domingo, 14 de octubre de 2012

Somos la noche


Título original: Wir sin die Nacht (We are the night)
Año: 2010
País: Alemania

Dirección: Dennis Gansel
Guión: Jan Berger & Dennis Gansel
Producción: Christian Becker  
Fotografía: Torsten Breuer
Música: Heiko Maile
Montaje: Ueli Christen 
Diseño de producción: Matthias Müsse 
Dirección artística: Ralf Schreck
Decorados: Tilman Lasch
Vestuario: Anke Winckler
Reparto: Karoline Hefurth, Nina Hoss, Jennifer Ulrich, Anna Fischer, Max Riemelt, Arved Birnbaum, Steffi Kühnert, Jochen Nickel, Ivan shvedoff, Nic Romm, Manuel Depta, Tom Jester, Waléra Kanischtscheff, Christian Näche, Tom Jahn, Neil Belakhdar, Manou Lubowski, Ruth Glöss, Cristina do Rego, Senta Dorothea Kirschner, Steve Thiede, Bernd Weikert, Thomas Klug… 

remixing the hunger

Hay ocasiones en que las que pasar un buen rato prevalece sobre las carencias de una determinada propuesta. Es el caso de Wir sin die Nacht (We are the Night), la película del cineasta alemán Dennis Gansel que se llevara, hace ya un par de años, el premio especial del jurado del festival de cine fantástico Sitges (en lo que debió ser un año algo flojo, o que el jurado estaba un poco de cachondeo). Estamos ante una película con aspiraciones tan gamberras como románticas que, si en principio parece entender el vampirismo en la misma forma y manera que Anne Rice, me atrevo a afirmar que recoge más bien el legado de aquellos vampiros posmodernos que tan bien retratara Tony Scott en El ansia (The Hunger, 1983), adaptación de la novela homónima, vampírica, noctámbula y lésbica de Whitley Strieber.

En el caso de Somos la noche, como se ha titulado la película en España, la acción principal y el protagonismo no recae exactamente en la mujer vampiro sino sobre su última víctima, que representa aquel ser único y mágico que ha estado buscando durante su viaje a través de la eternidad. Igual que aquellos vampiros que interpretaran Catherine Deneuve, David Bowie y Susan Sarandon, la protagonista siente la necesidad de buscar compañía que le haga más llevadera su aburrida vida eterna, pero mientras Miriam era discreta, monógama y bisexual, Louise se revela liberalmente polígama, lesbiana convencida y absolutamente insensata. Qué irónico que sus compañeras adolezcan del mal que asola la sociedad contemporánea, la depresión, y que por mucha diversión que parezca llenar sus noches, parezcan en realidad estar tremendamente aburridas.

Mucho cuidado con pensar que, a pesar del discurso de Louise en contra de los hombres, estamos ante una película lésbica o feminista. Quizás hubiera sido así si el relato hubiera estado concebido y dirigido por una mujer (aunque no necesariamente), pero todo lo que se interpreta como una declaración de principios, acaba traicionado por la condescendencia tanto de los personajes, como por sus desesperadas acciones. Luego no estamos más que ante la obra de un de esos heterosexuales a los que les pone calientes ver a las tías montárselo juntas.

Si por un lado hay un intento de humanizar a los personajes con toques de credibilidad, como pensar en todo aquello que perdieron cuando pasaron de ser seres humanos a no muertos, el director se olvida de aportar a la trama los toques de autenticidad que incluso alguno de sus personajes demanda en el discurso de la acción. Como le dice Lena a Louise, en algún momento van a sospechar de ti si te dedicas a matar gente todas las noches y no te preocupas por borrar tus huellas. Lo raro, sinceramente, es que no les hayan cogido antes. Y tan precipitado resulta para la trama que nunca se levanten sospechas sobre ellas, como que de repente todo les salga mal. Tantos años disfrutando de la dolce vita nocturna para joderlo todo en un mismo fin de semana… No quiero entrar en spoilers que tendría mucho que matizar.

Por otro lado, cierto es que la ingenuidad de los personajes permite una cierta diversión y entretenimiento para un espectador que se deje seducir por la estética poligonera, que no moderna, de una película que, al menos, no pretende nada más que hacer pasar un rato razonablemente entretenido a base de dosis de violencia contenida, que no llegue a herir la sensibilidad, una estética discotequera algo trasnochada y un existencialismo que acaba revelándose harto superficial. Pero en ese sentido, Wir sind die Nacht, logra completamente su propósito, ofreciendo exactamente todos y cada uno de los puntos que promete.

Publicado originalmente en EXTRACINE

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