Título original: Shutter island
Año: 2010
Nacionalidad: EE. UU.
Dirección: Martin Scorsese
Guión: Laeta Kalogridis, basado en una novela de Dennis Lehane
Producción: Brad Fischer, Mike Medavoy, Arnold Messer & Martin Scorsese
Fotografía: Robert Richardson
Montaje: Thelma Schoonmaker
Diseño de producción: Dante Ferretti
Dirección artística: Max Biscoe, Robert Guerra & Christina Ann Wilson
Decorados: Francesca Lo Schiavo
Vestuario: Sandy Powell
Reparto: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley, Max von Sydow, Michelle Williams, Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Jackie Earle Haley, Ted Levine, Elias Koteas, Robin Barlett, Christopher Denham, Nellie Sciutto, Jospeh Sikora, Curtiss Cook, Raymond Anthony Thomas, Joseph McKenna, Ruby Jerins, Rom Kemp...
no es lo mismo clásico que antiguo
Martin Scorsese no ha necesitado nunca demostrar nada a nadie. Su carrera es una suma de títulos, estimulantes tanto para público como para crítica, en los que siempre ha mostrado una implicación emocional que trasciende la pantalla. De hecho, cuando ha patinado no le hemos pasado factura e incluso hemos revisado su trabajo asumiendo nuestra responsabilidad al no haber entendido lo que nos quería contar, me refiero a títulos como New York, New York (1977), El rey de la comedia (The king of comedy, 1983) o Gangs of New York (2002) -algunos estarán pensando que acabo de referirme a alguna de sus películas favoritas. También ha realizado cine por encargo: Jo, que noche (After hours, 1985), El color del dinero (The color of money, 1986), El cabo del miedo (Cape fear, 1991), pero lo cierto es que estos filmes también han sido merecedores de elogios por parte de crítica y público, además de conseguir para él la palma de oro al mejor director en Cannes por el primer título, el Oscar al mejor actor para Paul Newman por el segundo y uno de sus mejores resultados en taquilla con el tercero. Luego, en un principio, abordar un proyecto que en inicialmente estuviera planteado para lucimiento de Wolfgang Petersen y posteriormente rechazado por David Fincher, no debiera suponer una merma en las cualidades artísticas de Mr. Scorsese.
Es cierto que Martin Scorsese ha sido de esos directores airados que abandonaban el patio de butacas enfadado cuando no recibía “su” Oscar, lo que denotaría una cierta falta de coherencia para un director que bien podríamos encuadrar en el grupo de los autores. De hecho, a algunos nos da la impresión de que algunos de sus filmes, a partir de los años noventa, tengan como único objetivo, conseguir ese codiciado objeto dorado de decoración exclusiva -una enfermedad que también padece nuestro manchego universal. Asimismo, parece poco afortunado recibirlo, finalmente, por Infiltrados (The departed, 2006), que por muy estupenda que sea, que lo es, no se trata más que de un remake americano de una película made in Honk Kong: Juego sucio (Wu jian dao, 2002, Wai Keung Lau & Siu Fai Mak). Quizás por eso esperábamos (algunos) este nuevo título del pequeño gran cineasta neoyorkino con una cierta impaciencia, ansiosos por comprobar si se habría librado de sus ridículas expectativas de cara a los premios de la academia y se había embarcado en un proyecto en el que realmente se expresara libre y artísticamente.
El hecho de que se trate de un filme de época y aborde temas como la violencia o la locura no debieran ser impedimento para su implicación en el filme. No hace falta que ilustre con ejemplos de su filmografía. No hace falta. Tampoco es necesario aludir al magnífico uso que de la banda sonora al que nos ha habituado a lo largo de su trayectoria, pues conocidos por todos son, no ya sus habilidades para fusionar música e imágenes en cualquiera de sus largometrajes, sino sus incursiones en la publicidad, el videoclip y el cine documental musical. Tampoco debería tener que mencionar que estamos hablando de un director impresionista con una poderosa capacidad de impacto visual, influido por los directores japoneses, y que utiliza toda su destreza con la cámara y el movimiento, dentro y fuera de plano, tanto desde el plano secuencia como haciendo uso de todas las ventajas que ofrece el montaje intelectual de la escuela de Sergei M. Esenstein, para transmitirnos el estado emocional de sus personajes.
