sábado, 5 de febrero de 2011

El demonio bajo la piel


Título original: The killer inside me
Año: 2010
País: EE.UU., Suecia, Reino Unido y Canada

Dirección: Michael Winterbottom
Guión: John Curran, basado en una novela de Jim Thompson 
Producción: Andrew Eaton, Chris Hanley & Bradford L. Schlei
Fotografía: Marcel Zyskind
Montaje: Mags Arnold
Música: Joel Cadbury & Melissa Parmenter
Diseño de producción: Rob Simons & Mark Tidesley
Decorados: Jeanette Meyer 
Vestuario: Lynette Meyer
Reparto: Casey Affleck, Kate Hudson, Jessica Alba, Ned Beatty, Elias Koteas, Ned Beatty, Elias Koteas, Tom Bower, Simon Baker, Bill Pullman, Brent Briscoe, Matthew Maher, Liam Aiken, Jay R. Ferguson, Blake Lindsley, Zach Josse, Noah Crawford, Blake Brigham, Caitlin Turner, Michael Gibbons, Rosa Pasquarella, Arletta Knight Fink, Jed Fox, Donna E. Jones, Russell Stewart... 

el vecinito que siempre saluda

Con cada nueva película, Michael Winterbottom se va convirtiendo en un cineasta camaleónico que sabe adaptarse a las necesidades de la historia que cuenta, sin importarle si se trata de un filme clásico o moderno, de época o contemporáneo, de denuncia o solidario, de género o absolutamente personal o todo a la vez. 

En El demonio bajo la piel (2010, The Killer Inside Me) adapta una novela de Jim Thompson, autor de novela negra cuyos textos han sido adaptados a la gran pantalla por cineastas como Stanley Kubrick, Sam Peckinpah, Bertrand Tavernier, James Foley o Stephen Friers, y de quien ya se adaptara anteriormente esta misma novela en una película de 1976, por Burt Kennedy. En su adaptación, Winterbottom decide ponerse del lado del chico malo, pero no para defenderle o comprenderle, sino para ver las cosas desde su punto de vista. 

Aunque pueda parecer que algún flashback delata una posible respuesta o explicación al comportamiento de Lou Ford (Casey Affleck), lo cierto es que ese sutil plano en el que aparece un ejemplar de La Sagrada Biblia, al lado de un libro de psicoanálisis de Sigmund Freud, me lleva a pensar que la respuesta es tan obvia como que no hay explicación lógica. Nos encontramos ante un caso de persona malvada, en la línea del drugo Álex de La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971, Stanley Kubrick) ---otro cineasta camaleónico---, que lleva a cabo un peregrino plan para consumar una venganza personal, a costa de sus seres queridos: su novia y su amante. (...)

Puedes leer la crítica completa en Neo2|blog

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