2010
País: España
Dirección: Fernando
León de Aranos
Guión: Fernando
león de Aranoa
Producción: Fernando
León de Aranoa & Jaume Roures
Fotografía: Ramiro
Civita
Música: Lucio
Godoy
Montaje: Nacho
Ruiz Capillas
Diseño de producción:
Llorenç Miquel
Dirección artística:
Llorenç Miquel
Vestuario:
Fernando García
Reparto: Magali
Solier, Manolo Solo, Celso Bugallo, Antonio Durán ‘Morris’, Pietro Sibille,
Priscilla Delgado, Sonia Almarcha, Raquel Pérez, Fany de Castro, Eleazar Ortiz,
Juan Alberto de Burgos, Christian Sampedro...
la poética de lo social
Amador, la
película protagonizada por Magaly Solier y dirigida por Fernando León de Aranoa, desarrollada a través de un ambiente urbano y social
característico de su director, se muestra como un
filme reposado, cargado de sutilidades y poesía.
Premiado en casi todas las ediciones de los premios Goya, además
de acaparar múltiples premios internacionales, Fernando León de Aranoa se
encuentra dentro de ese reducido grupo de cineastas españoles, cuyos estrenos
despiertan tal expectación, que casi es obligatorio acudir al cine para tener una
opinión sobre su última película.
Amador comparte con el resto de su filmografía lugares
comunes como los
barrios obreros de la periferia, personajes poco favorecidos por la sociedad
como los inmigrantes, y una mirada característica del cine social. Sin embargo,
rescata de alguno de sus cortometrajes, como Sirenas (1994), elementos mágicos y sobrenaturales
que acopla con humor y sutileza, renovando su discurso y aportando una mirada inusual sobre
la realidad de sus personajes.
Una de las primeras conclusiones que
se puede sacar de Amador es que el inmigrante ya no es un miembro marginal de la
sociedad, sino que forma parte de ella, tiene los mismos
problemas que puedan tener los no inmigrantes pero a diferente escala, pues
Nelson (Pietro Sibille) y Marcela (Magaly Solier)
sacan adelante su negocio, como cualquier familia española, con la intención de
progresar. Igualmente, lo que en otras películas del propio Aranoa podría
considerarse como un marginación compartida, como la que experimentaban
prostitutas e inmigrantes en Princesas (2005), ya no
es la misma en Amador pues Marcela no vive la misma realidad que Puri (Fanny de Castro), la tierna y divertida
prostituta de la tercera edad, quien además no es inmigrante.
Pero quizás lo más destacado de Amador sea la particular
filosofía que desprende de una mirada más profunda sobre Marcela
y Amador (Celso Bugallo). Marcela se mueve por instinto,
está determinada a abandonar a Nelson porque no consigue imaginar su futuro
junto a él, aunque vuelve a casa cuando descubre que está embarazada,
encontrando después las pruebas de lo que ya intuía y le hacía imposible ver
ese futuro común.
Por otro lado, Amador tiene una concepción de la vida basada en la
responsabilidad de las decisiones que cada uno toma, perfectamente
visualizada en ese puzzle que deja sin completar, igual que no consigue cerrar
algunas cuestiones terrenales antes de partir. No quisiera profundizar mucho en
esta relación para permitir a los interesados disfrutar de la resolución, pero
Marcela encontrará en las lecciones de Amador aquello que le falta para
encontrar su equilibrio y decidir sobre su presente, sobre el camino que debe
seguir y las decisiones que debe tomar.
Fernando León articula su relato haciendo hincapié
en lo que no se ve, jugando con elipsis y figuras deícticas,
ampliando el campo visual, al obligar al espectador a especular sobre
diferentes cuestiones como las cartas que envía y recibe Amador, las
misteriosas señales que Marcela percibe cuando vuelve cada día a su puesto
laboral, la relación entre Amador y la farmacéutica, los motivos por los que la
familia de Amador le mantienen en casa mientras ellos están en otro lugar…
De la misma manera, dentro del relato, Marcela
debe mantener la ilusión de la realidad de Amador a los otros personajes dentro
de la ficción, consiguiendo momentos sorprendentemente
graciosos, como la situación entre el cura (Manolo Soto) y Marcela, entre otros que no
quiero desvelar. Igualmente, dentro del relato, algunos personajes sacarán
conclusiones erróneas debido a la ironía dramática que se produce al conocer el
espectador toda la historia desde el punto de vista de Marcela.
"Yo es que no soy de libros, soy más de películas"
Es obligatorio señalar la tranquila y serena interpretación de
Magaly Solier, capaz, no sólo de llevar todo el peso del filme, sino por esa sutil
capacidad para comunicar desde el interior, pues se llegan a percibir los
pensamientos y sentimientos de Marcela con la misma fuerza y claridad con la
que Amador ve las sirenas desde su cama. Igualmente sorprende gratamente la
divertida aportación de Fanny de Castro, que proporciona un humor espontáneo
con diálogos que algunos tildarán de almodovarianos, aunque forman parte de la
más profunda cultura española, cuyo rastro podemos encontrar desperdigado en
otros personajes de la filmografía previa de Fernando León.
Lo mismo sucede con la sobriedad de estilo con la particularidad
de que, en este caso, la precisión de los encuadres y la cuidada fotografía de Ramiro Civita sirven para realzar, por contraste,
ese aspecto mágico y casi sobrenatural que emana una película en la que incluso
el nombre propio de su título obliga al espectador a decidir a quién se refiere.
Publicado originalmente en EXTRACINE
Qué interesante y qué cercana tu lectura a lo que yo he sentido también que la película cuenta. Me ha gustado mucho, enhorabuena.
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