Título original: TRON: Legacy
Dirección: Joseph Kosinski
Guión: Edgard Kitsis & Adam Horowitz, basado en una idea original de Edgard Kitsis, Adam Horowitz, Brian Klugman & Lee Sternthal, a partir de los personajes creados por Steven Lisberger & Bonnie MacBird
nuevos diseños, mismas realidades
Secuela de la película de culto Tron (1982, Steven Lisberger), no creo que Tron: Legacy, una de las películas más esperadas del año, llegue a defraudar a los admiradores de la primera, aunque tampoco conseguirá entusiasmarles como aquella.
Con guiños y homenajes a su predecesora, TRON: Legacy se plantea como si de una nueva versión de un videojuego se tratara —-de hecho casi es más una versión del juego Tron 2.0—-, más que de una continuación de la película. Aunque también lo sea. Siguiendo los pasos de Kevin Flynn (Jeff Bridges —-al que le queda mucho mejor la barba que la liposucción digital—-), su padre , Sam Flynn (Garrett Hedlund) se introduce en las entrañas de la red dónde juega a los mismos juegos a los que se enfrentara su padre, pero en sus versiones renovadas.
Lo que en un principio pudiera parecer una virtud, dado que es obvio que todos estábamos esperando reencontrarnos con ese universo, podría convertirse en un defecto, pues los guionistas nos obligan, no sólo a jugar una nueva partida de la lucha de discos y la carrera de motos, sino de toda la película previa. Eso sí, echo de menos la maravillosa variedad de sonidos que se asociaban a los movimientos de los personajes y que ayudaran notablemente a la credibilidad de ese universo digital. También echo en falta el color (y un poco más de luz).
Esto no quiere decir que la película no tenga interés, TRON: Legacy es una película entretenida. Mantiene un ritmo trepidante de principio a fin al que ayuda la magnífica banda sonora compuesta por Daft Punk, que encaja a la perfección en este mundo digital. El diseño de producción, el vestuario y los efectos especiales son espectaculares. Tiene nuevos personajes, a la vez que nos reencuentra con viejos conocidos, pero ninguno llega a tener el carisma de sus predecesores, tan sólo Clu (Jeff Bridges). El uso de las 3 dimensiones está plenamente justificado —-aunque sigue produciéndome dolor de cabeza—- e integrado en el desarrollo de la trama. Pero se desinfla a medida que avanza, sobre todo a partir del momento en el que se reconoce que va a seguir el mismo patrón que la anterior.
Joseph Kosinski asimila el cine de ciencia ficción, anterior y posterior a Tron, al que alude en ciertos momentos, como el refugio de Kevin Flynn, en clara referencia a 2001: una odisea espacial (2001: A Space Odyssey, 1968, Stanley Kubrick), o las similitudes que podemos encontrar con Matrix (The Matrix, 1999, Andy & Lana (Larry) Wachowski, en lo que se refiere a la estética, más que otra cosa.
Pero, también es cierto que plantea cuestiones interesantes, que deberían ser atendidas por gobiernos y profesionales de las nuevas tecnologías, pues recogen claramente el espíritu de los usuarios como el uso libre y gratuito de la información a través de la red. Realizando una crítica a ciertas compañías, que todos conocemos, que se empeñan en vender como nuevo lo que, o son copias de compañías mejores, o funcionan peor que sus versiones anteriores. Por no hablar de las conclusiones filosóficas a las que llega Kevin Flynn sobre la búsqueda de la perfección.
Lamentablemente sólo plantea las cuestiones, pero no las desarrolla, yéndose por la vía escapista del entretenimiento, consiguiendo un producto efectivo, pero discreto.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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