Título original: Manolete
Año: 2008
País: España, Reino Unido, Francia, EE.UU. & Alemania
Dirección: Menno Meyjes
Guión: Meeno Meyjes
Producción: Andrés Vicente Gómez
Fotografía: Robert D. Yeoman
Música: Dan Jones & Gabriel Yared
Montaje: Sylvie Landra
Diseño de producción: Salvador Parra
Decorados: Nieves Monterde & Laura Musso
Vestuario: Sonia Grande
Reparto: Adrien Brody, Penélope Cruz, Nacho Aldeguer, Enrique Arce, Fernando Bermejo, Dritan Biba, Pedro Casablanc, Antonio de la Fuente, Berta de la Dehesa, Juan Echanove, Enrique Hernández, Luis Hostalot, Josep Linuesa, Javier Majía, Ann Mitchell, Denise Moreno, Natalia Moreno, Xabier Murua, Omar Muñoz, Pepe Ocio, Sergio Otegui, Tomás Pozzi, Quique, Santiago Segura, Beatriz Webe…
una faena sin fuste ni gracia
Los caprichosos avatares del destino han propiciado que Manolete, el biopic sobre uno de los más míticos toreros españoles, no fuera estrenada cuando tenía previsto, para hacerlo cuatro años más tarde, en un ambiente político ciertamente mucho más proclive y favorable para la ideología del personaje. Protagonizada por Adrien Brody y Penélope Cruz en sus personajes principales, se trata de una coproducción internacional dirigida por Menno Meyjes, que ni consigue captar la esencia española, ni el ambiente taurino, ni el espíritu melodramático que su historia hubiera requerido.
A pesar de que este sea su cuarto largometraje como director, quizás Meyjes sea más conocido por su labor como guionista para algunos filmes de la segunda etapa de Steven Spielberg, como El color púrpura (The Color Purple, 1985), El imperio del sol (Empire of the Sun, 1987) o Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989). Una época en la que ya hiciera su primera colaboración con el cine español, en otra producción con aspiraciones internacionales como El sueño del mono loco, que ya fuera producida por Andrés Vicente Gómez. Si bien en aquella ocasión no se le acreditara finalmente, quizás ahora hubiera deseado que borraran cualquier rastro suyo de Manolete.
Es posible que la condición de coproducción de la película no se vea afectada en su aspecto visual. Tanto la detallista dirección artística de Salvador Parra y los decorados de Nieves Monterde y Laura Musso, como el vestuario de Sonia Grande y la prodigiosa fotografía de Robert D. Yeoman son realmente deslumbrantes permitiendo que, en cierta manera, se pueda disfrutar de la película. Pero los inconvenientes surgen primero, de un guión tramposo que quiere ofrecer un lado sensible de un personaje que tuvo poco de humano -no sólo hacia los toros, sino también a los miembros de su misma especie con ideología política contraria- y de una dirección muy poco afortunada que se limita a reproducir las típicas estampas taurinas. El cineasta navega con pinzas por los entresijos políticos que copaban la vida del torero, haciendo algún apunte, pero obviando cualquier compromiso y centrando su discurso en la relación amorosa con Lupe.
Pero el problema de Manolete ni siquiera es ese, sino que por mucho que el parecido físico de Adrien Brody sea extraordinario, no beneficia en nada a la película tener un reparto internacional en el que unos han rodado en inglés y otros en español. Por mucho que tenga un Oscar en la estantería de su casa, el protagonista de El pianista (The Pianist, 2002, Roman Polanski) no consigue disimular esa sensación de no entender nada de lo que sucede a su alrededor. Da la impresión de que se limita a esperar a que le den su pie para soltar su línea, sin la posibilidad de ofrecer una reacción convincente a lo que le están diciendo (¿cómo no se le ocurriría estudiar la interpretación de Bob Foskins en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Who Framed Roger Rabbit?, 1988, Robert Zemeckis). Y tan sólo pone caras. Perdón, cara, porque sólo tiene una en toda la película. Una cara de pena, de lástima y de víctima que nunca nadie se imaginaría que un papanatas con semejante semblante de imbécil podría ponerse delante de un toro, mucho menos de una mujer de bandera.
Mucho más afortunada y convincente resulta la interpretación de Penélope Cruz, completamente especializada ya en los papeles de putita kamikaze que se estrella contra los hombres que enamora, que precisamente en el mismo año volviera a utilizar para ganar un Oscar por Vicky Cristina Barcelona (2008, Woody Allen). Todo esto propicia que la película sea interesante, única y exclusivamente, para ese público de derechas que no le gusta mancharse las manos, que sin duda disfrutará con la colección de estampas castizas en el más puro estilo “typical Spanish”, que tan de moda se ha puesto últimamente hoy en día en este país que vuelve a ser de pandereta y castañuela. Si al final, realmente, será mucho más apropiado el estreno de la película ahora que hace cuatro años. !Ay! Si Franco levantara la cabeza que contento se iba a poner de que ahora hicieran el cine que le gustaba incluso los directores extranjeros!
Publicado originalmente en EXTRACINE
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