Título original: The Iron Lady
Año: 2011
País: Reino Unido & Francia
Dirección: Phyllida Loyd
Guión: Abi Morgan
Producción: Damian Jones
Fotografía: Elliot Davis
Música: Thomas Newman
Montaje: Justine Wright
Diseño de producción: Simon Elliott
Dirección artística: Bill Crutcher & Nick Dent
Decorados: Annie Gilhholy
Vestuario: Consolata Boyle
Reparto: Meryl streep, Jim Broadbent, Susan Brown, Alice da Cunha, Phoebe Waller-Bridge, Iain Glen, Alexandra Roach, VIctoria Bewick, Emma Dewhurst, Olivia Colman, Harry Lloyd, Sylvestra Le Touzel, Michael Culkin, Stephanie Jacob, Robert Portal, Richard Dixon, Amanda Root, Clifford Rose, Michael Cochrane, Jeremy Clyde, Michael Simkins, Eloise Webb, Alexander Beardsley, Nicholas Farrell, John Sessions, Anthony Head, Richard Syms, David Westhead, Julian Wadham, Richard E. Grant, Angus Wright, Roger Allam, Michael Pennington, John Harding, Simon Chandler, Stephen Boxer, Jasper Jacob, Rupert Vansttitart, Robin Kermode, Andrew Havill, Michael Elwyn, Peter Pacey, Jeremy Child, James Smith, Hugh Ross, Chris Campbell, Paul Bentley, Martin Wimbush, Simon Slater, David Cann, Christopher Lunscombe, Angela Curran, Michael Maloney, Pip Torrens, Nick Dunning, David Rintoul, Nicholas Jones, Richard Goulding, Matthew Marsh, Willie Jonah…
el álbum de fotos que Thatcher no hubiera querido
Phyllyda Lloyd se desmarca de otras directoras como Jane Campion, Nadine Labaki, Kathryn Bigelow, Pilar Miró o Sally Potter, haciendo de The Iron Lady una muestra de feminismo mal entendido. De aquel en el que los logros de la mujer son válidos única y exclusivamente porque es mujer, sin entrar en ninguna connotación comprometedora. Su biopic sobre la que fuera primer ministro de Gran Bretaña sólo realza que era mujer, sin entrar en sus ideas, en sus convicciones, en su compromiso, ya no para con las mujeres, sino con todos los ciudadanos de Gran Bretaña.
Para recomponer la biografía de Margaret Thatcher, pareciera que Abi Morgan, guionista de la película, tan sólo hubiera tirado de hemeroteca, reproduciendo aquellos episodios que todos hemos visto por televisión, obviando los más comprometidos y dejando deliberadamente oculta cualquier situación incómoda, como las decisiones políticas que causaron que fuera tan odiada, o como las consecuencias reales de sus medidas en la sociedad británica y los motivos por los que su hijo decidiera irse a vivir a Sudáfrica (¿no podía irse más lejos?). Para postre y realzando el carácter expositivo del discurso, su relato carece en absoluto de un conflicto más allá de si retira la ropa de su difunto marido del armario o la deja en su sitio para mayor gozo de las polillas.
En consecuencia The Iron Lady no es más que un bonito álbum de imágenes en movimiento diseñadas para realzar el contraste de una mujer en un mundo de hombres: azul entre negro, faldas entre pantalones y zapatos de tacón entre zapatos planos. Resulta más que sospechoso que no sólo no se muestre, sino que ni se mencione en un sólo momento de la película a la Reina Isabel II, auténtica jefa del gobierno británico. Sin duda es un ejercicio de omisión deliberado para que ninguna otra dama venga a demostrar que tampoco es un logro tan extraordinario que una señora sea primer ministro en un país que ha sido dirigido por varias reinas a lo largo de su historia.
Lo único destacable de este planchazo de la directora de Mamma Mia es sin duda la interpretación de Meryl Streep, salvo que no se trata exactamente de una interpretación pues apenas interactúa con los demás personajes de la película. Tan sólo se limita a imitar a hija del tendero en una serie de monólogos en los que no hay lugar a réplica. Sólo se relaciona en la parte que sucede en el hipotético presente, en donde le roba plano el gracioso Jim Broadbent, en un registro que tampoco llega a sorprender pues es su habitual tono cómico. Quizás sorprenda más y mejor la breve participación de Alexandra Roach en el que es su primer papel cinematográfico. Al no tener casi ninguna referencia a la juventud de Tatcher, su composición me resulta mucho más fresca e interesante que la de Meryl Streep.
Impagable, eso si y en consonancia con este feminismo entendido en su acepción más peyorativa, es la colección de modelitos y complementos que reúne la diseñadora de vestuario Consolata Boyle. Que siempre que seas una señora, o aspirante a señora de derechas, muy conservadora, tendrás la oportunidad de copiar y emular como no me cabe ninguna duda habrán tomado muy buena nota primas ideológicas españolas de la Thatcher, como Soraya Sáenz de Santamaría -vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del actual Gobierno de España-, Esperanza Aguirre -presidenta de la Comunidad de Madrid- y Ana Botella -alcaldesa no electa de Madrid.
La única conclusión a la que es capaz de llegar el relato es que Margaret Tatcher ha terminado creyéndose demasiado sus propias convicciones, comportándose finalmente como una dictadora, hasta con los miembros de su propio partido. A pesar de que en el discurso del relato se le quite importancia a este hecho, queriendo mostrar que los hombres reclamaban su lugar, sin duda este comportamiento esconde las razones de su lamentable apoyo al general y ex dictador Pinochet, por cuya defensa saliera de nuevo a la palestra internacional ante la detención cursada por el juez Baltasar Garzón, a propósito de la muerte y tortura de ciudadanos españoles durante su mandato. Ya te podías haber ido a comprar mantequilla, ¡bonita!
Publicado originalmente en EXTRACINE
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