Título original: My Soul to Take
Año: 2010
País: EE. UU.
Dirección: Wes
Craven
Guión: Wes Craven
Producción: Wes
Craven, Anthony Katagas & Iya Labunka
Fotografía: Petra
Korner
Música: Marco
Beltrami
Montaje: Peter
McNully & Todd E. Miller
Diseño de producción:
Adam Stockhausen
Dirección artística:
Jack Ballance & Brianne Zulauf
Decorados: Carol
Silverman
Vestuario: Kart
and Bart
Reparto: Max
Thieriot, John Magaro, Denzel Whitaker, Zena Grey, Nick Lashaway, Paulina
Olszynski, Jeremy Chu, Emily Meade, Raúl Grillo, Danai Gurira, Harris Yulin,
Shareeka Epps, Elena Hurst, Dennis Boutsikaris, Felix solis, Trevor St. John,
Shannon Maree Walsh, Alexadra Wilson, Eric Zuckerman, Alberto Vazquez, Lou
Sumrall, Lynnanne Zegar, Michael Bell…
y se lleva mi paciencia también
Las sospechas están confirmadas, parece ser que Wes Craven
necesita realmente una nueva dosis de Scream: vigila quien llama (Scream, 1996, Wes Craven)), dada la falta de humor que se
aprecia en su última película, My Soul to Take, que se torna un filme
realmente terrorífico, pero por lo insoportable que resulta.
Si bien al principio de la película, cuando todavía no hemos
terminado de determinar si vamos a enfrentarnos a una narración seria o
irónica, podemos encontrar alguna secuencia realmente divertida, como esa en la
que Bug (Max Thieriot) comparte con su clase las bondades del Gymnogyps
californianus, poco a poco va perdiendo la gracia.
Quizás en un intento por no repetir la fórmula iniciada por
su exitosa franquicia, se instala progresivamente en una línea pretendidamente
dramática que hace insostenible un argumento que parte de una premisa tan
absurda, para tomársela en serio, como que un asesino en serie vuelva al
“pacífico” pueblo de Riverton, para vengar su propia muerte, asesinando a los
siete adolescentes que nacieran la misma noche en la que él muriera. No es que
sea la primera vez que el director de Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, 1984), nos torture
con historias absurdas pues ya lo hiciera con Shocker, 100.000 vóltios de terror (Shocker, 1989), a cuya inverosimilitud
recuerda My Soul to Take.
No merece la pena ni mencionar al reparto, salvo para
resaltar que curiosamente los dos protagonistas participaran en algún otro
bodrio reciente, como el caso de Max Thieriot que aparecía en la fallida Chloe (2009, Atom Egoyan) y en la insoportable Jumper (2008, Doug Liman), o Emily Meade, de cuya corta carrera
sólo he tenido la maldita oportunidad de ver Twelve (2010, Joel Schumacher).
Mirando hacia el lado técnico no puedo decir muchas cosas
negativas, pero sólo porque la película está bien resuelta, incluso las
secuencias de crímenes pueden resultar interesantes. Pero te mata de
aburrimiento y la mezcla entre lo absurdo y previsible que se vuelve el
argumento hacen verdaderamente que llegues a desear que alguien se lleve
también tu alma.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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