Título original: Pain & gain
Año: 2013
País: EE.UU.
Dirección: Michael Bay
Guión: Christopher Markus & Stephen McFeely, basado en unos artículso de Pete Collins
Producción: Michael Bay, Ian Bryce & Donald De Line
Fotografía: Ben Seresin
Música: Steve Jablonsky
Montaje: Tom Muldoon & Joel Negron
Diseño de producción: Jeffrey Beecroft
Dirección artística: Sebastian Schroder
Vestuario: Colleen Kelsall & Deborah Lynn Soctt
Reparto: Mark Wahlberg, Dwayne Johnson, Anthony Mackie, Tony Shalhoub, Ed Harris, Rob Corddry, Bar Paly, Rebel Wilson, Ken Jeong, Michel Rispoli, Keili Lefkovitz, Emily Rutherfunrd, Larry Hankin, Tony Plana, Peter Stormare, Vivi Pineda, Ken Clement, Yolanthe Cabau, Brian Stepanek, Christopher Jestin Langstaff, Persi Caputo, Bill Kelly, Gregg Weiner, Parris Buckner, Nicholas X. Parsons, Donny Davis, Vivian Ruiz, Jeff Owings, Rushanna Lewis, Richard Haylor, Trudie Petersen, Patrick Bristowm Wladimir Klitschko, Mike Tremont, Holland Hayes, Sabrina Mayfield, Kiki Harris, Choice Gray, Chaz Mena, Carol Kaye, Tyronne Bordon Sr., Lawrence Scott, Jennifer Nicole Lee, Mike Benitez, Cedric DePasquale, Oliver Jay, Rubber Doll, Nikki Benz, Jessica Dykstra, Vanesssa Nevader, Andrea Bennetti, Courtney ='Connor, Gwendalyn Barker, Irina Kazakova, Bill Erfurth, Rey Hernandez, Charlie Johnson, Seven Greyhound…
mente amorfa en cuerpo sobrestimulado
Está claro que un cinéfago no debe tener prejuicio alguno para ir al cine. De otra manera nunca podría disfrutar con una película tan hilarante y disparatada como esta. Primero porque está dirigida por Michael Bay, que ha estado demasiado entretenido con Transformers y sus secuelas, por las que ha preferido retrasar deliberadamente el rodaje de Dolor y dinero, su producción de menor presupuesto desde su ópera prima, Dos policías rebeldes (Bad boys, 1995), y segundo porque está basada en una historia real. Sí, ya sé que hay muchas películas basadas en historias reales, pero es que, si bien podrías haber leído un relato como este en un periódico —como así le pasó al director—, difícilmente te lo hubieras creído. De hecho, varias son las veces a lo largo de la película que se encargan de recordarte que lo que estás viendo ha pasado de verdad.
Dolor y dinero es una comedia hilarante y totalmente disparatada sobre unos individuos que se creyeron demasiado al pie de la letra, no sólo el sueño americano, sino lo fabulosos que eran de tanto mirarse al espejo. El culto al cuerpo se convierte en el talón de Aquiles de nos individuos que creen por tener unos cuerpos espectaculares, deberían llevar una vida acorde con ellos. En realidad, no es culpa suya, son los estímulos a los que han estado sometidos reiteradamente por el marketing y la publicidad. ¿Quién iba a pensar que unos tipos con exceso de testosterona se lo iban tomar tan al pie de la letra?
Guionistas de Las crónicas de Narnia y sus secuelas, así como de Capitán América: el primer vengador y la secuela que viene en camino, Christopher Markus y Stephen McFeely articulan su relato en base a una serie de artículos publicados por Peter Collins sobre un caso tan insólito y retorcido, que juraría que le han añadido o menos posible para que parezca dentro de los límites de lo verosímil. Quizás sí le han puesto ese tono de ironía que nos permite abrazar desde el primer momento unos personajes tan ingenuos como entrañables, por muy detestables que puedan haber sido en la vida real. ¿Qué puedes esperar de unos tipos que tienen realmente como modelo a seguir a Tony Montana? Entiendo que el protagonista de Scarface (1983, Brian De Palma) les caiga bien, pero si vas a seguir a un malo, mejor hacerlo de uno que no acabe como finalmente van a terminar ellos también.
Más que un relato, Michael Bay construye una perfecta caricatura de estos parias, interpretados con la dosis justa y precisa de sobreactuación por Mark Wahlberg, Dwayne Johnson y Anthony Mackie. Lo que no deja de ser sorprendente porque, si bien no lo hubiera dudado de dos de ellos, que han demostado su versatilidad en diferentes películas, no me esperaba que Johnson tuviera tenido la capacidad de reírse de sí mismo como lo hace en Dolor y dinero. De entre la colección de secundarios, brilla con luz propia la entregada interpretación de Rebel Wilson, de nuevo a la altura de su pequeño personaje de La boda de mi mejor amiga (Braidsmaids, 2011, Paul Feig), así como el siempre efectivo Ed Harris, que ya había trabajado con Bay en La roca (The rock, 199), y que aporta el sentido común de una historia que pareciera salida realmente de un cómic.
Es posible que hacia el final de la película se quiebre ligeramente el ritmo, pero más por tanto exceso de los personajes y giros de guión, que porque se alargue en exceso la trama. Quizás percatándose de este pequeño problema, todo se precipita en el último cuarto de la película para acelerar incluso su conclusión, pero no deja en ningún momento de sorprender y de asombrar al espectador, que saldrá prevenido, al menos por un tiempo, sobre los excesos del culto al cuerpo, cuando no se cultiva de la misma manera también el intelecto.
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