Pero entonces, ¿dónde están escondidas todas estas señas de identidad en Shutter island? ¿A qué se debe este incomprensible y aburrido uso de la banda sonora, que aprovecha músicas de autores clásicos contemporáneos, como Krzysztof Penderecki o Gyorgy Lygety, ya utilizados de una manera muy particular por Stanley Kubrick en filmes tan personales como 2001: una odisea del espacio (2001: a space odyssey, 1968) o El resplandor (The shining, 1980)? ¿Dónde queda ese espectacular impresionismo, precisamente en este filme en el que toda la historia es subjetiva y le vendría como anillo al dedo, en lugar de esa narración tan explicativa, dirigiendo al espectador para que sepa que tiene que sentir miedo, duda o desconcierto, en lugar de dirigir al actor para que nos transmita esas mismas emociones?
¿Dónde queda aquel deslumbrante y llamativa agilidad visual que queda reducida aquí a un constante, aburrido y sistemático uso del chroma, que no consigue más que aplanar la pantalla y ponernos sobre aviso con respecto al giro final de la película, además de darnos la sensación de que estamos asistiendo a una partida de una aventura gráfica de un videojuego de época, particularmente todo lo que sucede dentro del pabellón C? ¿Por qué es tan desesperante y repetitivo ese recurso estético-visual de elementos que caen o se elevan: la lluvia, la gotera, los papeles, la ceniza, los árboles, Chuck al fondo del acantilado, Teddy abajo y arriba por el mismo, y luego sube que te sube hasta lo alto del faro? Entiendo lo que sugiere, pero no me llega. ¿Por qué lo que no cae o sube da vueltas: el fuego, los papeles, las ratas, el huracán, Teddy en el pabellón C, Teddy subiendo hasta lo alto del faro? Entiendo lo que sugiere, pero no me llega. ¿Dónde va con el chorro de luz de los focos del coche de policía que son capaces de abrir las puertas del mausoleo en el que se refugian del huracán? Ni entiendo lo que sugiere ni me llega. ¿Porqué dice Rachel (la que interpreta Patricia Clarkson, porque hay dos), que estamos en una pesadilla kafkiana? ¿Sale Kafka en la película? ¿Estamos la isla de Lost? ¿Lost in translation, quizás?
El problema de Shutter island es que o no se atreve o llega con años de retraso. Cineastas como David Cronenberg han investigado por los entresijos emocionales y psicológicos que llevan a sus personajes por la paranoia y la esquizofrenia como hiciera en Cromosoma 3 (The brood, 1979), Videodrome (1983), Inseparables (Dead ringers, 1988), El almuerzo desnudo (The naked lunch, 1991) o Spider (2002), con infinitamente mejor éxito, incluso una película como Madame Buterfly (1993) nos habla de las dificultades de un personaje para asimilar la realidad sin recurrir a desajustes mentales.
Si hablamos de literatura, sólo tengo que pensar, igualmente, en un escritor, Philip K. Dick, cuya obra completa gira en torno a la posibilidad de lo que le sucede al personaje sea fruto de su esquizofrenia. Aunque en realidad y sospechosamente, la novela escrita por Dennis Lehane guarda demasiadas similitudes con una magnífica novela española, Los renglones torcidos de Dios, escrita por Torcuato Luca de Tena y publicada en 1979, prohibida para todos aquellos que sufran cualquier tipo de paranoia o esquizofrenia, por leve que sea. La novela de Luca de tena también tiene un personaje, Alice, detective privado, que se interna voluntariamente con la intención de descubrir un caso. Alice acaba atrapada en una pesadilla en la que le diagnostican una esquizofrenia. Curiosamente, en la de Luca de Tena también hay un personaje que tiene un trauma con el agua. Aunque claro, en Shutter island ni siquiera esto queda claro.
Parece que finalmente, Martin, sólo quisiera la estatuilla de insinuante forma para hacer con ella un uso escatológico... ¿o será más bien lo que yo estoy pensando después de ver Shutter island?
mira, estoy contigo en que se hace pesadica...pero tiene su qué no?
ResponderEliminar:)