Título original: Monsters University
Año: 2013
País: EEUU
Dirección: Dan Scanlon
Guión: Daniel Gerson, Robert L. Baird & Dan Scanlon
Producción: Kori Rae
Música: Randy Newman
Montaje: Greg Snyder
Diseño de producción: Ricky Nierva
Reparto: Bill Crystal, John Goodman, Steve Buscemi, Helen Mirren, Peter Sohn, Joel Murray, Sean Hayes, Dave Foley, Charlie Day, Alfred Molina, Tyler Labine, Nathan Fillion, Aubrey Plaza, Bobby Moynihan, Noah Johnston, Julia Sweeney, Bonnie Hunt, John Krasinski, Bill Hader, Beth Behrs, Bob Peterson, John Ratzenberger, Lori Alan…
cine para educar
Con la excepción de Toy story queda claro que, da lo mismo que se trate de una secuela que de una precuela, ninguna otra continuación de la factoría Pixar ha alcanzado la calidad de la obra original de la que surgía. Mucho menos todavía cuando en el caso que nos ocupa, tan sólo Daniel Gerson, que fuera uno de los 9 guionistas que formaron parte del proceso de guión de Monsters, Inc, repite en esta nueva aventura "monstruosa", aparte del reparto que sí volvieron para que los personajes tuvieran las mismas voces, al menos en su versión original.
Es posible que no se trate más que de un problema de comparación, pero Monsters University no resulta ni tan entrañable ni tan divertida ni, sobre todo, tan frenética como su predecesora. Lo que no impide que sea amena y divertida, así como que su trama trate de ofrecer un interesante giro a los personajes, a la vez que, como muchas películas recientes, reivindicar la validez del colectivo anteriormente denostado como nerds, a los que, con toda probabilidad pertenecían la mayoría de los artífices de la película.
Por un lado resulta, reconfortante que no se hayan empeñado en seguir las pautas del cine de Disney, evitando canciones y otros clichés del cine de animación contemporáneo. Pero por otro lado, sí se acusa ligeramente un intento por inyectar esa dosis de responsabilidad ética y moral que adolece a algunas producciones animadas. Lo cual no es malo, pero habría estado mejor si no se notara, si pareciera una de las premisas del relato, en lugar de revelarse como la nueva clase de ciudadanía ofrecida por el cine estadounidense.
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