sábado, 9 de febrero de 2013

El lado bueno de las cosas


Título original: Silver Linings Playbook
Año: 2012
País: EE.UU.

Dirección: David O. Russell
Guión: David O. Russell, basado en una novela de Matthew Quick
Producción: Bruce Cohen, Donna Gigliotti & Jonathan Gordon  
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Música: Danny Elfman
Montaje: Lindsay Graham & Mary Vernieu
Diseño de producción: Judy Becker
Dirección artística: Jesse Rosenthal
Decorados: Heather Loeffler
Vestuario: Mark Bridges 
Reparto: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Anupam Kher, John Ortiz, Shea Whigham, Julia Stiles, Paul Herman, Dash Mihok, Matthew Russell, Cheryl Williams, Patrick McDade, Brea Bee, Regency Boies, Philip Chorba, Anthony Lawton, Patsy Meck, Maureen Torsney-Weir, Jeff Reim, Fritz Blanchette, Rick Foster, Bonnie Aarons, Ted Barba, Elias Birnbaum, Matthew Michaels, Pete postiglione, Richard eklund III, Sanjay Shende, Mihir Pathak, Ibrahim Syed, Madhu Narula, Samantha Gelnaw, Tiffany E. Green… 

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Habrá mucha gente que se pregunte cómo es posible que una película como Silver Linings Playbook haya conseguido tal variedad de premios y reconocimientos. Entre otros (y por ahora) podemos contar los premios en Toronto, Filadelfia, National Bord of Review, los festivales de Hollywood, Hamptons, Austin, un Globo de Oro para Jennifer Lawrence, película del año en los premios AFI y todavía falta por saber lo que pasará con los premios Oscar donde parte con ocho nominaciones. Quizás no les falte razón si piensan que es demasiado, porque la adaptación que David O. Russell firma y dirige de la novela de Matthew Quick es en realidad una película pequeña. Efectivamente. Pero precisamente, en su sencillez radica toda su extraordinaria fuerza.

Silver Linnings Playbook no necesita grandes paisajes ni decorados, ni una fastuosa fotografía porque se centra en sus personajes, sus sentimientos y sus emociones. Es una película clara, sencilla y directa en la que la comedia surge del drama, de la misma manera que las emociones emergen de la intensidad de todas y cada una de las situaciones por las que se desarrolla el guión. Si los personajes están dibujados de una manera bastante simple, cada uno de los actores y actrices que los interpreta es capaz de dotarles de una intensa profundidad psicológica, huyendo de cualquier atisbo de ese antipático cliché hollywoodiense.

De la misma manera que los personajes de la película han tenido problemas por dejarse arrastrar por sus emociones, el espectador que consiga conectar con ellos acabará arrastrado por un torrente de emociones que le llevarán a salir de la sala de cine con unas irresistibles ganas de vivir, de disfrutar, de olvidar las cosas negativas y, parafraseando el título de la película en España, de ver y buscar el lado bueno de las cosas. Pocas veces sale uno del cine pensando que ésta es la película que le apetecía ver. Y todo esto a pesar de que hay momentos de la película particularmente duros, y que sabe incorporar temas tan complicados y poco agradecidos como la influencia familiar en los problemas psicológicos del individuo, o tan manidos como el racismo, que sabe llevar a su terreno con la misma facilidad que pasar del drama a la comedia.

Seguro que nadie pretenderá emular la coreografía con la que los protagonistas se presenta a ese concurso de baile, como sucediera con títulos como Dirty Dancing (1987, Emile Ardolino), pero nuca habría pensado que me lo pasaría tan bien con una coreografía tan básica y rudimentaria, pero a la vez tan auténtica y verdadera. Al menos un servidor, acaba tan entusiasmado como el resto de los personajes de la película. Y ese es exactamente el extraordinario valor añadido de Silver Linings Playbook, que sabe como crear un vínculo con el espectador, de la misma manera que ellos lo crean con sus expectativas.

David O. Russell permanece instalado en una premisa estética muy similar a la de The Fighter (2010), lo que permite que, aunque casi todos los integrantes del reparto sean muy conocidos, tengan la posibilidad de camuflarse perfectamente detrás de sus respectivos personajes. Muchos llevan ya casi dos décadas criticando las interpretaciones de Robert De Niro, algo que nunca he entendido porque no estamos hablando de un actor que se haya rasgado precisamente las vestiduras por los personajes que interpreta o las películas en las que participa. Al contrario, se trata de un profesional de la interpretación que hace todo tipo de cine porque, sencillamente, es su trabajo y es lo mejor que sabe hacer. Y él lo vuelve a hacer igual de bien que siempre, al igual que Jacky Weaver está perfectamente integrada en el cine estadounidense. También Jennifer Lawrence está tan espléndida como en cada una de las películas en las que ha participado, aunque que sí quizás sea Bradley Cooper el que más puede sorprender, alejado de registros más cómicos a los que nos tenía acostumbrados. Curiosamente, es la segunda vez que coincide con De Niro, después de Sin límites (Limitless, 2011, Neil Burger), en la que ambos demostraran que el problema no es tanto de ellos como de la calidad general de los proyectos en los que se involucran.

Afortunadamente, con o sin Oscar, Silver Linings Playbook es de esas películas que se pueden recomendar sin temor a quedar malparado. No piensen que van a ir a ver una gran película, que lo es, sino que van a salir del cine con un estado de ánimo mucho más positivo y realista, aunque muchas veces puedan resultar contradictorios en estos tiempos que vivimos.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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