viernes, 30 de noviembre de 2012

César debe morir


Título original: Cseare deve morire
Año: 2012
País: Italia

Dirección: Paolo Taviani & Vittorio Taviani
Guión: Paolo Taviani & Vittotio Taviani, basado en una obra de William Shakespeare
Producción: Grazia Volpi  
Fotografía: Simone Zampagni
Música: Giuliano Taviani & Carmelo Travia
Montaje: Roberto Perpignani 
Reparto: Cosimo Rega, Salvatore Striano, Giovanni Arcuri, Antonio Frasca, Juan Dario Bonetti, Vincenzo Gallo, Rosario Majorana, Francesco De Masi, Gennaro Solito, Vittorio Parrella, Pasquale Crapetti, Feancesco Carusone, Fabio Rizzuto, Fabio Cavalli, Maurilio Giaffreda… 

césar morirá, pero el arte nunca lo hará

Después de una década sin demasiada repercusión internacional, los hermanos Paolo y Vittorio Taviani irrumpen de nuevo y con mucha fuerza en el panorama cinematográfico con César debe morir (Cesare deve morire, 2012). Ganadora del Oso de Oro en Berlín y 5 premios David di Donattello que entrega la Academia del cine italiano, su película aspira a conseguir nominación para conseguir el Oscar a la mejor película en lengua extranjera, que otorga la Academia estadounidense, estando ya nominada en cuatro categorías en los premios de la Academia del Cine Europeo, incluyendo el de mejor película.


A pesar de que su propuesta pueda parecer una película documental, al estar realizada con un reparto no profesional y estar rodada en localizaciones completamente naturales, César debe morir se aleja completamente del cine documental para instalarse en la misma tesitura naturalista de la mayoría de sus obras precedentes. La alteración temporal que da comienzo al relato junto con la opción visual de ofrecer los ensayos en blanco y negro y la representación final en color, nos advierte sobre las intenciones reflexivas de una película que, aunque no se proyecta en tres dimensiones, semánticamente sí enriquece extraordinariamente su discurso en tres niveles diferentes.

Lo primero que resalta es la maravillosa dimensión temporal de la obra original de William Shakespeare, cuyo discruso encaja a la perfección con la vida política contemporánea italiana, al igual que con la de la mayoría de países actuales. La lectura contemporánea se retuerce de una manera sorprendente paradójica si tenemos en cuneta los casos de corrupción y escándalo sexual en los que los políticos se aferran a sus sillones negándose a dimitir, o las derrotas electorales que tampoco consiguen pasar factura política por sus responsables directos, lo que no lleva a desear la presencia de un Brutus que les sacara finalmente de en medio...

En segundo lugar sorprende esa fabulosa dimensión personal que aportan los presos de la cárcel de Rebibbia, que enriquecen los ya de por sí maravillosos textos de Julio César al encontrar vínculos personales en las emociones y sentimientos de los personajes que representan. Estos lugares comunes les permiten revivir episodios personales que contribuyen a que puedan identificar la verdadera naturaleza del comportamiento de los personajes que interpretan, así como de la suya propia. 

Por último está la gran experiencia liberadora de la interpretación que, como si de una fuga psicogénica se tratara, permite a los reos sentirse libres a través del teatro. César podrá morir, pero el arte hará que perdure eternamente a lo largo de generaciones y generaciones que revivirán su espíritu y la magnitud de la obra de William Shakespeare, así como tantas otras.

Publicado originalmente en 400 Films

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