viernes, 14 de enero de 2011

Saw 3D


Título original: Saw 3D
Año: 2010
País: Canada & EE.UU.

Dirección: Kevin Greutert
Guión: Patrick Malton & Marcus Dunstan
Producción: Mark Burg & Oren Koules
Fotografía: Brian Gedge
Música: Charlie Clouser
Montaje: Andrew Coutts
Diseño de producción: Anthony A. Ianni
Dirección artística: Peter Grundy
Vestuario: Alex Kavanagh
Reparto: Tobin Bell, Costas Mandylor, Betsy Russell, Cary Elwes, Sean Patrick Flanery, Chad Donella, Gina Holden, Laurence Anthony, Dean Armstrong, Naomi Snieckus, Rebecca Marshall, James Van Patten, Sebastian Pigott, Jon Cor, Anne Lee Greene, Chester Bennington, Dru Viergever, Gabby West, Benjamin Clost, Kevin McGarry, Kim Schraner, Olunike Adeliyi, Ishan Morris, Carlos Diaz, Elizabeth Rowin, Christine Simpson, Jacinta Wesselingh, Claudia DiFolco, Kimberly D’Eon, Rachel Wilson, Desmond Campbell, Billy Oliver, Liise Keeling, tanedra Howard, Sauna MacDonald, Joanna Douglas, Janelle Hutchinson, Grez Bryk, Larissa Gomes, Kevin Rushton …

la sierra como catarsis mediática


(...) La última entrega de una de las sagas más longevas del cine gore y de terror contemporáneo, que se iniciara en 2004 con Saw (2004, James Wan), no es una más de la serie. Saw 3D utiliza sus tradicionales trampas para castigar a sus víctimas pecadoras, y la visión estereoscópica a modo de amenaza metafórica, como si quisiera lanzar sus dardos envenenados fuera de la pantalla.

No sé si Kevin Greutnert, director de la película y de su predecesora, Saw VI (2009, Kevin Greutnert), y conocedor al dedillo de toda la franquicia, al ser su montador desde la primera hasta la quinta, intenta con este séptimo capítulo hacer una recapitulación o un borrón y cuenta nueva, pues de todas sólo he visto la primera y la última.

Pero este hecho no impide que pueda disfrutar de la película y seguir a la perfección una trama en la que una presentación clara y evidente de sus personajes permite que se puede intuir cuales de ellos han aparecido en alguno de los filmes anteriores, siendo el más efectivo el del Dr. Lawrence Gordon (Cary Elwes), además de percibir el cariño con el que son tratados ciertos elementos comunes a todas como todos los tipos de magnetoscopios, el triciclo o el entrañable payaso.

Igual que las implacables trampas con las que, en este caso, el detective Mark Hoffman (Costas Mandylor) castiga a aquellos que son culpables de delitos contra la ética y la moral, además de buscar su personal sed venganza, Saw 3D funciona como un mecanismo de relojería que no permite que el ritmo de la película decaiga en ningún momento, llegando a trazar dos líneas argumentales: la marcada por el asesino justiciero convertido en asesino psicópata, y la que lleva a Bobby Dagen (Sean Patrick Flanery), falso superviviente de Jigsaw (Tobin Bell), a posible superviviente verdadero, previa partida de puzzle sangriento.

Si bien contiene las características secuencias gore que deleitarán a los fanáticos del género, la ironía con la que se desarrollan las tramas y la contundente primera secuencia de la película, deja perfectamente claro que no estamos ante una película de terror, sino ante un filme que utiliza sus armas para criticar una tendencia de la sociedad actual y de aquellos que han propiciado con su connivencia esa situación: los medios de comunicación.

La secuencia viene a ser la primera de todas, la auténtica muerte en directo ante atónitos espectadores que por mucho que les desagrade lo que presencien ni podrán evitar, ni dejarán de mirar, lo que sucede en una gran vitrina expuesta a la vista de todos. A plena luz del día. En ella están encerrados dos jóvenes y la que ellos creían era su novia, cuando en realidad les engañaba a ambos, y que deben elegir entre salvar una de sus vidas para salvar la de ella, o sacrificarla a ella para salvar la suya.

La tendencia es la de la sociedad actual que asiste con la misma impasibilidad a la misma ejecución en cualquier pantalla de televisión, convertida más que en circo televisivo, en lucha salvaje en la que todo vale con tal de ganar audiencia, fomentando la crispación y la violencia psicológica y animando a la animadversión en puestas en escenas tan calculadas como las de Bobby Dagen.

El medio: la televisión, presente en todas las trampas de Saw 3D, y arma que ha conseguido banalizar hasta las cotas más infames el uso de la violencia, quizás no la física, pero definitivamente la psicológica, en oposición a la criticada violencia del cine, que si bien sólo llega a aquel que ha pagado la entrada, más pretende reflejar la realidad que influir en ella.

Cuando hago alusión a cine violento no me refiero, desde luego, a Saw 3D. Claramente irónica y divertida en muchos momentos, puede resultar hasta sádicamente libertadora, particularmente si conectas a las víctimas con los protagonistas de tu canal de televisión favorito y haces asociaciones con esos periodistas o presentadores que escriben libros aprovechándose de su popularidad —-aunque se los haya escrito un negro—-, locutores que pactan sus entrevistas, tertulianos que tergiversan los datos en aras de conseguir el aplauso populista, presentadores que simulan la espontaneidad de un directo cuando se limitan a seguir un guión al dedillo, colaboradores que venden su alma al diablo con tal de conseguir un plató en el que pelear contra otro famoso más…

No pongo ejemplos porque estoy convencido de que en las televisiones de cualquier país se pueden encontrar personajillos que se adapten a cualquiera de estas descripciones. Pero todos ellos perecen, simbólicamente, en Saw 3D. ¿O soy yo el que debiera dejar de ver la televisión? ¿Y lo bonita que queda la rima final con la primera de la serie?

Publicado originalmente en EXTRACINE

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