Título original: Where the wild things are
Año: 2009
Año: 2009
Nacionalidad: EE.UU.
Dirección: Spike Jonze
Guión: Spike Jonze & Dave Eggers, basado en una novela de Maurice Sendak
Producción: John B. Carls, Gary Goetzman, Tom Hanks, Vincent Landay & Maurice Sendak
Fotografía: Lance Acord
Música: Carter Burwell & Karem O.
Montaje: James Haygood & Eric Zumbrunnen
Diseño de Producción: K. K. Barrett
Dirección artística: Sony Gerasimowicz, William Hawkins, Christopher Tandon, Lucinda Thomson & Jeffrey Thorp
Decorados: Simon McCutcheon
Vestuario: Casey Storm
Reparto: Max Records, Catherine Keener, Steve Mouzakis, Mark Ruffalo, James Gandolfini, Paul Dano, Catherine O’Hara, Forest Whitaker, Michael Berry Jr., Chris Cooper, Lauren Ambrose...
mea culpa
Donde viven los monstruos es un filme fascinante y perturbador con un mensaje claro y contundente. Nos transporta de vuelta a nuestra infancia, a ese momento en el que no teníamos conciencia de nosotros mismos. Volvemos a experimentar el placer de dejarnos llevar por los sentimientos en un mundo irracional y alejado de toda responsabilidad. Nos identificamos con Max porque todos hemos tenido una rabieta, todos hemos intentado llamar la atención en un momento dado, todos nos hemos sentido solos alguna vez, todos le hemos echado la culpa de lo que nos pasaba a alguien. Todos, en algún momento, hemos querido echar a correr y escaparnos de casa cuando las cosas no habían podido ser como queríamos. Pero al final, cuando vemos que los juegos de Max y Carol se descontrolan, nos invade el miedo y comprendemos que los monstruos de Max no son más que una proyección de sí mismo, una materialización de su lado oscuro e irracional, que se hace más grande y fiero cuanto peor se comporta Max. Sólo entonces tomamos conciencia de nuestro propio monstruo, del nuestro. “Todos llevamos uno dentro”, como dice la propia publicidad del filme.
La primera pregunta que me planteo es ¿a quien va dirigido el mensaje? A primera vista parece un filme dirigido a los niños, basado en un cuento de Maurice Sendak, escritor e ilustrador americano que publica su libro en los años sesenta y se convierte en un éxito internacional que se prolonga a la actualidad. Un éxito que se produce al conquistar, directamente, al público infantil que le hace alcanzar el curioso ranking de ser el libro más solicitado de las bibliotecas de los Estados Unidos. Resulta curioso, porque la literatura de Sendak, en general, no goza de muy buena aceptación entre el público adulto.
Sin embargo, la adaptación que hace Spike Jonze -que por cierto goza del beneplácito del escritor, quien es, además, uno de los productores del filme-, no parece tener un tono infantil. Un niño podrá entender perfectamente el argumento, seguir las aventuras de Max y Carol, o incluso participar en su deseo final de volver con su madre, pero sólo entenderá el mensaje por asociación. En El mago de Oz (The wizard of Oz, 1939, Victor Flemming) por poner un ejemplo de otro clásico norteamericano, el mensaje: “no se está en casa como en ningún sitio”, claro y contundente, está explícito en el filme al mencionarlo Dorothy repetidas veces al final de la película. No así en el caso de Max en el que la reflexión queda implícita, no se manifiesta verbalmente. Max toma conciencia de su responsabilidad en sus actos interiormente, reconoce su lado egoísta y caprichoso en el comportamiento de Carol y es, entonces, cuando decide regresar con su madre.
Es el espectador el que tiene que analizar los comportamientos de los personajes y sacar sus conclusiones, por lo que intuyo que el mensaje no está destinado al público infantil, sino al adulto. Un adulto al que, seguramente, le resulte reconfortante reencontrarse con su lado salvaje, el que la sociedad le obliga a mantener oculto. Y parece que Spike Jonze quiera decirnos que es mejor tener conciencia de tu propio monstruo y aprender a liberarlo de manera controlada, que reprimirlo y ocultarlo sin más. A él parece que le funciona muy bien, prueba de ellos son las infantiles y descerebradas bromas que idea para la serie de la MTV, Jackass (2000), de la que no es solo uno de los guionistas, sino también uno de sus creadores.
