Título original: The Expendables 2
Año: 2012
País: EE.UU.
Dirección: Simon West
Guión: Richard Wenk & Sylvester Stallone, según una idea de Ken Kaufman, David Agosto & Richard Wenk, a partir de los personajes creados por Dave Callahan
Producción: Basil Iwanyk, Avi Lerner, Kevin King Templeton, John Thompson & Les Weldon
Fotografía: Shelly Johnson
Música: Brian Tyler
Montaje: Todd E. Miller
Diseño de producción: Paul Vross
Dirección artística: Adam A. Makin, Ivailo Nikolov, Ivan Ranghelov & Sonya Savova
Vestuario: Lizz Wolf
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Statham, Jet Li, Dolph Lundgren, Chuck Norris, Jean-Claude Van Damme, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Terry Crews, Randy Couture, Liam Hemsworth, Scott Adkins, Nan Yu, Amanda Ooms, Charisma Carpenter, Nikolette Noel, George Zlatarev, Alexander Moskov, Denis Vasilev, Nikola Dodov, Wendo Li, Borislav Zahariev, Penka Kodova, Arkanay Boonsong, Dimo Alexiev, Velislav Pavlov, Liubo Simeonov, Anton Trendafilov, Marii Rosen, Julian Stanishkov, Velimer Velev, Irina Krichely, Lyudmila Slaneva, Silvia Petkova, Alexandra Spasova, Juliana Saiska, Sanya Borisova, Biliana Petrinska, Diana Dobreva, Liubomir Simeonov…
más maricas que nunca
Una vez una amiga me confesaba, sin demasiada preocupación, que algunas veces le parecía que su padre era un poquito homosexual. Más que nada por la excitación que le producía el cine de acción. Particularmente las películas protagonizadas por Jean-Claude Van Damme en las que siempre se daba buena cuenta de la excepcional anatomía del actor de origen belga. Debo confesar que lo único que me llevó a ver The Expendables 2 fue, precisamente, comprobar si continuaba en la línea de su pedecesora, The Expendables, que se proclamaba, de manera soterrada, como una auténtica película de temática gay. Y debo confesar que si por un lado esta secuela adolece (y adormece) en lo que a acción y desarrollo se refiere, triunfa en ella como pocas veces el amor entre hombretones, que aunque en un principio tiene que leerse entre líneas, acaba siendo tan explícito que podríamos esperar que en la tercera parte saliese la mismísima Ru Paul.
Aunque no sé si estoy preparado para una nueva entrega. Al contrario que la primera parte, que partía de un homenaje a un tipo de cine ya en desuso o que había evolucionado hacia otros derroteros, confirmándose como un vehículo de acción tan entretenido como nostálgico, la secuela acaba convirtiéndose en un festival de autocomplacencia en un ambiente tan carca como el de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, 2008, Steven Spielberg). Las alusiones a los personajes más famosos de cada uno de los protagonistas, o la presentación llamativa de alguno de ellos, no me llega a hacer ni la mitad de gracia que los escasos gags verdaderamente irónicos, como la respuesta a la declaración de Barney Ross (Sylvester Stallone) cuando le preguntan quienes son y responde “somos americanos”, siendo sorprendido por sus compañeros, que reclaman que también son “suecos… y negros… y retrasados”. Un tipo de bromas que no abundan, para nada, en la película, como tampoco secuencias interesantes de acción.
Pero en el caso de The Expendables 2, no sirve echarle la culpa al guión, responsabilidad del propio Sylvester Stallone en colaboración con Richard Wenk, ni a la dirección de Simon West, porque todos fallan estrepitosamente en su cometido. Los primeros porque se valen de excusas inconsistentes para lograr que avance una trama en la que no se justifica en absoluto ninguna de las decisiones que toman los personajes, con la desfachatez de que parece extrapolar la mayor parte de su trama de Indiana Jones y el templo maldito (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1994, Steven Spielberg), y de que no consigue hacer en ningún momento emocionante un MacGuffin totalmente arbitrario e inservible. Y el segundo porque no alcanza a mostrar de una manera mínimamente original, interesante o espectacular, ninguna de las secuencias de la película, como sí lograba con su película previa, The Mechanic (2011).
Tampoco ninguno de los actores protagonistas consigue llamar la atención por su capacidad para captar la atención del espectador, mucho menos para transmitir la psicología de sus respectivos personajes. Ni Arnold Schwarzenegger ni Bruce Willis, que interpretan como si todavía estuvieran en los ensayos. Ni Chuck Norris ni Dolph Lundgren, que se lo toman tan en serio que acaban por parecer caricaturas. Ni Sylvester Stallone ni Jason Statham, uno porque nunca me ha gustado demasiado, y el otro porque no parece terminar de encontrarse a gusto entre tanto macho man (o trabajando con los que parecen la colección de antiguas parejas de su jefe). Para colmo, la mayoría de ellos manejan sus armas como si fueran de cartón.
Por eso, el único aliciente real de The Expendables 2 consiste en buscar todos los momentos que la puedan relacionar con títulos como Ben-Hur, Lawrence de Arabia, Spartacus, Death in Venice, La ley del deseo o Brokeback Mountain. Estos van proliferando a medida que la película llega al final y culminan en una apoteosis en la que (no puedo evitar el Spoiler) el protagonista consigue que su mano derecha abandone a su chica para ¡¡permanecer así junto a él!! Y todo eso después de haber perdido a su amante jovencito, que le iba a abandonar, y de re-encontrarse con un ex que iba por libre. Luego, The Expendables 2 se proclama como el auténtico triunfo del amor homosexual frente al heterosexual. Nunca lo hubiera pensado de Sly. Nunca hubiera esperado menos de Statham. Y sale una chica, pero se deshacen en cuanto pueden de ella, igual que de todas las demás.
Publicado originalmente en EXTRACINE
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