Título original: Megamind
Año: 2010
País: EE.UU.
Dirección: Tom McGrath
Guión: Alan J. Schoolcraft & Brent Simons
Producción: Lara Breay & Denise Nolan Cascino
Música: Lorne Balfe & Hans Zimmer
Montaje: Michael Andrews
Diseño de producción: David James
Reparto: Will Ferrer, Brad Pitt, Tina Fey, Jonah
Hill, David Cross, Justin Theroux, Ben Stiller, Jessica Schulte, Tom McGrath, Emily
Nordwind, J.K.Simons, Ella Olivia Stiller, Quin Dempsey Stiller, Brian Hopkins,
Christopher Knights, Mike Mitchell, Jasper Johannes Andrews, Jack Blessing,
Stephen Kearin…
ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos
Megamind,
la última producción de Dreamworks, dirigida por Tom McGrath, es una
película mucho menos inocente de lo que parece a primera vista que, bajo la
apariencia de una vuelta de tuerca que convierte al villano en héroe y
viceversa, esconde dos interesantes críticas: una sobre la sociedad actual y su
excesiva manipulación por los medios de comunicación y otra, mucho más
interesante, sobre las actuaciones del gobierno estadounidense que,
tradicionalmente, se considera a sí mismo, en el bando de los buenos.
No me cabe ninguna duda de que el deterioro de la ética y
responsabilidad que impera en los medios de comunicación españoles, debe ser la
misma que en la mayoría de los países occidentales que tan pronto
consideran héroe a un individuo un día, como son capaces de hundirlo en la
miseria al día siguiente. A la primera de cambio. Por un desliz, un único
fallo de conducta. La manipulación ejercida por el cuarto poder lleva a la
sociedad a un estado de alienación que no le permite tomar decisiones por sí
misma, aceptando aquello que se le cuenta como real. Sin cuestionarlo.
Aunque desde mi punto de vista, la auténtica crítica que
subyace en el relato es la que vendría a cuestionar las decisiones tomadas por
el presidente de los Estados Unidos de América tras los atentados del 11-S. En
una metáfora en la que el ex presidente George W. Bush estaría más cerca de
Megamind (Will Ferrer) que de
Metroman (Brad Pitt), pues él
mismo fuera quien patrocinara y entrenara Osama Bin Laden —-siguiendo las
premisas propagadas por Michael
Moore en su premiado documental, Fahrenheit 9/11 (2004)—-, que se
volviera después en su contra, tal y como le sucede a Megamind con Titan (Jonah Hill). De hecho, no
me parece nada fortuita la elección de Superman como base de partida,
dada su relación con la ciudad de Nueva York, camuflada bajo el nombre de
Metrópolis.
A pesar de que estética y técnicamente la película esté muy
lograda, puede que el guión escrito por Alan J. Schoolcraft y Brent Simons avance con un
poco de torpeza, siendo la presentación de los personajes demasiado
estereotipada y la manera en la que se desarrolla la historia excesivamente
convencional. (...) La película no consigue atraparme desde el primer momento, siendo demasiado
evidentes los giros de guión que favorecen la previsión del relato, algo que le
quita alge de fuerza pero que va superando progresivamente, a medida que avanza
la historia.
Tampoco le viene nada bien, ese toque tan
antediluviano que le confiere la selección musical que recurre a temas
de trasnochado rock and roll para acompañar las andanzas de
Megamind. No es que no me gusten los temas seleccionados, es que tampoco veo
que sean adecuados para una historia que se desarrolla en un tiempo
indeterminado, ni en los años en los que evoluciona ese estilo musical ni en los
que están compuestos los temas, tampoco existe una vinculación por parte de los
personajes con el rock.
Esto me lleva a determinar que se trata, única y
exclusivamente del gusto personal de los creadores de la película, a no ser que
pretendan identificar el mal con el rock, y el bien con el pop. Algo que se
reivindica en ese homenaje final a Michael Jackson, del que seguro
a él, le habría encantado.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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