domingo, 24 de febrero de 2013


Título original: No
Año: 2012
País: Chile, Francia & EE.UU.

Dirección: Pablo Larraín
Guión: Pedro Peirano, basado en una obra de Antonio Skármeta
Producción: Daniel Marc Dreifuss, Juan de Dios Larraín & Pablo Larraín 
Fotografía: Sergio Armstrong
Montaje: Andrea Chignoli
Dirección artística: Estefania Larraín
Reparto: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Luis Gnecco, Marcial Tagle, Néstor Cantillana, Jaime Vadell, Pascal Montero, Paulo Brunetti… 

campaña política o campaña encubierta?

Independientemente de los logros cosechados con su película, No, el cineasta chileno Pablo Larraín demuestra que la voz y la mirada chilena tiene cada día muchas más cosas que decir y mostrar. Nominada al Oscar a la mejor película en lengua extranjera, además de haber cosechado premios en Cannes y Sao Paulo y el reconocimiento de la National Board of Review, como uno de los mejores filmes extranjeros del año en los Estados Unidos, No resulta una película poderosamente interesante tanto por su tema como por su aproximación visual. Aunque su valor más extraordinario sea su capacidad para contar una historia que sigue estando de rabiosa actualidad y cuyo contenido se puede extrapolar a cualquier otro país en la actualidad. A cualquiera.

Los teóricos de cine David Bordwell y Kristin Thompson, defienden que el tema de una película es secundario, lo principal es su forma. Según ellos, cuando un cineasta escoge contar una película de una determinada manera, está dirigiendo la atención del espectador hacia un lugar u otro, es decir, hacia aquello de lo que trata la película. Y si bien es cierto que me cuesta asimilar esa premisa para hablar de muchas películas, quizás en el caso de No esté totalmente de acuerdo con ellos. El estilo visual que Pablo Larraín adopta para contar su película permite que las imágenes de archivo se confundan y fusionen a la perfección con el material de ficción. Asimismo, el formato que utiliza, contribuye a integrar las imágenes televisivas con las cinematográficas, diluyendo la frontera entre medios y géneros.

¿Nos habla Pablo Larraín de una campaña política o de una estrategia de propaganda? Los límites no están nada claros. Puede parecer obvio que vamos a ser testigos del relato sobre la campaña política a favor del NO en el plebiscito que Augusto Pinochet propusiera para legitimar su dictadura pero, a través de una estructura sintetizante, se propicia un razonamiento inductivo que nos lleva al verdadero tema central de la película: lo peligrosamente cerca que están las estrategias publicitarias de esas campañas políticas. El primer síntoma llega directamente con la primera secuencia de la película cuando, tras los títulos de crédito y exponer lo que se supone vamos a ver, estamos convencidos de que los argumentos que René Saavedra (Gael García Bernal) defiende hacen referencia a esa campaña, cuando en realidad es a otra mucho más mundana. Una vez seamos testigos de la misma operación en dos ocasiones más, llegaremos a la conclusión de que no hay diferencia entre votar a favor del No o inclinarte por una determinada marca de refrescos en favor de otra, a pesar de que también estuviéramos a favor del No.

Lo escalofriante es que eso mismo que argumenta la película, que puede parecer lejano porque ya no estamos en los años ochenta y, sobre todo, porque (algunos) ya no vivimos en una dictadura militar, permanece estando de rabiosa actualidad. Esas mismas técnicas de comunicación se siguen utilizando hoy en día, aunque (algunos) vivamos en una democracia, de la misma manera que en las prácticas de opresión del gobierno de Pinochet siguen estando claramente vigentes, sólo que se les llama de otra manera. Me da la impresión de que cuanto mayor es la invasión audiovisual a la que está sometido el individuo, inversamente proporcional es su capacidad para distinguir cuando está eligiendo o cuando está siendo inducido al consumo.

En ese sentido la elección de Gael García Bernal para interpretar al protagonista de la película no me parece en absoluto fortuita. Actor mexicano de proyección internacional, da la impresión de que en el momento en que se integra en una producción estadounidense, pierde su personalidad para volverse un actor tan superficial como los personajes que interpreta en películas comerciales como Cartas a Julieta (Letters to Juliet, 2010, Gary Winick) o A Little Bit of Heaven (2011, Nicole Kassell). Sea o no a causa de esa capacidad suya, lo cierto es que su interpretación resulta verdaderamente convincente, aunque no tanto como la de Alfredo Castro, colaborador habitual de Larraín.

Lo que sí queda claro con la propuesta de Pablo Larraín es que no sólo deberíamos aprender a decir NO en cuestiones políticas, sino en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida diaria.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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