Habiendo nacido en el 69, resulta obvio que Spike Jonze comparta referentes audiovisuales con los que nacimos entorno a la década de los setenta. Por ello, más que encontrar referencias a Tim Burton -quien parece ser el único cineasta actual al que se le puedan atribuir adjetivos como original, creativo y artístico-, resulta reconfortante (al menos para el que escribe) reconocer el universo creativo de Jim Henson: Barrio Sésamo (Sesame street, 1969-1990), Cristal oscuro (The dark crystal, 1982, Jim Hensons & Frank Oz), Dentro del laberinto (Labyrinth, 1986) o Fraggle rock (1983-1987), son obras cuya sombra planea por todo el filme. De hecho, los monstruos están diseñados y realizados en el Jim Henson’s creature shop. Lo que resulta, ciertamente, muy coherente pues Dentro del laberinto ya recogía las influencias de la obra del propio Sendak.
El universo fantástico de Jim Henson, refuerza la idea de que el filme está dirigido a un público adulto, pues es el sector de público que creció y aprendió jugando mientras disfrutaba de la rana Gustavo, la cerdita Peggy o el monstruo de las galletas. Un sector que perfectamente se puede identificar en la cinta con los personajes de Catherine Keener o Mark Ruffalo, y que debe tener, prácticamente, la misma edad que el propio Spike Jonze. Nos encontramos pues con un cineasta sincero, que no hace cine pensando en el público, sino en sí mismo. Esta sinceridad, le llevará a rechazar proyectos en lo que no cree encajar como El ataque de los clones (Star wars: episode II - attack of the clones, 2002, George Lucas), antes de que Lucas decidiera dirigirla él mismo, Guía del autoestopista galáctico (The Hitchhiker’s guide to the galaxy, 2005, Garth Jennings), recomendando que acudiesen a la pequeña compañía inglesa Hammer and tongues; Human nature, (2001), aconsejando que encomendasen a su colega Michel Gondry, la dirección del trabajo; El curioso caso de Benjamin Button (The curious case of Benjamin Button, 2008, David Fincher), cuya dirección recayhe sobre otro creador de videoclips y que desestima para trabajar en El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002); Memorias de una geisha (Memoirs of a geisha, 2005, Rob Marshall), que declina por estar involucrado en el proyecto que estamos comentando o, por último y que se sepa, Sinécdoque, Nueva York (Synecdoche, New York, 2008, Charlie Kaufman), por el mismo motivo.
Donde viven los monstruos puede considerarse una prueba de fuego, de la que Jonze no sólo sale airoso, sino renovado y reforzado pues, a pesar de haber demostrado sobradamente sus habilidades visuales a través de su trayectoria como creador de videoclips para Beastie boys, R.E.M., Fat Boy Slim, Daft Punk o Björk, estamos hablando de la primera vez que no colabora con el guionista Charlie Kauffman, quien escribiera sus anteriores guiones tanto Cómo ser John Malkovich (1999, Being John Malkowich) como El ladrón de orquídeas.
Kauffman es un portentoso y original guionista alrededor del que se mueven cineastas poco convencionales visualmente, que unido a la originalidad de sus historias, podría especularse sobre la responsabilidad artística de los productos finales. Recordemos que un recorrido similar al de Jonze tuvo Gondry, quien tras una impecable trayectoria como creador de videoclips, también se estrenaría en el largometraje con dos guiones de Kauffman, Human nature, y la que sin duda alguna es su obra más sobresaliente, Olvídate de mi (Eternal sunshine of the spotless mind, 2004) tras las que no consigue alcanzar el mismo éxito comercial ni artístico con títulos escritos y dirigidos por él mismo.
La única cosa que tengo que lamentar de Donde viven los monstruos, no atañe, ni mucho menos a Spike Jonze, se trata del doblaje. Jonze a demostrado sus habilidades como director de actores, pues tanto Catherine Keener como Nicolas Cage o Meryl Streep, consiguieran su nominación correspondiente por su trabajo en los títulos de Jonze (algo inaudito tratándose, no sólo de películas independientes, sino de las calificadas como “raras” para el público acostumbrado al cine made in Hollywood), y Chris Cooper consigue incluso su Oscar por su interpretación en El ladrón de orquídeas. ¿Cómo entonces vamos a recibir en toda su magnitud las interpretaciones de los monstruos, cuyas voces están interpretadas, en su versión original, por actores de la talla de James Gandolfini, Catherine O’Hara, Forest Whitaker, Chris Cooper o Lauren Ambrose? Tendremos que esperar a su edición en DVD para disfrutarla en toda su magnitud.
Sabes que yo hubiera cortado tras el primer párrafo, pero me parece un análisis genial y completísimo como es propio de tí. En este caso, además se nota que la película te ha calado hondo, la disfrutaste y has captado al vuelo su trama psicológica... ¡Deseando que salga en DVD!
ResponderEliminarLa vemos juntos, Esther!!!!! Y comentamos nuestros monstruos...
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