Título original: The Fighter
Año: 2010
País: EE.UU.
Dirección: David O. Russell
Guión: Scott Silver, Paul Tamasy & Eric Johnson, sobre una idea original de Paul Tamasy, Eric Jonson & Keith Dorrington
Producción: Dorothy Aufiero, David Hoberman, Ryan Kavanaugh, Todd Lieberman & Jeff G. Waxman
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Música: Michael Brook
Montaje: Pamela Martin
Diseño de producción: Judy Becker
Dirección artística: Laura Ballinger
Decorados: Gene Serdena
Vestuario: Mark Bridges
Reparto: Mark Wahlberg, Christian Bale, Amy adams, Melissa Leo, Mickey O’Keefe, Jack McGee, Melissa McMeekin, Bianca Hunter, Erica McDermott, Hill Quigg, Dendrie Taylor, Kate B. O’Brien, Jenna Lamia, Frank Renzulli, Paul Campbell, Caitlin Dwyer, Chanty Sok, Ted Arcidi, Ross Bickell, Sean Malone, José Antonio Rivera, Richard Farrell, Matthew Muzio, Steven Barkhimer, Art Ármalo, Sugar Ray Leonrad, Jackson Nicoll, Alison Folland, Sean Patrick Doherty, Sue Costello, Ray Greenhalge, Tino Kimly, Epifanio Melendez, Jremiah Kissel, Sean Eklund, Roeun Chea, Brian A. Nguyen, Rikki Kleiman, Michael Dell’Orto, Paul Locke, Kim Carrell, Dale Place, Eddie Lee Anderson, Bonnie Aarons, Walter Driscoll, Matt Russell…
tu propia familia es tu peor enemigo
Presentado en un formato sucio y realista, acorde con la dureza de la historia que cuenta, David O. Russell aprovecha en The Fighter la historia real de dos hermanos boxeadores para hablar de la negación de la realidad, la ceguera voluntaria a la que se someten algunas personas cuando no quieren ver la evidencia de lo que tienen delante, a causa de los lazos familiares que les unen.
Por un lado está Alice (Melissa Leo), una madre coraje —-a su manera—-, incapaz de asumir que su hijo es drogadicto, aunque su aspecto físico no deje lugar a dudas sobre su deterioro, aunque sea capaz de ir a buscarlo al mismísimo lugar en el que sabe se está colocando, aunque todo el mundo lo sepa y ella misma también. Después está el hermano, Dicky (Christian Bale), que vive de las rentas de un acontecimiento glorioso que incluso algunos ponen en duda. Y por último está Micky (Mark Wahlberg), un boxeador con un futuro prometedor, encadenado a una familia que no le permite florecer si ellos no lo hacen con él.
Pero lo más interesante del relato no es su historia, sino el discurso que utiliza su director para trasmitirnos la idea de la manipulación: la de los personajes entre ellos, la de la ficción sobre la realidad y la del medio sobre el espectador. David O. Russell ofrece un deliberado contraste inverso entre lo triste y lo trágico que parece gracioso y divertido en momentos como la primera vez que van a buscar a Dicky al lugar donde consume crack o el enfrentamiento entre Charlene (Amy Adams), la novia de Micky entre la madre de esta y sus hermanas, momentos que son trágicos para los personajes pero graciosos para el espectador. Y viceversa, lo gracioso se vuelve patético, particularmente Dicky relatando sus devaneos con el crack, como si fuera algo divertido, cuando para el espectador resulta absolutamente patético.
También se crea una confusión al principio de la película cuando, justo después de informarnos de que estamos viendo una película basada en un hecho real, dentro del relato también se realiza una grabación de la realidad, según los personajes sobre la vuelta al boxeo de Dicky, que luego resulta ser sobre la adicción a la droga. [SPOILER] Precisamente, ese momento concreto en el que los personajes se ven por televisión, es el preciso instante en que toman conciencia del autoengaño en el que estaban viviendo. Momento en el que también el espectador (algunos, no todos probablemente), toma conciencia de la manipulación a la que ha estado sometido al tomar a la ligera momentos que no eran nada graciosos.
Deudora, en cierta medida de Toro salvaje (Ranging Bull, 1980, Martin Scorsese), en lo dramático que resultan la mayoría de las situaciones, así como de Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990, Martin Scorsese), por lo cómico que en algunas secuencias se presentan, The Fighter no es realmente una película sobre boxeo, sino sobre superación personal. Sobre la importancia y necesidad de romper los lazos familiares para poder florecer como individuo, aunque también de la importancia del otro, pues si el lazo maternal aprieta hasta ahogar, tampoco habría conseguido nada sin el apoyo fraternal.
Siendo un relato tan orgánico y visceral, era básico contar con un reparto capaz de sudar y respirar lo que los personajes demandan y dejando constancia de que Mark Wahlberg hace quizás su mejor personaje, los que lucen como lámparas son, indudablemente Christian Bale y Meissa Leo. El primero quizás destaque más a primera vista por su extraordinaria transformación física, pero ese personaje de fantástica ordinaria que ofrece la segunda resulta absolutamente memorable.
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